Cómo mantener la autoridad en el aula. Consejos para mantener la

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o mantener la autoridad en el aula. Consejos para mantener la autoridad en el aula y evitar así el estrés d
Extrait du IES Profesor Juan Bautista
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Cómo mantener la autoridad
en el aula. Consejos para
mantener la autoridad en el
aula y evitar así el estrés
docente
Date de mise en ligne : Lunes 8 de marzo de 2010
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Description :
Interesante artículo por su inspiración y la forma directa de plantear los problemas, escrito por un compañero que nos muestra unas pautas que, aunque muy
particulares, deberíamos tomar en consideración. Luego que cada cual actúe según crea oportuno; eso sí, siempre respetando y cumpliendo las normas del Centro
y la legislación vigente.
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" La metodología que voy a proponer me ha dado buenos resultados en los cursos de educación secundaria
obligatoria. Soy muy consciente de que la misma técnica puede funcionar o no dependiendo de su afinidad con la
forma de ser del docente. Lo ideal es que cada uno busque las que le funcionen a él mismo y las que pueda adaptar
a su carácter. Aquí voy a explicar lo que yo estoy usando este momento por si puede servir como orientación a otros
compañeros que tengan problemas similares. Esta página la iré reeditando periódicamente cuando encuentre otras
soluciones más eficaces, por eso agradezco sugerencias de otros compañeros en los comentarios.
1. Fuente pedagógica.
He realizado varios cursos relacionados con este tema, la mayoría invitan al docente a que trate al alumno disruptivo
siguiendo un complejo e impreciso "guión de actuación" para estos casos. Voy a hablar de mi particular
interpretación de los hechos y mi particular propuesta de solución. Con el tiempo es sorprendente comprobar la
vigencia del pensamiento antiguo. Como dijo el escritor francés André Gide "Todo está dicho, pero como nadie
escucha". Mi principal referente a la hora de tratar este asunto, no es ni pedagogo, ni psicólogo (al menos
formalmente) sino que es la obra "El príncipe" del pensador renacentista Maquiavelo (sus textos aparecerán en
cursiva). Maquiavelo reflexionó sobre cómo mantener la autoridad en el estado, ahora extrapolaré esto a nuestro
pequeño estado, la clase.
2. Hay que lograr ser amado y ser temido.
Surge de esto una cuestión: si vale más ser amado que temido, o temido que amado. Nada mejor que ser ambas
cosas a la vez; pero puesto que es difícil reunirlas y que siempre ha de faltar una, declaro que es más seguro ser
temido que amado. Para que el profesor pueda mantener la autoridad en clase ha de logar ser amado y ser temido.
La combinación de ambas virtudes es la que permite el éxito, la perdida de alguna lo dificulta, pero en caso de faltar
algo, más vale ser sólo temido que sólo amado. Esto lo trato en mayor profundidad más adelante.
3. Hay que evitar ser despreciado o ser odiado
Volviendo a la cuestión de ser amado o temido, concluyo que, como el amor depende de la voluntad de los hombres
y el temer de la voluntad del príncipe, un príncipe prudente debe apoyarse en lo suyo y no en lo ajeno, pero, como
he dicho, tratando siempre de evitar el odio. No obstante lo cual, el príncipe debe hacerse temer de modo que, si
no se granjea el amor, evite el odio, pues no es imposible ser a la vez temido y no odiado. Llego, pues, a la
conclusión de que un príncipe, cuando es apreciado por el pueblo, debe cuidarse muy poco de las conspiraciones;
pero que debe temer todo y a todos cuando lo tiene por enemigo y es aborrecido por él. El temor hacia el profesor
no debe confundirse con el odio, al contrario. El profesor ha de ser temido, pero no odiado. Esta puntualización
explica muchos fracasos cuando intentamos ir de duros. Voy a intentar responder a estas dos preguntas ¿Cómo ser
amado sin ser despreciado (por ser un buenazo)? ¿Cómo ser temido sin ser odiado? Hace despreciable el ser
considerado voluble, frívolo, pusilánime e irresoluto, defectos de los cuales debe alejarse como una nave de un
escollo, e ingeniarse para que en sus actos se reconozca grandeza, valentía, seriedad y fuerza. La ausencia de
temor al profesor (acompañado o no de amor) nos hace, según Maquiavelo, una autoridad despreciable. Eso nos
pasa cuando nos comportamos como profesores "buenazos". La actitud altanera que muestran los alumnos cuando
se dirigen hacia nosotros en esos momentos, es un reflejo de este desprecio. Porque el no ser odiado por el pueblo
es uno de los remedios más eficaces de que dispone un príncipe contra las conjuraciones. Y aquí se debe señalar
que el odio se gana tanto con las buenas acciones como con las perversas, por cuyo motivo, como dije antes, un
príncipe que quiere conservar el poder es a menudo forzado a no ser bueno, porque cuando aquel grupo, ya sea
pueblo, soldados o nobles, del que tú juzgas tener necesidad para mantenerte, está corrompido, te conviene seguir
su capricho para satisfacerlo, pues entonces las buenas acciones serían tus enemigas. El odio hacia el profesor se
genera no sólo por la acción directa del profesor, sino también por la ausencia de acción. Cuando el profesor actúa
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de manera arbitraria y no es exigente con el cumplimiento de las normas, además de no generar temor (es decir, de
ser despreciable), también genera odio. Hay que mostrarse inflexible en la aplicación de las normas, tanto las
generales como las que nos hemos dotado para clase, y su violación ha de ser castigada en todos los casos.
Cualquiera que meditase este discurso hallaría que la causa de la ruina de los emperadores citados ha sido el odio o
el desprecio, y descubriría a qué se debe que, mientras parte de ellos procedieron de un modo y parte de otro, en
ambos modos hubo dichosos y desgraciados. El príncipe que conquista semejante autoridad es siempre respetado,
pues difícilmente se conspira contra quien, por ser respetado, tiene necesariamente que ser bueno y querido por los
suyos. El profesor amado será precisamente el que logre evitar ser despreciado y ser odiado. Trate el príncipe de
huir de las cosas que lo hagan odioso o despreciable, y una vez logrado, habrá cumplido con su deber y no tendrá
nada que temer de los otros vicios. Aceptados estos principios. ¿Qué puede hacer el docente para evitar desprecio
o el odio del alumno?.
4. Aplicación práctica
Para evitar el desprecio, el profesor debe abandonar el buenismo y aplicar de modo riguroso las normas que se ha
dado para la clase. Evitando en todo momento la arbitrariedad que supone la compasión/perdón. De lo contrario
seremos tratados con desprecio por no ser temidos y con odio por no ser justos. Por lo tanto, un príncipe no debe
preocuparse porque lo acusen de cruel, siempre y cuando su crueldad tenga por objeto el mantener unidos y fieles a
los súbditos ; porque con pocos castigos ejemplares será más clemente que aquellos que, por excesiva clemencia,
dejan multiplicar los desórdenes, causa de matanzas y saqueos que perjudican a toda una población, mientras que
las medidas extremas adoptadas por el príncipe sólo van en contra de uno. Para lograr esto me apoyo en dos
técnicas; mediante la hoja de positivos/negativos y mediante el castigo ejemplar. El castigo ejemplar es en sí mismo
una técnica docente que explico a continuación.
El castigo ejemplar
En la página sobre la técnica del positivo dinámico (http://www.profesorfrancisco.es/200... ) aclaro que no hago
castigos colectivos, sino que todos son personalizados, incluso en caso de una alteración general. Cuando hay 20
personas hablando, no hace falta poner 20 negativos, es suficiente con poner uno, pero públicamente para que los
otros 19 se den cuenta y dejen de hablar. En lugar de gritar "callaos" grito "fulanito (mi ayudante) ponle un negativo
a menganito" y así hasta que se calme la situación. Los demás corrigen su actitud no por el castigo que reciben
ellos, sino por el castigo ejemplarizante que recibe su compañero.
Los objetores estudiantiles
La técnica del positivo dinámico tiene un talón de Aquiles. No funciona todos los días con los que llamo objetores
estudiantiles. Me refiero a los que han asumido que no van a aprobar y no tienen intención de poner ningún medio
para evitarlo (ni estudian, ni se les pasa por la cabeza intentarlo). Tienen claro que no tendrán ningún éxito
académico, de modo que la única razón que les mueve a ir a clase todos los días, es poder pasárselo bien y poder
mejorar su autoestima. El conflicto se debe a que la única forma en la que pueden mejorar su autoestima es
convirtiéndose en los malos de clase. Aunque algún día pueden implicarse en el juego de positivos y negativos, su
actitud natural será boicotear el ritmo de la clase con el fin de poder alcanzar protagonismo (un protagonismo que
serían incapaces de alcanzar por sus méritos académicos). Para ellos la única alternativa es un castigo ejemplar
que realmente sea efectivo, y como el "negativo" no tiene ningún efecto en su caso, sólo queda la expulsión de clase
con su correspondiente parte oficial.
5. Utilidad pedagógica de la expulsión
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Ahora es cuando conviene aclarar este punto. Mantener en clase a boicoteadores (objetores estudiantiles) no es
bueno ni para ellos ni para sus compañeros (a los que se les violan el derecho a la educación) . La normativa nos
respalda ya que en todos los casos, de un modo o de otro, se reconoce el derecho y la obligación del docente a
tomar medidas para evitar los actos que le impidan poder dar clase. Todo está en empezar a considerar estos actos
como actos muy graves y actuar en consecuencia. Al alumno objetor, no sólo hay que expulsarlo de clase, sino que
hay que hacer todo lo posible por expulsarlo del centro. Y esto no sólo se hace sólo por el bien de sus compañeros,
sino por su propio bien. Para su formación y su madurez es necesario que perciba como negativas, las
consecuencias de sus malas actuaciones. Y sólo lo percibirá como negativo quitándole la posibilidad de venir al
colegio/instituto a "divertirse". Privándole de la expulsión se le está perjudicando en lo que respecta al desarrollo de
su madurez. Es normal que desde la dirección de los centros y desde las administraciones educativas se pongan
obstáculos a este tipo de actuaciones, ellos tienen sus razones. Muchas veces intentan desmotivar al docente con
largos e inútiles trámites burocráticos. La incompetencia ajena no justifica la propia. Si la administración no se quiere
gastar dinero en crear aulas o centros especiales para atender a los objetores estudiantiles, es un error suyo, no
nuestro. Si las direcciones de los centros se dejan presionar por las administraciones, es un error suyo, no nuestro.
En ninguno de los dos casos, eso nos libera de cumplir con nuestra obligación y de actuar de forma profesional.. Tal
y como he dicho antes, con la expulsión ayudamos al alumno disruptivo a que entienda que las acciones negativas
tienen consecuencias negativas, y ayudamos igualmente a sus compañeros de dos formas, por un lado aprenden
del ejemplo y además reciben una correcta instrucción académica. Evitar la expulsiones y vivir con desorden en
clase no es sólo perjudicial para el implicado y para sus compañeros, además es perjudicial para el propio docente.
Nos dejamos llevar por la comodidad al quitarnos un problema de encima ( el papeleo y el tiempo gastado) .
Aguantamos para cumplir con nuestro horario pensando en la satisfacción de cobrar a fin de mes. El problema es
que esa ilusión de satisfacción no compensa la insatisfacción creada. Toda esa impotencia reprimida nos llena de
energía negativa y nos convierte en personas infelices. En conclusión, si no quieres hacerlo por los demás, hazlo
por ti mismo.
6. Cómo expulsar sin generar odio.
Ahora entramos la clave de la cuestión, fundamental en todo el proceso. No es suficiente con expulsar, hay que
saber expulsar. El problema es que la mayoría de los profesores "duros" no entienden que la expulsión es un acto
pedagógico y tiene la misma naturaleza que corregir una actividad. Si cuando realizamos la expulsión,
exteriorizamos claramente que estamos movidos por sentimientos de odio o de impotencia, el acto pierde su
carácter pedagógico y se convierte en justo lo contrario, en un mal ejemplo. Estamos diciéndole al alumno; "cuando
quieras solucionar un conflicto, ponte hecho una furia, grita a todos y amenázalos". La expulsión ha de realizarse sin
acritud, sin levantar el tono de voz y "sintiéndolo mucho". Es la forma de demostrar que es una medida derivada de
un incumplimiento de las normas, y no está motivada ni influenciada por ningún sentimiento negativo de odio o
animadversión personal. Las actitudes se contagian, si exteriorizas odio, te devolverán odio, te pagarán con la
misma moneda. Enseñar odio no es nada pedagógico, además volvemos a Maquiavelo; el que te odien ha de
evitarse a toda costa. Yo reconozco que tengo cierta facilidad para empatizar con los objetores estudiantiles y con
los alumnos conflictivos porque en cierto modo yo fui uno de ellos. Se podría decir de cualquier alumno (hasta el
más disruptivo), como de cualquier persona (hasta la menos virtuosa) que siempre hay algo que puedas aprender
de ella o con ella. ¿Por qué fracasamos cuando nos comportamos como profesores duros y expulsamos con odio?
Tal y como dijo Maquiavelo, cuando te odian están deseando tener escusa para sublevarse contra ti. Las
expulsiones movidas por el odio fomentan la aparición de nuevos actos de insubordinación. Bien es verdad que el
mismo Maquiavelo reconocía que puestos a elegir, es mejor que te teman, aunque te odien, a que no te odien, te
amen y no te teman. Pero esta opción no me parece aceptable ¿no será mejor optar por la actitud más eficaz que
por la intermedia de menor eficacia?
7. Momentos en el proceso de expulsión
1- Aislamiento: Si el alumno reincide en su mal comportamiento y compruebo que no sirven los negativos, lo
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cambio de sitio e intento aislarlo. Yo doy opción a los objetores estudiantiles a que si no van a trabajar se coloquen
detrás y no molesten a los que sí quieren trabajar. A continuación apunto en la libreta NT (no trabaja) que equivale a
dos negativos.
2- Expulsión sin odio. Si se reúne a los objetores en la parte atrás, se alimentan recíprocamente, por lo que es
mucho más rápido realizar una expulsión ejemplar, también se les puede aislar en cada extremo de la clase para
aplazar el momento de la expulsión. Aprovecho cualquier interrupción que pueda personalizar, para expulsar a uno
de ellos. Normalmente con uno es suficiente, a veces hay que expulsar a más de uno para calmar a los otros
objetores. En las razones de la expulsión aparte de poner que no permite dar la clase con normalidad, se precisa
que se niega a trabajar, que se le ha cambiado de sitio y avisado varias veces para que cambie su actitud, sin éxito.
3- Repetición periódica. Se repite el proceso todos los días, pero no todos los días hace falta llegar a la expulsión,
el castigo ejemplar permite mantener un buen ambiente de clase durante unos 15/30 días. Cuando se agota el
recuerdo de las últimas expulsiones, hay que realizar nuevas.
4- Desplazamiento del problema. El alumno objetor va asimilando que en mis clases no puede actuar libremente
sin que sus padres se enteren. Por eso decide "reservarse" y todas su ganas de armarla se las aguanta y las
desahoga en otra clase.
8. Adaptación de la metodología a las características de la clase.
¿Sólo se nos puede despreciar por nuestra incapacidad de afrontar el conflicto? No es así. De la misma forma que
el príncipe/gobernante ha de gestionar bien los asuntos de estado, el docente tiene una obligación para con sus
alumnos, ha de cumplir con su tarea de enseñar. Por muy habilidoso que seas gestionando conflictos, si el alumno
no siente que aprende, considera que no estás cumpliendo con tu obligación como educador, e igualmente serás
despreciado (lo que fomentará la aparición de nuevas insubordinaciones). Muchos conflictos en clase están
alimentados por una mala metodología del docente para trasmitir los conocimientos. La misma metodología puede
funcionar en un grupo y en otro no. La metodología ha de adaptarse a las circunstancias del alumnado, y si no da
buenos resultados, hay que cambiarla de inmediato. Soy consciente del esfuerzo y la cantidad de horas que hay que
dedicar para adaptar metodologías y adaptar las actividades, es algo necesario para cumplir con nuestra obligación.
La inflexibilidad en la metodología es un nuevo ejemplo de comodidad y de falta de profesionalidad. instituirá
premios para recompensar a quienes lo hagan y a quienes traten, por cualquier medio, de engrandecer la ciudad o
el Estado Para ser amado, el docente cuenta con varios instrumentos. La mayoría de ellos van orientados a
recompensar la buena acción.
SINTESIS FINAL:
Para ser amado sin ser despreciado (por ser un buenazo) y para ser temido sin ser odiado hay que:
Ser inflexible en la aplicación de las normas y en los castigos. Para eso es necesario dedicar un tiempo para
explicarlas con detenimiento ( http://www.profesorfrancisco.es/200... ). Derivado de lo anterior, no hay que tolerar el
desorden en clase, llegando, si es necesario a tomas la medidas disciplinarias más duras. Pero todo eso se hace sin
resentimiento, sin exteriorizar odio, sino con diplomacia y mostrando incluso simpatía por el alumno al que se le
castiga.
Ser flexible en la aplicación de metodologías docentes. Debemos anteponer la eficacia pedagógica a cualquier
otra consideración, si un método/actividad/procedimiento no funciona, hay que cambiarlo antes de que nosotros
mismo seamos los responsables de un empeoramiento del ambiente de clase. ¿Soy yo un ejemplo de la aplicación
de los principios que acabo de enunciar? En absoluto, por eso mi interés en ponerlos por escrito, para ir
acercándome cada vez más a lo que, de momento, creo que es lo más eficaz."
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Tomado de http://www.profesorfrancisco.es/200...
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