LA ORACIÓN 1) Intercambiar las distintas experiencias de oración (no más de 40 min) 2) Motivación del monitor En cualquier conversación que tenemos, ya sea con un amigo, con un familiar o con un conocido, intentamos transmitir, preguntar, pedir, disculpar, agradecer o simplemente escuchar lo que la otra persona nos dice, sobre algo de suma importancia o de algo tan cotidiano como el partido de fútbol del fin de semana. (¿Cómo estás? Gracias por lo del otro día... ¿Qué te pasa?) Aquella conversación es un puente que indudablemente nos lleva a conocer un poco más a aquella persona con quien estamos hablando, e incluso, podemos lograr que la otra persona sepa más sobre nosotros. De la misma forma, la oración es un puente concreto para conversar con Dios. A través de ella, podemos transmitirle todas nuestras necesidades, logros, frustraciones y alegrías . Así, Dios no sólo nos escucha, sino que también nos habla en el día a día por medio de situaciones y personas. Muchas veces la oración nos puede parecer algo difícil, o algo que nos quitará mucho de nuestro tiempo. Ésto por que sólo la relacionamos con la Iglesia o con la Misa. La oración es una herramienta que la podemos ocupar cuando nos levantamos, cuando vamos en la micro, cuando almorzamos, cuando vamos a una prueba muy difícil, cuando tuve una conversación con un amigo, cuando me voy a dormir, etc. En otras palabras, la oración no está sujeta a un lugar en específico, muy por el contrario, nos puede acompañar durante todo el día. Tenemos que considerar que Dios está siempre con nosotros, y por lo tanto, sólo espera escucharnos. Él, constantemente nos está hablando, porque las cosas fueron creadas por Dios para nosotros y que sin Él no serían tales. Es así como lo podemos encontrar en las cosas simples, porque todo nos habla de Dios. El Padre Hurtado se refería a los pobres como los “patroncitos”, y ésto no para darles un sobrenombre, sino que llamaba como Patrón a Dios y lo veía en todos los necesitados. Por otro lado, también podemos encontrar a Dios en los momentos en que lo creemos más distante o en los días más negros. Vasta con recordar al P. Kentenich en el campo de concentración. Su oración hacia Dios y María cada vez se fortalecía más, ya que ante tanta carencia, lo único que no podía faltar era precisamente Dios. Son aquellos momentos de oscuridad que nos sirven para crecer. La oración nos hace estar más atentos al paso de Dios por nuestra vida. Cada suceso, bueno o malo, lo podemos entregar al Creador. Hay muchas cosas (consientes o inconscientes) que nos alejan de Dios, y es aquí donde la oración juega un gran papel. Se puede decir que la oración es la forma más concreta de “volver a los brazos de nuestro Padre cuando decidimos irnos”. Es la oportunidad de decirle que nos hemos equivocado y que queremos que Él sea quien nos guíe frente a los diferentes escenarios de nuestra vida. Por lo tanto, la oración es una forma efectiva y afectiva de acercarnos más a Dios. Mucho de aquello que nos pasa es debido a que no tenemos tiempo para reflexionar sobre ellas, las que nos pueden causar a la larga un dolor, incluso sin saber qué nos sucede. La oración nos permite darle nombre a lo que me pasa en el día. No deja que pase desapercibido aquello que no es nuestro. Por otro lado, la oración es un regalo de Dios que nos permite paulatinamente alcanzar la santidad. Cuando establecemos aquel puente para hablarle de diferentes cosas, Dios ocupa el mismo mecanismo para llegar a nosotros. Si le pedimos perdón por alguna falta, no sólo nos está dando su perdón, sino que también nos está enseñando a no caer en las mismas cosas y a la vez nos enseña a perdonar a los demás. Cada uno de nosotros tiene un punto donde no somos libres, donde uno puede decir que Dios no vive en mí y es sólo con la oración que permito que el Señor vuelva a habitar en mí. Tenemos miles de oraciones de sacerdotes y santos que nos hablan de Dios. En ellas podemos descubrir la inmensa huella que dejó en cada hombre y mujer la presencia de Dios en sus vidas. Si les prestamos atención, podemos saber cómo hizo ese trabajo. Cada uno de nosotros también lleva una historia Santa y es a través de la oración cómo cada día damos un sí para que Dios habite en nosotros. Con la oración no sólo permitimos que Dios nos conozca como somos, también Dios se muestra como es. Con la oración lo hacemos nuestro. Lo hacemos partícipe del día a día. Le pedimos, le damos gracias, pero por sobre todo pidamos estar más cerca de ÉL. 3. Tipos de oración: 4. Oración y meditación schoenstattiana Uno de los rasgos más importantes de la oración es que ésta no puede estar desconectada de la vida de todos los días. Debe ser el momento para compartir con nuestro Dios nuestras preocupaciones e inquietudes. Es el momento privilegiado para agradecer los regalos del día. El P. Kentenich decía que el mayor tiempo en la oración debía destinarse a agradecer las delicadezas de Dios con uno y con los que nos rodean. La oración es también un tiempo para la reflexión. La espiritualidad en Schoenstatt nos ofrece una manera para profundizar nuestra reflexión de la mano del Señor y de María. Preguntas: ¿Qué significa oración para mí? ¿Por qué me cuesta hacer oración? ¿En qué momentos me acuerdo de Dios?