El baile de las emociones ¿Brasil o Argentina?

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LATERCERA Sábado 12 de octubre de 2013
Opinión
Qué cuento el “88”
El baile de las emociones
Andrés
Benítez
Alfredo Jocelyn-Holt
Ingeniero
comercial
Historiador
L
OS POLITICOS no tienen memoria,
apenas manejan la memoria corta. De
lo que no se olvidan, aunque no lo reconozcan -pienso en la Concertación- es
de la tremenda derrota del 2009/10. Esa
ha sido y sigue siendo la gran sombra
que los persigue y quieren disipar en
noviembre.
¿Tremenda derrota? Así la califiqué la semana pasada y Roberto Torretti me escribió preguntando si no
exageraba. Los números no me darían la razón: 3,2
puntos de diferencia en votos, la Concertación con
mayoría en el Senado y suficientes diputados en la
Cámara para, unos años después, remover a Beyer.
Viniendo de quién venía la duda (eso más que los números) me llevó a pensar y ahora preciso.
¿Por qué tremenda? Porque llevaban 20 años ganando la presidencia y el Estado; porque debe haber sido
terrible para muchos dejar de tener el poder a la punta
de sus teclados y telefonazos; porque qué hace uno si
después de 20 años lo “jubilan”. Porque tanto Lagos
como Insulza olieron la derrota y no se atrevieron (Insulza ni siquiera es elegible senador en esta elección,
Lagos anda por el mundo). Porque a Frei no le sirvió
haber ganado ya una vez con más votos que su padre
el 64; porque a su candidatura la torpedearon desde La
Moneda (Bachelet era entonces como Piñera ahora con
Matthei); porque la DC pierde y pierde votos (se habla
de un millón de votos, Frei también es un desaparecido en esta elección). Porque el quiebre que significó
Marco Enríquez les costó caro. Porque ni los votos del
PC ayudaron. Porque además de las dos derrotas, en
diciembre y enero, le siguió el terremoto y un país en
el suelo (¿confirmación psicológica?). Porque, al final,
Piñera no ganó, la Concertación perdió y porque todos
estos años la oposición ha sido la de “la calle”, promovida inicialmente por derrotados que no tenían otra
manera de debilitar a Piñera, pero que no mucho
En la Concertación no olvidan la tremenda derrota
del 2009/2010. Se entiende la ansiedad por seguir
inflando a la candidata. Y también se explica por
qué han inflado los 40 años y la victoria del 88 (una
victoria hasta por ahí nomás).
tiempo después, la estrategia se les escapó, convirtió
en su “Frankenstein” y todavía no lo atrapan. Por último, porque no se han corregido ni “renovado”; qué
mejor prueba que tener que regurgitar a Bachelet para
que los salve, y ella, de paso, también se redima recuperando la banda que dejó ir.
Visto así el asunto, se entiende la ansiedad y el afán
por seguir inflando a la candidata. Se han llevado tres
años en eso y ahora la agigantan en cada esquina y carretera del país, junto a unos “voluntarios” con banderas, seguramente pagados. También se explica por qué
han inflado lo de los 40 años y la victoria del 88 (que es
una victoria hasta por ahí nomás: sin ese 44% de Pinochet la transición habría sido distinta). Es que “Chile
cambió”, dicen ahora. Cambió y no cambió. No cambió si no se tiene más alternativa que rebobinar la misma película. El “modelo” sigue siendo el mismo, la
Constitución también. Ella es la misma carta que tuvieron en 2005/6, y nada indica que vaya a ser distinta
ni que el país sea tan distinto (los países no cambian
tanto en tres años) salvo que, sí, “Frankenstein” anda
todavía suelto.
Más que la banda, Piñera lo que le va a traspasar es el
“problema” en marzo. Eso, incluso si gana. ¿Qué se
gana cuando se gana en Chile? Pienso en triunfos pírricos como el de Ibáñez el 52, el de Frei el 64 (cuando se
quiso “parar” a Allende), en el 70, y también en el 88.
E
STE FIN de semana, el Presidente Piñera viajará al
norte para conmemorar el
tercer aniversario del rescate de los 33 mineros de la mina
San José. Se trata de un evento
muy emotivo para el país y especialmente significativo para el
Mandatario, ya que la ocasión
mostró su mejor cara frente al
país. Y la gente así lo percibió, porque fue cuando alcanzó su mayor
popularidad, llegando a un 63% de
aprobación. Sus atributos personales también llegaron a cifras récords. Un 73% lo consideraba un
buen líder y lo respetaba; a un 61%
le daba confianza y lo consideraba
creíble. No se podía pedir más.
Pero todo esto se desvaneció con
la misma rapidez que llegó. Al mes
siguiente, la popularidad del Mandatario bajó a 50% y su atributos
también, siendo el más afectado la
credibilidad, que cayó al 49%. ¿Qué
pasó en ese corto período de tiempo? Nada importante en términos
políticos, pero sí otro hecho de alta
emotividad: la renuncia de Marcelo
Bielsa a la selección nacional. La situación, que pudo mantenerse a nivel deportivo, escaló a mayores por
las denuncias de una supuesta intervención de La Moneda en la elección de la ANFP, que gatilló la salida de Harold Mayne-Nicholls y,
posteriormente, la de Bielsa.
Desde ese momento, la historia es
conocida. El Presidente nunca logró
recuperarse. Celebró su primer año
de gobierno con un apoyo de 41% y
ese mismo 2011, producto del movimiento estudiantil, llegó a un piso
de 27%. Hoy está mejor, 37% de
aprobación, pero igual se trata de
un cifra baja. Parece claro que, pese
a tener logros importantes en distintas áreas, a Piñera no le ha sido
posible volver a conectarse con la
ciudadanía. Interesante en esto es
que la mayor parte de la gente -un
60%- todavía piensa que tiene capacidad para el cargo, pero lo sigue
castigando en variables como la
credibilidad y confianza, donde
apenas supera el 40%.
Parece claro que en la política actual, como en casi todo, lo que prevalece es el liderazgo emocional y
En la política actual, como en
casi todo, lo que prevalece es el
liderazgo emocional y no el
racional. Ahí, Piñera es más
bien tieso y Bachelet una artista.
no el racional. Donde las ideas importan, pero no son suficiente. Es el
yes we can de Obama. Un baile
donde Piñera es más bien tieso y
Bachelet una artista. Por eso, no tener programa importa poco. Lo que
valen son las ideas que emocionen.
Quizás por ello Bachelet lanzó esta
semana 50 ideas para sus primeros
cien días de gobierno. Sus opositores le critican que se trata de cosas
vagas y que es una falta de respeto
para la ciudadanía, que merece
propuestas concretas. Se equivocan. Nadie espera eso.
Algunos creen que todo esto es
una frivolidad. Pero si al final del
día, la política se trata de entender
a la gente, no es raro lo que sucede:
todos nos movemos por la razón y
los sentimientos. Por ello, lo que
puede estar sucediendo en esta
elección, es que la variable racional, que es la capacidad para gobernar, no discrimina. Que nadie discute que Bachelet o Matthei cuentan con capacidades para gobernar.
La diferencia, entonces, no está ahí,
sino en cuál de las dos es capaz de
establecer un vínculo emocional
más poderoso con la gente. Y lo más
importante, quién puede pasar de
la emoción -por definición transitoria- al sentimiento, que es lo que
perdura. Bueno, no hay duda de
que Bachelet es hoy un sentimiento
y quien quiera competir con ella
debe, o debió, intentar lo mismo.
¿Brasil o Argentina?
Gonzalo
Cordero
Abogado
L
EYENDO algunas propuestas de la Nueva Mayoría es
imposible dejar de percibir
las dos almas de la actual
oposición.
Por una parte, están quienes plantean un proyecto político claramente socialdemócrata, en que el Estado
tiene un rol mucho mayor en la redistribución de la riqueza, más
grande, con impuestos altos y mayores atribuciones regulatorias.
Algo que podemos asociar en América Latina con Brasil. Para los que
priorizamos el objetivo de alcanzar
el desarrollo en el más breve plazo
posible y que valoramos la libertad
individual como valor fundamental
en la sociedad, no nos parece el mejor camino, por muchas razones, tales como la pérdida de competitividad de nuestras empresas y consecuentemente, la imposibilidad de
sostener en el largo plazo políticas
de este tipo. De hecho, Brasil es un
país que, pese a ser estable, tener
grandes riquezas naturales, un
enorme mercado interno y excelen-
te capital humano, no ha logrado
derrotar la pobreza. Pero es indudable que propuestas de este tipo, que
nos acercan más a gobiernos tipo
Lula, pueden no compartirse, pero
no provocan temor.
Sin embargo, existe obviamente la
otra alma, la que propone, por ejemplo, una AFP estatal. Aquí estamos
frente a algo completamente diferente, en que lo que se abre es la puerta
para que los políticos vuelvan a tener
poder y control sobre aspectos fundamentales de la vida de las personas.
Lo que se vislumbra no es un Estado
que, manteniendo su ámbito de atribuciones, las ejerce con mayor fortaleza, sino un Estado que se abre al
riesgo del uso discrecional del poder
político en perjuicio de las personas.
Hay demasiadas experiencias que
confirman que los políticos no deben
tener la administración de los fondos
previsionales de los trabajadores,
pues eso es una tentación infinita
para intervenir políticamente en la
gestión de todas aquellas empresas
en que el gobierno puede sentar directores, gracias a las cotizaciones de
En la Nueva Mayoría hay dos almas.
Una de ellas propone una AFP
estatal, lo que abre la puerta para
que los políticos vuelvan a controlar
aspectos fundamentales de la vida
de las personas.
los trabajadores; es un incentivo a
mostrar artificialmente resultados
mejores que los reales en la gestión
de la AFP estatal y la administración
de los fondos, con todas las distorsiones que ello puede acarrear en la responsabilidad fiscal y en la economía
en general; por último, el ejercicio
del poder que da una AFP estatal
hace evidente la tentación de reestatizar el sistema. ¿Por qué los políticos
van a conformarse con el poder que
les daría una fracción de esta enorme
riqueza? Me temo que a poco andar,
estaremos escuchando razones para
ir por todo.
Que el gobierno designe directores en empresas privadas es una de
las mejores maneras para generar
la relación incestuosa que nunca
debe permitirse entre políticos y
grandes empresarios. Este es el camino que nos lleva a un modelo de
sociedad como el argentino y eso sí
genera temor, porque tenemos demasiadas evidencias de que no es la
vía al desarrollo, la seguridad jurídica, la transparencia ni menos la
estabilidad democrática.
La Concertación de Aylwin, Frei,
Lagos y Bachelet fue una coalición
que gobernó aplicando políticas de
corte socialdemócrata. La Nueva
Mayoría con propuestas como la
AFP estatal suena a otro camino, a
ese que nos lleva al triste, sino de la
América Latina pobre, inestable y
caudillista.
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