MEDITACIÓN 4. ª MARÍA INMACULADA.

Anuncio
MEDITACIÓN 4. ª
MARÍA INMACULADA.- EL MISTERIO
Medita bien lo que significa y representa este misterio y procura ahondar en él,
pues es muy provechoso conocerlo a fondo.
1. ° Estado de la humanidad antes del pecado.- Recuerda lo que era y lo que
hubiera sido el hombre sin el pecado de Adán. ¡Plan sublime y magnífico el de
Dios! Terminada la creación de los demás seres, el Señor quiere nombrar y crear
un Rey de aquella creación, y piensa en el hombre... con qué cariño le forma en su
cuerpo... con sus propias manos... no con su palabra, como a las otras criaturas. Y,
sobre todo, cómo le infunde el alma, espiritual, inmortal, imagen y semejanza de su
divinidad. Esto es poco, recuerda el paraíso terrestre, lugar de delicias y palacio de
ese hombre... la vida feliz, sin penas, amarguras, sufrimientos, dolores, lágrimas,
etc...., nada de pena, todo era alegría y satisfacción. En su alma puso la integridad o
sujeción de las pasiones a la razón... la ciencia infusa para saberlo todo sin trabajo
ni estudio, y sobre todo, la gracia santificante para que fuera santo siempre. El
destino le la humanidad, ser feliz y ser santa sirviendo y amando a Dios sin cesar...,
su fin, sin pasar por la muerte, trasladarse al Cielo, para alabar allí a Dios
eternamente. ¡Magnífico, sublime, divino, el plan le Dios! Detente a meditarlo, a
saborearlo y gustarlo como si fuera real y efectivo.
2. ° La caída.- Vino el pecado y con él todos los males. El autor del dolor y del
sufrimiento no fue Dios... Él no nos hizo para sufrir, fuimos nosotros mismos al
pecar. El maldito pecado, causa de todo mal. Contempla las tristezas, angustias,
dolores y tormentos del corazón humano, desde Adán hasta ahora... mira las
enfermedades asquerosas, dolorosas y repugnantes que afligen al hombre, y sobre
todo, la muerte con sus sufrimientos y agonías, con su humillación y corrupción
del sepulcro... ¡qué cuadro más horrible! Todo por aquel pecado. Compara aquel
plan felicísimo de Dios y este estado tan lastimoso del hombre. Ahora, pasiones
brutales que nos asemejan a las bestias..., pecados de todas clases aun los más
bajos y degradantes... pérdida de la santidad, de la inmortalidad y de la vista de
Dios... y más que nada, el infierno como término de esta vida tan triste, pues el
cielo se cerró con aquel pecado y ya nadie podía entrar en él. Medita bien esto, y
deduce de aquí lo que será el pecado cuando Dios justo así lo castiga.
3. ° Universalidad de este pecado.- Lo peor de este pecado es que fue universal
para todo el género humano. Adán en el Paraíso no era una persona particular, era
la fuente de la vida que se había de propagar a todos los hombres..., representaba a
la humanidad..., allí en él, estábamos todos incluidos. Todo lo que Dios le dio, no
fue sólo para él, sino también para los demás..., todos habíamos de ser iguales a él.
1
Esto no es una injusticia ni una crueldad. Si un padre es inmensamente rico, ricos
serán sus hijos..., pero si ese padre dilapida su hacienda y se queda sin nada,
aunque no tengan culpa, sus hijos nacerán en la pobreza, ¡esto es natural!... Así fue
con nosotros. Nadie más rico que Adán, nosotros también debíamos serlo, así lo
quiso Dios... pero todo lo perdió él y nacimos sus hijos desnudos en el cuerpo y en
el alma, ¡qué pena!, pero es la verdad.
4. ° María Inmaculada. Contempla ahora el alma de María al entrar en el mundo.
También ella debía ser como nosotros y nacer como nosotros... pero Dios la
exceptúa y Ella sola... la única... nace tal cual se formó en las manos del Señor...
pura... limpia... sin mancha... inmaculada. Detente a admirar esta hermosura y a
felicitar a María por ser inmaculada. Mira a los ángeles acompañándola con palmas
y celebrando su entrada en este mundo que no es una derrota como en nosotros,
sino un triunfo sobre la serpiente. Canta con los ángeles alabanzas a la Virgen, al
verla así tan hermosa aparecer en la tierra. No ha habido, ni habrá flor más blanca
que el alma de María en su concepción. Piensa además, cómo por no pecar, no
debió de sufrir, ni padecer, ni morir, pero Dios quiso que fuera así, para ser como
su Hijo, que por amor se abrazó a la Cruz. Esto es: en Ella, el sufrimiento no fue
como en nosotros por castigo, sino por amor a Dios, para ser como Jesús... y por
amor a los hombres, para servirnos de consuelo. Dale gracias por ello, y anímate a
sufrir como Ella y a amar la Cruz también como Ella.
2
Descargar