Biología Molecular y Celular Lic. Marcelo F. Goyanes Plegamiento Proteico A medida que la cadena polipeptídica va siendo sintetizada se produce el plegamiento de la cadena naciente. Si se calculan la cantidad de formas que podría adquirir una proteína en el espacio, esta estará determinada por la cantidad de aminoácidos que presente. Por ejemplo, una proteína que posea n restos, podría plegarse en 8n conformaciones distintas. Este cálculo se hace en base a que, desde el punto de vista estereoquímico, son ocho los ángulos de enlace permitidos en la columna vertebral de la cadena polipeptídica. Sin embargo, cada proteína adopta una conformación única que denominaremos estado nativo, siendo ésta la forma de plegamiento más estable de la molécula. Para evitar un anormal plegamiento, la célula consta de dos procesos fundamentales. Uno de ellos se realiza a nivel molecular, mediante el cual la proteína se pliega a través de una vía que solo favorece unos pocos pasos intermedios. El otro consiste en un sistema celular que detecta e impide esta condición anómala. A esta altura, el lector podría formularse la siguiente pregunta: ¿Dónde radica la información para que la proteína pueda adquirir su forma nativa? La clave para contestarla se encuentra en la secuencia de aminoácidos que componen la cadena polipeptídica. Este descubrimiento fue realizado gracias al estudio del plegamiento y desplegamiento in vitro de las proteínas. Debe resultarle sabido que ciertos factores rompen los enlaces no covalentes que estabilizan la conformación nativa de la proteína. El calor, los extremos de pH y ciertos agentes químicos figuran dentro de estos factores. Al proceso por el cual se altera la conformación compacta y la actividad de la proteína, quedando solo su estructura lineal, se lo denomina desnaturalización proteica. La mayoría de las proteínas desnaturalizadas precipitan cuando se encuentran en solución, debido a que sus grupos hidrófobos interactúan con regiones similares de otras moléculas no plegadas, formando así un agregado insoluble. La desnaturalización no es un proceso irreversible sino que generalmente es posible renaturalizar la proteína mediante la eliminación de los elementos desnaturalizantes. Para este propósito se realiza la diálisis, en donde vuelven a formarse todos los enlaces disulfuro, los puentes de Hidrógeno y todos aquellos enlaces no polares que estabilizan la conformación nativa. Dado que 1 Biología Molecular y Celular Lic. Marcelo F. Goyanes esta restauración no requiere cofactores u otras proteínas, al menos in vitro, el plegamiento funciona como un proceso de autoensamblaje. Siendo la secuencia de los aminoácidos la que determine la información necesaria para la adquisición de la forma nativa. En el camino hacia la adquisición de esta forma, la proteína adquiere configuraciones transitorias. Una de estas formas está representada por el estado de glóbulo fundido. El plegamiento proteico es acompañado por verdaderas chaperonas En vivo la proteína debe alcanzar su forma nativa con rapidez y alta eficiencia. El plegamiento realizado en el laboratorio, que lleva algunos minutos, no es suficientemente rápido a nivel celular. Un plegamiento errático de las proteínas correspondería a un gasto innecesario de energía y, como sabemos, muchos de los procesos celulares tienen su base en el ahorro energético. Estudios realizados en el laboratorio indican que, del total de las proteínas encontradas en una célula, sólo un 5 % distan de su conformación nativa. La explicación a esta notable eficiencia podría radicar en la presencia de ciertas proteínas de la familia de las chaperonas. Las chaperonas se caracterizan por tener representantes en todos los compartimentos celulares, en los cuales se unen a una amplia gama de proteínas, formando parte del mecanismo general que determina su plegamiento. Podemos establecer dos tipos distintos de chaperonas: Las chaperonas moleculares y las chaperoninas. Las primeras se encargan de estabilizar a aquellas proteínas que no están plegadas, impidiendo así su degradación. Las segundas facilitan el plegamiento de las cadenas polipeptídicas. El accionar de las chaperonas demanda un gasto energético, gasto que es cubierto mediante la degradación del ATP. Las chaperonas pertenecen a un grupo más amplio de proteínas conocido como “proteínas de shock térmico”, cuyas siglas en inglés son Hsp (HeatShock-Proteins). Y, dentro de estas, se las conoce como las Hsp 60 y 70. Ambos tipos de chaperonas poseen afinidad por las zonas hidrofóbicas de las proteínas plegadas de forma incompleta. Cuando las chaperonas están unidas al ATP poseen una forma abierta, en la cual un bolsillo hidrofóbico se une a las 2 Biología Molecular y Celular Lic. Marcelo F. Goyanes zonas homónimas de las proteínas cuya estructura dista de la conformación nativa. Ante la unión de estas, la chaperona adopta una forma cerrada que libera la proteína blanco. Se cree que las chaperonas se unirían a todas las cadenas polipeptídicas en formación, generando efectos que se asemejarían a “masajes proteicos”, por los cuales proporcionarían a la proteína otra posibilidad de plegarse. Para que usted pueda darse una idea del proceso, imagínese que estruja un trapo con ambas manos, retorciéndolo hasta que sea compactado. Las chaperoninas eucariotas, o TciP, son grandes complejos formados por ocho unidades de Hsp60. En las células del tipo procariota las chaperoninas poseen catorce sub unidades idénticas que conforman un complejo con forma de barril, conocido bajo las siglas GroEL. El mecanismo por el cual el GroEL interviene en el plegamiento proteico es dependiente del ATP. La proteína ingresa al mismo y otra chaperonina, la GroES, cubre los extremos del barril. Debido a que la chaperonina eucariota TciP carece de una chaperonina análoga a la GroES, el último paso del plegamiento proteico difiere en las células eucariotas. 3 Biología Molecular y Celular Lic. Marcelo F. Goyanes Muerte programada de las Proteínas Las células son capaces de degradar selectivamente cualquier complejo proteico mal ensamblado mediante un elaborado conjunto de proteínas que permite dirigirlas específicamente hacia la maquinaria que realizará la proteólisis. Una de las funciones que posee dicha proteólisis es, como se mencionó en el párrafo anterior, el reconocer y eliminar aquellas proteínas que se encuentren dañadas o mal plegadas. Sin embargo, esta maquinaria proteolítica actuará también confiriéndole una corta vida media a ciertas proteínas normales, cuya concentración ha de cambiar rápidamente o degradará a otras proteínas, como las ciclinas, que deben permanecer en concentraciones estables hasta que sean degradadas espontáneamente en un determinado momento del ciclo celular. La mayoría de las proteínas que son degradadas a nivel citoplasmático son liberadas a grandes complejos proteicos denominados proteosomas. Cada proteosoma consiste en un cilindro central formado por múltiples proteasas, cuyos centros activos formarían una cámara central. Vale decir que estas estructuras celulares actuarían como verdaderas usinas proteolíticas, en las cuales las proteínas a degradar serían incorporadas y desensambladas. Cada extremo de este cilindro está obturado por un gran complejo proteico constituido por, al menos, 10 polipéptidos distintos. Se cree que los tapones proteicos serían los encargados de seleccionar a las proteínas que deberán ser destruidas, uniéndose a ellas e introduciéndolas en la cámara del cilindro. Las proteínas que sean blanco de esta verdadera máquina, serán degradadas hasta pequeños péptidos que se eliminarán hacia el exterior. El título de este presente apartado adelantaba que las proteínas a ser degradadas estaban marcadas para “morir”. Es así como los proteosomas actúan sobre aquellas proteínas que han sido marcadas mediante la adición covalente de una pequeña proteína, la ubiquitina. Este pequeño polipéptido está presente en todos los tipos celulares, libre o unida covalentemente a otras proteínas. La unión de la ubiquitina a las proteínas se realiza mediante enzimas específicas, quienes la añaden a un residuo del aminoácido lisina, y 4 Biología Molecular y Celular Lic. Marcelo F. Goyanes posteriormente añaden series de ubiquitinas adicionales, formando una cadena multiubiquitina, la cual es reconocida por un receptor proteico específico del proteosoma. Las proteínas mal plegadas, desnaturalizadas, con residuos oxidados o anormales, son reconocidas y degradadas por el complejo dependiente de la ubiquitina. Las enzimas que añaden este péptido reconocerían ciertas señales proteicas que denotan su anormalidad. Uno de los problemas que plantea este tipo de mecanismo, es la discriminación que debe de realizar la célula entre aquellas proteínas que estén mal plegadas, las cuales deben ser ubiquitinadas para su posterior destrucción, de otras que estén siendo sintetizadas a nivel ribosomal. Una de las posibilidades que se plantean es que estas últimas estén protegidas de la ubiquitinación mediante el acompañamiento de ciertas chaperonas; la otra posibilidad es que el plegamiento proteico, pos traducción, sea realizado tan rápido que el complejo de ubiquitinación no posea el tiempo necesario para actuar. Ciertas enfermedades podrían ser causadas por proteínas mal plegadas Las proteínas podrían adoptar concurrentemente formas distantes a la conformación nativa, por lo cual se produciría la pérdida de la función biológica y su posterior marcado para ser degradada. La acumulación de los fragmentos resultantes de la proteólisis contribuye a ciertas enfermedades degenerativas 5 Biología Molecular y Celular Lic. Marcelo F. Goyanes caracterizadas por la presencia de placas proteicas insolubles en órganos tales como el hígado y el cerebro. La enfermedad de Alzheimer es un ejemplo de lo antedicho, pues se caracteriza por la presencia de placas y ovillos a nivel cerebral. Los filamentos que componen estas placas son producto de la proteólisis de abundantes proteínas naturales, como la proteína precursora de amiloide, una proteína de transmembrana, y Tau, una proteína de fijación de microtúbulos. En otros órganos se ha visto que la formación de placas es el resultado de la proteólisis de proteínas naturales como la gelsolina, una proteína fijadora de la actina, y la albúmina sérica, proteína propia de la sangre. Los fragmentos liberados por proteólisis se unen formando hilos muy estables. La degeneración cerebral, similar a la que se produce por Alzheimer, es causada por priones, una proteína infecciosa derivada de la proteólisis y el replegamiento de una proteína normal del cerebro. 6 Biología Molecular y Celular Lic. Marcelo F. Goyanes 7