El inamovible de la justicia

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El Espectador - 29 Sep 2013
Proceso de Paz
El inamovible de la justicia
Después de la tempestad creada por los reclamos de ‘Timochenko’, súbitamente volvió la
calma. Esta semana se reanudan los diálogos. El afán por resultados lo explica el debate
electoral.
Por: María del Rosario Arrázola
El dilema es la justicia y la premura cómo concretar un acuerdo antes de que cambie la composición del
Congreso. Esos dos factores explican los momentos críticos de los últimos días en el proceso de paz entre el
Gobierno y las Farc. Aunque el presidente Juan Manuel Santos oficializó en la Asamblea de la ONU su postura
de que a Colombia se le permita soberanía jurídica a la hora de negociar la paz, sabe muy bien que el camino no
es fácil. Y los obstáculos empiezan cuando las Farc persisten en que cualquier modelo de justicia transicional es
un retroceso.
A pesar de que la guerrilla ha venido aceptando que tiene que darles la cara a las víctimas, su inamovible sigue
siendo señalar que no existen antecedentes de un proceso de paz en el mundo donde el destino de una de las
partes sea la cárcel. La réplica del Gobierno ha sido insistir, una y otra vez, que eso era antes. Los tiempos
cambiaron, el derecho internacional es una exigencia, y preservar a las víctimas exige verdad, reparación y un
mínimo de justicia. Ese costo es el nudo de la discordia que impide una negociación a corto plazo.
Al jefe guerrillero Timochenko le incomodó el discurso del presidente Santos en Nueva York y se despachó con
una encendida intervención en la que resumió las que calificó como “imposiciones unilaterales”: el marco legal
para la paz, el modelo de justicia transicional y la ley de referendo para refrendar los acuerdos finales. Detrás de
cada tema se advierte la misma preocupación: sus cuentas con la justicia. Es claro que la guerrilla quiere una
ruta política sin obstáculos judiciales, a la que el Gobierno no puede ceder por exigencias internacionales.
Eso explica por qué van cuatro meses de discusión del segundo punto sobre participación política, sin luz verde
sobre cómo cerrar este espinoso capítulo. La concreción del acuerdo agrario llevó tiempo, pero salió adelante,
de alguna manera porque está sustentado en metas por cumplir, irremediablemente atadas a leyes y decretos.
Pero lo segundo hoy es mucho más que unas curules en el Congreso o la formación de un partido político. Es
cómo pasar de las armas a los votos sin hacer a un lado a la justicia o que quede un sabor de impunidad.
El Gobierno hace esfuerzos por buscar que ese mínimo de justicia no frustre la urgencia por la paz y eso explica
el discurso del presidente Santos ante la ONU. Es más, todos los puntos del Acuerdo General para la
Terminación del Conflicto que aún no tienen una solución definitiva, pasan por el mismo rasero: la justicia. La
solución al problema de las drogas ilícitas, el dilema de las víctimas o los mecanismos de implementación y
verificación, sólo tendrán significativos avances cuando se resuelva qué hacer para saldar las cuentas judiciales.
Los demás son los gajes de la guerra y el fragor de la política. Con la dificultad de que la primera no se detiene
y la segunda ha entrado en el momento crucial de las definiciones. Sobre el primer aspecto, poco se discute en
la mesa de La Habana. Las partes saben que así se pactó. Son mayores los ecos en Colombia. Sin embargo, cada
quien saca ventaja en sus golpes. Las Farc hacen demostraciones de poder, pero las Fuerzas Militares también
concretan avances y obtienen valiosa información que termina pesando en los diálogos en Cuba.
Por ejemplo, la entrega voluntaria al Ejército del guerrillero Medardo Maturana Largacha, alias El Negro
Tomás, en el municipio de Ituango (Antioquia), ocurrida hace apenas dos semanas, ha resultado más importante
de lo que trascendió en su momento. Este jefe guerrillero no sólo lideraba el frente 18 de las Farc, sino que
estaba incluido entre los posibles negociadores de paz de La Habana. Sus revelaciones a las Fuerzas Militares le
han dado valiosa información al Estado de cómo actúa la guerrilla en la guerra y en la paz.
En lo que se refiere a la política, la cuenta regresiva hacia las elecciones del Congreso en 2014 explica el afán
de todos. Al presidente Santos se le acorta el tiempo para anunciar si aspira a un segundo mandato; y unos y
otros movimientos políticos acomodan sus fichas para medirse en las urnas con el expresidente Uribe y sus
listas. Si los cálculos electorales aciertan, el exmandatario puede poner diez senadores y varios representantes.
El problema es que puede ser el origen de una bancada mayor en contra de los diálogos de La Habana.
Los portazos de esta semana ya pasaron. El próximo 3 de octubre regresan los diálogos. Pero la actividad
política apenas entra en calor. Pueden venir días más candentes. No se trata de sensacionalismos de los medios,
como argumentó Timochenko. Son los momentos decisivos de un proceso de paz que, entre su fase secreta y su
etapa pública, lleva casi dos años de trabajo. Falta mucho por hacer y decidir, y seguramente el acuerdo final no
estará listo en noviembre. Pero nada quedará resuelto sin que todo esté resuelto, y eso se llama justicia.
Agenda por la paz en Cuba y Colombia
Luego de las tensiones que generaron entre las partes los discursos por fuera de la mesa de la negociación, el
próximo 3 de octubre, está programado que se reanude el diálogo entre el Gobierno y las Farc, en La Habana.
Mientras en Cuba empieza la decimoquinta ronda de negociaciones, en Colombia se realizarán varios
encuentros sobre paz la próxima semana.
Mañana empezará el VI Congreso Nacional de Reconciliación, organizado por la Iglesia Católica, cuyo lema
es “Conversaciones para la construcción de paz”; para debatir los desafíos de la construcción de paz en el país.
También los días 1, 2 y 3 de octubre tendrá lugar en San José del Guaviare el Foro regional sobre la Solución al
Problema de los Cultivos Ilícitos, organizado por la ONU y la Universidad Nacional por petición de las
delegaciones de paz. En el Congreso está programado en Senado y Cámara el debate del proyecto de ley que
permitiría que el 9 de marzo de 2014 se realice un referendo para ratificar los eventuales acuerdos en Cuba.
Por: María del Rosario Arrázola
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