ESPÍRITU SIN OBSTACULOS Otro fragmento del discurso de

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ESPÍRITU SIN OBSTACULOS
Otro fragmento del discurso de despedida del Evangelio de Juan, leído en el evangelio
del domingo anterior, encontramos hoy en la lectura del Evangelio (Jn 14,15-21). Una
primera dificultad que presenta el texto está en el ruego que Jesús hace a sus discípulos
de guardar sus mandamientos. Habla de mandatos en plural, cuando poco antes, al
decir a los discípulos "Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os
he amado" (15,12), parece que se esté refiriendo a un solo y único mandamiento. Lo
mismo hace pensar 1Jn 4,21 que habla del mandamiento que hemos recibido de Jesús,
como si fuera un solo y único mandamiento. Una solución puede ser considerar que
amar es lo más importante y en este amar se engloba el cumplimiento de todo cuanto
está prescrito, al estilo del dicho de San Agustín: "Ama y haz lo que quieras".
Evidentemente que cuando Jesús habla de mandamientos no se refiere a un código de
leyes y preceptos, al estilo de la Ley judía. Los mandamientos de Jesús, en el evangelio
de Juan, son una propuesta de orientación de la existencia personal enfocada hacia la
aceptación de Jesús como revelador de Dios y único y seguro camino que a él nos lleva.
Los mandamientos de Jesús podemos descubrirlos esparcidos por todo el evangelio de
Juan. Vemos los que insisten en seguir su enseñanza: beber su agua para no tener más
sed (4,14); seguir su luz para no andar a oscuras (8,12); seguir la voz del buen pastor
para asegurar la unidad con él y con el grupo (10,4). Mandamientos orientados a
mantener la unión con Jesús: "El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí
y yo en él" (6,56) y también " Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. El que permanece
en mí y yo en él, da mucho fruto, porque sin mí no podéis hacer nada " (15,5). El
cumplimiento de ciertos comportamientos conlleva la vida (5,24 ; 6,51.54 ; 11,25).
Otros representan un cambio radical de la persona: "Hay que nacer del cielo" (3,7). No
están formulados en imperativo, sino que se presentan como propuestas, invitaciones,
no por ello desprovistas de fuerza y sólida exigencia.
Otra dificultad que puede presentar el texto es el hecho de nombrar defensor o Paráclito
al Espíritu Santo. El texto habla de otro defensor. ¿Quién ha sido el primero?
Evidentemente Jesús; él es el buen pastor que ha cuidado del rebaño (Jn 10); él ha
guardado los discípulos por encargo del Padre (17,12). Ahora será el Espíritu Santo el
que asumirá la función de guardar y proteger la comunidad.
En este pasaje el sentido del término "defensor " se refiere a aquel que es llamado a
declarar en un juicio en favor de alguien. Tiene una connotación de protección, también
tiene una carga jurídica. Para entender esta función de defensa, casi jurídica , del
Espíritu puede ser un acierto tener en cuenta un pasaje de Lucas donde Jesús promete a
los discípulos la presencia protectora del Espíritu: " Cuando os lleven a las sinagogas ,
los magistrados o las autoridades no preocuparos de cómo os defenderéis ni de qué
diréis, el Espíritu Santo os enseñará lo que debéis decir " (Lc 12,11s). El Espíritu Santo
suple cualquier estrategia de defensa. Si la lectura del texto de Lucas enriquece la
comprensión del texto de Juan, éste aporta un dato que puede iluminar, a su vez, la
comprensión de Lucas. Según Juan, el Espíritu habita en el interior de los discípulos.
Quiere decir, como mínimo, que los discípulos no han puesto obstáculos a la penetración
del Espíritu en su interior. Cuando Lucas dice que el Espíritu les enseña lo que deben
decir, quiere decir que el Espíritu ha penetrado en la persona y la hace hablar. El
Espíritu no actúa en lugar de la persona, no la anula, sino que la llena por dentro y la
transforma.
El Espíritu ha penetrado en el interior de los discípulos, ellos no han puesto obstáculos a
su presencia; la obra del Espíritu está a punto de comenzar; lo hará cuando la ausencia
de Jesús le abra de par en par todas las puertas.
Domingo 6 º de Pascua 25 de Mayo de 2014
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