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El miedo a las Farc; por Santiago Gamboa
Santiago Gamboa · Thursday, September 22nd, 2016
Una de las objeciones más grandes a los acuerdos de paz proviene del miedo a que las
Farc hagan política en igualdad de condiciones y con los mismos derechos que los
otros.
Cada vez que tiene un micrófono delante, Uribe repite lo mismo: “No me gustaría ver
a Timochenko de presidente”. Pastrana, que vino a sumarse al coro de arcángeles del
No, ha dicho: “Timochenko es el autor de la nueva Constitución”. Y el procurador
Ordóñez, cuya campaña ya no puede ser más obvia y, por ser aún un funcionario
público, más descarada, alega que su destitución fue el primer acto de entrega del
país a las Farc.
Por supuesto que las dos últimas declaraciones, la de Pastrana y la de Ordóñez, son
completamente falsas y necias, a diferencia de la de Uribe, que sí es posible aunque
sumamente improbable. Vamos por partes.Timochenko no redactó en La Habana
ninguna nueva Constitución y esto Pastrana lo sabe, pero sus asesores de márketing o
su propia intuición debieron insinuarle que era una frase ingeniosa (y lo es), una típica
“vergajada bogotana” que, por eso mismo, la pobre gente de este país repetirá sin
pensar, como coreando misa. Y en cuanto a lo de Ordóñez, que su destitución haya
sido pedida por las Farc es algo francamente risible. Si alguien estaba por fuera del
brazo de Ordóñez eran justamente las Farc, que no son ni servidores públicos ni
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funcionarios del Estado.
Sus promotores saben que estas ideas son fraudulentas, pero aun así las lanzan al
ruedo y las repiten para confundir o contaminar, con ese cálculo cínico y clasista que
consiste en decir cosas absurdas a sabiendas de que una parte de la población, que no
tuvo las mismas oportunidades que ellos para educarse y formar un criterio, las
adoptará, creerá en ellas, caerá en el engaño. Como vender comida pasada de fecha o
en mal estado a gente que no se puede dar cuenta ni tiene la posibilidad de elegir.
Que Timochenko pueda llegar a la Presidencia, en cambio, es sumamente remoto,
pero en teoría posible. En democracia, yo mismo podría ser presidente de Colombia, o
Amparo Grisales, o el pobre Pambelé. Pero no se protege a una sociedad democrática
de cosas insensatas prohibiéndole a un grupo específico la participación, sino
concibiendo una política mejor, hecha de un modo más exigente y responsable para
que sea representativa, transparente, verdadera e insobornable. Uribe no quiere a las
Farc en el ruedo electoral porque supone que harán lo mismo que hizo él, que por lo
demás es lo que han hecho casi todos los políticos de este país. Por eso, con su recelo,
lo que nos están revelando es que sólo creen en la democracia cuando ganan ellos,
cuando tienen en el bolsillo todos los números de la rifa. Su miedo es un espejo en el
que ven reflejados sus trapicheos y sus trampas, su enorme codicia insatisfecha. A lo
que tanto temen no es a que las Farc sean elegibles y hagan política, pues no saben
cómo la harán; lo que temen es que la hagan del mismo modo en que la han hecho
ellos siempre, comprando y sobornando, y que esto les suponga una ventaja en los
territorios olvidados del país. Por eso prefieren que se queden lejos, allá en las selvas,
continuando esa guerra de pobres contra pobres que desde hace 50 años los ha
encubierto.
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on Thursday, September 22nd, 2016 at 7:30 am and is filed under Actualidad
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