Patologías digestivas y flujo de nutrientes al intestino grueso

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Patologías digestivas y flujo de nutrientes
al intestino grueso
J. Morales
14-nov-2002
El efecto promotor del crecimiento de algunas sustancias antimicrobianas evidencia con
claridad la influencia que la flora microbiana ejerce en el tracto digestivo de los
animales y sus producciones. Si bien no se conocen con claridad los mecanismos
responsables de este efecto, parte del mismo puede deberse al efecto restrictivo de la
flora microbiana en general, y en particular de los agentes más patógenos. En estómago
e intestino delgado la fermentación microbiana de componentes dietéticos puede restar
hasta un 6% de la energía neta al animal. Sin embargo, la fermentación microbiana en el
tracto digestivo posterior del cerdo, incluso de aquellos animales medicados, permite
aprovechar los substratos que resisten la digestión anterior, alcanzando a proporcionar
hasta un 25% de las necesidades energéticas de mantenimiento en forma de ácidos
grasos volátiles (AGV).
En el ganado porcino, la incidencia de diversas patologías digestivas como la diarrea de
los lechones o la disentería porcina, se ha relacionado con determinados caracteres
dietéticos, como el contenido en proteína o la presencia de determinados ingredientes.
Entre los ingredientes conflictivos destacan los cereales que, por su contenido en
polisacáridos no amiláceos (PNA) o almidón resistente, proporcionan un substrato
estimulante de la fermentación.
El flujo de nutrientes que alcanza el intestino grueso, y en particular el de carbohidratos
denominados como fibra dietética, depende principalmente del tipo y la cantidad de
alimento ingerido, aunque pueden intervenir otros factores, como la edad o las
características genéticas del animal. Dentro de la fibra dietética se incluyen los PNA,
principales constituyentes de la pared celular de los vegetales y, en última instancia, el
almidón resistente. La degradabilidad de los polisacáridos depende fundamentalmente
de su solubilidad y capacidad de retención de agua, factores ambos necesarios para un
contacto efectivo entre el substrato, los microorganismos y los enzimas. En general,
componentes solubles como el almidón resistente, pectinas o algunos b-glucanos y
arabinoxilanos, presentan una rápida y total fermentación. Otras fracciones como la
celulosa y los xilanos insolubles pueden resistir relativamente bien la fermentación. En
condiciones estables de fermentación, la presencia de carbohidratos fermentables se
reduce progresivamente a lo largo del tracto digestivo y la fermentación se va
orientando hacia la proteína, lo que determina una autolisis generalizada de la flora
microbiana y un incremento de especies bacterianas proteolíticas, algunas de ellas de
reconocida patogenicidad. Como consecuencia, se liberan AGV ramificados y otros
productos que resultan potencialmente dañinos para la mucosa, como el NH3 o el
escatol.
Las alteraciones digestivas pueden derivar tanto por un exceso como por un defecto de
fermentación. En particular, los PNA solubles presentes en diferentes cantidades en los
cereales de invierno, pueden favorecer la generación de un ambiente viscoso en
intestino delgado que facilite la colonización de la mucosa por agentes patógenos e
incremente la incidencia de enterotoxemias y diarreas, especialmente en lechones, que
presentan limitada capacidad de reabsorción de agua. En intestino grueso una
fermentación excesiva y rápida puede reducir excesivamente el pH digestivo mediante
la liberación de ácido láctico, lo que reduce la absorción de agua y puede generar una
diarrea osmótica. Sin embargo, una fermentación estable a lo largo del intestino grueso
y los AGV resultantes de la fermentación de carbohidratos, disminuyen la carga
osmótica en el lumen intestinal, y promueven la absorción contra gradiente de Na+ y
agua, otorgando a los carbohidratos un papel fundamental en la prevención de la
diarrea. La presencia de los AGV también determina descensos del pH inferiores a los
requeridos por algunas bacterias patógenas y, en el caso del butirato, también presenta
cierta actividad antimicrobiana frente a algunas poblaciones patógenas (Clostridium, E.
Coli o Salmonella).
En conclusión, atribuir efectos exclusivamente negativos a la fermentación microbiana
es una simplificación. La formulación de raciones prácticas y económicas contienen
carbohidratos complejos que, en menor o mayor medida, influirán sobre las
características de la microflora digestiva. En los lechones en transición, la presencia de
PNA solubles-viscosos y almidón resistente puede incrementar la incidencia de diarreas.
La selección de ingredientes y procesados como el cocido o extrusionado pueden
reducir estos efectos. Por el contrario, en los animales adultos parece conveniente
reducir la proteolisis en intestino grueso, por la llegada de proteína dietética o por la
propia autolisis microbiana. Entre las estrategias a escoger, puede ser interesante el
establecer una presencia de carbohidratos estable a lo largo de todo el tracto posterior,
aportando carbohidratos más resistentes o mediante una forma de presentación del
alimento más grosera.
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