Discipulado CCF – 0802D REVELACIÓN Y VICTORIA Jesús nunca nos dijo que la vida cristiana sería fácil. Al contrario. En Juan 16.33, Él dijo: “En el mundo tendréis aflicción”. La historia de la iglesia y el testimonio de nuestras vidas muestran que esto es así. Cada mañana, cuando vos y yo nos despertamos, estamos en una guerra. Muchos creyentes no reconocen esta realidad. Sin embargo, cuando hablamos de guerra espiritual tenemos que ser conscientes que cada día vivimos en medio de una batalla real y personal que tenemos que enfrentar. No reconocerlo resulta en una derrota constante y dolorosa. Muchos se sienten confundidos y desmoralizados, porque no entienden por qué siguen fracasando espiritualmente. Justo cuando creen que han vencido algo, eso se levanta de nuevo para derrotarlos. Tomados desprevenidos: Una de las principales razones por la que los creyentes son derrotados, es porque el enemigo los toma totalmente desprevenidos. Estos creyentes pasan sus días sin darse cuenta de la guerra que se libra en sus vidas. Al mismo tiempo, cuestionan a Dios, diciendo: Si el Espíritu Santo es tan poderoso y la Palabra de Dios es verdad ¿por qué no está funcionando en mi vida?” Velar significa vigilar, no estar desprevenido o descuidado, por eso Pedro dice: “Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar” (1 Pedro 5:8) Mateo 16:13-19 En el mismo momento en que el Padre reveló a Pedro quién era Jesús, Jesús hablo de Su iglesia y dejó clara la existencia de la guerra que ella tendría con las tinieblas “…y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella” (v. 18b) Estas palabras también dan la pauta de quién se llevaría la victoria. ¡Fuiste llamado a vencer! ¡No a ser derrotado! Fuiste llamado a ser un guerrero de Cristo. En primer lugar es necesario reconocer la situación: Estamos en guerra En segundo lugar tenemos que saber contra quién estamos luchando Pablo identifica perfectamente al enemigo en Efesios 6.12: “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes”. Pablo está diciendo aquí que nuestro enemigo es el diablo y todos sus principados, potestades, y sus huestes demoníacas que actúan en contra de nosotros cada día. Diablo significa adversario. El no solamente es enemigo de la iglesia. Es enemigo de todo lo creado por Dios. Pero la Iglesia es la única capaz de resistirle y ponerlo en fuga. Cuando no estabas en Cristo el diablo era tu enemigo, él vino para hurtar, matar y destruir. Tu vida estaba en sus manos y estabas condenado e impotente. Ahora como hijo de Dios él sigue siendo tu enemigo, pero cambió el balance de fuerzas. Solamente puede alcanzar alguna ventaja en las cosas que ignorás o descuidás. ¿Qué es lo que quiere el diablo? Su objetivo principal es hacernos dudar de la verdad de las Escrituras. Quiere que intereses mezquinos desvíen nuestra atención de las cosas de Dios. Quiere lograr este objetivo y cualquier otra cosa que haga inefectivo nuestro testimonio y servicio al Señor. Si llegamos a ese punto de inefectividad espiritual, nos convertimos en soldados inútiles y derrotados. Discipulado CCF – 0802D Las divisiones, la falta de amor y de perdón, la desobediencia, son puertas abiertas al enemigo. Por eso Pablo les dice a los corintios que perdonen, consuelen y confirmen su amor para con aquel contra quién se habían enojado y que les había entristecido. Además pone a prueba su obediencia porque dice que todo esto es necesario “para que Satanás no gane ventaja alguna sobre nosotros; pues no ignoramos sus maquinaciones” (2 Corintios 2:11) En tercer lugar tenemos que estar equipados para la batalla En 2 Corintios 10:14 Pablo dice que las armas de nuestra milicia no son carnales sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas. Y en Efesios 6:10 en adelante nos recomienda fortalecernos en el Señor y en el poder de Su fuerza. Vistiéndonos de toda la armadura de Dios (vs. 11 y 13) Ceñidos nuestros lomos con la verdad: El conocimiento de la verdad nos viene por revelación. Ceñirte a la verdad es estar atento a esa revelación dependiendo continuamente del Espíritu Santo, ejercitando nuestro discernimiento espiritual. Juan declara que Él es el espíritu de verdad y nos enseña todas las cosas (Juan 16:13) Vestidos con la coraza de justicia: Esto es estar continuamente conscientes de que estamos justificados y somos quienes somos no por nuestros méritos sino porque Jesús es nuestra justicia. Anunciamos eso cada vez que celebramos la cena del Señor. Calzados con el apresto del evangelio de la paz: Tenemos una tarea que realizar. Un mandato de Cristo. “Predicad el evangelio a toda criatura”; “haced discípulos a todas las naciones”. Mientras estemos activos, prestos a hacerlo a tiempo y fuera de tiempo estaremos fortaleciendo poderosamente nuestras vidas. Tomad el escudo de la fe con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno: Los dardos de fuego son palabras y pensamien tos negativos, de derrota, de imposibilidad, producen temor e inacción. Cree solamente y verás la gloria de Dios! Y tomad el yelmo de la salvación y la espada del Espíritu que es la Palabra de Dios: Ella es a la vez defensiva (yelmo) y ofensiva (espada). Las tentaciones vienen en forma de pensamien tos. Del mismo modo la derrota comienza en la mente. La palabra de Dios con sus declaraciones y promesas son una segura defensa contra el ataque del enemigo, a la vez que como espada lo vence, lo hace retroceder, lo derrota. Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos: La oración establece nuestra comunicación con el Padre, sin oración dependemos completamente de nuestras fuerzas, pero cuando oramos desatamos el poder de Dios. Velar significa que es algo que si descuidamos, fácilmente dejaremos de hacerlo, por eso Pablo dice que lo hagamos con toda perseverancia. Suplicar es llevar la petición a un nivel mucho más profundo que simplemente pedir. Orar por todos los santos significa interceder continuamente por el resto de nuestros hermanos. CONCLUSIÓN: Hoy estás enfrentando una batalla de vida o muerte. Así será por el resto de tu vida. ¿Estás equipado?