Lectio Divina viernes 14 de febrero de 2014

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Lectio viernes 14 de febrero del 2014. 5º semana del Tiempo Ordinario Ciclo –A
Lecturas: 1REYES 11, 29-32; 12, 19; Salmo 80; Marcos 7, 31-37
PARA REFLEXIONAR CON LA PALABRA
¡ABRETE OÍDO!
1. Hagamos las LECTURAS
Dejó Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del lago de Galilea, atravesando
la Decápolis. Y le presentaron un sordo que, además, apenas podía hablar; y le piden
que le imponga las manos. El, apartándolo de la gente a un lado, le metió los dedos en
los oídos y con la saliva le tocó la lengua. Y, mirando al cielo, suspiró y le dijo:
«Effetá», esto es: «Ábrete.» Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba
de la lengua y hablaba sin dificultad. Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero,
cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo proclamaban ellos. Y en el colmo del
asombro decían: «Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos.»
2. MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?
Después de salir de la región de Tiro y atravesando la Decápolis, quiere decir, diez
ciudades del sureste de Galilea, consideradas paganas, es llevado ante Jesús un hombre
sordo y tartamudo. El evangelio de Marcos insiste mucho en el silencio después de un
milagro, pero entre más se prohíbe, más rápido se divulga la Buena Nueva de Jesús.
Estamos más que seguros que la intención de estos versículos es afirmar que lo que
Jesús nos pide es que abramos los oídos y soltemos la lengua, es decir que
comprendamos y anunciemos su Buena Nueva.
b. ¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy?
La imposibilidad de oír y escuchar, de mirar y ver y de expresarse eran signos de
castigo en los tiempos de la predicación de Jesús de Nazareth. Implicaba esa mentalidad
de desalojar la compasión y adjudicarle al que sufre la responsabilidad total del mal que
padece por pecados propios o familiares.
Esta postura -que también es una pseudocreencia- no nos es desconocida, y es una
actitud ética que tristemente persiste, ese espíritu maligno del por algo será, hay
desempleo porque no se busca con decisión un trabajo, hay prostitución y trata de
personas porque resulta conveniente para aquellas esclavas de ese terror, hay
adicciones porque muchos las disfrutan, hay enfermedades por no cuidarse, hay
vidas robadas y desaparecidas por causa de un compromiso político o religioso, sea
cual fuere...
Si nos detenemos un momento, en el ayer y en el presente persiste la dolorosa
negatividad del egoísmo que reniega de todo esfuerzo comunitario, propiciando un
individualismo cruel que separa y castiga.
La multitud no dejaba en paz al Maestro: todos estaban librados a su orfandad, pero se
quedaban en la imagen sanadora de Jesús, no más que eso, un profeta milagrero que los
aliviaba de sus pesares.
Por ello mismo, cuando le ponen frente a él a este hombre sordomudo, lo lleva a un
lugar apartado del gentío, y es toda una declaración silenciosa de principios: la
salvación implica romper con la rutina mundana, y quien en verdad no puede oír
ni hablar es esa multitud.
El sordomudo es liberado de su dolor, de la imposibilidad de escuchar y del
aislacionismo de expresarse: ya libre, no puede contenerse de anunciar la Buena
Noticia, todo el bien que Dios ha hecho en él.
No hay modo de silenciar ni de detener la fuerza increíble y maravillosa de la Gracia, de
la Buena Noticia.
Todo lo ha hecho bien, siempre pasa por nuestras vidas haciéndonos bien, y es
necesario que vuelva a abrirnos la escucha y la palabra para salir de nuestros encierros,
para ir al encuentro del que sufre, para hacer el bien y que se reconstruya la vida
derrumbada.
3. OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios?
Abre, Jesús, nuestros oídos sordos a tu Palabra, que es fuente de vida; suelta el nudo de
nuestras lenguas para que escuchemos tu voz bendita y te bendigamos en nuestra vida.
Recordamos tu grito, ¡Effetha!, que dispersó nuestros fantasmas. Demasiado tiempo te
hemos buscado en apariencias vacías, engaños del corazón, en seducciones de la antigua
serpiente. Danos, Señor, un corazón que escuche tu voz en el “silencio sutil”. Amén.
4. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy?
Motivación: El grito ¡Effatá! es necesario para que se abran las puertas que se le han
cerrado por la misericordia ausente y la compasión olvidada. SORDOS Y MUDOS
¡Danos oídos atentos y lenguas desatadas! Que se nos destrabe la lengua y salga de la
boca la Palabra inspirada. Que se nos abran los oídos para recibir la Palabra salvadora,
ya pronunciada, en lo más hondo de nuestras entrañas. Que se haga el milagro en los
sentidos de nuestra condición humana para recobrar la dignidad y la esperanza. Para el
grito y la plegaria, para el canto y la alabanza, para la música y el silencio, para el
monólogo y el diálogo, para la brisa y el viento, para escuchar y pronunciar tus palabras,
aquí y ahora, en esta sociedad incomunicada, Tú que haces oír a sordos y hablar a
mudos… ¡Danos oídos atentos y lenguas desatadas!
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