LOS POBRES SEGÚN GEORGES BERNANOS Los conversos, como Bernanos, tienen una capacidad especial para comprender las páginas bíblicas con una nitidez extraordinaria. Más aún, lo expresan luego con una lucidez que despierta la mente y calienta el corazón. Este “profeta de la alegría” como le llama Charles Moeller en su obra Literatura del siglo XX y cristianismo, ilumina el espíritu de las Bienaventuranzas. En este caso reflexiona en la bienaventuranza de los pobres, esa paradoja que escandaliza al orgulloso pero salva al de espíritu noble y limpio. Repasemos tres párrafos que recoge Moeller en su trabajo. 1 – Los pobres descansarán en el Señor. “Es suficiente haber oído –o haber creído oír- una vez el lamento de un pueblo, un lamento que no se parece al de ningún otro pueblo… No es, por lo demás, un lamento; es un canto, un himno. ¡Oh! Sé muy bien que no es un himno de iglesia, y tampoco puede llamarse una oración. Dentro de él hay de todo, como suele decirse. El gemido del mujik bajo el látigo, los gritos de la mujer apaleada, el hipo del borracho y ese gruñido de alegría salvaje, ese rugido de las entrañas –porque la miseria y la lujuria ¡ay! se buscan y se llaman en las tinieblas como dos fieras hambrientas. Sí, esto debiera horrorizarme, en efecto. Sin embargo, creo que semejante miseria, una miseria que ha olvidado hasta su nombre, que ya no busca, ya no razona, sine, que abandona al azar su rostro huraño, debe despertarse un día sobre el hombro de Jesucristo” (Diario de un cura rural, p. 65). 2 – Los pobres, que pertenecen a la estirpe de Jesús, son los que salvarán al mundo “Yo digo que el mundo será salvado por los pobres, y precisamente por esta especie de pobres que acabo de describir, esos a los que la sociedad moderna elimina poco a poco sin destruirlos, porque ellos son tan incapaces de adaptarse a ella como ella de asimilárselos, hasta que la ingeniosa paciencia de ellos domeñe, tarde o temprano, la ferocidad de esta sociedad. Digo que los pobres salvarán al mundo, y lo salvarán sin quererlo, contra su voluntad, y sin pedir nada a cambio, por desconocer el precio del servicio que habrán prestado; realizarán este colosal negocio, y, naturalmente, no ganarán en él un céntimo. Parecerán discutir con el farmacéutico, con el panadero, con el tendero, con el propietario, ajustar, cada fin de mes, sus prodigiosas combinaciones, buscar incansablemente la solución de problemas más complicados que el de la cuadratura del círculo: el vestido que crezca al mismo tiempo que el niño, el calzado indestructible, la manga que no se agujeree por el codo, el barato jarabe polivalente que cure las bronquitis, las anginas, el sarampión, la escarlatina, tan bueno para las encías del recién nacido como para los reumatismos del abuelo” (Los niños humillados. p. 248-249). 3 – El mundo moderno, que desprecia la pobreza, es, por consiguiente, satánico “Me atrevo a escribir que una sociedad sin pobres es cristianamente inconcebible, y si nadie tiene ya valor para escribirlo después de mí, considero que no habré vivido en vano. ¿Queréis una sociedad sin pobres? Pues no tendréis más que una sociedad inhumana, o, más bien, la tenéis ya… El mundo moderno tiene dos enemigos, la infancia y la pobreza. ¿Qué no tenéis más necesidad de pobres que de santos, decís? Bien. Vais a ver, estáis viendo ya lo que podrá ser mañana una sociedad sin santos y sin pobres. Por cada pobre menos, tendréis cien monstruos, y por cada santo menos, tendréis cien mil monstruos” (Présence de Bernanos, por Luc Estang). Florentino Gutiérrez. Sacerdote www.semillacristiana.com Salamanca, 19/IV/14