, de Hola querido amigo (a): Durante un tiempo, seguramente feliz, usted estuvo con nosotros integrado/a como miembro activo en la Iglesia Adventista del Séptimo Día. En este mundo donde parece que las personas están cada vez más distanciadas unas de otras, le escribimos para decirle que lo recordamos con cariño y que recordamos también las veces que estuvimos juntos en comunión con Jesús. Cada ser humano es único con sus características y peculiaridades. Si en la apariencia física somos diferentes, mucho más en la personalidad y las reacciones ante las circunstancias de la vida. Lo interesante es que usted y yo al venir a este mundo, fuimos creados por nuestro maravilloso Dios, y él nos hizo así. La gran verdad, amigo/a es que el ser humano tiene la libertad de hacer sus elecciones. Dios le dio ese derecho. “A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy”, dice Dios, “que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vidas tú y tu descendencia” (Deuteronomio 30:19). Amigo/a, todos luchamos, unos con el orgullo, otros con el egoísmo, los celos, la mentira, la deshonestidad, el cigarrillo, las drogas, el alcoholismo… todos tenemos nuestros puntos débiles. El diablo no tiene una fábrica de tentaciones en serie para todo el mundo, no. El diablo tiene una fábrica de tentaciones personalizadas. En esta fábrica tiene un laboratorio de investigaciones donde se estudia diferentes tipos de tentaciones adaptadas a cada individuo. El día en que usted nace ya entra en el computador del enemigo, y ahí comienza a desarrollarse su historia de luchas. El gen que trae las tendencias, el tipo de educación que recibe, el tipo de ambiente donde haya vivido, lo que sucedió en su niñez, hasta los traumas que todos cargamos, ¿alguien lo hizo sentirse inferior? ¿Lo ofendieron? Todo está registrado en la “computadora”. Con esta hoja el diablo prepara la tentación específica para cada uno. Ahora, querido/a, el hecho de que cada uno de nosotros nacemos con la naturaleza pecaminosa, que el diablo conoce, no es argumento para ser derrotado. Si por las dudas usted está luchando contra algún problema en su vida, una de las cosas que necesita saber es que Dios lo ama de la manera que usted es. Dios no está cansado de usted, está cansado del pecado, de la miseria, de la falta de amor. Dios lo ama mucho. La mente divina es capaz de hacer algo que ningún ser humano es capaz de hacer: separar pecado y pecador. Ahora, existe algo maravilloso y es el hecho de que Dios proveyó la victoria sobre el mal. Si hay una cosa que el enemigo no puede hacer es obligarnos a practicar lo que no queremos, coloque esto bien en su mente: el enemigo no puede obligarlo a hacer algo cuando usted no quiere. En el momento que usted cae de rodillas, impotente, débil, necesitado, carente del poder de Dios, y dice: “Señor, haz algo por mí, porque en lo que depende de mí estoy perdido”, en ese momento, el enemigo tiembla y huye desesperado porque no puede ver a un cristiano arrodillado. Eso debería quedarle claro a cada uno de nosotros. Escuche lo que Dios dice: “Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia” (Jeremías 31:3). Arrodíllese ahora mismo en oración, coloque en las manos de Dios su amargura, sus anhelos, sus sueños, sus recuerdos. Y a través de la fe escuche una vez más lo que él le dice: “al que a mí viene, no le echo fuera” (Juan 6:37). Estamos con los brazos abiertos, listos para recibirlo el día de nuestro reencuentro. Juntos disfrutaremos de momentos que marcarán nuestras vidas. Para ese momento tenemos un programa especial con himnos, oraciones, y sobre todo, el calor de su presencia. Hasta nuestro reencuentro. ¡Esperamos ansiosos! Sus amigos y hermanos en Cristo que lo extrañan.