Enron, o el caso de un mal gobierno corporativo Tomás Garicano. Profesor del Instituto de Empresa de España La quiebra de Enron, conocida por todos, no es, desgraciadamente, un hecho aislado. Existen casos de escándalos previos como Sunbeam, Waste Management o Global Crossing. Además, algunas empresas de las que nadie hubiera sospechado algo, como General Electric, Tyco, Cendant o AOL Time Warner, se encuentran en observación por sus discutibles prácticas contables. Pero no sólo ocurre eso en Estados Unidos. En Rusia, parece que Gazprom, una de las empresas del sector de la energía más importantes del país, tiene problemas parecidos. En Europa, las empresas que han pagado fuertes sumas de dinero por las licencias de telefonía 3G, sufren presiones para sanear sus cuentas. Y qué decir de España. Las razones por las que se ha llegado a esa situación son variadas: la pérdida de vigencia de principios en los que se basaba el funcionamiento de los mercados, tales como transparencia, confianza, claridad, integridad, prudencia; la existencia en muchas empresas de una cultura orientada a maximizar la rentabilidad a corto plazo, obsesionada por los resultados trimestrales y que favorece una política relajada con respecto a los principios financieros y contables más elementales; la excesiva psicosis por los beneficios después de impuestos y la casi nula atención al flujo de caja libre; la existencia de legislaciones permisivas que consienten situaciones tan increíbles como que se creen sociedades que no consolidan con la dominante por el simple hecho de que alguien posea al menos un tres por ciento de ellas –las famosas special purpose entities– o que el patrimonio de los fondos de pensiones de los empleados se pueda invertir exclusivamente en acciones de la propia empresa; la inexistencia de principios contables claros y universalmente aceptados; la ignorancia de principios de gestión empresarial básicos, como que no se puede ganar dinero comprándote o vendiéndote a ti mismo o que es difícil ganar dinero en negocios que no entiendes –recordemos la complejidad de las operaciones de Enron, con la profusa utilización de instrumentos financieros derivados–; el comportamiento de analistas y bancos de inversión y sus conocidos conflictos de intereses. Las razones mencionadas en el párrafo anterior no incluyen las dos que, en mi opinión, son más determinantes. Por un lado, la falta de diligencia y de lealtad de directivos y administradores. Por otro, el comportamiento del auditor. Ambas razones podríamos englobarlas en un concepto que creo que tiene una enorme fuerza y que va a ser básico en el futuro: un gobierno corporativo que responda a determinadas pautas. Un consejo de administración que sea consciente de que su principal objetivo es defender los intereses de sus accionistas y que su función principal es controlar y supervisar la labor de la dirección. Las pautas generales del buen gobierno corporativo son conocidas por todos: orientación del consejo hacia la creación de valor, consejos de administración más reducidos, consejos con más consejeros externos que internos y con fuerte presencia de independientes, directivos que no controlen el consejo y que no concentren en sus manos excesivo poder –que el máximo directivo no sea al mismo tiempo presidente, por ejemplo–, existencia de comisiones, información adecuada en tiempo y contenido, reuniones periódicas, códigos de conducta con una definición clara de los deberes fiduciarios de los administradores, limitación de los honorarios, limitaciones en términos de edad, etcétera. Cumplir con lo anterior es fácil de decir y difícil de hacer. De hecho, si le preguntamos a Enron, seguro que dicen que cumplían con las líneas generales del buen gobierno corporativo. En España, a raíz de las recomendaciones del Informe Olivencia, muchas empresas pusieron en marcha reformas: hoy día, casi todos dicen que cumplen con esas recomendaciones. ¿Qué es lo que ocurre entonces? Ocurre que la mayoría cumple cosméticamente. En el caso Enron, en concreto, se ha producido un comportamiento poco diligente y desleal del consejo en su conjunto y un comportamiento particularmente desastroso de la comisión de auditoría. Comisión auditora Centrémonos en este último aspecto. La labor de la comisión de auditoría es importante porque los administradores están obligados a formular las cuentas –recordemos el duro régimen de responsabilidades legales de los administradores– porque la información financiera debe ser transparente y fiable –aspecto de gran interés para los inversores– y porque se trata de una función técnicamente compleja. Es singularmente importante que la relación con el auditor externo la mantenga exclusivamente la comisión de auditoría y que, además, controle su independencia. Es conveniente que la comisión se reúna tantas veces como requiera la complejidad de las cuentas analizadas. Es patente, por otra parte, que sin un buen sistema de control y de auditoría interna es difícil que la comisión pueda cumplir con sus fines y que el auditor externo pueda desempeñar adecuadamente su función. ¿Cómo estructuramos todos los elementos mencionados en el párrafo anterior? En mi opinión, un gobierno corporativo eficiente, en el que el consejo fuera activo y tuviera poder, implicaría que el auditor externo dependiera exclusivamente de la comisión de auditoría y que el auditor interno también dependiera jerárquicamente de dicha comisión, independientemente de que éste, en el ejercicio de sus funciones, tuviera que relacionarse con los directivos de línea. La actividad básica del auditor interno debería consistir en verificar las normas, sistemas y procedimiento contables y de información financiera con el fin de procurar la salvaguardia de los activos de la empresa, la exactitud de las transacciones y de los registros financieros, la prevención y detección de errores, el cumplimiento de normas y requerimientos legales y la identificación y control de riesgos –este aspecto es de vital importancia, particularmente en empresas que, como Enron, realizan transacciones complejas y utilizan herramientas financieras sofisticadas–. Con un sistema de control interno adecuado, la labor del auditor externo se ve notablemente facilitada. ¿Qué ha ocurrido en Enron? En términos generales, que se trataba de un consejo dominado por los directivos, poco activo, con poco poder, poco independiente y que no supo desarrollar los instrumentos de control y supervisión adecuados. En particular, la comisión de auditoría permitió que no sólo todo el sistema de control interno dependiera de los directivos sino que, además, la relación con el auditor externo fuera capitalizada por el presidente ejecutivo y el CEO, agravándose la situación por el hecho de que el auditor externo tenía un claro conflicto de intereses, ya que cobraba más por labores de consultoría y asesoría que por la propia auditoría, y que, dicha comisión, se reunió un número de veces insuficiente, si consideramos la complejidad de las operaciones de Enron. Es decir, que los consejeros fueron poco diligentes. Evaluación de riesgos También se produjeron, intencionadamente o no, interpretaciones sobre operaciones, consolidación de los estados financieros y evaluación de riesgos, que ocultaron a los inversores pérdidas –que se tradujeron en menores beneficios–, endeudamiento y la existencia de operaciones futuras con posibles pérdidas que comprometían el futuro de la empresa. Además, algunos comportamientos con respecto a las operaciones de compra y venta de acciones por parte de directivos y algunos consejeros fueron manifiestamente desleales, si no ilegales. Es decir, que los directivos, y algunos consejeros, fueron desleales. En resumen, que quien tenía que controlar no controló –la comisión de auditoría y, por ende, el consejo–, y que los directivos, ayudados por un comportamiento inadecuado del auditor externo, se controlaron de hecho a sí mismos –es decir, que no se controlaron en absoluto–. Creo sinceramente que si Enron hubiera dispuesto de un consejo de administración activo y con poder y hubiera desarrollado las herramientas de control adecuadas, habría sido francamente difícil que ocurriera lo que ha ocurrido. No obstante, siempre pueden producirse comportamientos desleales y fraudulentos. El fraude, como elemento de riesgo cierto para una empresa – de difícil gestión–, también requiere un tratamiento de identificación y limitación. En todo caso, para tratarlo, una vez descubierto, están los tribunales de justicia. MEJORAS PARA ENRON EVALUACIÓN FINAL 125/500 Con base en la información suministrada en el presente documento, lo analizado durante el curso y en la investigación realizada por los estudiantes, éstos deben dar respuesta a las siguientes preguntas, donde serán muy importantes las intervenciones individuales, el debate que se haga en el foro y tener en cuenta que para todas las preguntas debe haber mínimo una respuesta individual y en el trabajo debe aparecer la respuesta del grupo. 1. Mencione 5 acciones que la empresa ENRON y empresas similares deben tener en cuenta para evitar la quiebra y el desprestigio, lo anterior con base en la aplicación de las teorías contemporáneas de administración vistas en la unidad 1. En este punto cada estudiante debe proponer por lo menos 3 y el grupo elegir las 5 mejores y presentarlas en el trabajo final. 2. Formule un plan de acción por medio del cual ENRON hubiera logrado consolidar su posicionamiento de los negocios y así haber evitado las sanciones impuestas por las autoridades competentes, deben basarse en las teorías de Ansoff, Porter y Chandler. 3. Determine las prioridades que se deben tener en cuenta cuando se formula un plan de acción de esta índole planteada, de acuerdo con tres de las teorías de la unidad 1. 4. Realice un análisis de la Estructura de la empresa ENRON y, con base en la lectura de Enrique Claver Cortés, determine las relaciones existentes entre su estrategia y estructura. 5. Responda a la siguiente pregunta: ¿Recomienda usted un sistema de incentivos divisionales para la empresa ENRON? Por favor, justifique su respuesta. 6. Utilice las siguientes preguntas descritas a continuación para el debate de grupo, con base en la información obtenida en el curso, el grupo debe llegar a un consenso que debe ser plasmado en el documento final: a) ¿La empresa ENRON estuvo fortalecida o debilitada a nivel competitivo? ¿Por qué? b) ¿La estructura organizacional de ENRON fue la adecuada? ¿Por qué? c) Con base en la participación en el mercado que tuvo ENRON en su mejor momento, ¿podríamos decir que poseía una ventaja competitiva? ¿Por qué? d) Con fundamento en la interpretación de las lecturas sobre metáforas organizacionales ¿cuáles sistemas de poder en la organización se asimilan a la estructura que tuvo ENRON? 7. Mediante un gráfico (arquetipo sistémico), explique la estructura de la empresa ENRON. 8. Con base en el capítulo 2 del libro La quinta disciplina de Peter Senge, explique si la empresa ENRON tiene problemas de aprendizaje. 9. Propongan una estrategia para que ENRON hubiera funcionado como una máquina autopoiética. 10. En media página, elaboren una analogía de la empresa ENRON con los sistemas autopoiéticos de mayor orden. ¡Éxitos!