ARBOLES DE RIBERA

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ARBOLES DE RIBERA
Por D. ANTONIO BOTIJA FAJARDO (t)
Ingeniero Agróncmo
Don ANTONIO BOTIJA Y FAJARDO fué uno de
los más nottables Ingenieras Agrónomos españoles de
finales ^del siglo ^IX y comienzos del presente. Nació
en Barcones (Soria) el 11 de junio de 1840 y terminó
la ca.rrera en 1865, haciendo el número 20 ^entre los
graduados en la Sécción de Ingenieros de la Escuela
General de Agricultura, creada diez años antes.
Fué Catedrático ^de Agricultura, por oposición, ^en
el Instituto de San Isidro, de Marlrid, y autor, entre
otras obras, de un excelente libro de "Agr+ieultum
elemental", cuya s^egun^da ^dición (Madrid, Hernando, 1878) consta de 596 páginas y un buen atlas con
láminas en color.
En la Escuela Especial de Ingenieros Agrónomos
de La Moncloa (Madrid) desempeñó, durante muchos
años, la cátedra de Agronomía, que ^entonces abarcaba la Climatología y Agrología; el último ^en><rso que
explicó fué el de 1915-16, pocos años antes de su taIlecimiento.
Publicó, además del lib^o citado, ^un notable y documentado "Programa ^de iun curso ^de Agronomía"
y otros trabajos, sobre tierras y abonos especialmente.
De una de sus conferencias, pronunciada en junio
de 1879, extractamos los datos conteni^dos ^en ^ta
HOJA, sobre la importanci^a ^de los árboles de riberra
y multiplicación de los más notables.-J. DEL C.
I_a fotografía de la porta<ia es una vista del Ca,nal de Castilla,
que debemos a la cortesía del señor Ivfarqués de Santa María deI
Ví}lar.
ARBOLES
DE RIBERA
Sabido es que, rehriéndose a nuestro país, los agrónomos
xnás distinguidos, y entre ellos el célebre Columela, han ^dejado en stts escritos pruebas indudables de la importancia que
dieron al cultivo de los árboles, especialmente en la región meridional, en que aquel agrónomo nació: Ayboritisn cicr^z p^cvrs
rei rz^stice znaxim^: "Procura que los árboles ocupen la mayor parte de ttts tierras", decía.
Los árabes, a quienes los españoles debemos las mejores
tradiciones en materia de agricultura, manifestarort por los
árboles un interés tal que a su multiplicación se daba verdadero carácter religioso. El príncipe de sus agrónomos, AbuLacaría, pone en boca de 1\Zahoma esta oferta a los labra^iores :"El que plantare árboles sin oprimir a nadie ni faltar a
la justicia, tendrá por seto un premio, que recibirá del Creador r.nisericordioso".
Pues bien, la importancia que, en todos los pueblos y tiempos, ha tenido el arbolado ha subi^clo extraordinariamente cle
punto en España. En el siglo xrx se talaron en nttestra
Patria enormes masas de arbolado, y es necesario esforzarse
en repoblar todos los terrenos adecttados, evitando a la par
las talas abusivas (i). Mas aunque hacen mucho, con este ^in,
el Estado y las Corporaciones provinciales }- municipales, la
mayar parte del trabajo ha de quedar necesariamente a cargo de la iniciativa individual. l^igamos, pues, algo acerca de
las especies de más utilidad y cie más fácil multiplicación en
los terrenos ribereños.
I lámanse árboles de riGer^a a todos aquellos que, pudiéndose aprovechar principalmente por stt madera, vegetan con
particularidad próximos al agua. Son, por regla general, de
(i) Aunque los avances que se han conseguido por ]a repoblación forestal
en los últimos años, posteriores a la fecha de este trahajo, han •sido notabilísimos, probablernente no podemo, congratularnos del mismo mo^io en lo que
se refiere a árboles de ribera, que quizás no se reponen en la misma proporción
que se consumen.
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madera blanda y floja, pero algunos la producen también excelente.
Además, la hermosura y salubridad de las comarcas en
due el arbálado se desarrolla con vigor sería razón sobrada,
por sí sola, para verlos con cariño y multiplicarlos con esmero.
Y, sin embargo, el labrador no se forma idea de la facilidad suma con que, allí donde se cuenta con alguna humedad, se puede implarrtar una bellísima y beneficiosa masa de
arbolado.
Alamos, sauces, chopos, fresnos, olmos, alisos y diversas
acacias son los rnás importantes árboies de ribera en nuestro país.
Sauces, álamos y chopos.
Los sAUCES (Salix) presentan una numerosa serie de especies que, desde el tamaño de una planta rastrera y de aspecto ]^erbáceo, se elevan hasta las dimensiories cle grandes
árboles. Ll conocimiento profundo de tan protuso complejo
de especies, variedades e híbridos, presenta grandes dificultacies. Acieulás, son plantas dioiccis, es decir, que tienen pies
machos y hembras, lo que se traduce en una fuerte proporc^ión de semillas estériles en los pies femeninos, cuando escasean los rnasculinos en sus inmediaciones. Es, por tanto, género de árboles que rara vez podremos multiplicar por esta
vía se^:ual. La semilla es pequeriísima y está cnvuelta por mechoncitos de borra blanca, finísima; se forman en inflorescencias o"amentos", más o menos erguidos, en los que se
agrupan sus flores verdosas, poco aparentes.
I.a Naturaleza, supliendo unas condiciones con otras, ha
^hecho due el sauce sea uno de los árboles más extendidos,
porque pr^,^^lid^e y,cc r^epn-od^7^c^e (^er-fect^zn^e^zte po^^• estacer. Cortando ramas de dos a tres años, en otoño o antes de la primavera (segíin sea más o menos seco el clima), e introdttciéndolas en tierra, se tiene el medio más sencillo de multiplicar el
sauce.
Pueden hacerse estaqir-ill^s de unos 3o centín^etros y co-
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OLMO (Jlmus can2pestrzs) : i, porte del árbol; 2, trozo de rama de la forma
suberosa; 3, rama con hojas y frutos; 4, dos flores; 5, órgano femenino (gineceo) :
6, fruto aislado.
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locarlas en viveros para trasplantarlas después. Nosotros lo
hemos reprodu'cido en terrenos algo encharcados, mediante
verdaderos ^acodos, con extraordinaria rapidez.
Por sus condiciones y productos podemos recomen^íar el
SAUCE ^BLANCO (Salix ^alba L.), que alcanza hasta 3o metros
y tiene hojas velloso-sedosas, al menos en la cara inferior, acuminadas y finamente dentadas.
El SAUCE CENICIENTO O BARDAGUERA
(.S^a'l2x CI11n^YEia L.^
es abundante en terrenos pantanosos, tiene hojas oblongas,
pubescentes y mates en la cara superior; grisáceo-tomentosas, en la inferior; sus amentos miden g-IO centímetros de
largo.
'
El saucE cABRUrro ,(Salix c,apY,ea L.) tiene hojas bruscamente acuminadas, lampiñas por el haz y más o menos tomentosas en el envés. Una especie muy productiva es la MinzBRERA (S^altix vivnivualis), ^cuyos brotes se prestan perfectamente a la confección de cestas y otros objetos, que alcanzan
gran valor. Hay otras especies que también producen mimbres de análoga utilidad.
El SATJCE LLORÓN (S^,lix b^abilonic^a), de ramas péndulas
y a^decuados para el adorno de jardines y parques en que se
disponga de ;humedad suficiente.
De la misma familia S^zlicác^^zs es el género Po^ulus, al
que pertenecen los árboles conocidos con los nombres de áLAMos y cxoPOS. Muy numeroso en especies, podemos citar el
P. niqr^a (chopo común o álamo negro), el P. ^a;lba (chopo
blanco, álamo blanco), el P. ^^rr^a^^i^dah's (chopo lombardo,
álamo de Italia). Ninguna de estas especies se reproduce fácilmente por semilla; el sistema mejor es el de estaca. Su madera, de infinitas aplicaciones, y su porte elegante, hacen a
estos árboles rnuy apreciados entre los de su grupo.
Fresnos.
El FRESrro (F^Yaxi^uus angusti f oli^a) se multiplica muy bien
por semilla y, en- cambio, no es apropiado para reproducirse
por estaca. Se ^lesarrolla rápidamente. Su madera se aprovecha con ventaja, y su hoja puede ser consumida por el gana -
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do. ^on muchos, en realidad, los árboles cuya hoja es un forraje excelente, como luego diremos.
Olmo.
^'otabilísimo entre los árboles de ribera es el oLato ( z)r
que, bajo mil tormas distintas, se distingue por sus hojas
aovada.s, asimétricamente acorazonadas en la base, dentadas
y ásperas al tacto.
^
L?1 olmo se multipliea bien por semilla, clebienclu sembrarse cubriéndola ligeramente con tierra, re^ando luego con mucho cuidado para que no sea arrastrada por el agua. El Ulr:ai+s
cc^rrtpestris adquiere un desarrollo extraortlinario, y la excelente calidad de su madera la hace íitil en toda clase de rc^nstrucciones.
A1iso.
Ll ^,LT so (Alr^is glt+ti-r+,oscx) es propio de las orillas de corrientes de agua y de los terrenos encharcados. Su madera
no es tan buena como ^la del olmo, pero tiene la condición especial de conservarse bajo el agua.
Se mttltiplica por semilla, que madura en septiembre, colocándola al momento en semillero, ,en lugar sombrío; nacen
a la primavera si^,ruiente, y a los tres anos se trasplantan.
Fueden multiplicarse también por estacas.
Acacia^.
I^ .^c:^ctA nN 'rx>s ^sPirt^s (Glea'i^tscdii^a t+°i^r,c^iai^thos) se
multiplica perfectamente por semilla y vegeta en toda clase de
terrenos, por pobres que sean. Cría unas enormes y aceradas
pítas tr-ifurcatías, cuyas heridas se enconan fácilmente (2).
La Acnc>A Br.ANCA (Robini^a pseacdoa^c^^irr) y la Acnciw
D^L TnYÓ>`t (Soplro+^a japot+ica-) son, como el anterior, árboles
apreciados por su buen desarrollo y pocas e^igencias.
(t) ]_lamado, impropiamente, "álamo negru" en alguna, pro^incias.
(2) EI fruto de esta acacia tiene tm alto valor nutritivo para el ganado.
^egún comprobó experimenta^lmente I). 7.acarías Salazar, Yrofesor de 'Lontecnia
en la Eccuela Especial de Ingenieros ARrónomos. (Consúltese el libro Psados
arbóreos, que luego citamos.)
Valor for. rajero de 1os árboles de ribera.
Todos los mencionados son árboles que ptteden ser consitlerados como plantas forrajeras; sus hojas, secas y bien conservadas, o mejor aím verdes, constituyen un buen alimento, especialmente para los rumiantes, y entre ellos para el ganado lanar. El valor nutritivo y las condiciones de la ;hoja de
<olmo y acacia es mayor que el cle las otras especies ( i).
Adq^uisición ^d^e plantas.
Las personas a quienes interese la plantación de árboles
de ribera deben dirigirse al Distrito Forestal de la respectiva
provincia (Servicio dependiente de la Dirección General de
Montes, del Ministerio de Agricultura), la mayoría de Ios
cuales disponen de viveros y facilitan, gratuitamente, las
plantas necesarias, así como toda clase de informaciones y
asesoramientos.
Advertencia final.
No henios pretenclido en este trabajo, hecho sin pretensiot1es, dar detalles acerca del cultivo de los árboles de ribera y;
menos, tratar de los semilleros y viveros necesarios para aquél
y de casi todos conocidos. Sólo he querido clestacar su impor^ancia y los medios de multiplicar los más notables, influído
^^or el atnor y entusiasmo que me inspiran. Intentar comunicarlo a los demás es su finalidad y, si lograse excitar siquiera
a plantar un sol^.^ árbol, lo daría por bien empleado.
(r) El aprovechamiento, como forraje, de las hojas y ramillas de éstas v
otras e,pecies de árboles de ribera es de considerable importancia en un país
como Fspaña, en que hay exte^uas comarcas de clima seco. P.ecomendamos la
iectura dei libro Yrados arbóreos, del ilustre Ingeniero Agrónomo D• Celedonio
ftodrigáñez, recientemente reeditado por el r4inisterio de Agricultura, que trata
ampliamente de este asunto tan interesante para agricultores y ganaderos. (Un
^olumen de rc^o páeinas, con numerosos grabados y láminas intercaladas. Sólo
cuesta rs pesetas. De venta en la Librería Agrícola, Fernando VI, 2, Madrid,
y en la; principales librerías.)
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