De la inocencia al desafío: perspectiva infantil en la cuentística

Anuncio
De la inocencia al desafío:
perspectiva infantil en la cuentística hispanoamericana
Xóchitl Partida Salcido
I. Definición y justificación del objeto de estudio
Quién enuncia y desde qué punto de vista lo hace son rasgos esenciales de la construcción
narrativa. Según yo lo veo, en buena medida la fuente de las características particulares de
cada relato se encuentra en la posibilidad que tiene el narrador de contar la historia desde
determinado ángulo de percepción y por la variedad de voces desde las que puede hacerlo.
En ese contexto imaginemos qué tan diferente es el mundo que ven los niños del que
vemos los adultos y, por lo tanto, qué nuevos y ricos matices ha aportado la integración de la
perspectiva y la voz infantil en la literatura. En esta investigación intentaré mostrar cómo la
incorporación de la perspectiva infantil en la cuentística hispanoamericana ha buscado, ante
todo, representar una mirada renovadora sobre el mundo: la de los niños. Mirada que reta y
cuestiona el orden jerárquico y autoritario establecido por los adultos, visión infantil que no
es necesariamente inocente. Lo que al mismo tiempo podría estar funcionando como una
metáfora de esa eterna lucha entre los discursos autoritarios que pretenden controlarlo todo y
las conciencias disidentes que aspiran a la autonomía, libertad de pensamiento y acción a
varios niveles. Situación que en el contexto hispanoamericano tiene sus rasgos especiales,
mismos que se pueden observar desde los cuentos y comprobar en la historia.
1
Por lo anterior, mi corpus está integrado por una muestra representativa de la
producción cuentística de distintas regiones del continente en la que aparece la mirada de los
niños. Se trata de textos publicados en diversas latitudes del continente durante buena parte
del siglo XX en los que el personaje infantil tiene voz y emite su discurso con o sin la
intervención del narrador, pero en todos es la percepción infantil la que guía la narración.
Perspectiva que por supuesto no es la única en el relato, muy al contrario, los textos que la
contienen se caracterizan por el juego de diversos puntos de vista que se van definiendo
precisamente por sus contactos, interacción y oposiciones. Choque que convierte al cuento en
un espacio de tensión entre dos o más horizontes. Este es sólo un ejemplo del tipo de
aportaciones narrativas que se desprenden de incluir la mirada infantil en el cuento. Pero
conviene aclarar que lo que observaremos es una recreación estilística de esas miradas
infantiles y no de cuentos escritos por niños.
Los cuentos elegidos son: “La honra” (1933) de Salvador Salazar Salarrué; “Los
escoleros” (1935) e “Hijo solo” (1983) de José María Arguedas; “Bestiario” (1951), “Los
venenos” (1956) y “Final del juego” (1956) de Julio Cortázar; “La furia” (1959) de Silvina
Ocampo; “La semana de colores” (1964) de Elena Garro; “La rebelión de los niños” y “Feliz
cumpleaños” (1988) de Cristina Peri Rossi1.
Advierto que, ante todo, la selección atiende a que estos diez textos me parecen los
más logrados, pues en ellos el procedimiento en cuestión está más depurado y ofrece mayor
vuelo estético al relato, lo que no quiere decir que no voy a revisar la mayor cantidad posible
1
En la obra de Julio Ramón Ribeyro, Ana María del Río, Diamela Eltit, Nellie Campobello, Rosario
Castellanos, Inés Arredondo, Josefina Vicens, Elena Poniatowska, María Luisa Puga, Carmen Boullosa, entre
otros, se pueden encontrar algunos textos de esta naturaleza, por lo que éstos servirán de referencia. Juan de la
Cabada tiene varios cuentos de perspectiva infantil, algunos de los cuales analicé en mi tesis de maestría titulada
“Configuración del mundo infantil y su dimensión simbólica en ocho cuentos de Juan de la Cabada”, también
serán referencias constantes.
2
de cuentos de esta índole, pues ya mencioné que aunque no formen parte directamente del
corpus, serán referencias constantes y obligadas a lo largo de mi estudio.
El corpus surge de la producción de una lista de cuentistas hispanoamericanos que
renovaron la expresión literaria gracias a que, para la composición de sus obras, se valieron
de voces y perspectivas no autorizadas: como la de los niños, los indígenas, los extranjeros o
los locos. Lo que cambió el ritmo, el tono, el estilo de algunos relatos, que adquirieron un
sentido diferente: se sumaron nuevos protagonistas, narradores y perspectivas, lo que dio
paso a la configuración estética de visiones de mundo hasta entonces ausentes en la literatura.
La búsqueda del hombre por entender el mundo que lo rodea y a sí mismo, la
necesidad de no aceptar una sola verdad ni la totalidad cerrada de los objetos y los hechos, es
la idea que muy posiblemente está detrás de los cuentos del corpus, en los que la mirada de
los niños, a veces ingenua y otras desafiante, orienta la narración. La inclusión de esta
perspectiva infantil representa, entonces, el punto de resquebrajamiento de la visión
“legítima” y de la lógica “racional”; lo que podría estar vinculado con los propios procesos
históricos del continente, como la Conquista española, las dictaduras militares y de partidos
políticos, incluso del machismo y, sobre todo, de la propia tradición literaria canónica, sólo
por mencionar los más evidentes.
La perspectiva y voz infantil serán el punto de partida de mi análisis, pues aunque
existen estudios sobre el niño-personaje2, éstos han girado en torno a la pregunta ¿cómo se
2
En México encontramos Escribir la infancia. Narradoras mexicanas contemporáneas (1996), en
donde se analiza la niñez recreada por escritoras mexicanas contemporáneas. En dieciséis estudios y una adenda
se expone la obra de escritoras nacidas en la primera mitad del siglo XX, tales como Nellie Campobello,
Rosario Castellanos, Josefina Vicens, Inés Arredondo, Elena Poniatowska, Elena Garro, María Luisa Puga,
Margo Glantz y Carmen Boullosa, entre otras. Sin embargo, en estos estudios no importa la implicación estética
de incluir la mirada infantil en la literatura, sino más bien, enfocan su atención a explicar de qué manera
particular cada escritora, de las arriba mencionadas, regresa a su propia infancia para ficcionalizarla, o cómo se
3
representa la infancia en los textos literarios latinoamericanos? Pero no hay muchos trabajos
críticos que analicen la aparición de la perspectiva de esos personajes y sus repercusiones en
la transformación-renovación del cuento como género así como sus implicaciones culturales
e ideológicas, directas e indirectas, con el espacio y la historia hispanoamericana.
Una excepción es la tesis doctoral de Andrea Mariana Jeftanovic3, quien señaló que la
escritura centrada en el niño a menudo subvierte las convenciones ideológicas, sociales y
políticas: “Puesto que los niños ocupan un lugar en el margen del conocimiento y del
lenguaje, el punto de vista de un niño crea una forma literaria específica y reformula el
discurso narrativo (1). [...] La casa familiar, la propia dinámica familiar, son ambientes
propios de los personajes infantiles y son representaciones micro de las tensiones sociales y
políticas” (101). Este trabajo me sugirió que no es raro encontrar en la cuentística
latinoamericana estas perspectivas infantiles como metáforas de situaciones sociales,
culturales, políticas o filosóficas.
Considero que la aportación de mi investigación radica en que iré más allá del análisis
de los recursos narrativos, las metáforas y la relación con el contexto de la época en la que
recrea la niñez en su obra: si se la desmitifica, enaltece o se presenta como el paraíso perdido entre los muros de
la casa paterna. O bien como el momento de ruptura con la inocencia y la entrada dolorosa al mundo adulto.
Miguel Ángel Espinosa publicó Imagen de la infancia en la literatura (Medellín, 1992). Ya por el
título podemos hacernos una idea del contenido.
En Chile se editó Ese extraño territorio: la representación de la infancia en tres escritoras
latinoamericanas (Cuarto propio, 2001) de Martha López. La autora analiza Cuadernos de infancia de Norah
Lange, “Los días de la noche”, “La furia” y “Las invitadas” de Silvina Ocampo, y seis cuentos de La semana de
colores de Elena Garro. López analiza cómo las narraciones crean ciertas representaciones de los personajes de
los niños y niñas. Destaca las similitudes, temas, estrategias, preocupaciones y propósitos de cada una de las
tres autoras, según el momento histórico y nacional de cada una.
En inglés se puede leer Infant tongues. The voice of the child in literature (University Press, 1994) de
Elizabeth Goodenough. Aquí ya hay un intento de entender una de las estrategias para configurar al personaje
en cuestión.
3
En su tesis doctoral “La representación de la infancia en la literatura iberoamericana: los casos de la
Troppa, Fagundes Telles, Lispector, Lobo Antunes (Chile, Brasil, Portugal, Clarice Lispector, Lygia Fagundes
Telles, Antonio Lobo Antunes) (Universidad de California Berkeley, 2005).
4
surgen los cuentos con esta característica; yo pretendo encontrar en ellos el sentido que les da
la mirada infantil y, como mencioné antes, las consecuencias de la inclusión de este campo
perceptual de los niños en la transformación del propio género.
De ahí que la línea que perseguiré en el estudio del corpus es de gran aliento en el
tiempo, lo que busco es observar los antecedentes, nacimiento, desarrollo, influencias,
alcances y consecuencias estéticas derivadas de la presencia de la mirada infantil en la
cuentística hispanoamericana. Todo esto estableciendo un estrecho vínculo con el contexto
cultural, histórico y, sobre todo, con la tradición literaria en la que nacen o a la que responden
los cuentos. Tengo que advertir que la decisión atiende a que no me interesa encerrar los
textos en su época, sino verlos a través del tiempo para alcanzar mayor profundidad en su
comprensión y en la del propio género. Por ejemplo, un problema que se deriva de la
incorporación de la mirada infantil en el relato es ¿cómo resuelve el narrador el problema de
la enunciación, bajo qué estrategias construye el narrador un discurso que da la impresión de
pertenecer a un niño?, ¿cuándo y por qué se le cede la voz directamente al personaje
infantil?, ¿puede un personaje, que por su edad no lo sabe ni lo ve todo, ofrecer desde su
mirada la información completa que el relato exige para contar su historia?, y si no es así,
¿qué consecuencias tiene esto en la escritura del cuento? Estas son el tipo de preguntas a las
que trataré de responder partiendo del fenómeno de la mirada infantil en la cuentística
hispanoamericana.
Para ello he elegido la propuesta de la poética histórica, pues coincido en la manera
compleja en la que ésta entiende la literatura: como un fenómeno artístico integrado por
elementos relacionados entre sí, como parte de un complejo cultural e ideológico del que
participa. Al no estar aislada, la obra literaria establece diálogos con otras obras, otros
5
discursos, con movimientos artísticos y con momentos determinados de la historia literaria.
II. Objetivo general
Analizar la aparición de la perspectiva de personajes infantiles y sus repercusiones en la
transformación-renovación del cuento como género así como sus implicaciones culturales e
ideológicas con el espacio y la historia hispanoamericana. Se trata de comprender las razones
por las que se da dicha estrategia: ¿a qué precedentes atiende?, ¿con qué sentido y alcances la
utilizan los cuentistas?, pero también de entender cuáles son los diálogos que establecen los
cuentos del corpus con el contexto cultural hispanoamericano y con la o las tradiciones
literarias del continente y fuera de él.
III. Metodología
Al ser la perspectiva y la voz “los dos constituyentes básicos de la situación narrativa”
(Genette, Pimentel, Bal, Filinich), observar desde qué perspectiva y bajo qué tipo de voces se
narra el relato puede darnos luz para entender la composición narrativa del texto. De ahí que
la primera tarea, antes de iniciar formalmente con mi investigación, es la de definir desde qué
horizonte teórico entenderé estas dos categorías (perspectiva y voz) y de una vez tomar una
postura frente a los dos conceptos que servirán de punto de partida para el análisis del corpus.
III.1 Perspectiva y voz
Gérard Genette, en Figuras III, define perspectiva y distancia como las dos modalidades de
la regulación de la información narrativa (220). Ya desde Platón se expuso la necesidad de
distinguir entre representación y mimésis. En el apartado VI del libro III de La República, en
voz del personaje Sócrates, el autor hace la diferencia entre una “narración simple” y una
6
“imitativa”. La primera es entendida como “el habla del propio poeta, que no intenta siquiera
inducirnos a pensar que sea otro y no él quien habla”. Mientras que en la mimésis el poeta se
asimila en el habla a otro y “procura por todos los medios que creamos que quien pronuncia
las palabras no es él” (393 a, b). Platón estaba distinguiendo ya entre la voz del narrador y la
de los personajes cuando ésta es citada por aquél. Pero más allá de eso, el genio del griego
comprendió también lo que aún suele causar equívocos: que cuando el narrador imita la voz
y otros aspectos del personaje, se está asimilando a éste, está narrando desde la percepción de
otro. Lo que ahora definiríamos como la perspectiva desde la que se cuenta la historia. En
términos de Genette, la narración simple estaría más distante de los hechos narrados que la
mímesis.
Según Genette, Aristóteles neutralizó la diferencia entre “narración simple” e
“imitativa”, establecida por Platón, al situarlas como dos variedades de la mímesis (221). Tal
vez por esa razón, opina el teórico francés, la tradición clásica puso poca atención a los
problemas del discurso narrativo (ídem). Sin embargo, el problema “resurgió bruscamente en
la teoría de la novela, en Estados Unidos y en Inglaterra, a finales del siglo XIX y comienzos
del XX, en Henry James y sus discípulos, bajo los términos apenas transpuestos de showing
(mostrar) frente a telling (contar)” (ídem). Genette precisó que el concepto de showing, como
el de imitación o representación narrativa, son ilusorios porque “al contrario de la
representación dramática ningún relato puede «mostrar» ni «imitar» la historia que cuenta.
Sólo puede contarla de forma detallada, precisa, «viva», y dar con ello más o menos la
ilusión de mímesis, que es la sola mímesis narrativa, por la razón única y suficiente de que la
narración oral o escrita, es un hecho del lenguaje y un lenguaje significa sin imitar. A menos,
claro está, que el objeto significado (narrado) sea el propio lenguaje” (221).
7
Genette le reprocha a Platón que se haya guardado muy bien de responder a la
pregunta: “¿Cómo hacer, en el sentido literal, que el objeto narrativo, como quiere Lubbock,
«se cuente a sí mismo» sin que nadie hable por él? [...] como si su ejercicio de reescritura se
refiriese sólo a las palabras y no opusiera, como diégesis a mímesis, sino un diálogo en estilo
indirecto a un diálogo en estilo directo. Es que la mimesis verbal no puede ser sino mimesis
del verbo. En el resto no tenemos ni podemos tener sino grados de diégesis” (222). Así,
Genette distingue en su texto entre “relato de acontecimientos y «relato de palabras»” (ídem)
y opone la diégesis a la mimesis. La primera se distingue por un mínimo de información y un
máximo de informador; mientras que la segunda por un máximo de información y un mínimo
de informador (224). Según la distancia, temporal o modal, Genette define diversos tipos de
discurso: discurso imitado, discurso narrativizado, discurso transpuesto y forma mimética
(227-229).
En realidad los estudios teóricos sobre la perspectiva narrativa comenzaron a ser
frecuentes desde finales del siglo XIX, pero hasta antes de Genette, y aun suele pasar, se
confundía lo que él denominó Modo y Voz; es decir, entre la pregunta: “¿cuál es el personaje
cuyo punto de vista orienta la perspectiva narrativa? Y esta pregunta muy distinta: ¿quién es
el narrador?”(241). En pocas palabras entre ¿quién ve? y ¿quién habla?
Para Genette la Voz es el “sujeto que transmite y eventualmente todos los que
participan en esa actividad narrativa” (271). Se refiere al proceso de enunciación y me parece
que no hay mayor complicación en eso, pero la perspectiva narrativa es un término que sí
causa problemas porque se intercambia arbitrariamente con punto de vista y focalización. Por
lo que conviene aclararlo y desde ahora definir la postura que regirá mi trabajo.
Me inclino por la propuesta de Luz Aurora Pimentel, quien indica en El relato en
8
perspectiva, que la perspectiva narrativa es “una selección y restricción de la información
narrativa” (95), lo que implica ya un punto de vista sobre el mundo. Y aunque punto de vista
define muy bien de lo que se trata la perspectiva, Pimentel advierte que no son conceptos
enteramente intercambiables. La perspectiva contiene ya al punto de vista (sobre el mundo)
y, por lo demás, considero que es un término más académico, más teórico, mientras que el
otro está dentro del plano de lo coloquial. Por lo anterior, elijo el término perspectiva
narrativa para referirme a ese punto de vista que selecciona y restringe la información, desde
el cual el narrador contará la historia y que implica necesariamente una postura frente a los
acontecimientos que se narran, pero, sobre todo, frente al mundo4.
Otro término que suele aparecer junto al de perspectiva es el de focalización. Genette
apunta que la perspectiva es un “modo de regulación de la información que procede de la
elección o no de un punto de vista restrictivo” (241), y para referirse al punto de vista señala
que usará el término focalización, a fin de “evitar su referencia meramente a lo visual”5.
A propósito de este concepto Mieke Bal explica, en Teoría de la narrativa, que
focalización es el término con el que se refiere “a las relaciones entre los elementos
presentados y la concepción a través de la cual se presentan. La focalización será, por lo
tanto, la relación entre la visión y lo que se «ve», lo que se percibe” (108). Del término
perspectiva anota: “Esta etiqueta cubre tanto los puntos de percepción físicos como los
psíquicos. No cubre el agente que ejecuta la acción de la narración, y no debería hacerlo. A
4
Partiendo del modelo de Genette, Pimentel agregó a la perspectiva del narrador, analizada ampliamente
por el teórico francés, otras tres: la de los personajes, la de la trama y la del lector. Con lo cual demostró que el
objeto de la narración podía ser visto y comprendido desde otros horizontes y no sólo desde el narrador.
5
El autor define tres tipos de focalización: focalización cero o no focalizado, focalización interna (fija,
variable, múltiple) y focalización externa (no conocemos el interior del personaje, no sabremos qué piensa)
(245).
9
pesar de todo mis preferencias se inclinan por el término focalización [...]” porque “Aunque
la palabra «perspectiva» refleja exactamente lo que se quiere decir aquí, ha pasado a indicar
en la tradición de la teoría narrativa tanto al narrador como a la visión. Esta ambigüedad ha
afectado el sentido específico de la palabra, correcto en sí mismo”... Además, “No se puede
derivar de «perspectiva» ningún sustantivo que indicase al sujeto de la acción; el verbo
«perspectivizar» no es normal y, probablemente, tendría un significado distinto del que
pretendo6” (109).
Como se ve, para Genette el concepto de focalización equivale al de punto de vista,
mientras que la perspectiva es la elección o no de un punto de vista restrictivo necesario para
regular la información narrativa, que es la tarea principal de la perspectiva. Genette se inclinó
por el término focalización para referirse al punto de vista para evitar el carácter meramente
visual del segundo. Por su parte, Bal iguala el término perspectiva al de focalización, pero
prefiere utilizar el segundo porque, a diferencia del otro, éste incluye al sujeto que observa;
sin embargo, yo distinguiré perspectiva de focalización dándoles sentidos diferentes, a fin de
no caer en el error, ya mencionada, de intercambiarlos arbitrariamente. Además, a mí no me
interesa si un concepto incluye al agente que focaliza y el otro no, pues mi interés no está
puesto en el tipo de narrador que aparezca en los cuentos, no es fundamental para mi estudio
si se trata de un narrador testigo, si no participa de las acciones que narra, o si es uno de los
personajes, lo que a mí me interesa es observar, sin importar quién narre, que esa perspectiva
6
Bal lamenta que a pesar de que no se puede ver el significado de ciertos aspectos a menos que se
vinculen a la focalización y de que, además, la focalización es, desde su punto de vista, “el medio de
manipulación más importante, más sutil y más penetrante [...] respecto a este aspecto crucial, tan
frecuentemente descuidado, casi no se haya desarrollado suficientemente y formulado sin ambigüedad ni una
sola distinción” (122). Por lo que advierte que es necesario, “precisamente en lo que concierne a este tópico,
romper con la tradición y diseñar nuevos criterios distintivos, nuevos términos y nuevos métodos de
descripción” (122).
10
desde la que se narra es la del personaje infantil y cómo es, o de qué manera determina al
cuento. Aunque estoy convencida de que quien narra el relato modifica la historia que se
cuenta, lo más determinante, según mi opinión, es desde qué perspectiva se narra; pues un
narrador puede hacerse transparente a fin de dar paso a la visión de uno de los personajes o
tomar partido por alguno de ellos. Entonces, lo que resulta esencial es el punto de vista desde
el que se narra y no quién narra o quién focaliza.
En realidad los términos perspectiva narrativa, punto de vista y focalización aún
provocan confusión, pero no es mi intención en este trabajo hacer una discusión sobre
conceptos teóricos, pues éstos, ya lo indiqué, serán sólo puntos de partida y apoyo para el
análisis de los textos; sin embargo, es indispensable definir cómo voy a entender estas
categorías. Ya señalé que perspectiva narrativa la entiendo desde la propuesta de Luz Aurora
Pimentel, que a su vez parte del modelo de Genette, en ambos se entiende que la perspectiva
es el punto de vista que selecciona y restringe la información narrativa, desde el cuál o los
cuáles el narrador contará la historia y que implica necesariamente una postura frente a los
acontecimientos que se narran, pero, repito, sobre todo frente al mundo. No está por demás
subrayar que el punto de vista está contemplado dentro de la perspectiva y que es el que
refracta la visión de mundo que conlleva esa perspectiva narrativa elegida. Finalmente, por
focalización entiendo eso que el narrador nos permite ver, lo que no sale de foco durante la
narración: uno o varios personajes, su o sus conciencias, un objeto, los hechos narrados.
Más allá de la definición de estos conceptos o su carácter ambiguo, quiero resaltar el
reconocimiento que hacen los estudios teóricos de dichas categorías como aspectos
fundamentales para la composición narrativa. María Isabel Filinich, por ejemplo, destaca el
lugar privilegiado de la perspectiva y la voz para la composición del relato. Para ello se
11
apoya en Paul Ricoeur, para quien “el punto de vista no es una mera técnica narrativa sino
una noción compleja que toma cuerpo en los diversos planos señalados por Uspenski
(ideológico, fraseológico, espacial, temporal, plano de los tiempos verbales y de los aspectos)
y que, por lo tanto, es una de las cuestiones centrales de la «configuración narrativa»” (185).
Con respecto a la voz -dice Filinich- “Ricoeur destaca su importante función por las
connotaciones temporales que implica. Si el punto de vista es un problema de
«configuración», la voz se sitúa entre la «configuración» y la «refiguración», puesto que
atañe a la comunicación del texto con el lector” (ídem).
Aunque el eje de mi estudio parte de la perspectiva, no he querido dejar al margen el
estudio de la voz, ya que en los cuentos ambos elementos están imbricados, por lo que no
deben estar disociadas en un análisis que pretenda analizar la situación narrativa completa y
el sentido de un relato. De ahí que en mi análisis habré de estudiar ambos aspectos, a pesar de
que la mayor atención estará puesta en la perspectiva infantil y no tanto en las voces; puesto
que habrá cuentos en los que la voz del personaje-niño no aparezca directamente sino que el
narrador la citará o incluso sólo focalizará en él a fin de exponer la visión de mundo que le
pertenece al protagonista infantil.
III.2. La infancia: ¿una construcción cultural?
Una vez agotada la revisión teórica de perspectiva y voz, indagaré sobre la construcción
cultural de la infancia desde diferentes discursos, épocas y espacios de Occidente. Para
entender la creación del imaginario sobre la niñez buscaré en la filosofía, la estética, la
historia cultural y la psicología. No pasaré por alto el análisis de las características que
tradicionalmente se atribuyen a los niños: inocencia, ingenuidad, creatividad, limitación en el
12
lenguaje y el conocimiento, y su particular forma de entender el mundo que les rodea, etc. Lo
anterior me servirá para observar los diversos cambios del paradigma de la infancia que se
han dado a lo largo del tiempo y que influyeron en la construcción de los personajes-niños y
su perspectiva en la literatura. Esta revisión me proporcionará los discursos filosóficos,
psicológicos e históricos pertinentes que me ayuden a entender la representación artística que
ha hecho la literatura de la mirada infantil, concepto tan complejo como el de la propia
infancia; por lo que no es suficiente observarlo sólo desde la literatura. Considero que los
discursos filosófico, histórico y psicológico me proporcionarán herramientas para una más
rica y amplia comprensión del problema. Tendré que buscar por lo menos en momentos
claves de la historia de Occidente en los que el paradigma de la niñez dio un giro: de la Edad
Media a la Revolución francesa, del siglo XIX al XX y, finalmente, en lo que va del XXI.
Posteriormente me enfocaré en investigar el contexto literario en el que surgen los
primeros textos que se valen de la perspectiva infantil para contar sus historias. Mi búsqueda
no se limitará al espacio hispanoamericano ni a la época en la que vivieron los autores de los
cuentos del corpus, pues no creo que los grandes creadores sólo dialoguen con sus
antecesores inmediatos, sus contemporáneos o connacionales; sino que parto de la idea de
que los grandes cuentistas hispanoamericanos pertenecen a una familia literaria universal con
antecesores y descendientes en todos los idiomas. Lo anterior me servirá para escribir el
primer capítulo de la tesis.
Después me detendré en estudiar las razones por las que en el siglo XX se incluyó
recurrentemente la mirada infantil en la literatura occidental y cómo esta tendencia influyó en
el cuento hispanoamericano: ¿bajo qué condiciones, por qué vías, con qué resultados y en
qué autores? Esto preparará el camino para el análisis del corpus. El análisis estará guiado
13
por el estudio de los cuentos en función de las estrategias narrativas que sirven para
configurar la perspectiva y las voces infantiles: focalización, niños narradores, voces
infantiles, la memoria, entre otras. Pretendo observar cuáles son las posibilidades que dichas
estrategias ofrecen al género cuentístico. El trabajo de análisis del corpus no concluirá hasta
haberme llevado a mis propias reflexiones, mismas que servirán de fundamento para el
segundo capítulo de esta investigación.
Si en el siglo XX se dio con cierta intensidad el uso de la mirada infantil para
refrescar la creación narrativa del momento, cabe preguntarse si dicha estrategia está agotada
en el siglo XXI o si aún sigue proporcionando nuevas historias y voces a la literatura. Si es
esto último7, ¿en qué sentido podríamos hablar hoy en día de la literatura que se apoya en la
perspectiva infantil para narrar sus historias?, ¿qué sentido han adquirido los textos de esta
naturaleza en nuestros días?, ¿es el cuento, más que otro tipo de discurso, el que más se vale
de la mirada infantil? Intentaré responder a estas preguntas en el tercer capítulo.
Para escribir el cuarto capítulo primero estudiaré las características constitutivas del
cuento según la teoría literaria y algunos de los cuentistas más sobresalientes de
Hispanoamerica. Eso me permitirá reflexionar sobre la constitución del género para después
analizar el corpus, y ver si en efecto la estretegia de incorporar la perspectiva infantil en la
cuentística hispanoamericana transforma o renueva el cuento y de qué manera lo hace.
7
Creo que lo es. Piénsese, por ejemplo, en Todos se van, Primer Premio de Novela Bruguera 2006 de
Wendy Guerra, novela en la que la narradora, Nieve Guerra, habla de su infancia y adolescencia en Cuba a
través de su diario que inicia cuando ella tenía ocho años de edad. También puedo citar al escritor y periodista
peruano Santiago Rocangliolo, quien en su polémica novela Memorias de una dama (Alfagura, 2009),
aprovecha la estrategia en cuestión para contar un episodio de la infancia de Diana Minetti, la protagonista de la
historia. Los ejemplos pordrían crecer.
14
IV. Índice
I. La infancia: ¿una construcción cultural?
1. La idea del niño en el medievo y después de la Revolución francesa.
2. El niño en el siglo XIX y XX.
3. Siglo XXI, ¿siglo de los niños?
4. ¿Realidad o fantasía? Cualidades tradicionalmente atribuidas a los niños:
inocencia, ingenuidad, creatividad, limitaciones cognitivas y expresivas,
dependencia, movimiento, construcción de la identidad.
II. Antecedentes de la mirada infantil en la literatura decimonónica: una exploración
desde la poética histórica.
1.
Las perspectivas autorizadas.
2. Las perspectivas marginales: el niño, el indígena, las mujeres, el loco, el
extranjero.
3. Características de la perspectiva del niño: un rastreo en la historia literaria.
4. Ausencia o presencia de la perspectiva infantil en la literatura decimonónica: una
revisión de algunas antologías del cuento hispanoamericano del siglo XIX.
III. La perspectiva infantil en la producción cuentística del siglo XX
15
1. Análisis del corpus.
2
La perspectiva infantil como materialización de una postura de los cuentistas
del siglo XX frente al mundo y la literatura.
3
La perspectiva y los demás elementos estilísticos que intervienen en la
composición de los cuentos.
4
La perspectiva infantil: su configuración en el interior del cuento: focalización,
niños narradores, voces infantiles, recreación estilística de la infancia a través
de la memoria, mitificación y desmitificación de la infancia como el paraíso
perdido.
5
Posibilidades narrativas de la perspectiva infantil.
6
Vigencia de los textos literarios con mirada infantil.
IV. Aportaciones de la perspectiva infantil a la transformación del género.
V. Conclusiones.
VI. Bibliografía
16
V. Cronograma de actividades
Actividad
Fecha
Investigación sobre la idea del niño enero-junio 2012
en el medievo, después de la
Revolución francesa, en el siglo
XIX y XX.
Analizar las razones por las que al
siglo XXI se le ha llamado el
siglo de los niños.
Estudiar qué tanto las cualidades
tradicionalmente atribuidas a
los
niños:
inocencia,
ingenuidad,
creatividad,
limitaciones
cognitivas
y
expresivas,
dependencia,
movimiento, construcción de la
identidad, tienen un soporte
sólido o son invenciones
culturales.
Redacción de ponencia.
Escritura del primer capítulo.
Investigar cuáles han sido las julio-diciembre 2012
perspectivas autorizadas en la
literatura hispanoamericana y
cuáles
las
perspectivas
marginales; así como observar
si hay juego entre ellas.
Buscar en la historia literaria las
características de la perspectiva
del niño .
Hacer una revisión de algunas
antologías
del
cuento
hispanoamericano del siglo
XIX para ver si se presenta en
ellas la perspectiva infantil.
17
Participación en el coloquio de
doctorandos.
Escritura del segundo capítulo.
Análisis del corpus.
enero-junio 2013
La perspectiva y los demás elementos
estilísticos que intervienen en la
composición de los cuentos.
La
perspectiva
infantil:
su
configuración en el interior del
cuento: focalización, niños
narradores, voces infantiles,
recreación estilísitica de la
infancia a través de la memoria
y otras estrategias.
Determinar
cuáles
son
las
posibilidades narrativas de la
perspectiva infantil.
Observar qué tan vigentes son los
textos literarios de perspectiva
infantil y por qué se siguen
escribiendo.
Escritura del tercer capítulo.
Escritura de un artículo para revista
especializada.
Semestre de intercambio.
Destacar las aportaciones
perspectiva infantil
transformación del
cuentístico.
Publicación del artículo en
especializada.
Escritura del cuarto capítulo.
julio-diciembre 2013
de la
a la
género
revista
Realizar
las
conclusiones
correcciones de la tesis.
y enero-julio 2014
18
1. BIBLIOGRAFÍA
Alazraki, Jaime. Hacia Cortázar: aproximación a su obra. Barcelona: Anthropos, 1994.
Arguedas, José María. Los ríos profundos. Madrid: Alianza editorial, 1981.
--------------------------. Relatos completos. Madrid: Alianza editorial, 1988.
--------------------------. Un mundo de monstruos y de fuego. México: FCE, 1993.
Ariès, Philippe. Historia de la vida privada. Madrid: Taurus, 1993.
Bajtín, Mijail. Teoría y estética de la novela. Helena S. Kriúkova y Vicente Cazcarra trad.
Teoría y crítica literia. España: Taurus, 1989.
Bal, Mieke. Teoría de la narrativa. Una introducción a la narratología. España: Cátedra,
1990.
Bobes, Marilyn Et. Al. Los nuevos caníbales: antología de la más reciente cuentística del caribe
hispanoamericana. San Juan de Puerto Rico: Isla Negra, 2000.
Breve antología de cuentos 3. Buenos Aires: Sudamericana, 1994.
Burgos, Fernando. Antología del cuento hispanoamericano. México: Porrúa, 2006.
--------------------------. ¿Qué es la historia literaria? Madrid: Marenostrum, 2007.
Cabada de la, Juan. Antología personal. México: UNAM, 1986.
Campobello, Nellie. Cartucho. México: Ediapsa, 1940.
-------------------------Las manos de mamá. 2da.edición. México: Villa Ocampo, 1949.
Carballo, Emmanuel Prol. Sel. Notas. Narrativa mexicana de hoy. Madrid: Alianza, 1969.
Cohn, Dorrit. Transparent minds: Narrative modes for presentens consciousness. Princeton
19
University Press, 1978.
Cortázar, Julio. Bestiario. Saúl Yurkievich prólogo. Xalapa: UV, 2004.
------------------ Cuentos completos. Tomo I. México: Alfaguara, 1996.
-------------------Cuentos completos. Tomo II. México: Alfaguara, 1994.
Dávila, Amparo. Tiempo destrozado. México: FCE, 1959.
Délano, Poli. Cuentos centroamericanos. México: Andrés Bello, 2003.
Domínguez Michael, Christopher. Antología de la narrativa mexicana del siglo XX T. I.
Dueñas, Guadalupe. Tiene la noche un árbol. México: FCE-SEP, 1985.
Espinosa T., Miguel Ángel. Imagen de la infancia en la literatura. Medellín: Copiyepes,
1992.
Fernández Marcané, Leonardo: Cuentos del Caribe, Madrid: Playor, 1978.
Filinich, María Isabel. La voz y la mirada. Puebla: BUAP-UIA, 1997.
Flores, Ángel. Cuentos de Hispanoamérica en el siglo XIX. 3 vols. Madrid: Castalia, 1997.
----------------. Historia y antología del cuento y la novela en Hispanoamérica. Nueva York:
Las Américas Publishing Company, 1959.
Gadamer, Hans-Georg. La actualidad de lo bello. Barcelona: Paidós, 1991.
Garro, Elena. La semana de colores. Xalapa: UV, 1964.
Genette, Gérard. Figuras III. Trad. Carlos Manzano. México: Lumen, 1989.
Gonzalbo, Pilar. Coord. Tradiciones y conflictos: historias de la vida cotidiana en México e
Hispanoamérica. México: El Colegio de México, Centro de Estudios Históricos;
Zinacantepec, Estado de México: El Colegio Mexiquense, 2007.
Goodenough, Elizabeth. Infant tongues. The voice of the child in literature. Michigan: Wayne
State University Press, 1994.
20
Jeftanovic, Andrea Mariana. “La representación de la infancia en la literatura
iberoamericana: los casos de La Troppa, Fagundes Telles, Lispector, Lobo Antunes”.
Tesis doctoral. Estados Unidos: Universidad de California Berkeley, 2005.
Lazarín, Federico. “Los niños lectores de El Mosaico en el último tercio del siglo XIX”.
Lecturas y lectores en la historia de México. Carmen Castañeda García, Luz Elena
Galván Lafarga y Lucía Martínez Moctezuma coordinadoras. México: CIESAS, El
Colegio de Michoacán, Universidad Autónoma del Estado de Morelos, 2004. P. 229246.
Leal, Luis. Breve historia del cuento mexicano. México: Ediciones de Andrea, 1956.
------------. Historia del cuento hispanoamericano. T. II. México: Ediciones Andrea, 1971.
------------. Cuentistas hispanoamericanos del siglo veinte. Nueva York: Randon House,
1972.
López, Martha. Ese extraño territorio: la representación de la infancia en tres escritoras
latinoamericanas. Chile: Cuarto propio, 2001.
Medvedev, Pavel N. El método formal en los estudios literarios. Madrid: Alianza edotorial,
1994.
Menton, Seymour. El cuento hispanoamericano. México: FCE, 1964.
Millán, María del Carmen. Antología de cuentos mexicanos T I. México: Patria, 1979.
Munguía
Zatarain,
Martha
hispanoamericano.
Elena.
Elementos
de
poética
histórica.
El
cuento
México: COLMEX, 2002.
Muñoz, Mario. Antología del cuento mexicano de la segunda mitad del siglo XX. Col.
Biblioteca del universitario, Nº 29. Xalapa: UV, 2009. 13-30.
21
Ocampo, Aurora M. Dirección. Diccionario de escritores mexicanos desde las generaciones
del siglo XX, ateneo y novelistas de la revolución hasta nuestros días. México:
UNAM, 1988.
Ocampo, Silvina. “La furia”. La furia y otros cuentos. Madrid: Alianza Editorial, 1997. 113121.
Oviedo, José Miguel. Historia de la literatura hispanoamericana. Del Romanticismo al
Modernismo. TII. Madrid: Alianza, 1997.
--------------------------. Historia de la literatura hispanoamericana. Postmodernidad,
vanguardia,
regionalismo. TIII. Madrid: Alianza, 2001.
Panorama del cuento centroamericano: Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Nicaragua y
Panamá. Lima: Latinoamericana, 1959.
Partida, Xóchitl. “Configuración del mundo infantil y su dimensión simbólica en ocho
cuentos de Juan de la Cabada”. Tesis. Universidad Veracruzana, 2011.
Pasternac, Nora coord., Ana Rosa Domenella, Luzelena Gutiérrez de Velasco et al. Escribir
la infancia. Narradoras mexicanas contemporáneas. México: COLMEX, 1996.
Platón. La República. José Manuel Pabón y Manuel Fernández-Galiano trad. Madrid: Alianza
Editorial, 1998.
Pavón, Alfredo. Cuento de segunda mano. Xalapa: Universidad Veracruzana, 1998.
---------------. Ojo insomne. México: CONACULTA-Ivec, 1999.
Peri Rossi, Cristina. La rebelión de los niños. Barcelona: Seix Barral, 1992.
Petterson, Aline. Más allá de la mirada. México: Mortiz, 1992.
Pimentel, Luz Aurora. El relato en perspectiva. 4ta. Edición. México: Siglo XXI, 2008.
Pupo-Walker, Enrique. El cuento hispanoamericano ante la crítica. Madrid: Castalia, 1973.
22
Revueltas, José. Dormir en tierra. México: FCE, 1978.
Rosman-Askot, Adriana. Aspectos de la escritura femenina argentina: La obra narrativa de
Norah Lange. Estados Unidos: Princeton University, 1987.
Rousseau, Jean-Jacques. Emile o el tratado de la educación. 1762.
Salazar Anaya, Delia. Niños y adolescentes: normas y transgresiones en México, siglos
XVII-XX. México: Instituto Nacional de Antropología e Historia, 2008.
Tanck de Estrada, Dorothy. “Literatura para niños al final de la colonia (1750-1821)”.
Lecturas y lectores en la historia de México. Carmen Castañeda García, Luz Elena
Galván Lafarga y Lucía Martínez Moctezuma. Coordinadoras. México: CIESAS, El
Colegio de Michoacán, Universidad Autónoma del Estado de Morelos, 2004.
Zavala, Lauro (editor). Teorías del cuento. 3 vols. México: UNAM, 1997.
23
Descargar