La llamada regla de conducta de "seguimiento por los servicios

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La llamada regla de conducta de "seguimiento por los servicios sociales
correspondientes", no es técnicamente tal ni como tal está considerada en el Código
Penal (art. 90 en relación con el 105). La ley y el reglamento penitenciario (arts. 74 y 75
de la Ley, art. 228 del reglamento) contemplan los servicios sociales y la asistencia
postpenitenciaria esencialmente como una prestación de la Administración pública y
sólo en el art. 200 en relación con el 195-g del reglamento se encuentra una referencia
"el seguimiento y control de los liberados condicionales" que se encomienda a los
servicios sociales penitenciarios del Centro al que hayan sido adscritos con arreglo al
programa elaborado para el seguimiento de los liberados por la Junta de Tratamiento. A
este programa se incorporará las reglas de conducta que en su caso imponga el Juez de
Vigilancia (art. 200-2) 3) y 4).
En el presente caso no se ha aportado a los autos el plan de seguimiento de la
penada ni el Ministerio Fiscal recurre alegando imposibilidad o dificultad de cumplir tal
plan. Funda su alegato en razones formales (que la resolución debió adoptar forma de
auto) que puedan considerarse salvadas por el auto de 27-3-2000 y, en cuanto al fondo,
en que corresponde al Juez de Vigilancia autorizar los desplazamientos de los liberados
condicionales, y que en ningún caso tal autorización y la hipotética negativa puede
corresponder a los órganos administrativos y en concreto a los servicios sociales
penitenciarios ya que es actividad jurisdiccional "hacer eje cutar lo juzgado".
En este punto el Tribunal concuerda en parte con el Ministerio Fiscal, en lo que
sus alegaciones tienen de genérico en cuanto "hacer ejecutar lo juzgado", corresponde a
los jueces, pero disiente cuando se desciende al terreno concreto que se discute porque
lo que sostiene la Juez "a quo" no es que la competencia para autorizar esos permisos
sea de la Administración Penitenciaria -ya deja claro en el auto de 27-3-2000 que, en su
caso, debería ser objeto de una resolución judicial- sino que en este caso concreto no es
necesaria siquiera la autorización judicial.
En efecto cuando sea necesaria la Autorización para un desplazamiento esa
Autorización deberá ser efectuada por el Juez. Ahora bien la libertad condicional (arts.
90 y siguientes del Código Penal es en principio y sobre todo libertad y por tanto y
como valor superior del ordenamiento jurídico (art. 1 C.E) y derecho fundamental (art.
17 C.E, arts. 13 y 19 en cuanto a la libertad de deplazamiento) expansivo y sus
restricciones han de basarse en la Ley y estar claramente explicitadas y motivadas. El
carácter objetivo de condicional de esa libertad significa esencialmente que esa libertad
se condiciona a no delinquir y secundariamente, y, en su caso, a la observancia de las
reglas de conducta que previenen los arts 90 y 105 del Código Penal.
De estas reglas de conducta sólo las que se refieren la obligación de residir en
determinado lugar y la prohibición de residir en un lugar o territorio (art. 105- b, c y d)
afectan directamente a la libertad de desplazamiento. El resto de las reglas de conducta sumisión a tratamiento o a programas formativos, custodia familiar, prohibición de
acudir a determinados lugares, prohibición de aproximarse a la víctima... sólo afectan a
la libertad de circulación de forma indirecta funcional y limitada al cumplimiento de los
fines para los que se acuerda la medida o regla de conducta. En el presente caso ninguna
de las reglas que directa o indirectamente afectan a la libertad de desplazamiento ha sido
impuesta al acordar la libertad condicional. No consta que el plan de seguimiento de la
administración prevea limitación alguna en este sentido, y, de preverla, sería tan
discutible su legalidad que casi con certeza podría afirmarse que sería una limitación
legal ( ya se ha dicho además que no es argumento del recurso del Ministerio Fiscal). La
consecuencia pues es que la Juez de Vigilancia acierta cuando afirma que la penada no
necesita autorización para sus desplazamientos y basta con que los servicios sociales
postpenitenciarios los conozcan para que puedan efectuar el seguimiento.
No se trata pues de quien sea la Autoridad competente para autorizar los
desplazamientos sino de que dicha Autorización no es necesaria por que esos
desplazamientos forman parte del contenido y uso natural de la libertad y no hay
ninguna condición o regla de conducta que, amparada en la Ley, los limite. Por tanto el
recurso del Ministerio Fiscal debe desestimarse. Auto 1466/00, 25 de octubre de 2000,
JVP nº2, Exp.562/97
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