PAU Historia septiembre 2009 Andalucía

Anuncio
Historia de España
1
Historia de España
2
ANDALUCÍA
CONVOCATORIA SEPTIEMBRE 2009
SOLUCIÓN DE LA PRUEBA DE ACCESO
AUTORA:
Marta Monje Molina
Opción A
El documento 1 es un fragmento del libro España tal como
es, publicado en París en 1886 por el político catalanista
Valentí Almirall. Se trata de una fuente primaria de carácter
histórico-político. El texto describe con crudeza el sistema
electoral existente en la España de la época y lo califica de
farsa. En 1886, año de la publicación del libro, el régimen
canovista llevaba vigente once años, y ya se habían enquistado las prácticas electorales fraudulentas que caracterizaron el sistema político de la Restauración. Algunas de ellas
se indican en el texto: control de los procesos electorales
por el ministro de Gobernación, corrupción y clientelismo,
extendidos en todos los niveles del Estado, manipulación
de las listas electorales y suplantación de la identidad de
personas fallecidas «convertidas en votantes». Valentí Almirall (1841-1904) inició su carrera en el seno del republicanismo federal. Fue uno de los principales representantes del
catalanismo del siglo XIX. En 1879 publicó el primer periódico
en catalán (El diari catalá) y en 1882 fundó el Centre Catalá.
De su primera época conservó sus convicciones democráticas, lo que explica la crudeza del texto.
El documento 2 es un grabado, probablemente publicado
en la prensa de la época, en el que se representa la llegada
a Madrid de Alfonso XII, hijo de la destronada Isabel II, en
enero de 1875. El acontecimiento marcó el inicio de la Restauración canovista, período histórico que se prolongó hasta
1902, y supuso el regreso de la dinastía de los Borbones al
trono español tras el paréntesis del Sexenio Democrático
(1868-1874). El grabado muestra una imagen favorable del
acontecimiento. La entrada del monarca en la capital de
España es triunfal. Montado en un caballo blanco y rodeado
de soldados —no en vano su acceso al trono fue precedido
por el pronunciamiento del general Martínez Campos en
Sagunto (diciembre de 1874)—, desfila por una calle engalanada con banderas mientras saluda a la multitud que se
agolpa en la calle y en los balcones de los edificios. En la
parte inferior del grabado, un hombre conversa con una
mujer mientras un niño trata de llamar su atención; un
perro corre al lado del niño y sobre él una chistera de origen misterioso vuela antes de caer al suelo. La escena sirve
de contrapunto a la solemnidad del momento y con ella se
pretende captar la simpatía del espectador. El documento
constituye una fuente primaria histórico-política.
Analizados conjuntamente, ambos documentos representan la ambivalencia del sistema canovista. El grabado ilustra
las expectativas que generó el nuevo régimen político y el
ansia de dar paso a una época de paz y estabilidad después
de la inestabilidad vivida durante el Sexenio Democrático
(1868-1874). El texto de Almirall describe las lacras de este
régimen, que no pudieron superarse mientras se mantuvo
vigente.
© Oxford University Press España, S. A.
El pronunciamiento protagonizado en Sagunto por el general Martínez Campos en diciembre de 1874 acabó definitivamente con el régimen republicano, vigente desde febrero
de 1873, y permitió el regreso de la dinastía borbónica en la
persona de Alfonso XII. De esta forma, se abría en España una
nueva etapa histórica, conocida como la Restauración. El
joven monarca instauró un sistema político con el que se
trató de cerrar el ciclo de inestabilidad que había caracterizado a la historia española desde el acceso al poder de los
gobiernos de corte liberal. El artífice de este sistema fue
Antonio Cánovas del Castillo (1828-1897), un político de
amplia experiencia, que había sido miembro de la Unión
Liberal de O’Donnell y que durante el Sexenio Democrático
encabezó la facción de los moderados partidarios de la legitimidad borbónica encarnada en el hijo de Isabel II. En diciembre de 1874, poco antes del golpe de Martínez Campos,
Cánovas había hecho firmar al príncipe Alfonso el Manifiesto
de Sandhurst (nombre de la academia militar británica donde
estudiaba el heredero al trono), documento en el que se
trazaban las líneas básicas de su programa político. El objetivo de Cánovas era dotar a la monarquía restaurada de un
sistema liberal y autoritario que permitiera la alternancia
pacífica en el Gobierno de dos grandes partidos de derecha
e izquierda —sin sobrepasar los límites del liberalismo moderado—, que no se marginaran entre sí ni recurriesen a la
insurrección o al pronunciamiento para acceder al poder,
como había ocurrido en tantas ocasiones durante el reinado
de Isabel II. Los partidos antimonárquicos, antiliberales o
antinacionales quedaron excluidos, en primer lugar por una
cuestión de principios y, además, porque el funcionamiento
del sistema político, manipulado desde el poder, impedía de
manera fraudulenta la participación de las formaciones que
se mostrasen contrarias al sistema canovista.
Los pilares del nuevo régimen
Los pilares sobre los que se sustentó el sistema político de
la Restauración fueron la pacificación del país, la promulgación de una nueva Constitución (1876) y la formación de los
dos grandes partidos sobre los que se articularía la acción
de gobierno.
En lo que respecta a la pacificación del país, en el momento en que Alfonso XII accedió al trono estaban en curso la
Tercera Guerra Carlista (1872-1876) y la primera Guerra de
Cuba (1868-1878). La conclusión de ambos conflictos constituyó un gran éxito para el Gobierno, entonces presidido
por Cánovas. Sin embargo, no se resolvieron los problemas
que los habían provocado. Los carlistas habían sido neutralizados como fuerza militar, pero la supresión de los fueros e
instituciones vascas (1876) fue una de las causas del posterior
surgimiento de un nacionalismo reivindicativo, pese a que el
Historia de España
3
ANDALUCÍA
País Vasco conservó su autonomía fiscal gracias a la concesión de los conciertos económicos en 1878. En cuanto a la
guerra de Cuba, la paz de El Zanjón de 1878 tuvo un carácter provisional; el conflicto rebrotó en 1895 y desembocó
en la guerra con Estados Unidos y la independencia de la
isla en 1898.
La Constitución de 1876 fue otro de los pilares del sistema
político de la Restauración. Inspirada en la ley fundamental
moderada de 1845, permaneció en vigor hasta 1931, aunque fue suspendida y vulnerada en varias ocasiones. El texto
constitucional establecía un modelo de Estado centralista
en el que el rey y las Cortes compartían soberanía. El catolicismo era la región oficial, aunque se mantenía la tolerancia
hacia otros cultos y la declaración de derechos de la Constitución de 1869. En la práctica, no existía una clara división
de poderes, y el rey tenía un predominio indiscutible sobre
el Parlamento. El monarca era el mando supremo del Ejército,
elegía el Gobierno y tenía autoridad para disolver las Cortes.
Asimismo, podía vetar los proyectos de ley y ejercer la iniciativa legislativa. En definitiva, era el árbitro del sistema. La
Constitución de 1876 estableció además unas cortes bicamerales. El Congreso fue elegido por sufragio censitario
hasta 1890; a partir de ese año se instauró el sufragio universal o, más precisamente, general masculino. En cuanto al
Senado, parte de sus miembros eran elegidos por la Corona
y el resto por las corporaciones y los mayores contribuyentes, mediante un sistema indirecto que favoreció la formación de oligarquías.
El juego de partidos de la Restauración se articuló en torno
a dos grandes formaciones: el Partido Liberal Conservador,
situado en la derecha moderada, y el Partido Liberal, llamado
inicialmente Partido Fusionista, que agrupaba a la izquierda
liberal. El primero fue liderado por Cánovas hasta su muerte
en 1897, y posteriormente por Francisco Silvela. Agrupó a
liberales moderados, antiguos miembros de la Unión Liberal,
ex progresistas (como Romero Robledo) y algunos tradicionalistas (Alejandro Pidal). El líder del Partido Liberal fue Práxedes Mateo Sagasta, un político veterano, al igual que Cánovas,
que había dirigido el Partido Constitucionalista durante el
reinado de Amadeo I y era jefe de Gobierno cuando tuvo
lugar el pronunciamiento de Sagunto. En el Partido Liberal
se integraron antiguos progresistas y demócratas del Sexenio
Democrático como Montero Ríos, Moret o Martos. Algunos
republicanos moderados, como Castelar, se acercaron a él
pero sin ingresar en sus filas.
Ni el Partido Conservador ni el Partido Liberal eran organizaciones de masas sino partidos de notables. Las diferencias
ideológicas entre ambos eran escasas y su composición social
e intereses, prácticamente idénticos. Su fortaleza no dependía
tanto de la cohesión interna de sus miembros como de la
influencia de su líder y su capacidad para mantener unidas
las distintas facciones del partido. Mientras vivieron sus fundadores no hubo problemas graves de cohesión interna, aunque con el cambio de siglo afloraron con frecuencia. Hasta
1923, ambas fuerzas se alternaron en el poder, en lo que se
conoció como el turno de partidos, mecanismo que en última
instancia era activado por el monarca, no por la voluntad
© Oxford University Press España, S. A.
CONVOCATORIA SEPTIEMBRE 2009
popular. La alternancia en el poder se inauguró en 1881,
cuando Alfonso XII encomendó la formación de Gobierno a
Sagasta, en lugar de a Cánovas, y se oficializó tras la muerte de
Alfonso XII en 1885. Su esposa, María Cristina de Habsburgo,
embarazada de quien sería Alfonso XIII, asumió la regencia.
Cánovas, presidente del Gobierno cuando murió el rey, acordó
con Sagasta cederle el poder durante los primeros años de
la regencia (Pacto de El Pardo).
El mecanismo de funcionamiento del turno de partidos era
el siguiente: el candidato a presidir el Gobierno debía ser
designado por el rey y contar con una mayoría sólida en las
Cortes. De no ser así, el monarca obtenía de estas el decreto
de disolución y promovía la celebración de unas elecciones
a la medida para el candidato favorecido por él. Este procedimiento fue una fuente constante de corrupción y supuso
una perversión de la vida política española, tal y como
denuncia Almirall en el documento 1.
Las lacras del sistema
A finales del siglo XIX, la sociedad española era fundamentalmente agraria, con una población urbana relativamente
escasa y una opinión pública poco desarrollada. Al mismo
tiempo el Estado era débil. Ambos factores propiciaron la
aparición del caciquismo, gracias al cual una minoría pudo
controlar la vida política y los mecanismos del poder del
Estado. El caciquismo fue más eficaz en las zonas rurales
que en las urbanas, donde la opinión pública y los votos
eran más difíciles de controlar.
Una vez que el rey impulsaba la celebración de nuevas elecciones, se ponían en marcha los mecanismos de falseamiento
del voto. Los partidos del turno contaban con una red de
clientes o «amigos políticos» que les prestaban su apoyo a
cambio de cargos, concesiones o privilegios. Estos «amigos
políticos», que por razones familiares o por tener propiedades controlaban determinadas comarcas o circunscripciones, movilizaban a sus clientes para obtener los votos necesarios en su zona. Para ello se compraba o presionaba a los
electores y a los poderes locales (jueces, gobernadores,
guardias civiles), se falseaban las listas electorales o se
manipulaban los resultados. En su conjunto, estas prácticas
fraudulentas recibieron la denominación de «pucherazo». El
proceso se controlaba desde el Ministerio de Gobernación,
institución que administraba el «encasillado», sistema por el
que conservadores y liberales decidían, antes de las elecciones, qué cargos debían corresponder al partido del Gobierno
y cuáles a la oposición. Este sistema restó legitimidad al
régimen canovista y tuvo como consecuencia el que un
sector importante de las clases populares dejase de votar,
al considerarlo, como Almirall, una farsa.
El desarrollo político
Pese a las deficiencias del sistema del turno de partidos,
conservadores y liberales tomaron decisiones importantes.
En primer lugar se impulsaron una serie de medidas liberalizadoras, especialmente durante el llamado Parlamento
Largo (1885-1890), dominado por los liberales. Se aprobaron la libertad de prensa e imprenta, la de cátedra y la de
asociación (Ley de Asociaciones de 1887), que propició la
Historia de España
4
ANDALUCÍA
aparición de los sindicatos, como la UGT (1888). También se
promulgó la Ley del Jurado (1888), que permitía a la sociedad participar en la administración de Justicia, y el Código
Civil (1889). La culminación del proceso fue la instauración
del sufragio general masculino (1890). Por otra parte, se realizaron algunos esfuerzos por acercarse a los problemas
sociales y a la condición obrera. Ese fue el objetivo de la
Comisión de Reformas Sociales, precedente del Instituto
de Reformas Sociales (1903), que daría lugar, posteriormente,
a la constitución del Ministerio de Trabajo. En el ámbito económico, destacó el debate entre los partidarios del proteccionismo y del librecambismo, que se saldó con la adopción
de medidas proteccionistas para proteger los intereses de
la industria catalana y vasca, de la minería asturiana y de los
productores de cereal castellanos.
Fuera del sistema se desenvolvían las formaciones antidinásticas. Los carlistas, derrotados en 1876, se dividieron entre
quienes eran partidarios y opuestos a colaborar con el régimen. En el otro lado del espectro político, los republicanos
ejercían una gran influencia en los mayores núcleos urbanos, pero mantuvieron la división que les caracterizó durante
el Sexenio Democrático entre los posibilistas de Castelar, los
radicales de Ruiz Zorrilla y los federales de Pi i Margall.
A la existencia de estas fuerzas hay que añadir el surgimiento
de dos movimientos políticos opuestos al sistema canovista,
el movimiento obrero y los nacionalismos periféricos. En el
primer caso, se dividió en dos tendencias: el socialismo
(fundación del PSOE en 1879 y de la UGT en 1888) y el anarquismo, escindido entre quienes estaban a favor de la
acción legal y quienes eran partidarios la «propaganda de
CONVOCATORIA SEPTIEMBRE 2009
los hechos», es decir, del terrorismo. Estos últimos llevaron a
cabo en la década de 1890 numerosos atentados; el propio
Cánovas fue asesinado en 1897 por un anarquista italiano.
En lo que respecta a los nacionalismos periféricos, los dos
principales focos fueron Cataluña y el País Vasco. En el primer caso se produjo un largo proceso de formación del
catalanismo político en las décadas de 1880 y 1890, período
en el que tuvieron lugar acontecimientos importantes,
como la formación del Centre Catalá de Valentí Almirall
(1882) y de la Unión Catalanista (1891), la publicación de las
Bases de Manresa (1892) —el primer programa político
explícito del catalanismo— y la constitución de la Lliga
Regionalista (1901). En el País Vasco, Sabino Arana fundó el
Bizkai Buru Batzar en 1895, origen del Partido Nacionalista
Vasco (PNV). En Valencia y Galicia también se desarrollaron
movimientos regionalistas.
Aunque eran evidentes las carencias del sistema, el edificio
político de la Restauración canovista se sostuvo sin graves
problemas mientras vivieron sus dos principales líderes
(como se ha visto, Cánovas fue asesinado en 1897; Sagasta
murió en 1902). La crisis provocada por el desastre del 98 dio
origen al regeneracionismo, y desde los propios partidos
del turno, con nuevos líderes y bajo el arbitrio del recién
coronado Alfonso XIII (1902-1931), se intentaron emprender
reformas que regenerasen el sistema político y modernizasen
la sociedad española. Sin embargo, la Constitución de 1876
impulsada por Cánovas y buena parte de las lacras de su
sistema político se mantuvieron vigentes, bajo una presión
creciente por parte de republicanos, nacionalistas y el
movimiento obrero, hasta el golpe de Estado protagonizado
por el general Miguel Primo de Rivera en septiembre de 1923.
Opción B
El documento 1 es un fragmento del discurso de investidura pronunciado por José María Aznar en el Congreso de los
Diputados el 3 de mayo de 1996, tras la victoria electoral
del Partido Popular en las elecciones generales celebradas
dos meses antes. Se trata, por consiguiente, de una fuente
histórico-política de carácter primario. Después de subrayar
su respeto a los procedimientos constitucionales, Aznar
expone su interpretación de los deseos de los españoles
manifestados a través de las urnas (renovación de la vida
pública, modernización del país, mayores cotas de bienestar) para superar las dificultades vividas durante el anterior
mandato socialista (1993-1996), marcado por la corrupción,
los escándalos políticos y una profunda crisis económica. A
continuación, reconoce la necesidad de un mayor diálogo,
como una manifestación del cambio político que él considera necesario en la nueva fase política y como mecanismo
clave para la gobernabilidad, ya que, pese a la victoria de su
partido, no dispone de mayoría absoluta.
El documento 2 es una fotografía en la que aparecen cuatro
de los cinco presidentes del Gobierno que han ejercido el
cargo desde la instauración de la democracia en España. De
pie, en el centro, se encuentra Adolfo Suárez (1932), quien
© Oxford University Press España, S. A.
ocupó el puesto entre 1976 y 1981 (desde 1977 fue líder de
la Unión de Centro Democrático, UCD); a su izquierda, su
sucesor, Leopoldo Calvo-Sotelo (1926-2008), también de
UCD, fue presidente del Gobierno en el período 1981-1982.
A la derecha de Suárez se encuentra Felipe González (1942)
—líder del PSOE desde el Congreso de Suresnes, celebrado
en 1974, hasta 1997—, que ocupó la jefatura del ejecutivo
en cuatro legislaturas consecutivas (1982-1996). Finalmente,
sentado en el centro, se encuentra José María Aznar (1953),
líder del Partido Popular (1989-2004) y presidente del
Gobierno entre 1996 y 2004. El documento es una fuente
gráfica de carácter histórico-político. No se trata de un
retrato institucional sino de una fotografía destinada a su
publicación en la prensa. Los protagonistas aparecen con
una actitud espontánea, y de ella quizá puedan extraerse
algunos mensajes, frecuentes en este tipo de documentos.
La posición de Aznar, en el centro y rodeado de sus predecesores, indica que él es el presidente del Gobierno en ejercicio. Se mantiene atento y tenso, mientras sus compañeros
de fotografía muestran una actitud más relajada. La imagen
de González, de espaldas a la cámara y bromeando con
Suárez, ilustra sobre la buena relación que mantuvieron
ambos líderes, especialmente desde la salida del segundo
Historia de España
5
ANDALUCÍA
del Gobierno en 1981. Calvo-Sotelo, con su seriedad característica, se mantiene algo alejado, aunque su gesto parece
indicar que trata de seguir discretamente la animada conversación de Suárez y González.
El año 1978 representa la culminación de un proceso de
reformas institucionales y políticas que, pilotado por el rey
Juan Carlos I y Adolfo Suárez, permitió la liquidación del
régimen franquista mediante una rápida sucesión de iniciativas políticas entre las que destacan la Ley para la Reforma
Política (noviembre de 1976), la legalización de todos los
partidos políticos, incluido el PCE (abril de 1977), la celebración de las primeras elecciones democráticas en 41 años
(junio de 1977), el restablecimiento de la Generalitat catalana
(septiembre de 1977) y la aprobación de una Constitución
democrática (diciembre de 1978) que reconocía las aspiraciones de los nacionalismos históricos y establecía un Estado
autonómico. Al mismo tiempo, 1978 constituye un punto de
partida, ya que quedaba pendiente el desarrollo legislativo
que materializase los preceptos constitucionales, la construcción del Estado autonómico, la consolidación del régimen
democrático, el control de los movimientos involucionistas,
la lucha contra el terrorismo, especialmente el de ETA, y el
ajuste de la posición del país en el ámbito internacional.
En ese momento, la principal fuerza política era la Unión de
Centro Democrático, que había logrado la victoria en las elecciones generales de 1977. Su líder, Adolfo Suárez, presidía el
Gobierno desde 1976. A su derecha se situaba Alianza Popular, dirigida por Manuel Fraga, mientras que la izquierda la
ocupaban el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), segunda fuerza política en el Parlamento, y el Partido Comunista de
España (PCE), dirigido por Santiago Carrillo. Entre los partidos nacionalistas destacaban el Partido Nacionalista Vasco
y Herri Batasuna (País Vasco), Convergencia i Unió y Esquerra
Republicana de Catalunya (Cataluña), el Bloque Nacionalista
Galego (Galicia), el Partido Socialista Andaluz, luego Partido
Andalucista (Andalucía) y Unió Valenciana (Valencia).
Los gobiernos de UCD
Aprobada la Constitución, se disolvieron las Cortes y se convocaron elecciones generales en marzo de 1979. Ganó por
segunda vez UCD, sin lograr la mayoría absoluta, tal y como
había ocurrido dos años antes. El principal objetivo del nuevo Gobierno presidido por Suárez fue el desarrollo del
mapa autonómico y municipal. En abril de 1979 se celebraron las primeras elecciones municipales, que permitieron el
acceso de la izquierda a las alcaldías de las principales ciudades del país. En lo que respecta al desarrollo del Estado
de las Autonomías, terminó de fijarse el mapa autonómico,
se impulsó el proceso de elaboración y aprobación de los
diferentes estatutos de autonomía, y se celebraron elecciones para constituir los respectivos parlamentos autonómicos. El proceso se inició en 1979, con la aprobación de los
estatutos de Cataluña y el País Vasco, y culminó en 1995,
durante la etapa de gobierno socialista. Paralelamente, se
llevó a cabo una importante labor legislativa, en la que destacan la aprobación del Estatuto de los Trabajadores en
1980 y la Ley Orgánica de Financiación de las Comunidades
Autónomas ese mismo año.
© Oxford University Press España, S. A.
CONVOCATORIA SEPTIEMBRE 2009
Sin embargo, la acción del Gobierno y la posición política de
Suárez sufrieron una constante erosión como consecuencia
de la división que reinaba en la UCD, en cuyo seno se disputaban el poder socialdemócratas, liberales, democristianos y
conservadores. A ello se añadió la derrota de la opción defendida por UCD en el referéndum sobre la vía de acceso de
Andalucía a la Autonomía, celebrado en febrero de 1980,
el constante goteo de atentados terroristas, el malestar en el
Ejército y el endurecimiento de las críticas del PSOE, que presentó una moción de censura en mayo de 1980; esta tenía un
carácter simbólico pero incidió negativamente en el liderazgo
político de Adolfo Suárez. Finalmente, Suárez dimitió como
presidente del Gobierno en enero de 1981. En la sesión de
investidura de su sucesor al frente del Gobierno (23 de febrero de 1981) se produjo un intento de golpe de Estado; su fracaso resultó decisivo para afianzar la democracia en España.
Durante el mandato de Calvo-Sotelo tuvo lugar el juicio
contra quienes había participado en la intentona golpista
del 23 de febrero, se decidió el ingreso de España en la
Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y se
aprobó la Ley de Divorcio (1981). La descomposición interna de UCD siguió su curso y en las elecciones generales de
octubre de 1982 el PSOE alcanzó una victoria de proporciones históricas. UCD prácticamente desapareció del mapa
político, disolviéndose en 1983.
Los gobiernos del PSOE
Bajo el liderazgo de Felipe González, el PSOE logró la victoria en otras tres elecciones generales (1986, 1989, 1993);
solo en la última perdió la mayoría absoluta. En este período los diferentes gobiernos socialistas conjugaron medidas
liberales y socialdemócratas, ambivalencia que permitió al
partido mantener durante mucho tiempo el apoyo de
amplios sectores sociales. Entre sus objetivos iniciales figuraron la consolidación del régimen democrático y la culminación del Estado de las Autonomías, la plena integración
de España en Europa, el desarrollo de un Estado de bienestar y la lucha contra los efectos de la crisis económica de los
años setenta. En este aspecto se emprendió una política de
ajuste encaminada a controlar el déficit exterior y la inflación. Las políticas económicas de los gobiernos del PSOE
incluyeron además otras medidas de austeridad, como la
moderación salarial y una dura reconversión industrial que
afectó a sectores poco competitivos, como la siderurgia, la
minería y la construcción naval.
En el ámbito de la política social, se realizó un gran esfuerzo
en la mejora de los servicios públicos. En el campo de la asistencia sanitaria, se estableció un sistema nacional de salud
universal a través de la Ley General de Sanidad (1986). En lo
que respecta a la educación, se incrementó la escolarización
en las enseñanzas media y universitaria, y se democratizó la
estructura de los centros docentes mediante la Ley Orgánica
del Derecho a la Educación (LODE, 1985) y la Ley de Reforma
Universitaria (LRU, 1990). Además, con la Ley de Ordenación
General del Sistema Educativo (LOGSE, 1990) se amplió la
escolaridad obligatoria hasta los dieciséis años y se estableció
la Enseñanza Secundaria Obligatoria (ESO). Debe añadirse
que la política educativa de los gobiernos del PSOE provocó
Historia de España
6
ANDALUCÍA
una amplia campaña de protestas por parte de profesores y
alumnos de los centros públicos en la segunda mitad de los
años ochenta. Por último, en esta época se mejoró el sistema
de pensiones contributivas y no contributivas y se mejoraron
las prestaciones por desempleo.
En el ámbito de la política exterior, los acontecimientos más
importantes fueron la integración de España en la Comunidad Económica Europea y la polémica sobre la permanencia en la OTAN. Los Gobiernos de UCD habían iniciado las
negociaciones de ingreso en la CEE en 1977, pero la posición francesa, cuyos agricultores presionaban para retrasar
la entrada española, dificultó el proceso que, finalmente,
concluyó en junio de 1985 con la firma de un Tratado de
Adhesión que entró en vigor el 1 de enero de 1986.
Paralelamente, se produjo un giro radical en la posición del
PSOE con respecto a la OTAN. Mientras en la campaña electoral de 1982 defendió la convocatoria de un referéndum
sobre la salida de España de dicha organización, en los años
siguientes la posición del Gobierno fue cambiando progresivamente hasta llegar a propugnar la opción contraria. Finalmente, el Gobierno convocó el referéndum prometido el 16
de marzo de 1986, pero defendiendo no la salida de la OTAN
sino la permanencia en ella. Un 52 % se pronunció a favor de
la postura del Gobierno y un 39 % se manifestó contrario.
El resultado de la votación constituyó otro éxito personal
de Felipe González.
A partir de este momento, decayó el impulso reformista en el
PSOE. El crecimiento económico de la segunda mitad de los
años ochenta puso al descubierto prácticas económicas
realizadas por grupos próximos al poder poco edificantes o
contrarias, teóricamente, a los principios socialistas; además,
comenzaron a salir a la luz casos de corrupción, como el que
acabó con la dimisión del vicepresidente del Gobierno,
Alfonso Guerra. UGT pasó a criticar abiertamente al PSOE
y junto con CC OO convocó una huelga general en diciembre
de 1988, que constituyó un enorme éxito y obligó al Gobierno
a dar un giro a su política.
La celebración en 1992 de los Juegos Olímpicos de Barcelona
y de la Exposición Universal en Sevilla dio un cierto respiro al
Gobierno, que además asestó un duro golpe a ETA al capturar
a sus principales dirigentes y profundizó en su política de
integración europea con la firma del Tratado de Maastricht. En
virtud de este tratado se creaba la Unión Europea en sustitución de la antigua CEE y se obligaba a los países signatarios a
adoptar un programa de convergencia económica que permitiera la Unión Económica y Monetaria y la introducción de
una moneda común, el euro. Sin embargo, tras los fastos
de 1992, la economía sufrió una profunda recesión (la tasa de
desempleo se situó en torno al 24 % en 1993) y continuaron
saliendo a la luz numerosos escándalos. El llamado caso GAL
—relacionado con la guerra sucia contra el terrorismo de
ETA y por el que fue juzgada y condenada la cúpula del ministerio del Interior de los primeros gobiernos de González—,
provocó un gravísimo daño al PSOE y a su líder.
Pese al enorme desgaste sufrido por el PSOE, el PP no logró
vencer en las elecciones generales celebradas en junio de
1993. Se abrió entonces una legislatura dominada por la
© Oxford University Press España, S. A.
CONVOCATORIA SEPTIEMBRE 2009
crisis económica y las vicisitudes del caso GAL, además de
las relacionadas con un gran número de escándalos políticos que dificultaron o hicieron imposible la acción del
Gobierno. En 1996 se convocaron elecciones anticipadas y
el PP, liderado por José María Aznar, logró la victoria, aunque por escaso margen.
El primer Gobierno del PP
Al no disponer de mayoría absoluta, José María Aznar tuvo
que gobernar con el apoyo de otros grupos, especialmente
de CiU y PNV (en este caso, solo en una primera fase). Además, el PP desarrolló una política centrista y dialogante que
le permitió llegar a acuerdos con otras fuerzas sociales, hasta
el momento muy críticas con el PP, como los dos principales
sindicatos, CCOO y UGT.
Las medidas impulsadas en esta época confirmaron la validez
de la derecha española como una alternativa democrática. Así,
el Gobierno del PP facilitó la transferencia de competencias a
favor de las comunidades autónomas, silenció a los líderes
antinacionalistas del PP (sobre todo en Cataluña y el País
Vasco), acordó con los sindicatos reformas del mercado de
trabajo respetando derechos laborales, y mantuvo el poder
adquisitivo de las pensiones y el equilibrio financiero de la
Seguridad Social (que peligraba con una población cada vez
más envejecida). Un último aspecto importante de la acción
política del Gobierno de Aznar fue la supresión del servicio
militar obligatorio y el inicio del proceso para establecer un
Ejército profesional, concluido en 2002.
En el ámbito económico, el Gobierno aplicó severas medidas
de austeridad para cumplir las condiciones del Tratado de
Maastricht, y pudo entrar en la Unión Económica y Monetaria europea, adoptando, como la mayoría de los estados
miembros de la UE, el euro, que se puso en circulación en
enero de 2002. Además, la tasa de desempleo descendió
hasta el 10 %. También se produjeron descensos importantes en los tipos de interés, el déficit público y la inflación. El
crecimiento anual del PIB en España fue, en general, superior al de los países de su entorno.
En el campo de la lucha antiterrorista, el primer Gobierno
del PP logró algunos avances sustanciales gracias a la desarticulación de comandos terroristas y a la movilización
social en el País Vasco y el resto de España. La reacción de la
sociedad española tras el asesinato en 1997 de Miguel
Ángel Blanco, concejal del PP en Ermua (Vizcaya), fue espectacular. Aunque ETA declaró una tregua (1998-1999) bajo la
cobertura del pacto de Lizarra (Estella), los atentados continuaron, combinados con la violencia callejera.
Consecuencia de las políticas impulsadas por el primer
Gobierno de José María Aznar fue la victoria electoral del
Partido Popular en las elecciones generales celebradas en
marzo de 2000, esta vez por mayoría absoluta.
Los objetivos planteados por los primeros Gobiernos de la
transición —consolidación de la democracia, modernización del país, equiparación del nivel de vida en España con
el de los países de su entorno, integración plena en la UE y
en los organismos internacionales— se habían cubierto. El
cambio de milenio marcaba también el paso a una nueva
fase en la historia de España.
Historia de España
7
Descargar