424 años del nacimiento de Gaspar de Guzmán

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CONMEMORACIÓN DEL NACIMIENTO DEL CONDE DUQUE DE
OLIVARES, EL DÍA DE LOS REYES MAGOS DE 1587
424 años del nacimiento de Gaspar de Guzmán
El 6 de enero, día de Reyes Magos, se conmemora 424 años del nacimiento de
Gaspar de Guzmán y Pimentel, Conde-Duque de Olivares.
A las doce del mediodía del 6 de enero del año 1587 nació, en Roma, Gaspar de
Guzmán, futuro Conde-Duque, tercero de los hijos de los Condes de Olivares. Vino al
mundo, en la Embajada de España, en el palacio del Duque de Urbino, que más tarde
sería demolido para construir los tres palacios Panfli.
Ese mismo año pasaría a ser el segundo en la descendencia del Condado de
Olivares tras la desgraciada muerte de su hermano mayor, Pedro Martín, quien vivía
con sus tíos los Condes de Monterrey en Salamanca y que moriría con ocho años al caer
por un corredor del palacio de Monterrey.
El historiador de cámara de los Guzmanes, Juan Alonso Martínez Calderón nos
cuenta que se sortearon, a los dados, los nombres de los tres Reyes Magos, y el que
salió, Gaspar, fue el que le pusieron al bautizarlo, este se celebró en la Iglesia de Santa
María La Mayor, oficiando el cardenal Hipólito Aldobrandini, más adelante Papa con el
nombre de Clemente VIII.
Basilio Rodríguez. (ASCIL)
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CONMEMORACIÓN DEL NACIMIENTO DEL CONDE DUQUE DE
OLIVARES, EL DÍA DE LOS REYES MAGOS DE 1587
La ceremonia se celebró con gran modestia, siendo padrinos un pobre y una
santa beata, continuando la costumbre que el Conde y la Condesa su mujer tuvieron en
los bautismos de sus hijos, huyendo de las vanas ostentaciones y prevenciones y
aparatos que para semejantes ocasiones se suelen prevenir, en contraste, por cierto, con
el fausto y ostentosa magnificencia que, por lo común, desplegó el embajador durante
su estancia en Italia.
Según papeles de la época, “dijeron los astrólogos que la constelación en que
había nacido indicaba que había de gobernar la Monarquía”.
Gregorio Marañón, excelente biógrafo de Olivares comentaba en su libro, “El
Conde Duque de Olivares. La pasión de mandar”, lo siguiente, “Nosotros creemos
también en el destino, pero nuestras estrellas no son las del cielo astronómico, sino esos
signos enigmáticos que trazan los cromosomas de las dos células generadoras, en los
que está encerrado el secreto de la herencia. Esa herencia nos dice, en el Conde-Duque,
tres cosas claras: voluntad terrible de mandar por la vía de los Guzmanes; afición
burocrática, más que guerrera, por la vía de la abuela paterna; y austeridad y
religiosidad, por la vía de las dos Condesas, madre y abuela paterna. Sobre esto, ingenio
y voluntad muy grandes y un temperamento propenso al arrebato y a la manía. Y un
ambiente, que lejos de servir de freno a sus impulsos de grandeza, los hacía fáciles,
multiplicando su eficacia: sociedad de gentes ociosas y corrompidas y un Rey casi niño
y de voluntad, más que débil, inexistente. Todos estos elementos, marcan la dirección
de su destino. El horóscopo retrospectivo permite ver con diáfana claridad el sentido de
cuanto pasó en España bajo su mando”.
Gaspar de Guzmán pasó su niñez en Roma, Sicilia y Nápoles, ya que su padre
fue sucesivamente embajador ante la Santa Sede y Virrey en Sicilia y Nápoles bajo el
reinado de Felipe II, hasta el año de 1600, en que volvió su padre a España.
Le educaron para el estado eclesiástico, pues era segundón y, además, mostraba
“desde niño buena inclinación a las cosas de virtud y letras”. Clemente VIII, el que le
bautizó, favorecía esta decisión, y, más adelante, en 1604, le hizo merced de una
canonjía en la catedral de Sevilla y otras mercedes eclesiásticas, honoríficas o
remuneradas.
El historiador contemporáneo de los Virreyes de Nápoles José Raneo describe al
joven Gaspar, ya en hábito clerical, acompañando a su padre en Nápoles; iban con él el
Conde de Uceda y Francisco de los Cobos; y, a pesar de su mocedad, “favorecía y
amparaba a todos los que se le encomendaban” y “honró a la nación española con
mucho valor y grandeza”. Algo debió haber de exagerado en estos elogios de Raneo,
pues el clérigo frustrado no tenía más de diez años. Pero parecen indudables la seriedad
y la afición a los problemas sociales y de gobierno del niño, que debió de guardar
grandes recuerdos de la época de los mandos de su padre en Italia. Italia fue en aquellos
siglos, para los españoles, escuela y campo de experimentación de gobierno y
diplomacia.
Basilio Rodríguez. (ASCIL)
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