“Los que escuchan la palabra de Dios y la practican”. Lc 8, 19

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“Los que escuchan la palabra de Dios y la practican”.
Lc 8, 19-21
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
LECTIO DIVINA
Mirar al mundo con los ojos de Dios y amar lo que vemos con el corazón de Dios,
alejarnos paulatinamente de nuestros propios esquemas y abrirnos a lo que Dios nos
quiere decir.
La madre y los hermanos de Jesús fueron a verlo, pero no pudieron acercar- se a
causa de la multitud. Entonces le anunciaron a Jesús: “Tu madre y tus hermanos
están ahí afuera y quieren verte”. Pero él les respondió: “Mi madre y mis hermanos
son los que escuchan la Palabra de Dios y la practican”.
Ciertamente, otros textos evangélicos relatan una cierta polémica en esta visita que habla
sobre la madre y los hermanos de Jesús, textos a los cuales las distintas espiritualidades
religiosas le dan distintas connotaciones. A mi este texto lo que me atrae es la invitación
que me hace el Señor para sentirme un hermano más de El, “mis hermanos son los que
escuchan la Palabra de Dios y la practican”. Escuchar y practicar la Palabra, nos hace
miembros de la gran familia cristiana, la escucha activa de la Palabra crea un lazo fuerte
con Jesús, y todo el que la practica, no esta excluido de él, todo lo contrario, se hace familia
con él.
María santísima, escuchó la Palabra y, después, se convirtió en Madre de Jesús, María
santísima dijo si a la Palabra y Cristo vino a nacer en ella, María santísima acogió la
Palabra y fue una mujer privilegiada, esto es lo que me enseña esta lectura, Jesús quiere
crecer en nosotros, Cristo quiere vivir en mi. De ahí la gran importancia que debo tener por
la Palabra del Señor, contemplarla, disfrutarla, conservarla, amarla y ser un hermano
privilegiado de Jesús.
También me motiva este fragmento del evangelio, a aprender de la Virgen María como se
debe recibir la Palabra, con humildad y cariño, como también la siento como una invitación
a pedirle que ella me enseñe a recibir la Palabra para hacerla vida en mí, ella cumplió con
toda perfección, la voluntad del Padre, y por esto, fue bienaventurada, porque, antes de dar
a luz a Jesús, lo llevó en su seno.
El Señor nos dice: “Dichosos más bien los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen”
(Lc 11,27-28). De ahí que María sea dichosa también porque escuchó la Palabra de Dios y
la cumplió; llevó en su seno el cuerpo de Cristo.
“Este es mi Hijo muy querido, escúchenlo”. Mc 9, 2-10
Esta es nuestra gran instrucción que nos solicita Dios, escuchar a su Hijo amado, y eso nos
debe caracterizar para ser un servidor de verdad, oír siempre a Jesús, esta actitud receptiva
es para la palabra y la total aceptación de Cristo, es una invitación a descubrir lo divino de
sus enseñanzas y toda su obra. En esta proclamación que hace el Padre de su Hijo, lo
muestra como Dios, revelando la filiación divina de Jesús.
Amar la Palabra de Dios
¿Por que amar la Palabra de Dios?, es una pregunta sencilla, y la respuesta es igual de
simple, Las Sagradas Escrituras, es la Palabra de Dios, es el mensaje de Dios al hombre,
no importa quien, es decir esta dirigida a toda persona. ¿Para que?, para que a través de
esta Palabra, el hombre conozca íntima y personalmente a su Padre del Cielo, que es
nuestro Dios, a fin de que encuentre a Jesucristo Nuestro Señor, y de este modo viva para
Dios y no para si mismo.
Si queremos encontrar a Dios, tenemos que hallarlo en el Hijo. “El Hijo vino para dar a
conocer al Padre (Mt 11, 27), como si queremos acoger la Palabra de Dios, esa está en las
Escrituras y en las Escrituras recibimos al mismo Cristo y en ella su Testimonio, su
cumplimiento y realización.
“Comemos la carne y bebemos la sangre de Cristo en el misterio de la Eucaristía y en la
lectura de las Escrituras”, escribe san Jerónimo, además proclama “Por lo que a mi
respecta, creo que el Evangelio es el Cuerpo de Cristo” y Juan Crisóstomo escribe,
“debemos acercarnos al Evangelio como a la carne de Jesucristo”. Y estamos invitados a
reconocer a Cristo en las Escrituras, en el Antiguo y Nuevo Testamento. Toda la Escritura,
la Palabra, nos habla de Cristo y toda Escritura se ha cumplido en EL.
La lectura permanente de las Sagradas Escrituras, nos permite conocer lo mucho que Dios
ha hecho por nosotros y el resultado de esta lectura, nos debe conducir a obrar como Dios
obra, porque no solo se trata de saber como obra Dios, sino que además imitarlo.
Y hagamos de las Escrituras, una lectura preferida, ser leídas vivamente, buscando su
significado con el corazón muy abierto y en oración. La Palabra es fuerza de Dios y
mensaje vivo que El nos dirige para hoy. La Palabra leída y hecha oración, acogida con fe,
entendida baja la acción del Espíritu Santo, como Palabra que viene de Dios, nos conducirá
siempre a Dios.
De Corazón
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