-4que la Virgen escuchaba su oración. Poco después se hallaba Escoto en la asamblea y comienza su discurso, resumido en aquellas célebres palabras: «Pudo hacer a la Virgen inmaculada; convino que así la hiciera; luego la hizo inmaculada ya desde el primer instante de su concepción». Fue tal la convicción y entusiasmo que logró infundir en sus oyentes, que en el mismo día la universidad de Oxford, entonces la más célebre del mundo, decretó sostener siempre el privilegio de la Concepción Inmaculada de María y no recibir en su seno ningún doctor sin que antes hiciese bajo juramento la misma promesa. 9. El pecado original se borra con el Bautismo.- Por los méritos infinitos del divino Redentor Jesús, somos cristianos; y la gracia, la vida divina del alma, la recobramos por el Bautismo, como por un nuevo nacimiento; y a raudales se nos comunica por los siete sacramentos de la Iglesia. Y somos nuevamente reconocidos por hijos de Dios, y somos herederos de su reino. Ya no están cerradas para nosotros las puertas del cielo. Mas si en el Bautismo recobramos la gracia, no así los otros dones preternaturales de que gozaba Adán. Díptico N° 14 LA PRENSA DE LA SAGRADA FAMILIA IGLESIA CATÓLICA EN MISIÓN LA DOCTRINA DE JESUCRISTO EN EJEMPLOS Con autorización eclesiástica T E M A: E L P E C A D O O R I G I N A L 1. Nuestros primeros padres Adán y Eva.- Milton, en su obra inmortal El Paraiso Perdido, después de narrar la creación del mundo y de los otros seres de la naturaleza, escribe: «Faltaba todavía la obra maestra, el fin y compendio de todo lo creado, un ser no inclinado a la tierra y bruto como las otras criaturas, sino dotado de la santidad de la razón, que pudiera según su estatura y con serena frente y conocimiento de sí propio, gobernar a los demás animales; un ser magnánimo, capaz de comunicarse desde aquí con el cielo, y a la vez agradecido, para reconocer de dónde descienden todos sus bienes, y que con el corazón, la voz y los ojos dirigidos hacia él, devotamente adore y reverencie al Dios Supremo, que le ha concedido el primer lugar en su obra, la creación». Formó, pues, el Señor Dios al hombre con un cuerpo y una alma inmortal, dotada de inteligencia y voluntad libre. -22. Dones que Dios les otorgó.- Nuestros primeros padres, criaturas regaladas de Dios, hijos de su predilección, corona de la creación terrestre, estaban adornados de dones naturales, como los cinco sentidos del cuerpo y las tres potencias del alma ( entendimiento, voluntad y memoria ); y enriquecidos con otros dones extraordinarios, o sobrenaturales, porque sobrepujan las exigencias de nuestra humana naturaleza, como la gracia santificante, nueva vida divina del alma, que hace al hombre santo, hijo de Dios y heredero del cielo. Tenían también nuestros primeros padres el don de sabiduría, cual no le tuvieran después los hombres jamás; estaban inmunes de la concupiscencia, esa inclinación que todos sentimos hacia el pecado; su inteligencia se hallaba iluminada por la luz de la ciencia; y en fin, su cuerpo no estaba sujeto a las enfermedades, a los dolores, ni a la muerte. Poseían estos dones para sí y sus descendientes. De ellos hubieran disfrutado todos los hombres si Eva y Adán se hubieran mantenido fieles al mandato de Dios. 3. Dios les impuso el precepto de no comer de la fruta del árbol de la ciencia del bien y del mal. Quería probar su obediencia.- Pero no obedecieron a Dios y vino el castigo. Acatemos la justicia de Dios, llevando con paciencia los males que nos acarreó aquel pecado. 4. El pecado de Adán y Eva.- El demonio estaba envidioso de la suerte que al hombre aguardaba; le veía destinado a ocupar eternamente en el cielo los puestos que él y los compañeros de su maldad habían dejado vacíos. ¿Qué hace? Tienta a la mujer y al fin la engaña prometiéndole la inmortalidad si comiere la fruta de aquel árbol y Eva comió e invitó a Adán, el cual también comió. Desconfiaron de Dios y le desobedecieron, queriendo «ser como Dios» ( Gn 3, 5 ), sin Dios, y no según Dios. Al ofender ambos a Dios quedaron con las conciencias intranquilas y rompieron a llorar. 5. ¿Qué consecuencias provoca el pecado original?.- Adán y Eva perdieron inmediatamente, para sí y para todos sus descendientes, la gracia de la santidad y de la justicia originales. La naturaleza humana quedó, aun sin estar totalmente corrompida, herida en sus propias -3fuerzas naturales, sometida a la ignorancia, al sufrimiento y al poder de la muerte, e inclinada al pecado. 6. ¿Qué es el pecado original?.- El pecado original, en el que todos los hombres nacen, es el estado de privación de la santidad y de la justicia originales. Es un pecado «contraído» no «cometido» por nosotros; es una condición de nacimiento y no un acto personal. A causa de la unidad de origen de todos los hombres, el pecado original se transmite a los descendientes de Adán con la misma naturaleza humana, «no por imitación sino por propagación». Esta transmisión es un misterio que no podemos comprender plenamente. ( Punto 76 del Catecismo de la Iglesia Católica Compendio ). La sangre de Adán y Eva se corrompió con su crimen, y como todos los hombres nacen de aquella sangre, todos nacen manchados con aquel pecado. ¿No veis cómo, si un tronco está viciado, comunica también el vicio a sus ramas? Pues Adán es el tronco, nosotros somos las ramas; el tronco está viciado y ese vicio se comunica también a nosotros. 7. La promesa del Redentor.- En el Paraíso Terrenal ( donde el Diablo es representado por medio de la serpiente ) dijo Dios a esta: «Ella te acometerá o herirá en la cabeza, mientras que tú la acometerás o herirás en el calcañar.» ( Gn 3, 15 ). Jesucristo, descendencia de María, juntamente con su Madre, fue el encargado de quebrantar la cabeza de la serpiente, cumpliendo así la promesa hecha por Dios a nuestros primeros padres en dicho Paraíso después del pecado. 8. La concepción Inmaculada de María.- El año 1304 se celebraba en Oxford una asamblea general de los más famosos teólogos y doctores ante la cual el franciscano Juan Duns Escoto, conocido más tarde con el glorioso título de Doctor Sutil, había de defender la pureza inmaculada de María desde el primer instante de su concepción. Fue, pues, a postrarse de rodillas ante una imagen de la Virgen y con todo el afecto de su alma le dijo aquella plegaria: «Dígnate que yo te alabe, oh Virgen sacrosanta; dame la victoria sobre tus enemigos». Y es tradición que aquella imagen venerada inclinó su cabeza en señal de