Lectio Divina Jueves 07 de febrero 2013, (IV) Tiempo Ordinario. Ciclo –CLECTURAS: Hebreos 12,18-19.21-24; Salmo 47; Marcos 6, 7-13 PALABRA QUE DA VIDA …VAYAN… 1. Hagamos las LECTURAS Llamó Jesús a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto. Y añadió: "Quédense en la casa donde entren, hasta que se vayan de aquel sitio. Y si un lugar no los recibe ni los escucha, al marcharse sacúdanse el polvo de los pies, para probar su culpa." Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban. 2. MEDITEMOS la lectura a. ¿Qué dice el texto? Jesús envía a sus discípulos de dos en dos según la costumbre de la época. Les da instrucciones precisas: ir ligeros de equipaje, no malgastar el tiempo parados en los caminos; ser mensajeros de paz y de armonía, y, sobre todo, preparar las condiciones para el anuncio del Reino. Los discípulos cumplen cabalmente la encomienda del maestro. En la última conferencia del Episcopado Latinoamericano celebrada en el Santuario de Aparecida (Brasil) en el 2007, el lema y el tema fue: “Discípulos y misioneros de Jesucristo, para que los pueblos en Él tengan vida”. Los pastores allí reunidos nos invitan a recrear nuevamente la misión evangelizadora en el continente de la esperanza. Pero hoy entendemos la evangelización no como colonización y adoctrinamiento, sino como propuesta, invitación y proyecto de vida donde todos los pueblos tengan un lugar para alentar la esperanza y edificar la paz. Entendemos la misión evangelizadora como un espacio de encuentro y diálogo, respetuoso y profundo, entre culturas, expresiones religiosas y pueblos diversos. – ¿Cómo estamos participando en esta Misión Continental, iniciada hace algunos años, a raíz de Aparecida? ¿Qué frutos de diálogo y encuentro diverso hemos tenido en nuestras comunidades de fe? b. ¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy? El -Vayan- del Maestro debería ser motivo de reflexión constante. Ese vayan significa -más allá de la obviedad- que es distinto al esperar que vengan los hermanos mientras nos instalamos cómodamente en nuestros lugares: Dios ha salido al encuentro del hombre en Jesús, hermano y Señor nuestro e invita a sus discípulos -a nosotros- a hacer lo mismo que Él, a ir al encuentro del otro, a no esperar, a salir de nosotros mismos. Es lo que llamamos misión, y nos ha quedado marcada el alma con su mandato desde el mismo Bautismo. Y la misión ha de tener como fundamentos esenciales el ir sin nada, confiando en la Providencia de Aquél que nos envía y en la solidaridad de quien nos recibe, formando comunidad; no hay que preocuparse por la comida, es más, hay que sentarse a la misma mesa de quien recibe al misionero, al igual que el Maestro gustaba celebrar la vida con quienes les anunciaba la Buena Noticia; aceptar la hospitalidad que se nos brinde, pues no se trata de ir flotando de un lado hacia otro, sino compartir los días, los trabajos, penas y alegrías de quienes somos enviados. El Maestro asume para sí el anunciar la Buena Nueva a los pobres, la liberación de los oprimidos, la redención de los cautivos, la salud de los enfermos. Es año de Gracia y Misericordia, es año de jubileo, es tiempo de júbilo para toda la humanidad, es tiempo de Dios con nosotros. No es poca cosa... y no es tampoco cuestión de irnos lejos -que es una vocación muy especial-: nuestra misión comienza en el hogar y continúa con los que tenemos más cerca. Habría que pensar como asumimos nosotros esa misión, tan claramente como la asumió Jesús, sin falacias torpes ni sofismas elaborados que la desdibujen, y con los cuales pretendemos cambiar el sentido real de nuestro mandato, para nuestra conveniencia. Llevamos en nuestras vasijas de barro este tesoro de Buenas Noticias, liberación y salud con el poder del Amor de Dios. Nada más nos hace falta. 3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón Con lo que nos gusta estar cómodamente sentados en un templo, si tiene aire acondicionado mucho mejor, oyendo lo que el cura dice. Y luego a mi casita. Y encima me acuesto pensando que Dios me sale a deber. Recordemos que son millones y millones los seres humanos que no han oído la buena noticia de que Dios los ama, que sufren las consecuencias de la violencia y de la guerra, del hambre y la opresión. De todo eso los puede liberar el Evangelio que Cristo nos manda predicar. ¿Y entonces? 4. OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios? Señor, te pedimos confiada y humildemente que nos ayudes a aceptar nuestra vocación al apostolado, porque queremos que muchas almas te conozcan, te amen y te alaben. Fortalécenos para que el egoísmo y la comodidad no nos impidan trabajar generosamente por la salvación de las almas. Amén. 5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy? Motivación: Nos convoca a todos y a cada uno, sólo unidos de un corazón confiado. Nos manda con su poder a predicar la conversión, la vida nueva, la Buena Noticia, la curación de los enfermos, el socorro a los necesitados. No debemos sentarnos a esperar que vengan las gentes...debemos salir, debemos ir, no vamos solos. Para el camino, Señor, no llevo oro, ni plata, ni dinero en el bolsillo: me fío de tu Palabra. Ni tengo alforja, que me basta tu compañía y el pan de cada día. Tampoco bastón, que mis hermanos me animan y dan la mano cuando el camino se hace duro, sangro, tropiezo y caigo. Túnica, la puesta y basta, que no tengo que ocultar nada, y el frío y el calor se atemperan cuando se comparten, en familia. Y sandalias, unas de quita y pon, bien ajustadas, para que no hagan callo las cosas, andar ligero y no olvidarme del suelo que piso cuando tu Espíritu me levanta, me mece libre, al viento, me lleva y me arrastra. Casi ligero de equipaje… ¡Yo te sigo! Eso me basta.