Clase 3 Estado Moderno

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"Consejos al Príncipe"
De aquí nace la cuestión de su es mejor ser amado que temido, o
viceversa. Respóndase que convendría ser lo uno y lo otro
simultáneamente, pero, como es difícil conseguir ambas cosas al mismo
tiempo, el partido (la posición, la decisión) más seguro consistirá en ser
temido antes que amado, cuando se ha de prescindir de uno de los
extremos. Puede decirse de modo general de los hombres que son
ingratos, volubles, fingidores, disimuladores, temerosos de los peligros y
codiciosos de ganancias. Mientras les beneficias y no necesitas de ellos, te
pertenecen por entero y te ofrecen su sangre, caudal, vida e hijos; pero,
cuando llega la ocasión, se rebelan y te desconocen. El príncipe que se fía
de sus palabras, carece de providencias y se arruina; porque las amistades
que se adquieren, no con la nobleza y grandeza de alma, sino con el precio
de las cosas, se granjean pero no se poseen, y no aprovechan en los
tiempos apurados. Los hombres tiene menos reparos en ofender al que se
hace amar que al que se hace temer, porque el amor se conserva por el
solo vinculo de la obligación, la cual, debido a la perversidad humana,
rompe toda ocasión de interés personal; pero el temor se conserva por
miedo al castigo, que no te abandona jamás.
Empero, el príncipe debe lograr que se le tema de suerte que, si no se
hace amar, evite ser odiado; porque se puede muy bien temido sin ser
odiado. Lo logrará siempre que se abstenga de apoderarse de los bienes
de sus gobernados o servidores, y de sus mujeres. Cuando tenga que
derramar la sangre de alguno, lo ejecutará con razón conveniente y causa
manifiesta. Mas sobre todo, procure no apoderarse del caudal de la
víctima, pues los hombres olvidan antes la muerte de su padre que la
pérdida de su hacienda. Además, nunca faltan motivos para robar el
patrimonio ajeno: el que principia viviendo de rapiñas halla siempre
pretextos para adueñarse de las propiedades de los otros; en cambio, las
ocasiones de derramar la sangre faltan con mayor frecuencia.
Maquiavelo, Nicolás. El príncipe. 1513.
Fuente Secundaria o Bibliográfica:
“…que la majestuosa construcción medieval que reposaba en la doble
autoridad del Papa, en lo espiritual, y del Emperador, en lo temporal, se
derrumba definitivamente. En lo temporal se afirman los grandes
estados monárquicos unificados: Francia, Inglaterra, España, cuyos
soberanos van a considerar, cada vez más como irrisorias las
pretensiones, rivalidades y conciliadas del Papa y del Emperador". (esto
a partir del nuevo orden político que se está dando)
CHEVALLIER, Jean-Jacques. Grandes Obras Políticas, desde Maquiavelo hasta nuestros
días. Temis, Colombia. Pp.4.
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