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CONSULTORA EXANTE. ECONOMÍA, FINANZAS Y NEGOCIOS CORPORATIVOS
14 de febrero de 2003
LAS REFORMAS IMPOSITIVAS, HECHAS POR PEDIDO DEL FMI,
NECESITAN CORRECCIÓN
Por Aldo M. Abram
El contenido de la Carta de Intención del FMI irá generando algunos conflictos en la
medida que se vayan cumpliendo las metas que establece. Parte de esta polémica tendrá
como caja de resonancia el Congreso de la Nación, el que empezará a sesionar para
tratar algunos proyectos enviados por el PE que son requisito para cumplir el Acuerdo
en sus objetivos cualitativos o de superávit primario. Otra parte tiene relación con
decretos del PE que están vigentes y que deberían ser modificados, porque contradicen
ese Acuerdo de manera evidente.
El primer tema surge de la posibilidad de que el Senado finalmente sancione, sin un
análisis lo suficientemente profundo, el proyecto de eliminación de los planes de
Competitividad, lo que es exigido por el FMI y ya tuvo media sanción en Diputados. No
es necesario aclarar que nosotros apoyamos esta decisión debido a la inutilidad de estos
programas, que no sirvieron a los fines reactivadores buscados, y a que generaron
distorsiones de tratamiento tributario y pérdidas de ingresos tributarios. Sin embargo, la
media sanción votada por Diputados en diciembre incorporó, a la derogación de los
planes de Competitividad enviada por el PE, la eliminación de la deducibilidad de IVA
de los impuestos al COMFER y de fomento al cine. Esta medida era y sigue siendo
razonable, pues evita perjudicar esas actividades con una imposición excesiva. Por ello,
el Senado debería modificar la media sanción y volver al proyecto original del PE, que
era adecuado y suficiente para cumplir con la demanda del FMI.
Otra decisión que ha generado polémica y que también encuentra al PE en lo cierto es la
de gravar con el impuesto a las Ganancias los reembolsos y devoluciones de
gravámenes a los exportadores. Del lado de los empresarios se dice que si se gravan
estos ingresos sería como admitir ante la Organización Mundial de Comercio que se
trata de subsidios, lo que nos expondría a que nos impidan mantenerlos. En ese sentido,
vale un análisis. Si en vez de pagar los tributos y luego recibir su devolución por el
Estado, los exportadores estuvieran directamente exentos de abonarlos, esos pagos
nunca hubieran existido ni se hubieran computado como costo. Por lo tanto, se habría
incrementado por ese mismo monto la base imponible de Ganancias, que es lo que el
proyecto oficial propone razonablemente. Esto demuestra que no tiene sentido el
argumento dado por los sectores de la exportación, ya que así sean subsidios o
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devoluciones de impuestos son parte de los ingresos y de los beneficios de las empresas,
los que están gravados. Esto implica que la sanción de este cambio tributario sí es
razonable.
También dentro del Congreso, otra modificación del impuesto a las Ganancias que
traerá polémica es la de bajarlo de 35% a 30% para evitar aplicar el ajuste por inflación
en los balances contables. Aquí el Gobierno se equivoca. Su temor a la indexación de
los activos de las empresas no tiene mayor sentido, ya que implica desconocer que al
devaluar se decidió abandonar la estabilidad de precios. La prohibición de indexar sólo
tuvo sentido cuando se fijó el tipo de cambio, y perdió sentido cuando se la abandonó.
Sin embargo, el gobierno insiste en dejar activa la prohibición. Pero al comparar el
Patrimonio Neto del año 2002 con el del 2001 a precios corrientes de cada momento, se
obtiene seguramente una ganancia patrimonial que es sólo nominal y ficticia, ya que en
realidad hubo mayormente pérdidas. El pretender compensar este pago indebido de
impuestos con una reducción de la alícuota no solamente resulta injusto, sino que
parecería ser inconstitucional, pues se grava una renta que pudo no existir realmente.
Para entender la cuestión, es mejor dar ejemplos. Una empresa cuyos stocks (activos) se
revalorizaron por la inflación y cuya actividad durante 2002 le reportó pérdidas tendrá
que pagar impuestos a las Ganancias si el aumento patrimonial por inflación fuera
superior al resultado operativo negativo. Es cierto que con la reducción de alícuota
pagará menos de lo que hubiera pagado antes, pero pagará algo cuando no debería pagar
nada, pues tuvo pérdidas. Y además, una empresa exitosa en su gestión que sí hubiese
ganado se beneficiará con la reducción de alícuota, al terminar pagando también menos
pero por ganancias que sí existieron.
También tributarán más Ganancias los que tengan dólares en el exterior y los deban
declarar al actual tipo de cambio, cuando tomar esa ganancia nominal en pesos no
resulta justo: no hubo ninguna actividad económica gananciosa de la que el Estado deba
apropiarse. Ni hablar de la inequidad de los casos en que se pesificaron depósitos a $
1,40 más CER y que serán asumidas por la AFIP como ganancias, cuando en realidad el
Estado expropió parte del patrimonio del contribuyente para subsidiar a los deudores
pesificados.
Un cuarto punto que merece revisarse, ya no por parte del Congreso sino del mismo PE,
es el texto del Decreto Nº 2.705, firmado a finales de 2002. Allí se establece que el
Estado asistirá a las empresas que tengan que renegociar con el exterior deudas en
divisas, las que no fueron pesificadas. La asistencia consistiría en el otorgamiento de
garantías a través de un fideicomiso estatal cuyo fondeo surgiría de la reformulación del
Fondo Fiduciario de Asistencia a Entidades Financieras y Seguros (FFAEFS). En sus
orígenes, éste fue constituido para financiar el proceso de reconversión de los bancos
privados posterior al efecto Tequila y cuenta con activos remanentes de aquella gestión.
Sin embargo, en el acuerdo con el FMI se establece que si bien el gobierno puede
participar del proceso de renegociación de deuda privada no puede afectar, ni siquiera
como garantía, ingresos propios del Fisco: y el FFAEFS es estatal. En una palabra, la
instrumentación de este decreto sería incompatible con lo acordado con el organismo
internacional.
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En síntesis, respetar el Acuerdo con el FMI es, más que indispensable, prácticamente
inevitable. Sin embargo, hay detalles importantes que no deben desatenderse: tanto para
no contradecirlo inadvertidamente (caso asistencia a deudores privados), como para no
cumplirlo en exceso, perjudicando innecesariamente a ciertos sectores económicos
(casos cinematografía y radiodifusión). Por último, los casos referidos a Ganancias
deben seguir la línea de interpretación adecuada a una imposición equitativa y
razonable, para lo cual se debe autorizar el ajuste inflacionario de activos (lo que hace
innecesario reducir la alícuota) y alcanzar con este impuesto los reembolsos a las
exportaciones.
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