UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DEL ESTADO DE MÉXICO SECRETARIA DE RECTORÍA DIRECCIÓN DE IDENTIDAD UNIVERSITARIA COLEGIO DE CRONISTAS “MIS CUATRO MUJERES” Dr. Alfredo Díaz y Serna Cronista de la Facultad de Ciencias de la Conducta “Mis Cuatro Mujeres” Dr. Alfredo Díaz y Serna Cronista de la Facultad de Ciencias de la Conducta No sé por qué cuando de ciudad se trata me siento inserto en la misma. No la veo desde afuera como si llegara o saliera de ella. Estoy inserto en ella, pero también es parte mía., es parte de mí. Es ni piel y sus adentros se convierten en una armadura, en un ropaje, es mis intestinos, mi coraza, escudo, arma. En cuatro mujeres me dado a reposar, cuatro mujeres han envuelto mi corporeidad, sentimientos y pensamiento. Soy parte de ellas y ellas de mí. Soy polígamo. Convivo con cuatro mujeres a quienes amo. Todas ellas portentosas, todas tienen sus encantos, desde ellas parto; son mi origen. Reciprocidad continúa. Todas ellas tienen rincones, lugares secretos, grandes turas, senderos, caminos, pasos a seguir. Huella que extravían, se pierden. Cuatro mujeres han soportado mi estadía terrenal y cotidiana. Estaban antes de que naciera. Son receptáculo, mi oikos. Lugar de jugar, laborar, amar, odiar, de vida y muerte. Tú, mi primera mujer, fuiste inicio de toda experiencia, de pueriles juegos, de una guerra contra ejércitos de letras y números. Eres mi madre, novia, esposa. Dejaste huella de los primeros pasos, del primer asombro y el camino que dejaste. Las iniciáticas amistades e inolvidables romances que por ser primeros, dejaron un hondo surco. El amigo inolvidable que hasta la fecha me hace confiar del otro. Las iniciáticas ensoñaciones de la mente y el espacio, forman de ti un calidoscopio lleno de calles que camino aún sin cansancio. Universo de magia, de rutas fantásticas, de la posibilidad de llorar y reír al mismo tiempo. Soportaste el ir cabeza con cabeza del amigo que su imagen se diluye con el tiempo, su sonrisa y amabilidad irrestricta permanece hasta en la vejez y se extraña. “Mis Cuatro Mueres” 2 Todas las rutas, callejones, escondites me regresan en fulgurantes sueños. En esa espontaneidad que me surge cuando la voluntad se relaja, dormita o se pierde en la insistencia de sí misma. Te abandoné, fuiste mi primer escape. La fantasía acompañó a mis sudores. Regresé a ti con la extrañeza pegada a mi corporeidad, que desde el momento de abandonarte la extrañeza envolvió mi alma. Solo supe que regresaría para estar en ti deleitándome con tus interminables encantos. Caminé en ti por lugares ignotos, senderos caminos, veredas donde mis pisadas eran deslices siempre adelante. Tus lugares secretos, de cíclicas esperas, siempre presentes e inagotables. Todo fue nuevo. La época de mis ojos abiertos, asombrados por tu grandeza e inagotables novedades. Inicio de todos los arranques: Intelectivos, juegos, amores y de las amistades imperecederas. Del calor fraterno, ilusiones, esperanzas, prodiga en promesas. Primeras frustraciones que dejan huecos en las entrañas para toda la vida. Con ella en ires y venires se fueron forjando las esperanzas, jardín de deseos. Como te extraño, caminar en sol por caminar, escuchándote con tus múltiples voces. Me encanta tu silencio y las noches oscuras cuando se aprecia el pestañear de las estrellas. Eres enigmática, peligrosa, intrigante, seductora, llena de misterios, secretos, arrogante y bien vestida. Eres tu quien labraste con tus afilados días, dejaste sucos indelebles de las primeras miradas. En mi juventud, tu, mi segunda mujer, por tus encantos, me sedujiste. La perplejidad de tus muchos saberes, cautivaron mi búsqueda del alfa y omega. A diferencia de emerger de ti, tuve que ir a tu encuentro. Me recibiste con los brazos abiertos. De inmediato me mostraste tus castos esplendores. El asombro aún me sigue, caminó conmigo, fuerza que acontecía todos los impulsos de búsqueda del saber, del conocimiento ancestral, ahí está, a la mano, es tuyo si lo quieres podrás obtenerlo, me dijiste. Con tu ejemplo, me demuestras que el trabajo es el medio para labrar mi saber, sensibilidad, razón. Lago de pensamiento tan amplio y profundo que solo puedo divisarlo con los ojos cerrados. “Mis Cuatro Mueres” 3 Mi alma mater, mi mujer, que no te cambio, estoy en ti. Con el corazón y pensamiento abierto a tus enseñanzas de ver, trabajar la vida y hacia derroteros que no tiene límites. Me reencuentro en tu centro y no me siento encerrado. Por lo contrario, me enseñaste a abrirme para consigo mismo y para los demás a quienes serviré según tus enseñanzas. Me iniciaste a pensar, a discernir, a traspasar las fronteras de la ignorancia y me honras con un título en tu nombre; me otorgaste sapiencia. Tuve contigo un inicial juego de dos caras, eros-tanatos, ganar o perder. Encuentro iniciático, de meras miradas, caricias, besos perdurables, relatos, cuentos, fantasmas socarrones y también malvados. Literatura, amor a la sabiduría, conocimiento de las ciencias, desentrañan, ir y regresar para ir a otras dimensiones. Mujer no podría olvidarte aunque quiera. Te pertenezco, soy parte tuya como tú de mí. Me maravillé en ti. Fue un encuentro lleno de futuras fantasías; era muy joven. Prometo, si me voy, que regresaré para estar contigo, en ti. Siento aun me enseñarías el universo. Mi intuición juvenil no se equivocó. Cuando pude ya estaba en tu seno, y me abrazaste con fuerza para mostrar el camino del saber. Yo, asombrado por tu majestuosidad y belleza quedé atrapado y sin resistencia para salir. Me enseñaste los caminos que por su parte llegan al mismo punto del devenir con sus máscaras del saber, pensar y conocer. Ardua labor a desarrollar. No tengo celos por los otros que están aquí para contigo. Sospecho que tenemos algo en común. Además de tu belleza, tus cuadraturas y redondeces, espacios abiertos, tus brazos, de inmediato sentí estar comprometido contigo. Eres prodiga en saberes y no dudas en otorgármelos. No puedo hacer otra cosa que recibir lo que tu don ofrece sin reclamo alguno. Al sentirte dentro de mí, te expreso que además del goce a lograr, has influido el formar el tesón y el conocimiento, del saber, y de la ineludible alteridad. Por ti conocí a aquellos magos que prodigaban saberes de arriba y abajo. Secretos develados otros encriptados. De intertextos que leen otros textos en vasos comunicantes y tejidos con el gancho de un encaje en crochet. Pletórico de sentidos. Tú, mi tercera mujer, me cautivó tu juventud. El dinamismo de tus propósitos, la candidez y suavidad que me diste. Gozo aún la tersura de “Mis Cuatro Mueres” 4 tus caricias y de la posibilidad gloriosa de tu eterna juventud, de tus jóvenes que siguen tu camino y dejan huella en ti y en mí por su labor y eterna esperanza, bienaventuranza del porvenir. Con tu enorme cara pintada que mira al sol que emerge del trono donde se contemplan las proezas alcanzadas por los notables de apolíneas y dionisiacas contiendas. Llegué a ti, mi tercera esposa. Desde el momento de verte quedé encantado, hasta que alguien me dijo muévete, terminó el hechizo del asombro. Igual que mi anterior mujer, abriste tus brazos, me apretaste y de inmediato me hiciste sentirme en ti. Me cobijaste, llenaste de elogios y dadivas. En tus rincones, duermen escondidas las culebras que tienen sueños de esplendores de barro que no se muestran a los demás, pero ahí están. En tus faldas, bordadas de santuarios de saber y conocimiento. El hormigueo de tus caminos de huéspedes que van y vienen con sus libros al brazo hasta formar una montaña como tú, pero imaginaria de sapiencia, como el hierro forjado a golpes y de tesón, forjas en ellos el porvenir de sus acciones. El temple, la constancia, los valores, son requisitos para estar en ti, con la libertad para circular por los senderos que conducen a la sabiduría. Lo áulico se puebla de sonares en búsqueda de sentidos manifiestos y ocultos para el futuro inmediato que exige el trabajo por la vida. Laboriosas abejas gravitan en tu ser, dan en su constante actividad la identidad, te hace única, sabia, amorosa, con tus hijos a quienes imbuyes valores ancestrales y te adornas con tus múltiples símbolos. Oh tú, mi tercer amor, no te dejaré sino hasta que no pueda moverme en ti, hablarte, escribirte de vez en vez. No te dejaré. Me suceden, los buenos recibimientos que me otorga mi cuarta mujer. Eres tu mujer, añeja, altiva, apacible, abierta, atenta, amorosa. Como toda mujer sabes entregar y aceptarme en ti, lograr un pedacito de tu bella, tierna y suave carne para este tiempo próximo al descanso. Me tocó en ti estar tres de los cuatro tiempos. El primero que no fue aquí, aquel de los goces, placeres, desenfrenos, diversiones, esperanzas. , después, seguridad, riqueza, sabiduría. Siguió el momento del dar, de la bienaventuranza, del don sin la exigencia del agradecimiento. Por último “Mis Cuatro Mueres” 5 el momento de la renuncia, del desapego, que ya ha llegado. Gracias mujeres por ayudarme a intentar la plenitud, el deseo que aún se mantiene, falta cerrar el círculo. Llegará, lo espero. Ciudad de México, mi primera mujer. Ciudad Universitaria de la Universidad Nacional Autónoma de México, mi segunda mujer. Ciudad Universitaria de la Universidad Autónoma del Estado de México, mi tercera mujer. Ciudad de Toluca de Lerdo, mi cuarta mujer. El tiempo y lugar sirven para hablar de la crónica, de la historia, de ella y con ella. La relevancia del trabajo histórico, exige para su locución, una selección del pasado, del pasaje al presente y al futuro, no es una aromaticidad, sino que implica un progreso acumulativo del conocimiento de la historia de la ciudad, solo es abrir sus arcas e ir develando lo guardado, reservado, en ocasiones secreto. Caminar en sus calles, laberintos, reservorios, el andar es penoso. Avanzar, retroceder, dar tumbos, salir huyendo, tropiezos con secuencialidades antes no notadas, discontinuidades, que ahí se encuentran y no se fija uno en ellas cuando se montan los anteojos del cronista, del historiador. De repente callejones de incertidumbre en el camino del presentepasado-presente. La permanencia del tiempo constituye una constante del fuego de la diacronía y sincronía. La ciudad en el tiempo está en continuo movimiento, y sus lugares cambian. La ciudad no es siempre la misma, su metamorfosis es continua, es la misma, pero diferente. Sus espacios cambian poco a poco. Sus edificaciones permanecen algún tiempo. Son preservadas algunas. Otras se derrumban, aparecen otras nuevas que por costumbre no respetan el espacio y las tradiciones. La ciudad se piensa a sí misma. El oikos. La casa, los tipos del origen, desde su autopoiesis conforma el principio de su auto-organización compleja, con su caos, fractalidades, borrosidades, y por qué no de su autonomía. La ciudad, oikos, desde donde se piensa para resolverse, énfasis e interés por la sobrevivencia de quienes habitamos ciudades, orgullo y tema de discursos por lo general apologéticos. Espacio lleno de atribuciones subjetivas de quienes hablamos de ella. Aposento para hacer extensa esta intencionalidad para el mundo y humanidad. La ciudad abierta a todo conocimiento sin dejar fuera a la historia y sus quehaceres., crónica encadenamiento de sentidos. La ciudad, espacio fijo de ocurrencias de sus habitantes. Aquí en ella, se desarrolla la vida “Mis Cuatro Mueres” 6 cotidiana de quienes las moramos y visitamos, de sus habitantes cruzados por la historia, cultura y formaciones económico sociales. Ciudad, lugar de encrucijadas a cada paso. Hablar de ti o desde ti me obliga a la oblicuidad, y por qué no a la yuxtaposición. Estar, adentro o afuera de ti es un pasaje obligado. Ciudad, núcleo complejo, está llena de fractalidades. Única y diversa de sus componentes. Eres lugar de catástrofes al descorrer el ocultamiento de lo inhumano, de sus injusticias que hay en ti, al sostener el estado de tu perpetua emergencia, violencias, delitos, crímenes. En ti ciudad, pululan decires, rumores, leyendas urbanas. Hay que descubrir en ti tus ruidos y sonidos. Síncopas, contratiempos, incluso silencios. En ti, todo el tiempo flota la mezcla de esencias de las fulguraciones de la interminable batalla de luces, sombras e inasibles olores. Al abrir los ojos, te veo. No solo ver sino identificar en mi querida y entrañable ciudad. Atrapar la estética del paisaje construido, en el discurso duradero de la expresión propia de la arquitectura. Con tu sentido escultural e histórico. De la relación de tus calles, avenidas, paseos, hacia la ciudad. Ejes que van más allá de la superficial contemplación de la gente que deambula. Me sofocas con tus expiraciones constantes de descuido, abandono, cuando automóviles con rumbo incierto dejan sus gruñidos en los oídos. El aire contaminado reduce el horizonte de la mirada ducto, de la idiosincrasia de sus barrios y espacios públicos, Tener otra mirada de edificaciones, templos, monumentos, con sus simples casas que forjan su identidad social. El tiempo y la costumbre. La costumbre y el apresuramiento me impiden conciencia. Bardas, aquí allá. Fronteras de lo inaudito y lo posible levantan gruesos límites respetados y transgredidles, que no pueden contener el flujo de sus habitantes con sus pertenencias y situacionalidades. Tus intestinos se derraman de derroches, de interacciones humanas tempestuosas, en su remolino de acontecimientos que dejas a tu paso, placeres, reconstrucciones, esperanzas por un mejor devenir. En la interacción humana a primera vista hace sospechar disfraces que te disimulan tu lado tormentoso del sentir humano y con sus pecados capitales con quienes tú luchas por expiarlos. “Mis Cuatro Mueres” 7 Caóticos asentamientos humanos, de ciudades perdidas dentro de ti, ciudad, irrumpen en ti con fiereza la subjetividad del tiempo. Autoritarismo, imposición de hacia un solo modo de vida. El irracional consumo y la enajenada filiación política. Sea como sea y cada quien logra una visión de la vida, de la ciudad, de sus usos, costumbres, tradiciones que te hacen propia. Es tu espacio lúdico, que además nos obliga a enfrentar al destino ineludible, constante, superable, vestido con tus galas de alteridad. Los ciudadanos, nos diluimos en la complejidad de lo imprevisible. La existencia queda comprometida a un estado de alienación, de sometimiento, de resignación. Todas estas condiciones fortalecen mi apreciación de ti ciudad, donde habito. No intento buscarte ciudad, me encuentro en ti, soy parte de ti. Bienestar, tragedia humana, tu cambiante rostro, llanto, alegría, las observo, escucho y vivo. Dionisio y apolo van de la mano indicándome tus caminos, calles, ágoras, rincones que posibilitan estar de pie y buscar el refugio a mis anhelos, imaginaciones, claroscuros sentimientos y actuares que engalanan una identidad que se parece a ti, como ese aire de familia indescriptible. Me embelesa tu arquitectura, única, pletórica de simbolizaciones, ancestral. Tu gente, el complemento del mí mismo. El otro, que llena mí vacío de la incompletud. Alteridad, el OTRO escondido, manifiesto en el pueblo, en sus habitantes, destino, cultura, historia, en su crónica de estas modestas e insuficientes palabras. Ciudad imperecedera, canasta de frutas, floreros de diamantino ramilletes, caja de juguetes, cajita musical que toca narrativas de tus pecados y virtudes. Arcón de pétreas edificaciones. Ciudad de ayer, hoy y siempre. “Mis Cuatro Mueres” 8 9 “2014, 70 Aniversario de la Autonomía ICLA-UAEM” “Mis Cuatro Mueres”