- 224 -^ nos lo tomaban por el mayor divertimiento, habria sido presenciar aquella lucha desigual y espantosa! Antes era uno que peleaba cuerpo á cuerpo con una. Asegurado el primer matador de que la presa no le escaparía, fué en ausilio del otro; y ambos unidos, no solo dieron muerte á María, sino que la abrieron en canal y se le comieron el corazón y las entrañas. María rezaba el Rosario: sin otros términos ni fraseología lo esplica el cronista, B. Alano de la Roche, sin mentar la poca devoción de la degollada Josefa. Cuando Jesús fué ensalzado en su Madre, por aquella piadosa hebrea, llamada Marcela, respondió con esta sentencia propia de la Sabiduría infinita, felices aquellos q^ie oyen la palah'a de Dios y la retienen. María la aldeana fué mas feliz que su compañera, Josefa: bien que sentenciada á muerte, no espiró luego, como era propio y regular, á consecuencia de? la estrangulación y desgarramiento. Kl porque es debido al Rosario. Habia oido con entendimiento de cristiana, y conservado con voluntad de devota, la palabra de Dios contenida y explicada en el Rosario. Como aquella aragonesa fué la admiración y espectáculo de vecinos, y mucha gente del contorno, que atraídos por una novedad inaudita concurrieron á presenciar, como la miraculada payesa hablaba y comía. En este lastimoso estado, vaciada la barriga y comido el hígado, confesó sus pecados y recibió la Comunión; pasando tres dias en amena y consoladora conversación, ya con los parientes y amigos, ya con la Santísima Virgen, dando testimonio déla inara villa. Las rosas que María habia comido durante su vida, dei más poderosa virtud que aquellas del supersticioso Romano, que por disposición testamentaria los hijos estaban obligados cada año á cubrir el sepulcro de su padre difunto, le dieron sobrevivencia y salvación, Olot.—Imprenta y libr»ría de Juan Bonet. Diputació de Girona — Servei de Biblioteques