I. La competencia del maestro profesional o la importancia

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I. La competencia del maestro profesional o la
importancia de saber analizar las prácticas
ALTET Marguerite 1 (2005). I. La competencia del maestro
profesional o la importancia de saber analizar las prácticas. En: La
formación profesional del maestro. Estrategias y competencias.
Léopold Paquay, Marguerite Altet, Évelyne Charlier, Philippe
Perrenoud (Coords). pp 33-48. Fondo de Cultura Económica.
México
EN FRANCIA, la puesta en marcha de un sistema educativo de masas y la
consiguiente modificación que ello implicó para el público escolar, así como la
nueva Ley de Orientación sobre la Educación (1989), que ubicó al "alumno en el
centro del sistema educativo”, produjeron una evolución en la percepción de los
roles del maestro.
Además, el ministerio empezó a modificar sus sistemas de formación: la
fundación del Instituto Universitario de Formación de Maestros (IUFM) para crear
un único cuerpo de maestros, la importancia que fue adquiriendo la Misión
Académica de Formación de Profesores de la Educación Nacional (MAFPEN), la
"prioridad" de la formación continua (Bayrou, 1994); todo esto reflejaba la
voluntad institucional de desarrollar una "auténtica formación profesional"
(Bancel, 1989) que permitiera construir una nueva identidad en términos de habilidades y de un estatuto de "maestro profesional". Todo ello indicaba el
reconocimiento de la especificidad de la profesión docente, ya que los maestros de
primaria, secundaria y bachillerato se convertían en "profesionales de la enseñanza
y del aprendizaje", y su formación perseguía la apropiación de las habilidades
necesarias para enseñar (saber enseñar), y no únicamente el dominio de los
contenidos (los conocimientos relativos a las materias), tal como sucedía en los
anteriores sistemas de formación.
La constatación de este cambio institucional y social respecto de la
profesionalización de la enseñanza, en el sentido en que Perrenoud (1993a) la
define, como “el grado de avance que experimenta una transformación estructural
del oficio hacia una profesión", nos incitó a desarrollar, en el Centro de Investigación Educativa de Nantes (CREN, por sus siglas en francés), algunas
investigaciones sobre la profesión de maestro y sobre el proceso de construcción
de sus conocimientos y de sus habilidades profesionales.
Hemos considerado importante identificar los modelos subyacentes a la
profesión de maestro. Con esta finalidad preguntamos a los sujetos que practican
1
Universidad de Nantes (Francia)
1
esta profesión, y a los formadores que los preparan para ella, cuáles son, según
ellos, los conocimientos y las habilidades que configuran su actividad profesional
y, además, qué les ha permitido construir su profesionalismo.
Vamos a presentar las conclusiones de una investigación realizada por la
Dirección de Evaluación y Prospección (DEP; cfr. Altet, 1993) para un estudio
internacional de la OCDE sobre "la calidad de los maestros". En los seminarios de
formación hemos invitado a maestros de todos los niveles a reflexionar
conjuntamente acerca de las habilidades necesarias para el buen ejercicio de la
profesión docente.
Asimismo, presentaremos la síntesis de una investigación financiada por la
MAFPEN de Nantes (1994) en la que se intenta conocer la naturaleza de las
habilidades y de los conocimientos profesionales desarrollados en la formación
continua de los maestros, y que los formadores de la MAFPEN consideraban "la
base de conocimientos pedagógicos requeridos" (Holmes, 1986). La problemática
general trata de la identificación y construcción de las habilidades profesionales
que dichos formadores, considerados como maestros expertos, pretenden
desarrollar en los maestros a través de la formación que les imparten; también
tratan de ver cómo se construyen, según ellos, estas habilidades, de qué manera las
han adquirido, y cómo éstos organizan en su práctica cotidiana la formación
necesaria para que las habilidades profesionales sean aprehendidas.
Todos estos trabajos parten de diversos fundamentos:
a)
b)
c)
d)
las aportaciones recientes de la psicología cognitiva y el estudio de la
evaluación pedagógica (Anderson et al., 1978; Shavelson y Stern, 1981;
Leinhardt y Greeno, 1986; Berliner, 1986; Calderhead, 1987; Glaser, 1991);
los trabajos de orientación más fenomenológica sobre el saber docente
relacionado con las representaciones y las situaciones vividas a partir de la
práctica (Elbaz, 1983; Louden, 1991; Zeichner et al., 1987; Lampert, 1985);
las recientes investigaciones de Schön (1983, 1987), Argyris (1974) y
Tochon (1993) sobre el maestro experto;
todos estos trabajos se inscriben en el paradigma de investigación sobre el
teacher thinking y también en las reflexiones de Perrenoud (1994i) sobre la
"capacidad de los maestros de aplicar y actualizar sus conocimientos en la
práctica", y sobre el habitus.
La metodología empleada consiste en entrevistas semidirigidas a los maestros y
formadores, y en el análisis de sus opiniones sobre sus propias prácticas, a partir de
simulación de casos, o bien de análisis de situaciones pedagógicas reales filmadas
en video.
2
1. El modelo actual del maestro profesional
Los oficios relacionados con la enseñanza son muy antiguos, y podemos
identificar añejas concepciones acerca del profesionalismo de los docentes y
formadores que les eran propias. Perrenoud (1993) nos recuerda oportunamente
que los maestros son, y han sido desde siempre, gente de oficio, "profesionales",
que hay distintos modelos de profesiones docentes, y que la tendencia que
manifiesta la profesionalización es de un proceso que se agranda" cuando la
puesta en práctica de normas preestablecidas cede el lugar a estrategias guiadas
por unos objetivos y una ética". Es el paso del oficio artesanal en el que se aplican
determinadas técnicas y normas, hacia la profesión, en la cual se construyen ciertas
estrategias a partir de conocimientos racionales, a la vez que se desarrolla la
propia autonomía y el dominio de la acción en una situación profesional.
Al maestro profesional lo definimos como una persona autónoma dotada de
habilidades específicas, especializadas, ancladas en una base de conocimientos
racionales, reconocidos, procedentes de la ciencia (legitimados por la academia), o
de conocimientos explícitos surgidos de distintas prácticas. Y cuando estos
conocimientos proceden de prácticas contextualizadas, entonces son
conocimientos autonomizados y profesados; es decir, explicitados verbalmente de
forma racional y entonces el maestro es capaz de rendir cuenta de ellos. 2
Así pues, la profesionalización se constituye a través de un proceso de racionalización
de los conocimientos puestos en práctica, pero también por unas prácticas eficaces en situación. El
profesional sabe aplicar sus habilidades en acción en cualquier situación; es "el
hombre de la situación", capaz de "reflexionar en acción" y de adaptarse; calificado
para dominar una nueva situación. Admiramos al profesional por su capacidad de
adaptación, su eficacia, su competencia, su capacidad de respuesta y de reajuste frente
a la demanda, al contexto, y frente a problemas complejos y variados, y también por
su "capacidad de rendir cuentas de sus conocimientos, sus procedimientos, sus
actos" (Charlot y Bautier, 1991) y de justificarlos. Pero al profesional también le
pedimos que "sepa jugar con las normas y que su relación con los conocimientos
teóricos no sea reverente y dependiente, sino crítica, pragmática, e incluso
oportunista" (Perrenoud, 1993b); en resumen, le pedimos que sea autónomo y
responsable.
Éste es el modelo de profesional que parece predominar y servir de base
actualmente en el proceso de profesionalización de los maestros. ¿Qué representa
en el nivel de las habilidades docentes y como modelo de formación?
Tardif y Gauthier razonan extensamente acerca de tal primacía de la racionalidad en el capítulo
X.
2
3
Hemos despejado a través de la historia (Altet, 1991) cuatro modelos distintos
de profesionalismos docentes (o "paradigmas" según Paquay, 1994) que han
dominado en ciertos periodos en Francia, y los modelos de formación que los
configuraron:
El maestro magister o mago: modelo intelectualista de la Antigüedad que
consideraba al docente como un maestro o un mago que lo sabía todo y que no
necesitaba una formación específica o de investigación porque su carisma y sus
habilidades retóricas bastaban.
El maestro técnico: modelo que surge con las escuelas normales; 3 formación se
basa en el aprendizaje imitativo de las prácticas del maestro experimentado, quien
transmite al estudiante sus procedimientos y sus "trucos"; el formador es un
practicante experimentado "modelo"; las habilidades técnicas son dominantes.
El maestro ingeniero, especialista en aspectos técnicos: en este tercer modelo el maestro
utiliza las aportaciones científicas de las ciencias humanas, racionaliza su práctica
e intenta aplicar la teoría a la práctica. La formación corre a cargo de teóricos
especialistas del diseño pedagógico o de la didáctica.
El maestro profesional, practicante reflexivo: en este cuarto modelo, la dialéctica teoríapráctica es sustituida por un movimiento de práctica-teoría-práctica; el maestro se convierte en un profesional reflexivo capaz de analizar sus propias prácticas, de
resolver problemas y de inventar estrategias. La formación integra las
aportaciones de los practicantes y de los investigadores, y pretende desarrollar en
el maestro un enfoque de las situaciones vividas de tipo acción-saber-problema al
utilizar conjuntamente teoría y práctica para que el maestro construya las capacidades necesarias de metacognición y análisis de sus propias prácticas.
La naturaleza de las habilidades profesionales y de los conocimientos docentes
difieren en estos modelos de profesionalismo. Por consiguiente, es necesario
identificar cuáles son las habilidades y los conocimientos que entran en juego en
las prácticas del maestro profesional previa definición de la especificidad de la
profesión docente.
2. La especificidad de la profesión docente
El maestro profesional es, ante todo, un profesional de la articulación del proceso de enseñanzaaprendizaje en situación; un profesional de la interacción de las significaciones compartidas.
Las écoles normales tienen por objetivo formar a los futuros profesores de college (secundaria) y de lycée
(bachillerato). [T.]
3
4
Hemos definido la enseñanza como un proceso interpersonal e intencional que
utiliza básicamente la comunicación verbal y el discurso dialógico con una
finalidad: como medios para provocar, favorecer y conseguir aprendizajes en una
situación determinada. Es una práctica relacional con una finalidad precisa (Altet, 1994),
puesto que enseñar es hacer aprender, y la enseñanza no existe sin su finalidad de
aprendizaje; pero se trata de hacer aprender mediante la comunicación y la
adecuación a ciertos parámetros situacionales. El maestro es un profesional del
aprendizaje, de la gestión de las condiciones de aprendizaje, y del control
interactivo en clase.
La dificultad del acto de enseñar radica en que éste no puede analizarse
únicamente en términos de tareas de transmisión de contenidos y de métodos
definidos con antelación, ya que la comunicación verbal en clase, las interacciones,
la relación y la variedad de acciones en situación serán las que permitirán, o no,
que alumnos diferentes aprendan en cada intervención. De este modo, las
informaciones que se prevé transmitir se modifican periódicamente a partir de las
reacciones de los alumnos, de la evolución de la situación pedagógica y del
contexto. Aquello que constituye la especificidad de la enseñanza es su "trabajo
interactivo" (Tardif, J., 1992). Por esto, la enseñanza también se puede concebir
como un proceso de tratamiento de la información y de toma de decisiones en
clase, en donde el área de la dimensión relacional y de la situación vivida en un
determinado contexto con el maestro es tan importante como el área del
conocimiento. Nosotros preferimos, en lugar del triángulo pedagógico maestroalumnos-conocimiento, un modelo dinámico con cuatro dimensiones, en interacción
recíproca, en una situación de enseñanza-aprendizaje: alumnos-maestro-conocimientocomunicación (Altet, 1994).
Es en este contexto de comunicación interactiva, en una situación
contextualizada, compleja, incierta, de enseñanza-aprendizaje con una finalidad
precisa, en donde se realizan las tareas del maestro con unos alumnos específicos.
De ahí proviene la dificultad de definir totalmente las tareas, de preverlas todas
con antelación. El maestro puede planificar, preparar su guión, pero siempre
queda algún imprevisto debido a esas acciones en situación y a las incógnitas de
las reacciones de los alumnos; para resolver esto se necesita tomar muchas
decisiones y conjugar conocimientos durante la acción, o sea, modificar decisiones
durante la acción en clase.
La especificidad de la labor docente consiste en que ésta se refiere a dos campos
de prácticas distintos pero interdependientes: por un lado, la gestión de la
información, la estructuración del conocimiento de parte del maestro y su
apropiación por el alumno (el campo de la didáctica); por el otro, el procesamiento
y la transformación de la información que se convierte en conocimiento en el
alumno, mediante la práctica relacional y las acciones emprendidas por el maestro
5
para estructurar las condiciones de aprendizaje que mejor se adapten a la situación
(el campo de la pedagogía).
La pedagogía interviene en la transformación de la información en
conocimiento mediante los intercambios cognitivos y socioafectivos que el
profesor realiza a través de interacciones, retroacciones, reajustes, adaptaciones
interpersonales y creación de situaciones en clase, en el tiempo real de su intervención. Como escribe Tochon (1989b), "el hecho pedagógico concierne a la
organización de la relación social respecto a los conocimientos y a la gestión del
grupo-clase". Aquél se desarrolla en el "tiempo sincrónico" de la enseñanza,
mientras que el hecho didáctico pertenece al orden "diacrónico", al tiempo ficticio
de la anticipación de los contenidos. Así, retornando la expresión de Leinhardt
(1986), podemos hablar de "la doble agenda del maestro"; en efecto, en su práctica
en clase, cualquier maestro cumple dos funciones relacionadas y complementarias,
que se refieren a diferentes tipos de tareas:


una función didáctica de estructuración y gestión de contenidos;
una función pedagógica de gestión, de control interactivo de los hechos de la
clase.
Estos dos campos de prácticas se articulan de manera funcional en el curso de la acción, en
situaciones complejas, en las que se mezclan conocimientos y habilidades
profesionales plurales de tipos diferentes, de los cuales debemos identificar la
naturaleza para intentar restituir su funcionamiento. ¿Cómo se conectan
conocimientos y acciones en el trabajo profesional del maestro? ¿Los conocimientos
profesionales son SOBRE la acción, DE acción o EN acción? ¿Son "conocimientos
traducidos en actos del sujeto", según la expresión de Vergnaud (1991), o son
recursos cognitivos transferibles en acciones gracias a los "esquemas de
pensamiento" o al habitus que vinculan varios esquemas (Perrenoud, 1993b)? Más
adelante abordaremos esta cuestión, que constituye el objeto del presente simposio.
3. Las habilidades y los conocimientos del maestro
profesional
Por "habilidades profesionales" entendemos el conjunto de conocimientos,
procedimientos y el saber-estar, pero también el hacer y el ser necesarios para el
ejercicio de la profesión docente. Vamos a adoptar la definición de Anderson (1986)
para quien las habilidades profesionales son "los conocimientos, habilidades y
actitudes necesarios para el funcionamiento de las tareas y roles del maestro"; estas
habilidades son de orden cognitivo, afectivo, conativo y práctico. Asimismo, éstas
6
son dobles: de orden técnico y didáctico en cuanto a la preparación de los
contenidos, pero también de orden relacional, pedagógico y social en cuanto a la
adaptación a las interacciones en clase.
El saber es una noción polisémica, de la cual Beillerot (1989 y 1994) nos da una
definición general que hacemos nuestra: es "lo que para un sujeto está adquirido,
construido, elaborado gradas al estudio o la experiencia". Con el objeto de diferenciar saber de conocimiento hemos adoptado la distinción que practica Legroux
(Altet, 1994) entre información, saber y conocimiento:



la información es "exterior al sujeto y de orden social";
el conocimiento es "integrado por el sujeto, y es de orden personal".
El saber se sitúa "entre los dos polos", en la interfaz o, según Lerbert (1992),
"entre la interfaz del conocimiento y la información". El saber se construye en
la interacción entre conocimiento e información, entre sujeto y entorno,
dentro y a través de la mediación.
En la enseñanza, las habilidades comprenden los conocimientos plurales que
entran en juego en la planificación, la organización y la preparación cognitiva de la
sesión, y también en la experiencia práctica surgida de las interacciones en clase.
Las clasificaciones de los conocimientos docentes son muy numerosas, y pueden
variar según los paradigmas de investigación y las disciplinas que las han
generado (filosofía, psicología o etnología). Todas las clasificaciones sobre la
naturaleza del conocimiento de los maestros que se han presentado hasta ahora
indican una pluralidad de conocimientos docentes: teóricos y prácticos, conocimientos
conscientes que preparan y guían la acción, pero también implícitos, saberes de
experiencia, rutinas automatizadas, interiorizadas, que intervienen en las improvisaciones o a la hora de tomar una decisión interactiva durante la acción.
Los trabajos de las ciencias cognitivas han permitido desarrollar la corriente de
investigaciones sobre" el pensamiento de los maestros"; los modelos de
procesamiento de la información y, en particular, la distinción hecha por
Anderson entre las tres formas del saber: declarativo ("saber que"), procedimental
("saber cómo") y condicional o contextual ("saber cuándo y dónde"), permiten
identificar los distintos aspectos que adquieren los conocimientos docentes,
además de poder describir las etapas de transformación de los diversos
conocimientos, especialmente en la planificación, para explicitar los
procedimientos de una acción automatizada por la rutina. Este enfoque cognitivista
ha contribuido a delimitar mejor los procesos de decisión de los maestros, ya que la
enseñanza se asimila a una actividad de resolución de problemas complejos, por
razonamiento lógico inductivo o deductivo (Charlier, 1989; Tachan, 1993; Altet,
7
1993). En cambio, dicho enfoque no permite conocer la naturaleza de los
conocimientos subyacentes en los procesos de toma de decisiones. No parece que
los algoritmos, los métodos heurísticos, las normas de acción y los planes racionales
prestablecidos puedan rendir cuentas de la adaptabilidad del maestro durante la
acción frente a una situación pedagógica siempre singular, incierta y muy
compleja. El maestro no puede decidir por sí mismo. Tachan nos muestra que el
maestro emplea razonamientos maleables, analógicos, intuitivos o "abductivos"; "la
abducción se refiere a los resultados del instinto/ de la introspección o de la
intuición". Para Tochon, la investigación debería orientarse hacia el estudio "de las
características importantes de la competencia profesional que no deriva del
pensamiento lógico sino de la producción de ideas nuevas, de la creación de
soluciones originales en situaciones paradójicas". Tochon presenta el ejemplo del
médico experto, quien, para hacer un diagnóstico, utiliza casos específicos sacados
de la experiencia y propone soluciones originales.
Otro modelo conceptual, el del "practicante reflexivo" de Schön (1983),
caracteriza el pensamiento de un profesional experto como una reflexión en acción,
fundamentada en las cogniciones implícitas, imbricadas en la situación que el
profesional es incapaz de describir. Es el polo opuesto de una reflexión sobre la acción, la
cual se lleva a cabo antes o después de la acción y se basa en los conocimientos
explícitos.
Otros enfoques conceden un espacio más grande a los conocimientos
profesionales que derivan de la experiencia práctica. La corriente fenomenológica
que describe la experiencia vivida por el maestro nos da a entender que el
conocimiento práctico sería indisociable de sus vivencias personales. Los conocimientos profesionales también se desarrollan sobre el terreno, en la práctica
profesional, a través de la singular construcción del sentido; según Tochon (1991),
se trata de "conocimientos estratégicos", ubicados en la intersección de lo cognitivo
y lo afectivo, o de "saberes pragmáticos", según Tardif (1993b); “los saberes de los
practicantes de la enseñanza no corresponden a un conocimiento, en el sentido
usual del término, sino más bien a representaciones concretas, específicas, a
'prácticas' orientadas al control de las situaciones, a la solución de problemas y a la
realización de objetivos en contexto. En resumen, se trata de saberes pragmáticos,
en el primer sentido de la palabra; esto es, de aquellos que se han forjado en contacto con 'las mismas cosas', es decir, con las situaciones concretas del oficio de
maestro".
¿Cómo se construyen estos saberes a través de la experiencia práctica? Las
verbalizaciones de los maestros sobre sus acciones, y los enunciados explícitos que
éstos formulan acerca de las mismas, nos permiten conocer la naturaleza de este
tipo de conocimientos.
8
En lo que a nosotros concierne, proponemos la siguiente tipología de
conocimientos:
1. Los conocimientos teóricos pertenecen al orden declarativo, y entre ellos podemos
distinguir:


Los que se deben enseñar: conocimientos de las disciplinas, los científicos y aquellos
presentados de forma didáctica para hacerlos adquirir a los alumnos, los
recientemente constituidos y los exteriores.
Los conocimientos necesarios para enseñar: conocimientos pedagógicos sobre la gestión
interactiva en clase, los didácticos sobre las distintas disciplinas, y los de la
cultura docente.
Estos conocimientos teóricos son inseparables.
2. Los saberes prácticos son el resultado de las experiencias cotidianas de la profesión,
están contextualizados y se adquieren en una situación laboral; también los
llamamos saberes empíricos o de experiencia. Aquí es necesario distinguir algunas
categorías que tomamos de la psicología cognitiva:


Los saberes sobre la práctica: saberes procedimentales sobre cómo hacer algo, y los
formalizados.
Los saberes de la práctica corresponden a los de experiencia, a los que resultan de
una acción exitosa, de la praxis, y también a los condicionales de Sternberg
(1985) (el saber cuándo y dónde): los distintos tipos de saber hacer -saberes de
acción a menudo implícitos-. El saber del maestro profesional que permite
distinguir al debutante del experto, se sitúa en este nivel.
Para comprender cómo moviliza el maestro estos saberes -que la mayoría de las
veces son no conscientes-, diversos autores han introducido el concepto de operador
de esquema de pensamiento, "un instrumento cognitivo" operatorio. El esquema es,
para Vergnaud, "lo que permite que una acción sea operatoria".
El enfoque de Malglaive (1990) nos ayuda a comprender las interacciones entre
los distintos tipos de conocimientos y la acción. Entre los conocimientos teóricos,
los procedimentales, los prácticos y los que se vinculan con el saber hacer,
Malglaive propone "el saber en uso", que articula los distintos conocimientos en la
acción. Para ello, toma en préstamo el concepto de sistema de representación y tratamiento
(SRT) de Hoc (1987), para representar las operaciones cognitivas encargadas de vincular los conocimientos y la acción con la práctica profesional. Los SRT
9
corresponden a "una interiorización de los campos de tareas a los que el sujeto ha
sido confrontado, y en los cuales éste ha desarrollado su actividad".
Pero ¿qué función tienen estos distintos conocimientos en la acción? ¿Cuál es la
relación funcional de estos conocimientos respecto a la acción? ¿Cómo se articulan conocimientos
y acción, en qué medida son interdependientes? Nos hacemos la misma pregunta
que Piaget (1974b): cómo puede el sujeto "pensar adecuadamente" después de
"haber comprendido en el curso de la acción". Parece ser que los conocimientos
básicos utilizados en una acción, durante el proceso de transformación de una
experiencia y un resultado, se convierten en nuevos conocimientos, en saberes de la
práctica, lo cual permitirá al sujeto adaptarse a la situación.
Ninguna forma de conocimiento puede ser reducida a un saber declarativo,
procedimental o condicional. Tal como escribe Pieters (1994): "Cuando conocemos
algo, podemos conocer no sólo las informaciones factuales (el saber declarativo),
sino también cómo podemos utilizar este saber en ciertos procesos o rutinas (el
saber procedimental); asimismo podemos comprender cuándo y dónde se puede
aplicar dicho saber (el saber condicional)".
Respecto a los saberes vinculados con la acción interviene otra dimensión: la
adaptación a la situación; el saber de la práctica se construye durante la acción con la
finalidad de eficacia; es contextualizado, encarnado, responde a una finalidad
precisa; es un saber adaptado a la situación. Esta adaptabilidad del saber se
construye con la ayuda de las percepciones e interpretaciones resultantes de
situaciones anteriormente vividas.
Parece que la construcción del saber práctico y su transferencia se lleva a cabo
mediante la articulación de dos dimensiones: la de los saberes existentes y la de
"adaptación de estos saberes a la acción", y esto en dos niveles. Por un lado, el de
las rutinas interiorizadas, no conscientes; por el otro, en el nivel consciente de los
esquemas. Pieters (1994) propone un modelo de síntesis sobre la utilización del
saber (véase cuadro 1.1). Este modelo puede evidenciar la utilización de los saberes
de la práctica. Éstos son saberes de integración. El maestro, para adaptarse y actuar,
reúne muchos elementos de la situación. Esta vinculación de los saberes con la
adaptación en la acción se hace de forma implícita, y el profesional debe adoptar
un comportamiento reflexivo sobre sus actos.
CUADRO I.1 Funciones del saber en el transcurso de una tarea (J. M. Pieters, 1994)
10






Automatismo
Competencia
de
rutinas
Representación
declarativa
Esquemas
inductivos
Competencia
de
adaptación
Representación
integrada
(compilada)
Saber declarativo
( ¿ cómo funciona? ) .
Compartimentación
Saber rudimentario
Saber procedimental
(¿cómo hacerlo?)
Experiencia Efecto de
rutina
Saber condicional (¿cómo
decidir, qué hacer y cuándo?)
Transferencia próxima
Compartimentación
Transferencia
lejana Flexibilidad
cognitiva
Por este motivo, vamos a utilizar el concepto de saberes intermediarios para analizar,
leer, nombrar y teorizar las prácticas; éstos son conceptos operatorios que nos
permitirán traducir en palabras las prácticas, a las que denominamos saberes-herramientas,
instrumentos para describir las prácticas. Estas herramientas nos permitirán
desarrollar una habilidad clave: el saber analizar, auténtica metahabilidad, que nos
permite construir las habilidades profesionales.
El modelo de maestro" experto en tomar decisiones" no concuerda con la
descripción de una profesión que es, ante todo, una práctica relacional que
necesita múltiples interacciones, que padece las limitaciones de la situación y las
permanentes incertidumbres que generan las reacciones de los demás sujetos.
Ahora bien, la experiencia de estas limitaciones y de estas situaciones puede ser
muy formativa; gracias a ella el maestro podrá desarrollar unos habitus (es decir,
unas disposiciones adquiridas en y a través de la práctica real) que le permitirán
precisamente "enfrentarse a las limitaciones y a los imponderables del oficio"
(Tardif, 1993a). Llevar a cabo un trabajo sobre el habitus a través del "saber
analizar" será formativo para el maestro en el sentido en que éste tomará
conciencia de sus actos, se "formará en la lucidez" (Perrenoud, más adelante,
capítulo IX).
4. Una formación basada en el análisis de las prácticas
y en la reflexión
Los resultados de las dos investigaciones que hemos presentado al principio
del capítulo, DEP y MAFPEN, convergen en algunos puntos:
11
a)
b)
c)
La formación "partirá de la práctica" y "hará reflexionar sobre las prácticas
reales"; ésta tiene que "cuestionarlas y hacerlas explícitas con el fin de que
salgan a la luz".
Los maestros y formadores han adquirido sus conocimientos
profesionales "sobre el terreno, en acción, por sus propios medios, a
través de su experiencia", y estos conocimientos les parecen esenciales. La
primera formación inicial los "inició" en el oficio, pero su profesionalismo
lo forjaron ellos solos, paulatinamente, a través de sus experiencias
prácticas. Los maestros destacan, sea cual fuere su formación inicial -y las
formas que ésta puede tomar son muy variadas-, la incidencia primordial
de su formación práctica, la cual les ha permitido adquirir "un
conocimiento de lo que conviene hacer y de lo que conviene hacer hacer";
por ejemplo, recurrir a la experiencia vivida, al conocimiento íntimo de las
situaciones, de las charlas sobre el oficio, a los periodos de prácticas con
otros colegas, a la experimentación de iniciativas pedagógicas, a las innovaciones. Para ellos, la formación profesional es una construcción
individual enraizada en acciones prácticas cotidianas en las clases, a las
que sigue un proceso de reflexión y análisis de dichas acciones (análisis
llevado a cabo con un formador, un tutor u otros practicantes, colegas
suyos). El profesionalismo se construye gracias a la experiencia y a la
práctica en el terreno, pero con la ayuda de un mediador, que favorece la
toma de conciencia y la adquisición de conocimiento, y participa en el
análisis de las prácticas dentro de un enfoque de coformación (Altet,1994).
Los formadores declaran que "no disponen de las herramientas necesarias
para analizar las prácticas y las situaciones" y que los conceptos generados
por la investigación didáctica y pedagógica podrían ayudarlos a explicitar
sus acciones.
De todas formas, los conocimientos pedagógicos son a menudo empíricos.
¿Cómo se pueden formalizar los saberes surgidos de la práctica? ¿Qué
herramientas nos permiten formalizarlos? ¿Cómo hacer que los maestros
expliciten sus prácticas y puedan así construir sus habilidades profesionales?
Pensamos que los dispositivos de análisis de las prácticas y la investigación sobre el
proceso de enseñanza-aprendizaje constituyen dos procedimientos de formación
que favorecen la construcción del profesionalismo a través del desarrollo de una
metahabilidad: el saber analizar.
En la presentación anterior de una investigación sobre la interconexión del
proceso de enseñanza-aprendizaje (Altet, 1994) ya habíamos dado algunos
ejemplos de herramientas conceptuales extraídas de investigaciones pedagógicas
sobre las variables de dicho proceso, que sirven para describir la práctica docente.
12
Éstas son las funciones de los actos pedagógicos, los episodios de comunicación y
las formas de reajuste. La especificidad de estos conocimientos radica en que los ha
producido un investigador universitario que también es formador de maestros; es decir,
que pertenece a "la profesión". Los conocimientos que ayudan a interpretar la práctica
sólo pueden ser construidos por los practicantes o los investigadores que conocen la
práctica profesional.
Para nosotros, la producción de conocimientos pedagógicos formalizados es el
resultado del análisis de la articulación de los procesos de acción/formación/investigación y de sus tres
lógicas heterogéneas de funcionamiento (véase la figura I.1).
El análisis de las prácticas es un enfoque de formación centrado en el análisis y la
reflexión sobre las prácticas vividas, cuyo resultado produce saberes sobre la acción y
formaliza los saberes de acción. Dicho análisis puede llevarse a cabo mediante
dispositivos que hagan las veces de intermediarios (la videoformación, las
verbalizaciones a partir de un estímulo o las entrevistas de clarificación), los cuales
permiten traducir en palabras las propias prácticas, tomar conciencia de éstas y
adquirir conocimientos.
FIGURA I.1. La articulación de los procesos de acción, formación e investigación (Altet, 1994)
La acción: la enseñanza-aprendizaje
La formación mediante el análisis de las prácticas: una relación trialéctica
Práctica
saberes prácticos
Teoría
saberes
racionales
Análisis
saberes
instrumentales
Práctica
saberes
formalizados
Herramientas de formalización
La investigación es el producto de los conocimientos sobre los procesos, de los conocimientos
formalizados de la práctica siempre y cuando se plantee una problematización; es una lectura
transversal a través del análisis y la puesta en relación de variables, así como la identificación de los
mecanismos de funcionamiento de los procesos.
En la formación, la trialéctica práctica/teoría/práctica se nutre de los saberes
intermediarios para nombrar, leer y alejar las prácticas, las situaciones y las
interacciones pedagógicas de las herramientas de formalización y de apropiación
de la realidad que produce la investigación.
La formación centrada en una práctica, que se analiza mediante dispositivos de
análisis de prácticas (Altet, 1994), permite que los practicantes y formadores expliciten
13
los saberes de la práctica y formalicen los saberes prácticos; todo esto a partir de la
confrontación de sus experiencias y gracias a las herramientas de formalización
construidas por la investigación; de esta manera, acción/formación/investigación quedan
vinculadas.
Al construir herramientas conceptuales para nombrar e interpretar las prácticas
y las situaciones, al racionalizar los conocimientos pedagógicos -los cuales se
convierten en saberes de la práctica hecha consciente-, la lógica de la investigación
realizada por investigadores y practicantes puede coincidir con la lógica del análisis
de prácticas en formación, en dispositivos que tienen en común la utilización de un
saber analizar las prácticas y las situaciones. Esta metahabilidad favorece la
construcción de las habilidades del maestro profesional.
Estos saberes pedagógicos -saberes formalizados a partir de la práctica- que
hacen de intermediarios entre los conocimientos científicos y los saberes prácticos
no conscientes, comprenden varias dimensiones:


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una dimensión heurística, porque abren pistas de reflexión teórica y posibilitan
el surgimiento de nuevos conceptos;
una dimensión de problematización, puesto que permiten extender la
problemática, plantear y determinar problemas;
una dimensión instrumental: son saberes-herramientas, criterios de
interpretación; se trata de conocimientos instrumentales, aptos para
describir las prácticas y las situaciones que ayudan a racionalizar la
experiencia práctica;
una dimensión de cambio, ya que estos saberes crean nuevas representaciones y, en
consecuencia, preparan al cambio. Son saberes nuevos, reguladores de la
acción, que intentan solucionar un problema o modificar las prácticas; son
herramientas de cambio.
En cuanto a su valor epistemológico, se pueden distinguir dos tipos de validez para
estos saberes:
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una validez a priori respecto al riguroso enfoque de investigación;
una validez a posteriori cuando otros practicantes pueden transferir estos
saberes contextualizados a situaciones nuevas y corroborarlos. Estos
conocimientos pedagógicos, una vez organizados y formalizados, son
transferibles y transmisibles a través de un discurso argumentado. La
reflexión sobre los conocimientos profesionales y su correspondiente
clarificación permiten al maestro crear sus propias normas estratégicas
adecuándolas a las situaciones, a los alumnos y a los contextos
encontrados, así como rendir cuenta de ellos. Dichos conocimientos
constituyen lo que Gauthier (1993b) identifica como "la razón
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pedagógica", y pueden compararse con los conocimientos de la
jurisprudencia, que permiten emitir juicios sobre las acciones que se han
llevado a cabo a partir de casos identificados, tal como proponen Tardif y
Gauthier (en el capítulo X).
FIGURA 1.2. El saber analizar, el saber reflexionar y el saber justificar están en el centro de la formación
de un maestro profesional capaz de adaptarse (Altet, 1995)
Prácticas en situación
Formación
Desarrollo
de conocimientos y habilidades
Desarrollo
de metahabilidades
-las representaciones
- el "saber analizar"
-los
múltiples
- reflexionar durante
la acción
saberes
- justificar mediante
La acción
- las rutinas
-los esquemas
acción
de
- tomar conciencia
de su habitus
ADAPTACIÓN A CUALQUIER SITUACIÓN
UN MAESTRO PROFESIONAL
Si el maestro profesional pasa a ocupar el lugar del maestro experto en tomar
decisiones, la formación ya no puede consistir en formalizar modelos de toma de
decisiones sino que ésta debería proponer dispositivos variados y
complementarios que, mediante el trabajo del maestro sobre sus propias prácticas
y experiencias, desarrollaran el saber analizar, el saber reflexionar y el saber
justificar (véase figura II.2). Éstas son las metahabilidades que permiten al maestro
construir las habilidades de adaptación propias del maestro profesional
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