El mandamiento más grande.... Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos. Marcos 12:29-31 referencia a Deuteronomio 6:4-5 y Levíticos 19:18. Amar no es sólo sentir mariposas en el estómago por la otra persona. Amar es mucho más que eso. Es una decisión que tomamos una vez y la sostenemos cada día. Por ejemplo, el día en que conoció a su pareja parecía que todo era un jardín de flores. Ni un sí ni un no, juntos para todos lados y después de cincuenta años de casados, la princesa ya es la vieja y el príncipe, el viejo. Muchos dicen se apagó el amor, ahora sólo queda la costumbre. Si se apagó el amor, ¡enciéndalo! Amar no es un sentimiento. Es un mandamiento. ¿Y cómo se obedece ese mandamiento? Primeramente amando a Dios sobre todas las cosas y luego a su cónyuge como a usted mismo. No importa cuántos años hayan pasado, avive el amor. Piense en cómo agradar al otro, tal vez con el desayuno que más le gusta, dejándole a la noche un chocolate en la almohada, diciéndole palabras bonitas durante el día. Una llamada telefónica, un mail, lo que se le ocurra puede hacerlo. Cuidar, respetar, honrar, dar, eso es amor. (Lea 1 Corintios 13) Usted siempre decide accionarlo o no. Si camina en amor, estará en la perfecta voluntad de Dios y su hogar recibirá una lluvia de bendiciones. Actúe en amor con su pareja, con sus hijos y extienda el amor hacia los demás también. ¡Eso es voluntad de Dios!