DE HISTORIA NATURAL. 409 para el joven profesor el gran atractivo de una región donde al estudiarla se empaparía en las enseñanzas de los maestros y p o dría completar la obra en que trabajaron, pues a ú n quedaba m u c h a labor por hacer. Entusiasmado ante la perspectiva de tan interesante campo de estudio, emprendió el viaje-tan pronto como fué n o m b r a d o c a t e drático de Las P a l m a s , y resultado d e s ú s exploraciones por G r a n C a n a r i a en el verano de 1874 y de sus estudios y excursiones durante el curso de 1874 á 75, fué la notable Reseña de las rocas de la isla volcánica, Gran Canaria, primero y línico trabajo geológico de conjunto que de la isla existe, y de cuya importancia puede juzgarse por las citas y referencias que de él hacen los geólogos q u e de las islas atlánticas se han ocupado; trabajo que, según expresión del Dr. V e r n e a u (1), «debe ser considerado, entre los de los sabios e m i n e n t e s que en el estudio de las Canarias le precedieron, como el m á s conforme y acorde con las doctrinas geológicas más admisibles». Las investigaciones de nuestro geólogo fueron i n t e r r u m p i d a s bruscamente por u n suceso q u e , si fué causa de que no pudiera hacer u n estudio completo de la geología canaria, ejerció g r a n i n flujo en su carrera y p u s o á prueba el temple de su á n i m o , su patriotismo y la firmeza de sus convicciones. Este suceso, que al avanzar los tiempos y desaparecer poco á poco, vencidos por la edad, sus actores, comienza á alejarse en el pasado y á esfumarse en las lejanías de la historia, conviene que lo tengamos siempre presente para que no olvidemos cómo n u e s tros maestros defendieron los prestigios y la inviolabilidad de la cátedra. E r a en el comienzo de la restauración. Acababa de ser proclamado rey Alfonso X I I , constituido el primer ministerio presidido por Cánovas, y n o m b r a d o ministro de Fomento Orovio, que, al frente de la instrucción pública, representaba la m a y o r i n t o l e r a n cia en las ideas políticas y religiosas. E r a quien decía en 1865, al a t a c a r l a ley Moyano, aún hoy vigente: «Se h a n olvidado en ella el principio religioso, el sentido moral y la intervención del clero, sin lo cual no h a y instrucción pública en n i n g ú n país»; y el q u e en 6 de Mayo de 1867 afirmaba oficialmente: «Hoy no puede haber n i n g ú n libro de texto q u e no haya visto la Iglesia por m e tí) Reme Scientifiqíte, 1888, París.