Cálido activismo Los prejuicios y estereotipos nos juegan malas pasadas incluso a quienes nos dedicamos a combatirlos. Tal vez por ello, la primera cualidad que se nos viene a la cabeza al pensar en Mujeres del Mundo es su calidez. Evocamos Mujeres del Mundo y nos sumergimos en alegres fiestas del traje (“yo traje gazpacho…”); en los sabores y aromas de las recetas y los poemas que sazonan su revista; en decenas de talleres para disfrutar de una misma (siempre sorprendentes, como el que invita este año a bailar ¡tecktonik!); en la dulzura de sus formas, que se contagia en cuanto entras en su local… La calidez casa perfectamente con lo que nuestra sociedad, condicionada por rígidos roles sexistas, espera de las mujeres, y más aún si pertenecen a comunidades como la latinoamericana. Lo que no se espera tanto de ellas, y hasta se evita, es que tengan voz y que la alcen para comunicar un discurso contundente en clave feminista y antirracista. En nuestra opinión, el triunfo de Mujeres del Mundo radica en hacerse visibles, reivindicar y denunciar realidades, sin perder la capacidad (desprestigiada, como todos los valores considerados femeninos) de empatizar, acoger y hacer sentir a las personas como en casa. La asociación se vuelca desde el principio en luchar contra la invisibilidad que sufren todas las mujeres, por partida doble en el caso de las inmigradas. A pesar de que ellas representan la mitad de personas de origen extranjero en la Comunidad Autónoma Vasca, la inmigración es un tema que (como otros muchos) rara vez se analiza con perspectiva de género; fundamental para tener en cuenta elementos centrales como la feminización de la pobreza o las discriminaciones múltiples. Si se pide a alguien que haga el sencillo ejercicio de poner cara al sujeto de un proceso migratorio, es probable que se imagine una figura masculina. La femenina, en todo caso, se incorporaría no como sujeto protagonista, sino en el rol pasivo de acompañante. La realidad, sin embargo, nos muestra otras caras. Las mujeres inmigradas son uno de los colectivos más estereotipados porque suman los dos ingredientes básicos de la “otredad”. Es decir, en una sociedad androcéntrica y eurocéntrica, “la mujer” y “el inmigrante” -ambos expresados a menudo en singular, y el segundo siempre en masculino- son considerados “los otros” (también en masculino); entes extraños, ajenos y homogéneos que rara vez despiertan en la mirada autóctona más emoción que el recelo o la compasión. En el caso de las mujeres inmigrantes, el estereotipo más común las tiende a reducir socialmente a seres indefensos, dependientes y sumisos, aunque buena parte de ellas desafíen los roles tradicionales emprendiendo un proceso migratorio en solitario o convirtiéndose en cabezas de familia. Las restricciones de la Ley de Extranjería les dificultan acceder a empleos acordes con su formación, su experiencia previa y sus deseos. La demanda generada por las desigualdades sexistas en la asunción de responsabilidades familiares las encasilla en los nichos laborales ligados al cuidado de las personas; especialmente invisibles, precarios y desprestigiados (una vez más, como casi todo lo considerado femenino). Una reacción frecuente en quien repara en esas circunstancias es victimizar a estas mujeres del mundo y tratarlas desde el paternalismo. Pero lo que reclaman asociaciones como Mujeres del Mundo no es que nadie las salve, sino que se les reconozca como ciudadanas iguales en derechos. Un buen primer paso para que los estereotipos y prejuicios se diluyan es convivir. Compartimos con Mujeres del Mundo esa convicción, y por ello nos parece tan valiosa su experiencia, en la que mujeres de aquí y allá se unen para compartir, aprender, disfrutar… Para luchar juntas desde todo lo que tienen en común y, a la vez, enriquecerse con lo que las diferencia. La invisibilidad, la discriminación, el aislamiento, la violencia y demás males del patriarcado son universales, aunque en cada sociedad se manifiesten de diferentes maneras. Bien saben en Mujeres del Mundo que la necesidad de empoderarse es, valga la redundancia, común a todas las mujeres del mundo. Por todo ello, por luchar sin perder la calidez, por reclamar igualdad desde la diversidad, por mostraros al mundo en plural, os felicitamos de corazón. Os deseamos un futuro próspero, lleno de ilusiones y proyectos que esperamos compartir y celebrar juntas. SOS Racismo Bizkaia- Bizkaiko SOS Arrazakeria