EL QUINTO MADAMIENTO “NO MATARAS” En el quinto mandamiento Dios le dice a su pueblo que el origen y principio de la vida es Él y que como consecuencia nadie tiene derecho a quitar ni quitarse la vida; nadie puede tomarse la justicia por su cuenta ni nadie puede atentar ni contra sí ni contra el hermano. No obstante más adelante en el camino de la historia de su Pueblo se fueron introduciendo algunas normas y costumbres de otros pueblos y culturas y se introdujeron algunas prácticas y leyes como la ley del Talión: “Ojo por ojo, diente por diente” con la cual se permitía y justificaba la revancha y la violencia que resarciera en la medida del agravio recibido. Jesús que vino a cumplir la ley y a perfeccionarla al referirse al uso de la violencia y al respeto a la vida va mucho más arriba de los parámetros del Viejo Testamento y propone como meta y principio de las relaciones interpersonales el perdón, responder al mal con el bien, bendecir al que te maldice; amar al enemigo y hacer a los otros lo que tú quieres que te hagan a ti. Es más profundo aún: “Ámense como yo los he amado”, es decir, hasta dar la vida por el enemigo. Por consiguiente el respeto a la vida según el espíritu de Jesús implica la no violencia por nada; no ofender ni agredir de pensamiento, palabra u obra. Las ofensas, las amenazas, el acoso tanto verbal como físico son conductas que están fuera del modelo y ejemplo de nuestro maestro y ejemplo. Este mandamiento además nos impulsa y conduce hacia la práctica de un hábito de conducta de respeto y apertura al hermano a través del perdón y la reconciliación; porque, como dice Jesús, no podemos presentarnos ante nuestro Padre mientras estemos enemistados con nuestros hermanos; no es posible hacer oración a Dios que es padre de todos si entre nosotros estamos llenos de ira, violencia y odio. Tomando en cuenta todo lo dicho hasta aquí, examinemos nuestra conciencia y veamos cómo son nuestras relaciones en el hogar o en el colegio; cómo son nuestras actitudes frente a los que piensan y tienen ideas u opiniones diferentes a las nuestras. En la oración que Jesús nos enseñó, EL PADRE NUESTRO, se dice: “Perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden” y en la cruz, en el momento más importante y decisivo de la vida del hombre, estando a punto de culminar su misión entre nosotros, su última lección es bien clara y precisa: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”. Para concluir la reflexión sobre este 5º Mandamiento, nos tomamos todos de las manos y nos pedimos perdón por las ofensas hechas los unos a los otros y juntos oramos con la Oración del Señor.