Tu preocupación te hace culpable Por Marcela Carballo A lo largo

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Tu preocupación te hace culpable
Por Marcela Carballo1
A lo largo de nuestra vida mantenemos dos emociones que son innecesarias y que
perjudican nuestra paz mental: la culpabilidad y la preocupación. El mundo está lleno de
personas que se sienten mal por algo que no deberían de haber hecho o asustados por cosas
que pueden llegar a pasar.
La culpabilidad quiere decir que gastamos los pensamientos del presente al estar pensando
en el pasado, mientras que la preocupación inmoviliza el ahora por algo que está en el
futuro y que no tenemos control alguno sobre ello.
Examinemos estos dos factores con más atención. Los seres humanos funcionamos como
una máquina de culpabilidad. Una que respira, habla, camina y reacciona con cargas de
culpa cada vez que nos ponen el combustible apropiado, el cual es generado con facilidad,
ya que vivimos en una cultura productora de culpa.
Existen dos formas básicas de culpabilidad, la residual y la autoimpuesta. Podemos
considerar la culpa residual como una reacción a recuerdos de normas que nos fueron
impuestas en la niñez y que aún estamos tratando de cumplir. Por ejemplo, hay frases
típicas que complementan dicha culpabilidad: "Si haces eso otra vez, ningún niño será tu
amigo", "Haz lo que quieras, al final, yo sólo soy tu madre".
Por otro lado la culpa autoimpuesta, su nombre lo dice, es la que nos imponemos nosotros
mismos cuando infringimos una regla o hacemos algo que para los demás o la sociedad
está mal. Ejemplo de esto es cuando nos enojamos con alguien y luego viene el sentimiento
de culpa por haberlo hecho. Nuestra culpabilidad, independientemente de cual sea la causa,
trae un deseo de querer cambiar la historia, de que las cosas no sean como son, pero la
historia ya está escrita y nosotros no podemos hacer nada al respecto.
Hay que preguntarnos a nosotros mismos lo que estamos evitando en el presente por culpa
del pasado, y sobre todo hay que evaluar las verdaderas consecuencias de nuestro
comportamiento y de esa manera comprobar si vale la pena seguir martirizándonos con lo
que pasó.
Ahora bien, ¿por qué nos preocupamos? ¡No hay nada de qué preocuparse! Hasta en la
biblia está escrito, pero lastimosamente la sociedad en que vivimos alienta y da alas a la
preocupación. Casi todo el mundo desgasta su tiempo preocupándose por el futuro o por
cosas que sucederán.
Las preocupaciones impiden que vivas tu vida normalmente. Pensemos, ¿qué te preocupa
en este momento? ¿Tu salud, tu trabajo, tus estudios, tu familia, la seguridad, la economía,
el dinero, la muerte? Aunque no quieras, siempre vas a estar preocupado por algo, ya que
la sociedad nos ha impuesto ese patrón de comportamiento y le da más importancia a la
preocupación que a la acción, siendo este el mejor antídoto para eliminarla.
Debemos empezar a ver el presente como un tiempo para vivir en vez de obsesionarnos con
el futuro. Pregúntate: ¿Podré cambiar algo como resultado de mi preocupación? Poco a
poco el ser humano debe aprender que no se gana nada positivo con este sentimiento.
Finalmente, el vivir el presente es la clave para comprender nuestras actividades de culpa y
preocupación. Aprender a vivir el día a día no es tarea fácil, pero es mejor que perder
nuestro tiempo en cosas del pasado que no podemos cambiar o del futuro que no sabemos si
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Literatura Aplicada a las Comunicaciones, ciclo 1-2014.
serán. Hay un dicho muy conocido que lo resume todo: "Vive el hoy porque el ayer ya fue,
y el mañana no existe".
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