EL ORIGEN OLVIDADO DE LA COLINA EDIFICADA: LA ACRÓPOLIS DE ATENAS Nombre y apellidos: Raquel Enríquez Romero NIF: 31719257A RESUMEN: Se han realizado numerosos estudios sobre la acrópolis más representativa de la historia del arte, la acrópolis de Atenas, pero quizás a veces se desvirtúa su planteamiento inicial en pro del análisis formal exhaustivo de cada uno de sus edificios, entre los que destaca el Partenón. El presente artículo está centrado básicamente en un análisis del abrupto emplazamiento, para posteriormente señalar aspectos relevantes de la fiesta que dió origen a la modificación y disposición de cada uno de los edificios más representativos que en ella se encuentran. El presente artículo se puede utilizar como material complementario tanto en 1º de la ESO, en la asignatura “Ciencias Sociales: Geografía e Historia” cuando abordemos el estudio de “Grecia”, o bien, en 2º de Bachillerato, en la asignatura de “Historia del Arte”. La acrópolis de Atenas puede considerarse la más representativa de las acrópolis griegas. Situada sobre una cima, que se alza 156 metros sobre el nivel del mar, en una superficie de menos de tres hectáreas, se consiguió levantar el más notable conjunto de monumentos que nos ha legado la civilización griega. Por su fácil defensa la colina fue asentamiento humano desde la época neolítica (mediados del III milenio), dotándose en la época micénica de una rampa de acceso. Devastada por los persas, la Acrópolis no se había transformado ni remodelado en el momento en que Pericles y Fidias tomaron la dirección de las obras. Únicamente la muralla había recibido protección, y se había construido un pórtico en el recinto de Artemisa. Los nuevos proyectos se corresponden con los principios de un urbanismo lógico, claro, cómodo y racional. La entrada a la Acrópolis se realiza por una gran puerta llamada los Propileos, que prepara al visitante espiritualmente para introducirse en un recinto religioso, mediante sus dos alas que abrazan la ladera y el Templo de Atenea Niké, que se encuentra a su lado derecho y frontal, y que fue construido para conmemorar la victoria sobre los persas en la batalla de Salamina (448 a.C.). Al salir del propíleo el espectador tenía ante sí una gran estatua de bronce de nueve metros de altura de Atenea Promacos (“la que combate en primera lïnea”), realizada por Fidias, que se encontraba originariamente en el centro, y que se construyó para conmemorar la victoria de los atenienses sobre los persas en la batalla de Maratón. A la derecha, se encuentra la gran joya del Partenón o Templo de Atenea Partenos (la Virgen), obra pensada por Pericles en el siglo V como un santuario que superara todos los conocidos, encargando su construcción a Ictinos y Calicrates, entre los años 447 a 432. A la izquierda y al final de la Acrópolis está el Erecteión, templo jónico, construido en el periodo 420-406 a.C. en el lugar más sagrado de la Acrópolis, donde la diosa Atenea, patrona de Atenas, hizo que floreciera el olivo que regaló a Atenas. Destaca su célebre stoa o tribuna sostenida por seis cariátides. En la ladera sur de la Acrópolis se encuentran los restos de otros edificios entre los que destaca un teatro al aire libre llamado Teatro de Dioniso. Pero el objeto del presente análisis no será el estudio particular de cada obra, lo que exigiría bastantes páginas, sino el de un espacio que se caracteriza por dos aspectos: el peculiar aprovechamiento de una topografía difícil y la remodelación de este espacio subordinado a un itinerario religioso, a menudo olvidado. Si hablamos del aprovechamiento de la topografía, debemos señalar que la gran roca es en principio el lugar menos estimulante para el emplazamiento de un conjunto de edificios, por su difícil accesibilidad, su silueta alargada y el suelo irregular, con zonas deprimidas y rugosidades. El genio griego brilla en la transformación de este espacio tanto como en la calidad de cada una de las construcciones y la decoración escultórica que embelleció los principales edificios. Pero no debemos olvidar que el conjunto originario de la acrópolis partió del hecho social de las procesiones sagradas. Si analizamos el itinerario religioso ateniense, debemos apuntar que todos los años los atenienses celebraban el festival de las Pequeñas Panateneas y cada cuatro años las Grandes Panateneas que eran más majestuosas e incluían competiciones atléticas, hípicas, musicales y de otras artes. Los festejos y juegos comenzaban el día 21 del mes de “hecatombeón” (primer mes en el calendario ático) y duraban varios días hasta la noche del 27-28 en la que se celebraba la sagrada vigilia. Carreras con antorchas y canciones animaban a los atenienses a mantenerse toda la noche despiertos hasta la mañana del día 28 en que se celebraba la sagrada procesión que partía de la puerta del “Dípilon” en el barrio del “Keramikós”, pasaba por el Ágora y ascendía hasta la Acrópolis. La procesión iba encabezada por una fuerza militar compuesta por funcionarios, hoplitas, jinetes y carros, seguidos por una nave sagrada que llevaba como velamen el «peplo», un hermoso manto de lana que había sido tejido por sacerdotisas y en el cual estaba bordado una escena de la Gigantomaquia, mostrando a Atenea luchando con los gigantes. Cerraban la procesión grupos de ciudadanos que portaban ofrendas y animales para los sacrificios. Al pie de la Acrópolis se detenía la procesión y se descolgaba el peplo porque la pendiente era demasiado abrupta para que subiera la nave. La procesión iniciaba la ascensión a la Acrópolis, atravesando los Propíleos y finalizaba en el altar de Atenea Polias, en el Erecteion, donde se hacían sacrificios en honor de Atenea. Por último, el «peplo» se entregaba a los sacerdotes que lo usaban para vestir el «xoanón» de Atenea situado dentro del Erecteion. El recorrido de la vía sacra permitía a los atenienses el disfrute de todos los ángulos y de la silueta de las columnas del principal edificio del conjunto: el Partenón. Debemos detenernos en esta edificación ya que en el friso dórico que corona el pronaos y opistodomos y los muros laterales de la naos, estaba representada la procesión de las Panateneas en la que Fidias reprodujo magistralmente el mismo orden de su desfile real. Medía 160 metros, contaba con más de 350 figuras y fue esculpida entre los años 447438 a. C. La procesión de las Panateneas, que se inicia en la fachada occidental, avanza en dos filas, a la vez por el norte y por el sur, y termina ante la asamblea de los dioses, en la fachada oriental. En el lado occidental, figuran los preparativos, con personajes que se calzan las sandalias y enjaezan los caballos. Por los costados se ve avanzar a la caballería ya formada, precedida por carros con parejas de guerreros y por los que caminan a pie: ancianos con tallos de olivo, músicos tocando la lira y el aulos o doble flauta, jóvenes que llevan vituallas y, delante de todos, las muchachas atenienses (ergastinas) portadoras del peplo que regalan a los sacerdotes para que vistan a Atenea, la cual se acerca a la asamblea de los dioses sentados. En definitiva, se trataba pues de un espacio abrupto acondicionado para el desarrollo de una fiesta religiosa, y es que, a modo de conclusión, debemos decir que la vía de las Panateneas fue la que sirvió de eje vertebrador del espacio y de los edificios levantados en honor a Atenea, aunque si bien, su presencia ha sido olvidada en la mayor parte de los estudios actuales. BIBLIOGRAFÍA: - Barral i Altet, Xavier: “Historia Universal del Arte” Volumen II. Editorial Planeta, 1998. - De la Nuez Pérez, María Eugenia: “Las Panateneas: topografía de una fiesta” artículo de investigación del departamento de Historia Antigua de la Universidad Autónoma de Madrid. - Fernández A., Barnechea E., Haro J.: “Historia del Arte” Vicens Vives. 1997 - Blanco Freijeiro, A.: “Arte Griego” C.S.I.C. 1971. - Robertson, M.: “El arte Griego”Alianza. 1985