Juzgado: Vigilancia Penitenciaria Causa: Expte. 2888/2004 Rollo: 516/2005 AUTO Nº 392-05 Ilmos. Sres.: D. JOSÉ MANUEL DE PAÚL VELASCO Dª MARGARITA BARROS SANSINFORIANO D. FRANCISCO GUTIÉRREZ LÓPEZ En la ciudad de Sevilla, a tres de octubre de 2005. ANTECEDENTES PRIMERO.- Mediante escrito dirigido al Juzgado de Vigilancia Penitenciaria el 12 de julio de 2004, D. J. P. D. interno en el Centro Penitenciario de Sevilla, formuló ante el Juzgado de Vigilancia Penitenciaria queja sobre su inclusión en el Fichero de Internos de Especial Seguimiento y sobre las limitaciones regimentales que decía derivadas del mismo. A este escrito acompañaba otro del interno D. L.P.D, en el que igualmente se interponía queja por la inclusión en el FIES, dando por reproducidas las alegaciones contenidas en el escrito de su hermano. Sin reparar en este segundo escrito, el Juzgado incoó expediente de queja exclusivamente en relación con el primero, y tras recabar la información que estimó pertinente del Centro Penitenciario, y previo informe desfavorable del Ministerio Fiscal, la Sra. Juez sustituta del Juzgado de Vigilancia Penitenciaria de Sevilla desestimó la queja planteada por el interno J.P., mediante auto de 1 de septiembre de 2004. Contra este auto interpuso el interno recurso de reforma que fue impugnado por el Ministerio Fiscal y desestimado por auto de 4 de noviembre de 2004. Contra este auto interpuso a su vez el interno recurso de apelación, que fue admitido en un solo efecto por providencia de 2 de diciembre de 2004. SEGUND0.- Designados al interno Procuradora y Abogado de oficio que formalizaron el recurso de apelación, se remitieron los autos originales a la Audiencia Provincial, esta vez con escrito del Ministerio Fiscal fechado el 13 de julio de 2005 en el que interesaba la estimación parcial del recurso, exclusivamente en lo relativo a las limitaciones regimentales consistentes en prohibición de salidas al campo de fútbol y cambio quincenal de celda. Al expediente se añadió un escrito del interno apelante, recibido el 10 de enero de 2005 y al que se adjuntaba una notificación de la Dirección del Centro comunicándole la prohibición de acudir a conciertos al aire libre. TERCERO.- El conocimiento del recurso correspondió por reparto a esta Sección Cuarta, a la que fue turnado el asunto el día 7 de septiembre de 2005, designándose ponente al Magistrado Sr. de Paúl Velasco el siguiente día 9, desde cuya fecha pende el recurso de apelación, que se dicta rebasado el plazo legal por acumulación de asuntos anteriores o más urgentes y por la propia complejidad de éste. 1 FUNDAMENTOS JURÍDICOS PRIMERO.- El recurso del interno y de su defensa se plantea frontal y directamente contra la inclusión de aquél en el Fichero de Internos de Especial Seguimiento, dentro de la categoría denominada de narcotraficantes (en lo sucesivo FIES y FIES-2, respectivamente), inclusión que fue acordada por resolución de la Dirección General de Instituciones Penitenciarias de 3 de abril de 2001 (folio 68 del expediente); y sólo de modo subsidiario se dirige contra determinadas limitaciones regimentales impuestas por la Dirección del Centro y que se dicen derivadas de tal inclusión (folios 7 y 81). Este planteamiento impugnativo nos obligará, pese al apoyo sustancial del Ministerio Público al motivo subsidiario, a comenzar sentando la opinión jurídica del Tribunal, que se enfrenta por primera vez a este problema, acerca de la cobertura legal del discutido fichero, de las condiciones para la inclusión en el mismo, de las posibilidades de control al respecto de los órganos de la subjurisdicción penitenciaria y del alcance y consecuencias de tal inclusión. Contamos para esta labor de principio con la ventaja de que, si bien todas las cuestiones aludidas siguen siendo controvertidas para un sector de la doctrina, en cambio en la praxis judicial se ha decantado en los últimos cinco años un cuerpo de opinión sustancialmente conforme, facilitado por la revisión de su postura anterior (expresada en autos como el 503/1998, de 6 de mayo, el 58/1999, de 2 de enero, o el 92/1999, de 28 de febrero) que llevó a cabo la Sección Quinta de la Audiencia Provincial de Madrid a partir de su auto 271/2001, de 9 de febrero, luego seguido por el propio Tribunal especializado madrileño en autos como el 32/2002, de 11 de enero, el 174/2004, de 23 de enero, o el 335/2004, de 10 de febrero, y también por otros tribunales provinciales, como la Sección Primera de la Audiencia de Córdoba (auto 230/2002, de 4 de julio), la Sección Primera de la Audiencia de Jaén (auto 90/2002, de 16 de julio), o la Sección Primera de la Audiencia de Ciudad Real (auto 43/2005, de 7 de marzo). Como se verá, y no podía ser de otra manera, también la opinión del Tribunal que ahora resuelve coincide en lo fundamental con la que integra esa corriente judicial dominante, aunque no sin ciertos matices de alguna importancia práctica, que no nos ocuparemos de destacar especialmente, pero que no pasarán inadvertidos a un observador atento e impuesto en la materia. SEGUNDO.- Pues bien, tras tan largo proemio podemos ya sintetizar cuál es la opinión jurídica del Tribunal acerca del objeto principal del recurso, esto es, la problemática general que suscita la propia existencia del FIES y la inclusión de un determinado interno en cualquiera de sus subgrupos. Tal opinión se articula en torno a las siguientes consideraciones encadenadas: Primero.- La existencia del FIES, actualmente regulado por la Instrucción de la Dirección General de Instituciones Penitenciarias 21/1996, de 16 de diciembre, no ofrece ningún problema de legalidad, en cuanto constituye exclusivamente, según la propia Instrucción, una mera base de datos en la que se almacenan los referidos a la situación penal, procesal y penitenciaria de determinados grupos de internos que, en atención a los delitos cometidos, repercusión social de los mismos, pertenencia a bandas organizadas y criminales, peligrosidad u otros factores, aconsejan un especial seguimiento administrativo; configurándose como una mera prolongación del expediente o protocolo personal del interno, que facilita 2 una rápida localización de cualquier dato de interés para los fines de retención y custodia que el artículo 1 de la Ley General Penitenciaria atribuye a las instituciones penitenciarias y, más en general, para la mejor dirección y organización de la actividad penitenciaria. Como señala el ya mencionado auto 271/2001 de la Sección Quinta de la Audiencia de Madrid, "no puede negarse a la Administración Penitenciaria el establecimiento de mecanismos contemplados en el ordenamiento jurídico para hacer frente a cualquier eventualidad en el ejercicio de sus competencias, y es evidente la existencia de internos especialmente peligrosos y conflictivos, cuyas interconexiones requieren la utilización de las técnicas informáticas modernas con el fin de contrarrestar la cada vez mayor organización de grupos de delincuentes con notorios intereses en el ámbito penitenciario". Sobre esta base, la instauración y funcionamiento del FIES encuentra actualmente su base normativa habilitante en la Ley Orgánica 15/1999, de 13 de diciembre, de Protección de Datos de Carácter Personal (que sustituyó a la Ley Orgánica 5/1992, de 29 de octubre, de Regulación del Tratamiento Automatizado de los Datos de Carácter Personal, que es la que todavía citan el auto im pugnado y el Ministerio Fiscal), singularmente en sus artículos 6.2 y 7.5, así como en los artículos 6 a 9 del Reglamento Penitenciario, relativos precisamente a la protección de los datos de carácter personal de los ficheros penitenciarios. Especialmente hay que subrayar que el FIES fue adaptado a la regulación establecida por la Ley Orgánica 15/1999, como prescribía la disposición adicional primera de ésta, mediante la Orden INT/3764/2004, de 11 de diciembre (BOE del 17), en la que el FIES figura con el número 45 de su Anexo II. La citada Orden derogó la anterior de 26 de julio de 1994, dictada en cumplimiento de la norma similar de la LORTAD, que es la citada por la Juez de Vigilancia y por el Ministerio Fiscal. En definitiva, errores de selección normativa aparte, hay que concluir, de acuerdo con este último, que el FIES resulta ser plenamente legal y su existencia está públicamente homologada. Segundo.- Es claro, por otra parte, que toda la legalidad y legitimidad que ostenta el FIES, en cuanto mero fichero de datos e instrumento de conocimiento para la Administración Penitenciaria, la perdería radicalmente si, subvirtiendo su función declarada, operase en realidad como sustento de un régimen más severo para los internos incluidos en cualquiera de sus categorías, repercutiendo en un tratamiento despersonalizado o por grupos de internos o en cualquier género de discriminación, y convirtiéndose así de una base de datos en una "base de trato" y de instrumento de conocimiento en instrumento objetivamente sancionador. En este sentido, el automático reflejo en la situación penitenciaria del interno de los datos recopilados en ficheros automatizados está terminantemente prohibido tanto por el artículo 13 de la Ley Orgánica de Protección de Datos (y antes por el artículo 12 de la LORTAD) como, específicamente, por el artículo 6.1 del Reglamento Penitenciario. Aunque sea incidentalmente, y en relación a una medida tan específica como la intervención de comunicaciones, el Tribunal Constitucional ha tenido también ocasión de declarar que la mera inclusión de un interno en el FIES no constituye fundamento suficiente, precisamente por falta de individualización, para legitimar tal restricción de derechos (sentencias 170/1996, de 29 de octubre, y 175/1997, de 27 de octubre, en ambas FJ.5). Pues bien, por más que la Instrucción 21/1996 proclame enfáticamente en su apartado A.1 que la inclusión de un interno en el FIES en ningún caso prejuzga su clasificación, veda su derecho al tratamiento ni supone "la fijación de un sistema de vida distinto de aquel que reglamentariamente le venga determinada", el Tribunal alberga serias 3 dudas de que, al menos esto último, no resulte desmentido, en cuanto a los internos incluidos en el FIES-2, por algunas de las prescripciones contenidas en el apartado A.5 de la propia Instrucción, y en concreto por la que veda de modo automático y general a los internos incluidos en este fichero la posibilidad de obtener destinos extramodulares ni de los llamados de confianza (por más equilibrios de interpretación gramatical que algunas resoluciones efectúen para hacer decir al precepto algo distinto de lo que con toda claridad, aunque con una coma de más, claramente dice), y por la que dispone, con igual generalidad y automatismo, que sean cambiados periódicamente de celda, sin dejar margen para la apreciación de la verdadera necesidad de esos cambios periódicos en cada caso concreto o de la suficiencia de medidas de control menos aflictivas. Sin embargo, por más que juzguemos que normas como las mencionadas carecen manifiestamente de base legal habilitante y vulneran por consiguiente el principio de jerarquía normativa, no menos evidente nos parece que los órganos de la subjurisdicción penitenciaria carecen de competencia para declarar la ilegalidad de una norma administrativa, sin perjuicio de que, al resolver el caso concreto, conforme al artículo 6 de la Ley Orgánica del Poder Judicial, puedan dejar de aplicarla y, por consiguiente dejar sin efecto todas aquellas restricciones regimentales que no se justifiquen en las circunstancias individuales del interno afectado y se basen únicamente en su mera inclusión en el FIES-2. Tercero.- Por lo que se refiere a la inclusión de un interno en el FIES, a la luz de lo expuesto en las dos consideraciones anteriores fácilmente se comprenderá que este Tribunal estime que los órganos de vigilancia penitenciaria carecen de cualquier competencia de control al respecto. Si el FIES es una mera base de datos perfectamente legal en sí misma y sometida al mismo régimen que otras, que la Administración sólo puede utilizar como fuente de conocimiento y a la que no puede ir asociada por sí sola ninguna consecuencia regimental desfavorable, la subjurisdicción penitenciaria nada tiene que decir frente a lo que constituye ejercicio de una potestad autoorganizativa de la Administración en el marco de relaciones de sujeción especial. En otras palabras: el Centro Directivo tiene perfecto derecho a incluir en alguna de las categorías del FIES al interno que, con base en fuentes-lícitas de información, considere que, por sus características personales, penales, penitenciarias o criminológicas, encaja en cualquiera de ellas, aunque este juicio resulte a la postre equivocado. El interno conserva siempre la posibilidad de acceso, oposición y rectificación por el procedimiento que regulan los artículos 17 y 18 de la Ley Orgánica 15/1999, del que no está excluido el FIES y que, frente a la eventual denegación por el Centro Directivo, contempla la posibilidad de reclamación ante la Agencia Española de Protección de Datos y en último término de recurso contencioso-administrativo. En ese procedimiento los órganos de vigilancia penitenciaria no tienen ningún papel que desempeñar, porque se trata de una cuestión en sí misma ajena a sus competencias. Particularmente hay que rechazar la consideración que se efectúa en el recurso de que la Administración no pueda incluir en el FIES-2, que la Instrucción 21/96 reserva a narcotraficantes integrados en grupos organizados o colaboradores con ellos, a aquellos internos que, aun condenados por delito contra la salud pública, no lo hayan sido por el subtipo agravado que actualmente sanciona el artículo 369.1.2 del Código Penal, como es el caso del apelante. Debería ser ocioso señalar que el concepto de organización criminal no tiene por qué coincidir en el ámbito estrictamente jurídico-penal y en el criminológico, que es el que interesa a efectos penitenciarios, y que, como quiera que se ha eliminado de 4 antemano cualquier consecuencia jurídica desfavorable asociada a la inclusión en el FIES, la presunción de inocencia es ajena a esta materia, de manera que la Administración penitenciaria puede reputar como real algo que la sentencia no haya estimado suficientemente acreditado para declararlo probado -de ahí, también, que sea perfectamente lícita la inclusión en el FIES de presos preventivos-, si acaso con el único límite pero esto es cuestión a dilucidar en el procedimiento de oposición o rectificación antes mencionado- de que no podrá incluir en el FIES a un interno sobre presupuestos fácticos que una sentencia firme haya declarado positivamente falsos. Cuarto.- En definitiva, nuestra postura general sobre la cuestión objeto del recurso se resume así: el FIES es perfectamente legal y los órganos de la subjurisdicción penitenciaria carecen de competencias de control sobre la inclusión de un determinado interno en cualquiera de sus categorías. Pero, por otro lado, la inclusión en el FIES no puede llevar asociada por sí misma ninguna consecuencia desfavorable para el interno en los ámbitos de régimen y tratamiento penitenciario, ni ninguna medida que suponga una alteración restrictiva respecto a las condiciones generales de vida de los internos clasificados en el mismo grado. Si la Administración penitenciaria considera necesario adoptar alguna medida de este tipo -entre las que claramente se incluyen las limitaciones de destinos y salidas o los cambios periódicos de celda- deberá acudir para ello a la vía de las limitaciones regimentales contempladas en el artículo 75.1 del Reglamento Penitenciario, lo que, como muy bien indica el Ministerio Fiscal en sus alegaciones, implica motivación individualizada del acuerdo y la dación de cuenta Juzgado de Vigilancia Penitenciaria, a efectos de control de legalidad y procedencia. TERCERO.- La simple proyección de los criterios acabados de exponer sobre el supuesto origen de la queja del interno apelante determina que haya de ser desestimado el motivo principal de la misma, atinente al propio hecho de su inclusión en el FIES-2, y que, en cambio, haya de ser sustancialmente estimado, con el apoyo del Ministerio Fiscal, el motivo subsidiario que impugna todas las medidas regimentales adoptadas por la Dirección del Centro con base en esa inclusió n. No obstante, convendrá hacer respecto de estas últimas algunas breves observaciones, a saber: Primero.- De las "especiales medidas regimentales" enumeradas en la nota interior de 12 de julio de 2004, debe quedar en vigor la número 3, relativa al control de llamadas telefónicas del interno, pues en dicho apartado no se establece ninguna restricción adicional al sistema que con carácter general regula para este tipo de comunicaciones el artículo 47 del Reglamento Penitenciario y que en la actualidad se lleva a cabo para todos los internos mediante mecanismos automatizados. Segundo.- Por las mismas razones deben quedar en vigor, de la medida número 4, aquellos apartados que establecen la consignación diaria en el libro de incidencias de los movimientos, requisas y cacheos realizados al interno y la elaboración por la Jefatura de Servicios de un informe quincenal sobre la conducta y relaciones del mismo: pues ambas medidas no suponen en sí mismas ninguna restricción especial del régimen de vida del interno, sino tan sólo una :mayor vigilancia y acopio de datos sobre el mismo, a la que la Administración penitenciaria tiene perfecto derecho en ejercicio de sus competencias. Lo mismo vale para la comunicación telefónica que prevé la medida número 1 para caso de salidas extramodulares del interno, entre la dependencia de origen y la de destino. 5 Tercero.- Podría plantearse también si el cambio periódico de celda no constituye igualmente un ejercicio de la potestad autoorganizativa de la Administración penitenciaria, al modo de los destinos o traslados de centro. Pero coincidimos.con el Ministerio Fiscal en su sensible observación de que, sin perjuicio de las competencias que al Director del centro atribuye el artículo 28D.2.9° del Reglamento Penitenciario, un sistema de cambio de celda planificado en abstracto, sin motivación individualizada, con una periodicidad tan frecuente y sin ninguna fundamentación acerca de la necesidad; proporcionalidad y subsidiariedad de tal medida respecto de otras menos aflictivas de observación y control, supone una incidencia peyorativa injustificada respecto al régimen general de ~ de los internos clasificados en igual grado, en la medida en que afecta a la intimidad del interno -que en el ámbito penitenciario se proyecta sobre la celda en que ha de pasar al menos doce loras al día- y a aspectos de estabilidad personal asociados a la intimidad. Cuarto.-.Discrepamos en cambio del Ministerio Fiscal cuando éste considera justificada la exclusión de destinos extramodulares, pues las razones de seguridad y control que para tal medida se aducen adolecen de igual abstracción y falta de motivación individualizada que las restantes. Curiosamente, el Ministerio Fiscal, reserva al interno el derecho a fo rmular queja contra exclusiones específicas e individualizadas -lo que a nuestro juicio supone invertir los términos del adecuado planteamiento de la cuestión- y ha informado favorablemente en otro expediente de tramitación coetánea la queja del interno acerca de su exclusión de la lista de asignación de destinos remunerados. Pero, como quiera que todos los destinos remunerados son extramodulares, pero no al revés, no vemos razón para establecer una distinción entre el tratamiento de unos y otros, siempre, claro está, sin perjuicio de lo dispuesto en el artículo 75 del Reglamento Penitenciario. La medida que nos ocupa debe, pues, ser igualmente dejada sin efecto. Quinto.- Finalmente, la anulación de medidas regimentales restrictivas debe extenderse también a la contenida en la comunicación de 20 de septiembre de 2004, por la que se prohíbe al interno quejoso acudir a conciertos al aire libre, aunque tal medida no parece ser sino consecuencia o extensión de la de prohibición de salida al campo de fútbol, contenida ya en la nota de 12 de julio anterior y claramente afectada por la misma falta de justificación que las restantes. En los términos que resultan de lo expuesto, debe, pues, ser parcialmente estimado el recurso del interno. CUARTO.- Queda todavía por abordar una peculiar incidencia producida en la tramitación del incidente y no advertida hasta ahora. En efecto, como se expone en el antecedente primero de esta resolución, los reclusos quejosos eran en realidad dos: el ahora apelante y su hermano Luis, aunque el escrito de este último (folio 9 del expediente), por su brevedad en comparación con el de su hermano, fue preterido por todos los sujetos procesales hasta el mismo momento de dictar esta resolución. Así las cosas, la queja del otro interno no puede ser resuelta en este rollo; y ello no por la razón formal de que dicho interno no formuló recurso contra la denegación de la queja por el Juzgado -que tampoco le fue notificada a él-, sino por la razón más sustantiva de que ignoramos cuáles sean las concretas medidas regimentales que al mismo le hayan sido aplicadas en virtud de su inclusión en el FIES, ya que, a diferencia del aquí apelante, su hermano no ha aportado ninguna comunicación al respecto. No queda, pues, otro remedio que acordar el desglo se del escrito de queja formulado 6 por L.P.D. para que con él se incoe expediente separado, a resolver con libertad de criterio por la titular del Juzgado de Vigilancia, pese a que ello incida en dilatar aún más la resolución de un expediente ya demasiado prolongado. PARTE DISPOSITIVA VISTOS, además de los preceptos legales citados, el artículo 82.1.3º de La Ley Orgánica del Poder Judicial, la Disposición Adicional Quinta de la misma Ley, en la redacción dada a la misma por la Ley Orgánica 5/2003, de 27 de mayo, y los demás artículos de general y pertinente aplicación, la Sala ACUERDA: ESTIMAR PARCIALMENTE el recurso de apelación interpuesto por la Procuradora Sra. …, en nombre del interno D. J.P.D., contra el auto dictado el 4 de noviembre de 2004 por la Sra. Juez sustituta del Juzgado de Vigilancia Penitenciaria de Sevilla en el Expediente número 2888 del mismo año, que desestimó el recurso de reforma interpuesto por el interno contra otro de 1 de septiembre anterior que desestimó la queja formulada por el interno sobre su inclusión en el Fichero de Internos de Especial Seguimiento y sobre las medidas regimentales derivadas de dicha inclusión revocando en parte las resoluciones recurridas y acordando en su lugar lo siguiente: 1°.- No haber lugar a pronunciarse sobre la inclusión del interno apelante en el FIES-2, sin perjuicio de las acciones de oposición o rectificación que el interesado pueda ejercer por el procedimiento y ante los órganos establecidos por la Ley Orgánica de Protección de Datos de Carácter Personal. 2°.- Declarar no ajustadas a Derecho, y por consiguiente dejar sin efecto, las "especiales medidas regimentales" acordadas por la Dirección del Centro respecto al interno apelante en la nota de régimen interior de 12 de julio de 2004 y en la comunicación de 20 de septiembre de 2004, con la sola salvedad de las mencionadas en los dos primeros apartados del fundamento tercero de esta resolución, relativas al control de llamadas telefónicas, a las anotaciones en el libro de incidencias y a los informes quincenales; sin perjuicio de que la Dirección pueda adoptar nuevamente las mismas medidas revocadas u otras similares, con los requisitos y el procedimiento que para las limitaciones regimentales establece el artículo 75 del Reglamento Penitenciario, en los términos expuestos en el apartado cuarto del fundamento segundo de esta resolución. Antes de archivar el presente expediente, el Juzgado de Vigilancia deberá desglosar el escrito obrante al folio 9 de las actuaciones e incoar con él expediente separado relativo a la queja formulada por el interno D. L. P. D., recabando la información oportuna al respecto y resolviendo con libertad de criterio. Notifíquese esta resolución a las partes, haciendo saber a las mismas que contra ella cabe exclusivamente recurso de casación para unificación de doctrina, a preparar ante este Tribunal en plazo de cinco días a partir de la última notificación, con el contenido previsto en el artículo 42 de la L.0. 5/2000, y remítanse al Juzgado de Vigilancia Penitenciaria y al Centro Penitenciaria de Sevilla sendas certificaciones de lo resuelto para su ejecución. Así por este su auto acuerdan, mandan y firman los Ilmos. Sres. de la Sala. Doy fe. 7