REFLEXIONES CATÓLICAS SOBRE LA BIBLIA Arquidiócesis de Miami - Ministerio de formación cristiana 24 de Abril de 2016 V Domingo de Pascua (Ciclo C) Lectura del Evangelio: Juan 13:31-33a, 34-35 Comentario breve: Con el quinto domingo de Pascua nos acercamos a la conclusión del Tiempo Pascual, y las lecturas de hoy nos llaman a considerar el significado de la Pascua para los cristianos y para el mundo. Durante el Tiempo Pascual, el testimonio de los primeros cristianos empuja e inspira a muchos hoy a continuar llevando el Evangelio al mundo, cristianos que frecuentemente enfrentan persecuciones, encubiertas y abiertas, y martirio. En la primera lectura de Los Hechos de los Apóstoles leemos sobre como las comunidades cristianas se expandían en el mundo Mediterráneo…una iglesia que se expande y acoge cada vez más a los gentiles. Así, también, leemos sobre el mensaje de “perseverar en la fe y soportar muchas pruebas…para entrar en el reino de Dios.” El salmo de hoy menciona al “reino” de Dios cinco veces mientras que proclamamos a Dios como rey ‘clemente, misericordioso, paciente y compasivo’. En la segunda lectura del libro del Apocalipsis, la ‘boda’ del que ‘se sienta en el trono’ y su ‘novia’, la ‘nueva Jerusalén’, nos llena de esperanza y gozo, sabiendo que ‘el futuro es todo bueno porque Dios es el futuro’: Dios ‘secará cada lágrima’ y ‘hará todo nuevo’ porque el ‘orden viejo’, sujeto al pecado, al sufrimiento y la muerte, pasará. Es Dios, “El que se sienta en el trono,” quien tendrá la última palabra. Sin embargo, es la lectura del evangelio de hoy – ya al punto de culminar el Tiempo Pascual y de reanudar el Tiempo Ordinario – que nos ofrece instrucciones para ser la Iglesia, para buscar el reino de Dios, y para avanzar la ‘vida del mundo futuro’ en nuestras vidas. La lectura del evangelio es tomada de la íntima y profundamente emotiva escena de la Ultima Cena en Juan, cuando Jesús ya había lavado los pies a sus discípulos y había orado intensamente por ellos. Es en esta escena, ya cerca su partida (su crucifixión y muerte), cuando él revela algunos de sus deseos más ardientes para ellos…su ‘voluntad y testamento’. Ahora, a punto de celebrar la partida exaltada de Cristo (su ascensión) a ‘la derecha del Padre en el cielo’, leemos de nuevo sus instrucciones finales que surgen de sus mas profundas preocupaciones, sentimientos y deseos, pero que son también una pieza esencial de su vida y enseñanza. Tan esencial es esta instrucción para la vida y misión de su Iglesia que le llama “un mandamiento nuevo” que el mismo imparte: “ámense los unos a los otros como yo los he amado.” No es simplemente “amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos”, porque no siempre nos amamos de veras. Aun lo que frecuentemente consideramos amor no es verdadero amor, sino egoísmo o narcisismo, o interés personal o hasta un auto-rechazo disfrazado. ¡Cuántas veces nos percibimos o nos tratamos a nosotros mismos pobremente, o hacemos decisiones que van en contra de nuestro verdadero bien! Jesucristo aquí llama a sus discípulos a verdaderamente amar ‘como hemos sido amados por el verdadero Amor’. Aquí Jesús es el modelo del verdadero amor: “y por este amor reconocerán todos que ustedes son mis discípulos, si se aman los unos a los otros.” Ningún logro, éxito, habilidad, mérito, pericia, o virtud es la marca distintiva. Hace dos domingos leímos cómo Jesús le preguntó a Pedro, “¿Me amas?” Hoy el mandamiento de amar sinceramente, valientemente, profundamente, creativamente, activamente, es propuesto como la razón detrás de todo que la Iglesia ha de ser y todo lo que la Iglesia a de hacer. Los cristianos hoy pueden ser tentados a pensar que esta ‘vía del amor’ es lo lógico o normal, y así darlo por sentado. Debemos tomar conciencia de la radicalidad del amor, de cuán revolucionario, y cuán escaso es este mandamiento en el mundo. El amor manifestado en Jesucristo es el regalo distintivo del cristiano a un mundo que necesita desesperadamente amo. La Iglesia ha de ser la comunidad del amor y para el amor, la que modele el amor para el mundo, la familia a la cual el mundo se une para poder experimentar ese amor, la que llega a tantos en necesidad de una compasión activa, la que ayuda a recrear un mundo guiado y formado cada vez más por ese amor, el fruto de la gracia de Dios en Cristo. La lectura de hoy nos presenta tres ideas importantes: Las lecturas hoy nos ofrecen una visión de lo que significa ser cristiano, basado en la fe (primera lectura), la esperanza (segunda lectura) y el amor (lectura del evangelio). El mandato de que nos amemos los unos a otros como Jesús nos ha amado fue dado en el contexto de la intensidad de la Ultima Cena. Como últimas palabras, este mandato expresa sus anhelos más profundos, y, por tanto, el peso de su importancia. De todas las posibles características, Jesús designa al amor como el verdadero espíritu que debe existir y florecer entre sus discípulos. El amor es el poder más radical, más revolucionario y transformador en el mundo. Es el sello de la vida de Jesús y de la misión de su Iglesia. Para la reflexión personal o comunitaria: Después de una pausa breve para reflexionar en silencio, comparta con otros sus ideas o sentimientos. ¿Cómo estoy llamado a confiar, esperar y amar? ¿Dónde veo ejemplos de verdadero amor cristiano en mi parroquia, familia, e Iglesia? ¿Cómo soy (y cómo es mi comunidad) un modelo de amor para el mundo - cómo llego al mundo con amor servicial activo y compasivo? Lecturas recomendadas: Catecismo de la Iglesia Católica, párrafos 1822-29