3. Los inicios de la industrialización. Si antes hablábamos de cómo las desamortizaciones van a transformar la propiedad feudal en propiedad privada, ahora nos centraremos en los inicios de la industrialización en España, que se producirá, sobre todo en la segunda mitad de siglo, y bastante retrasada con relación a los países de nuestro entorno. 1. La industria textil Cataluña había aprovechado su experiencia anterior y posterior a la guerra de la Independencia, y la pérdida del mercado americano, para modernizarse. Los factores que explican ese proceso fueron: contar con un mercado nacional reservado y protegido por fuertes aranceles; disponer de recursos procedentes de la agricultura y la exportación de aguardientes; contar con un campesinado de cierta capacidad de trabajo a domicilio y consumo por el tipo de arrendamiento de la tierra, lo que dejaba en manos de los cultivadores un nivel de renta aceptable. En los años treinta la burguesía catalana había optado por sustituir la industria de la lana por la del algodón y, al introducir la máquina de vapor y la fábrica como modelo de organización productiva, lograba aumentar la producción, mejorar la calidad y abaratar los precios. Durante el periodo isabelino, se produjo la mecanización casi total de la producción textil algodonera. La fuerza instalada y la importación de algodón en rama se multiplicaron por nueve en estos años. El apoyo recibido desde los gobiernos legislando medidas proteccionistas, que prohibían la entrada de manufacturas extranjeras de algodón, fue definitivo, porque, a partir de ese momento y durante el resto del siglo XIX, los textiles catalanes coparon el mercado nacional. Además de Cataluña, algunas áreas de Levante, Madrid, Málaga y Béjar en la industria de paños de lana mantuvieron focos textiles de importancia. 2. La siderurgia. Desde el algodón, la incipiente industria se encaminó hacia el hierro y el acero, y los altos hornos sustituyeron las viejas ferrerías y forjas. Los decenios de 1830 a 1850 Los inicios de la industrialización. contemplaron la hegemonía siderúrgica andaluza, con Málaga y Marbella como principales centros, en manos de la familia Heredia. En el decenio de 1860 se produjo el predominio asturiano, localizado en Mieres y La Fe1guera, cuando la fundición al carbón vegetal no pudo competir en precios con la fundición al carbón mineral; finalmente, hacia 1870 los Ybarra en Vizcaya promovieron la renovación tecnológica con el proceso Bessemer, alcanzando el 30 por 100 de la producción nacional, de manera que en 1880 la siderurgia vizcaína tenía la primacía del acero. 3. El ferrocarril. La expansión del ferrocarril fue el indicador más fiable del grado de industrialización alcanzado por cada país. Este nuevo medio, imprescindible en el transporte de mercancías en el siglo XIX, desempeñó un papel fundamental en el crecimiento económico de los distintos países. En España, su expansión se retrasó a la segunda mitad del siglo por varias causas: condiciones orográficas poco propicias, estancamiento económico, atraso técnico, ausencia de capitales privados dispuestos a invertir, un Estado que declaraba no tener ingresos e inestabilidad política, aderezada con contiendas civiles. A partir de la progresista Ley General de Ferrocarriles de 1855 -que eliminó los aranceles a las importaciones de material ferroviario y concedió privilegios de expropiación de tierras a las compañías privadas concesionarias- se construyó la red ferroviaria con rapidez, merced a la entrada de capitales franceses. Pero se había empezado tarde, lo que colocó a España en una posición de desventaja respecto a otras economías europeas, con los efectos consiguientes sobre la formación de un mercado nacional -que precisaba estar comunicado-, sobre la productividad y, en general, sobre el desarrollo de la economía de mercado. 2