Adoración Eucarística. 14 de Junio 2016 “Alabanza a Jesús Misericordioso y Consolador en la ESCUCHA” Motivación: Jesús: Hoy quiero escuchar tu voz, pero falta silencio a mí alrededor. Enséñame a estar callado y a escuchar atento tu voz. Que tu Palabra ilumine mi vida, que tu Palabra me comprometa y me haga vivir en tu presencia, como lo hizo con Santa María Rosa Molas, mujer orante que escuchaba tu Palabra y en el silencio la fue haciendo vida. “Quien llega a probar cuan dulce es Dios no puede sin gran violencia dejar tan suave ejercicio de caminar en su presencia.” Señor, enséñame el arte de escuchar. Tú vienes hoy a visitarme y me invitas a abrir la puerta de mi corazón. Desde lo profundo de mí ser Te espero y te grito: ¡Ven Señor Jesús! Disponemos todo nuestro ser para estar junto a Jesús Eucaristía diciendo juntos…en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén Canto sugerido para la exposición del Santísimo… “TU MODO” Cristóbal Fones Exposición del Santísimo… Invocación al Espíritu Santo Consolador: Padre de misericordia, te alabamos y te damos gracias por todo el amor que continuamente derramas sobre nosotros. Gracias por el modo en que nos has llamado y convocado, por el modo en que Tú nos conduces y nos tienes en la palma de tu mano. Que tú Espíritu sea para nosotros fuente de unidad y comunión, que sea nuevo vigor, esperanza y amor en nuestro ser instrumentos de tu misericordia y consolación. Que tu Espíritu de libertad habite en cada uno de nosotros, en nuestra relación y compromiso con Jesús que está en cada hermano. Que tu Espíritu nos lleve a profundizar cada día más en una conversión del corazón, para poder ser, en medio de los hombres y mujeres de nuestro tiempo, presencia de tu amor redentor. Que tu Espíritu nos haga capaces de afrontar los desafíos del mundo de hoy, con corazones compasivos y arriesgados, siempre fieles al don recibido en nuestro carisma de Consolación. Qué como María, mujer de fe, permanezcamos abiertos y atentos, en humildad y gozo, al Espíritu que vive en nosotros y que nos envía. Canto sugerido: “SECUENCIA” Palabra de Dios: Creo en tu Palabra, Señor, que es Luz para el camino. Que ilumina nuestro andar y aclara nuestro horizonte. Luz que ayuda a discernir lo que es de Dios y del Reino, lo que suma a tu Proyecto, luz que crece al compartirla, luz que abriga y que convoca. Tu Palabra, Señor, es Luz para nuestra vida. Lectura divina del texto: ¿Qué dice el texto? Leemos el texto con mucha atención. Incluso puedes releerlo y detenerte en cada palabra o frase que te haya llamado la atención. La idea es que te imagines la escena que nos presenta el Evangelio. Según el evangelio de San Marcos (7, 31 – 37) 31 Se marchó de la región de Tiro y vino de nuevo, por Sidón, al mar de Galilea, atravesando la Decápolis. 32 Le presentan un sordo que, además, hablaba con dificultad, y le ruegan imponga la mano sobre él. 33 El, apartándole de la gente, a solas, le metió sus dedos en los oídos y con su saliva le tocó la lengua. 34 Y, levantando los ojos al cielo, dio un gemido, y le dijo: = «Effatá», que quiere decir: « ¡Ábrete!» 35 Se abrieron sus oídos y, al instante, se soltó la atadura de su lengua y hablaba correctamente. 36 Jesús les mandó que a nadie se lo contaran. Pero cuanto más se lo prohibía, tanto más ellos lo publicaban. 37 Y se maravillaban sobremanera y decían «Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos. » Palabra del Señor Música instrumental… - Al igual que la curación de la hija de la mujer sirofenicia de los versículos anteriores, seguimos ubicados en tierra extranjera, esta vez en la Decápolis (Literalmente “Diez Ciudades”: Era una región de diez ciudades al sureste de Galilea, cuya población era pagana). La acción salvífica de Jesús va dirigida a los paganos. Una vez más la idea de la apertura a todos sin discriminación. La universalidad de la salvación. - En esta ocasión, la sanación es a un sordomudo. Más concretamente le trajeron a un hombre “sordo” y también con un defecto para hablar. - El sordomudo simboliza la actitud cerrada del mundo pagano frente al proyecto de Dios: sordo para escucharlo y tartamudo para proclamarlo. La sanación del sordomudo ratifica la actitud de los paganos que poco a poco abren sus oídos a la Palabra de Dios. Pero también puede simbolizar a tantos que se encuentran incapacitados para comunicarse y se encuentran muy solos. Y así como algunos llevaron a Jesús al sordomudo para que lo curara, del mismo modo debemos preocuparnos de llevar ante el Señor, a los que sufren sordera para la Palabra y a otros mudez, para proclamar la Palabra de Dios. - En esta sanación obrada por Jesús se observa también la relación que existe con otros pasajes bíblicos. El primero del Antiguo Testamento, el de Isaías 35, 5-6. Y es precisamente este pasaje de Isaías el que citan las gentes: Es admirable todo lo que hace, los sordos oyen y hablan bien los tartamudos. Marcos subraya pues que Jesús cumple la gran esperanza prometida por Isaías. Es como una nueva creación, un hombre nuevo, ¡con oídos bien abiertos para oír y con la lengua bien suelta para hablar! Con la venida de Jesús hay un perfeccionamiento del hombre, una mejora de sus facultades: por la fe la humanidad adquiere como unos "sentidos" nuevos, más afinados. - El otro pasaje con la que se relaciona es la sanación del ciego (Mc 8, 22-26). En ambos casos encontramos sucesivamente un mismo "apartamiento" del enfermo (7, 33; 8, 23), una misma insalivación (7, 33; 8, 23), la misma insistencia de Cristo en recomendar silencio al beneficiario del milagro (7, 36ñ; 8, 26), una misma imposición de las manos (7, 32; 8, 22, 23), una misma reacción de los amigos que "llevan" al enfermo (7, 32; 8, 22). De ambos relatos se desprende, pues, una misma lección: no oír y no ver son signos de castigo (Mc 4, 10-12; 8, 22): la curación de la vista y la del oído son signos de salvación. Pero la salvación otorgada por Dios supone una ruptura respecto al mundo: si Cristo "lleva" al mudo y al ciego "fuera" para que vean y oigan, es porque la multitud, en cuanto tal, es incapaz de ver y de oír. - “Jesús lo apartó de la gente...” y después del milagro les “mandó que no se lo dijera a nadie…” Consigna del silencio. Hay que evitar que la muchedumbre saque enseguida la conclusión: es el Mesías. Pues este título es demasiado ambiguo. Debe ser purificado, desmitologizado por la muerte en la cruz. Cuando Cristo habrá sido crucificado, solamente entonces podrá decirse que es el Mesías. Esto sigue valiendo. No podemos ver en Jesús con ojos “demasiado humanos”, ni podemos esperar éxitos fáciles. Hay que pasar por la cruz primero. - La curación del “tartamudo” es realizada por el Señor con gestos muy significativos y diferentes a otras curaciones: “Le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua… levantó los ojos al cielo, suspiró y dijo: ‘¡Effeta!’... Abrete". Canto sugerido: “ABRE MIS OÍDOS” Meditación ¿Qué me dice a mí el texto? Es el momento de la interiorización y personalización de la Palabra. Es dejarnos que su Palabra nos interpele, nos sacuda interiormente. Estas preguntas te pueden ayudar: - ¿Sigo el ejemplo de Jesús de ser abierto y universal, incluso con quienes más me cuestan y no comparten mis mismas ideas? - ¿Tengo mis oídos abiertos y atentos a la escucha de su Palabra o al diálogo con los demás? - ¿He llevado a la gente que no escucha al Señor en su Palabra, ante Jesús en mi oración? ¿Soy apostólico o misionero o me encierro en mi propia zona de comodidad? - ¿Cómo veo a Jesús? ¿Sólo tengo miradas humanas hacia su Persona o su mensaje, o lo veo como mi Salvador, como el “Dios con nosotros”? ¿Tengo la capacidad de admirarme de las obras del Señor y de agradecerle sus dones? - ¿Cuánto valoro los gestos simbólicos de los sacramentos de la Iglesia? ¿Soy capaz de ver más allá que los simples gestos humanos y descubro en ellos los signos sensibles instituidos por Cristo y trasmitidos por su Iglesia, para concedernos la gracia del Señor? Oración ¿Qué me hace decirle al Señor el texto? Una vez que el Señor me ha hablado con su Palabra y la he interiorizado con mi meditación, ahora se la devuelvo con mi oración de alabanza, de agradecimiento, de perdón y de súplica confiada. “Señor, quiero darte gracias por tu Palabra. Me has llamado a ser más discípulo y misionero de tu Palabra. Gracias por haberme hecho cristiano y haberme abierto los oídos y la boca. Gracias por quienes me han trasmitido esta fe. Te pedimos, Señor, por todos aquellos que están cerrados a tu mensaje… por quienes no creen en Ti, por quienes son indiferentes a tu Palabra, por quienes se han alejado de tu Iglesia, por quienes la conocen, pero no se acercan, en fin, por todos los que tienen impedimentos para oírte y oír a tu Iglesia. Te pido perdón por las veces en la que me he encerrado a dialogar contigo y a no estar atento a la escucha de los demás; por las veces en la que no me he comunicado correctamente y me he mantenido aislado de mis hermanos. Te alabamos Señor, porque todo lo haces bien, haces cosas buenas y hermosas, Te alabamos Señor, porque cuidas lo que has creado y nos muestras su belleza. Canto sugerido para el momento de alabanza: “GRACIAS” Salomé Arricibita Peticiones: a cada intención se responde…. “Rogad al dueño de la mies...” 1. Para que redescubramos la riqueza que implica la propia vocación bautismal y potenciemos así todas las vocaciones consagradas al servicio de la Iglesia. OREMOS. 2. Para que haya jóvenes que se sientan llamados a seguir a Jesús pobre, casto, obediente; y a servirlo en los hermanos a través de los diversos carismas que el Espíritu Santo suscita en su Iglesia. OREMOS. 3. Por todos nosotros, para que en la oración busquemos espíritu de servicio a los demás. OREMOS Rezamos la oración del Padrenuestro Señal de la cruz y reserva del Santísimo. Canto sugerido: “EN TU NOMBRE ECHARÉ LAS REDES” Momento Mariano María, creemos como tú María, creemos como tú, que la actitud más bella de los creyentes es ponerse a cantar y agradecer el don maravilloso del Señor que llega hasta nosotros hecho gracia. María, creemos como tú, que abrirse a la Palabra y decir Sí es salir al encuentro del Señor que nos sigue llamando cada día a la hora de la tarde y de la brisa. María, creemos como tú, que el Dios de los humildes y los pobres compromete a su Hijo con todos los que sufren en sus carnes el llanto del desprecio y la opresión. María, creemos como tú, que el brazo del Señor acoge a los sencillos y niega al poderoso las razones para hacer del dominio y la riqueza explotación. María, creemos como tú, que el dichoso y feliz del Nuevo reino descubre en el servicio el camino que ensalza las grandezas del pobre y del hermano. María, creemos como tú, que el Dios de la promesa se hizo realidad y plenitud y vive desde entonces nuestra historia tomado de tu mano y nuestra mano. Amén.