SISTEMA METRICO DECIMAL EN CR

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Tomado de: Anales del Liceo de Costa Rica de 1939. N.° 11 y 12.
EDITORIAL
SISTEMA MÉTRICO DECIMAL
Por Ley de 19 de julio de 1884 se
adoptó en Costa Rica para los pesos
y medidas el sistema métrico decimal
francés en las medidas de longitud,
superficie, volumen y peso, según
reza ese decreto. Hace, pues, más de
55 años que el legislador lo impuso
para las transacciones en la
República y sin embargo, con un
pretexto o con otro se elude de
continuo el cumplimiento de
preceptos que deberían ser
sinceramente acatados para evitar el
trastorno que siempre acarrea el
procedimiento de reducciones y la
inescrupulosidad de los traficantes en
perjuicio de los consumidores, los
cuales, en fuerza de una reiterada
tolerancia, están acabando por
avenirse a las mermas y cizas que a
diario y en muchas partes se hacen
como cosa lícita y recurso mercantil.
Tratando de facilitar la vigencia del
mandato legal, el Decreto Nº 6 de 20
de enero de 1926 dispuso lo
siguiente:
“A partir del 1º de julio del corriente
año queda prohibida la importación
de romanas, balanzas, pesas y
medidas de toda clase que no se
ajusten al sistema decimal”.
No obstante esos precisos textos, hoy
por hoy se trata por libras, arrobas,
quintales y hasta por onzas en las
farmacias y negocios en que se
expenden materias de alto valor y
corto consumo; se compra
igualmente por botellas y aún por
galones, por varas cuadradas
lineales, por manzanas y hasta por
caballerías. Los lotes de terreno
urbano se venden por vara cuadrada
y a veces en las escrituras se
consignan así los términos de la
transacción, haciendo después las
equivalencias correspondientes.
Todo esto significa que vivimos
apegados a la rutina, sumisos a una
costumbre no muy difícil de desterrar
en beneficio de la legalidad y la
exactitud. El consumidor es víctima
de las libras aun de 14 onzas y los
lecheros expendedores exigen al
comprar botella de 73 centilitros y dan
al comprador la de 67, resultando de
este modo un verdadero escamoteo
contra el cual se quejan
cotidianamente en los hogares. No
hay razón atendible para permitir esta
burla de la Ley y amparar con la
tolerancia de las autoridades
semejante irregularidad de la cual son
víctimas ricos y pobres, pero
particularmente los últimos, que
suelen surtirse en sitios de menores
escrúpulos.
La mencionada ley de 1884 fijó un
término prudencial para su vigencia
absoluta y dio el tiempo necesario
para generalizar el sistema métrico; al
efecto dispuso en sus artículos 4 y 5:
“Artículo 4.-Desde el día 10 de
agosto de 1885 todo el que
públicamente venda o compre al
por mayor o menudeo efectos de
cualquier clase, no podrá servirse
de otros pesos y medidas que las
autorizadas por la presente ley, y
desde la misma fecha se usará
también en todos los documentos
que deban presentarse ante los
jueces o tribunales”.
“Artículo 5.-Por cada infracción de
alguna de las disposiciones que
contienen los artículos anteriores
se incurrirá en una multa de dos a
diez colones y de cinco a
veinticinco si fuere empleado
público el infractor”.
La corruptela consentida contra leyes
dichas debe terminarse no sólo
mediante la acción enérgica e
ininterrumpida de las autoridades de
policía, sino por el concurso de la
educación en los diversos
establecimientos docentes. Es de la
mayor importancia que en escuelas
primarias, en los colegios de segunda
enseñanza, en la Escuela Normal
muy particularmente, en las escuelas
nocturnas y en cualesquiera otras
instituciones análogas, lo mismo que
en los planteles privados, se inculque
e imponga el uso del sistema métrico
como seguro de honestidad comercial
y como protección para los
consumidores contra el dolo de los
malos comerciantes. La unidad en las
medidas es principio de orden público
que la enseñanza nacional debe
explicar, ilustrar e infundir con las
objetivaciones y múltiples ejercicios
pertinentes y fijar en la forma intensa
en que se fijan los hábitos deseables
en una sociedad civilizada. No es
natural, ni lógico, ni jurídico que haya
esa diversidad de pesas y medidas
tan ocasionada el engaño y a
frecuentes rencillas que por mil
razones deben proscribirse.
Conviene con carácter de urgencia
establecer una corriente ilustrativa en
esta materia y realizar una
propaganda por todos los caminos
que puedan conducir al fin
perseguido obteniendo la
cooperación del comercio honorable,
la banca de agricultores civilizados y
muy especialmente de la prensa,
cuyo poder de penetración en la
masa del pueblo es actualmente bien
conocido. El radio, la imprenta, la
conferencia pública, la acción
doméstica, el rigor administrativo,
pueden hacer la transformación
deseada en poco tiempo, al cabo del
cual se conseguirá la uniformidad que
ha de ser garantía de pureza y
honradez en las ventas diarias, tan
maculadas ahora.
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