El viento que no vemos - Museo Chillida-Leku

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CVNE abre sus puertas con la exposición
“El viento que no vemos” de Eduardo Chillida
 “El viento que no vemos” se podrá disfrutar desde hoy 9 de abril en la bodega
CVNE en Haro, La Rioja, donde permanecerá hasta el 30 de septiembre.
 La exposición incluirá un total de ocho esculturas, cinco de ellas de gran
tamaño y otras tres más pequeñas, realizadas en hierro, alabastro, arenisca y
tierra.
 Las piezas, de líneas depuradas, muestran al Chillida más maduro y sosegado.
 Se trata de obras especialmente seleccionadas por Ignacio Chillida para ser
expuestas en CVNE, considerando la singularidad de un lugar marcado por su
vinculación con la tierra y la confluencia de tradición y modernidad.
 Tal y como Chillida hizo en sus obras, CVNE saca al exterior la esencia de cada
vino, ya que la eliminación de lo superfluo permite la creación de caldos de
gran calidad.
 Las personas interesadas en visitarla, en el Barrio de la Estación de Haro,
pueden realizar su reserva a través del mail [email protected] o del teléfono
941 304 809.
Haro, 9 de abril de 2014. “He llegado a ver tan claro que entre lo conseguido y lo
fallado apenas hay diferencia. Inclinado a las preguntas más que a las respuestas”. Esta
frase de Eduardo Chillida resume el sentir y el hacer de su última etapa, cuando la
depuración de las formas y la eliminación de lo superfluo pueden considerarse una
constante en sus obras. Precisamente son piezas de esta época las que se podrán
disfrutar en la bodega CVNE, en Haro, La Rioja, desde hoy y hasta el 30 de septiembre
bajo el título “El viento que no vemos”.
Se trata de una exposición creada expresamente para esta nave de la bodega por Ignacio
Chillida, comisario de la misma; piezas especialmente escogidas para ser expuestas en
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un espacio igualmente singular, fuertemente vinculado a la tierra y donde confluyen
tradición y modernidad.
La exposición estará formada por un total de ocho esculturas, cinco de ellas de gran
tamaño y otras tres más pequeñas, todas ellas realizadas en hierro, alabastro, arenisca y
tierra.
La nave donde se ubica la exposición es abierta y diáfana lo que potenciará el diálogo
entre las esculturas y el espacio circundante. Además, estarán situadas de manera que el
visitante pueda interactuar con ellas, rodearlas y experimentarlas. En definitiva, se trata
de una exposición para ser vivida.
Las obras
Las esculturas seleccionadas introducen a un Chillida pausado. El mismo que en su
juventud hacía vibrar los hierros con rebeldía, se muestra en estas obras más sosegado,
pero también más seguro y sólido.
Una de las esculturas más singulares de esta exposición es la piedra de forma
cruciforme, encastrada en la pared al fondo de la nave. Expuesta por primera vez al
público, esta arenisca fue labrada por las manos del artista en el molino de Los Vados
en Burgos, donde originalmente se encontraba incrustada en sus muros.
Otras esculturas presentes en la exposición son “Escuchando la piedra III” o “Lo
profundo es el aire XVIII y XIX”. En estas, Chillida horada los bloques macizos hacia
el interior, ideando laberintos, y accede a las entrañas de la materia hasta tocar su
esencia.
Además, se podrán disfrutar de “Homenaje a Cioran”, “Homenaje a la arquitectura II”,
realizada en alabastro, “Lurra 94” y “Zuhaitz VI”.
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Arquitectura, escultura y vino
Tal y como Chillida hizo en sus obras, CVNE saca al exterior la esencia de cada vino.
La eliminación de lo superfluo permite la creación de caldos de gran calidad. En CVNE
comprenden que es una suma de factores lo que da como resultado grandes vinos. No
solo influyen la tierra o la uva, sino que para hacer un gran vino es necesario mimarlo y
entenderlo. Esto ha dado como resultado una manera de hacer vino en la que confluyen
historia, tradición y modernidad y que acumula ya 135 años de experiencia.
Cabe destacar que la arquitectura ha sido uno de los pilares fundamentales a lo largo de
la historia de CVNE. El vino necesita un hogar en el que crecer, en el que madurar y en
el que descansar y en CVNE han conseguido crear este espacio en el que a la vez se
respira diseño y vanguardia.
El vino surge de la tierra, como también la obra de Chillida lo hace de la piedra o el
hierro. Una vez más, encontramos puntos de encuentro entre Chillida y la obra de la
bodega. La naturaleza, lo que para el artista supone un imán, una inspiración, para la
bodega es el inicio, la fuente de su vida y existencia.
Tanto CVNE como el artista vasco más universal han sabido desde siempre conjugar
tradición con modernidad y han marcado un antes y un después en respectivas épocas,
aplicando la vanguardia a su trabajo y estableciendo así un factor diferencial que ha
marcado un hito en sus respectivos ámbitos.
Las visitas
Habrá dos modalidades de visita para conocer la exposición de la bodega CVNE,
ubicada en el Barrio de la Estación de Haro:
1. Visita a la bodega y la exposición: tendrá un coste de 10 euros, e incluye una
copa de vino al finalizar la visita y una copa de cristal, como obsequio. Para
realizar esta visita, será necesario realizar reserva previamente a través del mail
[email protected] o del teléfono 941 304 809. Los horarios de las visitas serán
los siguientes: de lunes a sábado a las 10.00, 11.30, 13.00 y 16.00, y los
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domingos a las 10.30 y 12.30 horas, y durante los meses de julio y agosto a las
10.00, 11.30, 13.00 y 14.30 horas.
2. Visita a la exposición: la entrada será de 8 euros e incluirá también la
degustación de una copa de vino y una copa de cristal, como obsequio. Los
horarios de visita son ininterrumpidos de 10.00 a 18.30 horas de lunes a sábado
y los domingos de 10.30 a 14.00 horas. Durante los meses de julio y agosto, el
horario es ininterrumpido de 9.30 a 16.00 horas.
Acerca de Eduardo Chillida
Eduardo Chillida es un artista natural de Donostia (10 de enero de 1924-19 de agosto de
2002), que ha pasado a la historia por su trabajo en la escultura y su dominio de los
materiales y el espacio. Su obra está presente en los grandes museos y colecciones de
todo el mundo, y sus esculturas se encuentran frente al mar como en San Sebastián y en
ciudades como Washington, París, Lund, Munster, Madrid, Helsinki, Basilea, Palma de
Mallorca, Guernica o Berlín. Sobre su obra han escrito arquitectos, matemáticos,
filósofos como Martín Heideggeer y Emile Cioran, o poetas como Octavio Paz.
Acerca de CVNE
La Compañía Vinícola del Norte de España (CVNE) se fundó en 1879 en la localidad
riojana de Haro, en la zona denominada Rioja Alta dentro de la clasificación de
Denominación de Origen Calificada Rioja (D.O.C.de Rioja.), y hoy, cinco generaciones
después, continúa en manos de los descendientes de los fundadores de la bodega.
La Compañía conjuga permanentemente la vigencia de las sabias tradiciones
bodegueras con la introducción de las últimas innovaciones, que hacen que los caldos
de esta bodega sean reconocidos ayer, hoy y mañana como vinos de gran calidad.
VKComunicación
Para más información:
Virginia Knörr Barandiaran
Móvil 629156031
E-mail: [email protected]
Itziar Blanco Rodríguez
Tfno: 944 01 53 06 - Móvil: 681 273 464
E-mail: [email protected]
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“El viento que no vemos”
Eduardo Chillida
Del 9 de abril al 30 de septiembre en la bodega CVNE
El viento que no vemos da título a la exposición que reúne una selección de ocho
esculturas de gran formato procedentes de la colección de la familia Chillida-Belzunce.
Realizadas en su mayoría en las dos últimas décadas de la trayectoria artística de
Eduardo Chillida, las obras han sido especialmente escogidas por Ignacio Chillida para
ser expuestas en la centenaria bodega de CVNE en Haro, en el Barrio de la estación,
S/N, un espacio singular marcado por la vinculación con la tierra y la confluencia de
tradición y modernidad.
La nave donde se ubica la exposición es abierta y diáfana, lo que potenciará el diálogo
entre las esculturas y el espacio circundante. Además, estarán situadas de manera que el
visitante pueda interactuar con ellas, rodearlas y experimentarlas. En definitiva, se trata
de una exposición para ser vivida.
Las obras
Eduardo Chillida dejó un legado atemporal que hoy se mantiene vivo gracias a la
Fundación Chillida Belzunce que gestiona su familia. Gracias a ellos, ha sido posible la
realización de esta exposición donde predominan acero, tierra, alabastro y arenisca.
El título Chillida. El viento que no vemos -extraído de uno de sus aforismos- denota de
esa fascinación del artista ante la naturaleza que se convirtió en su fuente inagotable de
inspiración. Persistentemente, se ha decantado por la realización de obras en armonía
con el mundo natural. Este hecho queda de manifiesto en Chillida-Leku, el lugar donde
su obra dialoga con el entorno y también en esta exposición, que incluye las siguientes
piezas:
1. Sin título: es una de las esculturas más singulares de esta exposición. Se trata de
una piedra de forma cruciforme, encastrada en la pared al fondo de la nave.
Expuesta por primera vez al público, esta arenisca fue labrada por las manos del
artista en el molino de Los Vados en Burgos. La escultura ha permanecido
durante largos años incrustada en los muros de piedra del antiguo molino que
fuera propiedad de la familia Chillida-Belzunce. Esta particular obra está
emparentada con la serie de esculturas Gurutz (cruz, en euskera). En ellas,
Chillida introduce el espacio hacia el interior de la materia, y del vacío emerge
la forma cruciforme.
2. Escuchando la piedra III, Lo profundo es el aire XVIII y XIX: Para crear estas
obras, Chillida horada los bloques macizos hacia el interior ideando laberintos y
accede a las entrañas de la materia hasta tocar su esencia. Esos dédalos trazan
formas que remiten a lenguajes de expresión primitivos.
Como consecuencia de su encuentro con el poeta Jorge Guillén, surge la serie de
esculturas Lo profundo es el aire. Por primera vez, el escultor es consciente de
introducir el espacio dentro de un bloque de piedra
3. Homenaje a Cioran: Es una escultura de acero dedicada al filósofo de origen
rumano al cual tuvo el placer de conocer, y con quien realizó el libro de artista
Ce maudit moi (1983). Una serie de dibujos de principios de los ochenta le
conducirían finalmente a la elaboración de esta obra.
4. Homenaje a la arquitectura II (2000): Chillida comienza a trabajar el alabastro a
raíz de un viaje a Grecia a mediados de los años 60. Allí se da cuenta de que él
viene de la luz negra del Cantábrico, y no de la luz blanca del Mediterráneo.
Encuentra en esta piedra traslúcida la posibilidad de aproximarse a la luz oscura
de su tierra. Además, el alabastro le permite un acercamiento diferente a la
arquitectura.
5. Lurra 94: Chillida comienza a trabajar la tierra en St. Paul de Vence con el
ceramista Hans Spinner, en especial la tierra chamota, unas obras a medio
camino entre pan y ladrillo, realizadas con diferente tonalidad dependiendo del
tipo de cocción, en horno de leña o en horno eléctrico. Son las llamadas Lurrak.
Esta obra en concreto está apoyada sobre tres puntos, siendo el tres un número
recurrente en la obra del escultor.
6. Zuhaitz VI (árbol, en euskera): La presencia del árbol en su obra subyace como
un elemento de enorme carga simbólica y múltiples significados. Simboliza su
relación con su tierra, ya que el propio artista lo utiliza como metáfora de sí
mismo, definiéndose como un árbol con las raíces en su País Vasco natal y las
ramas extendidas hacia el mundo. Pero es también para Chillida un símbolo de
tolerancia y paz, que recuerda que todas las personas tenemos un mismo origen.
Las esculturas seleccionadas introducen a un Chillida pausado, el mismo que en su
juventud hacía vibrar los hierros con la rebeldía y las prisas de las edades tempranas, se
muestra en estas obras más sosegado, pero también más seguro y sólido. El escultor
mantiene el lenguaje marcado por el respeto al material, pero además, las esculturas de
los últimos años transmiten la voluntad de despojamiento y sencillez del que sabe, por
la experiencia de los años, que todo se arregla con la depuración de las formas y la
eliminación de lo superfluo.
Arquitectura, escultura y vino
Tal y como Chillida hizo en sus obras, CVNE saca al exterior la esencia de cada vino.
La eliminación de lo superfluo permite la creación de caldos de gran calidad. En CVNE
comprenden que es una suma de factores lo que da como resultado grandes vinos. No
solo influyen la tierra o la uva, sino que para hacer un gran vino es necesario mimarlo y
entenderlo. Esto ha dado como resultado una manera de hacer vino en la que confluyen
historia, tradición y modernidad y que acumula ya 135 años de experiencia.
Cabe destacar que la arquitectura ha sido uno de los pilares fundamentales a lo largo de
la historia de CVNE. El vino necesita un hogar en el que crecer, en el que madurar y en
el que descansar y en CVNE han conseguido crear este espacio en el que a la vez se
respira diseño y vanguardia.
El vino surge de la tierra, como también la obra de Chillida, lo hace de la piedra o el
hierro. Una vez más, encontramos puntos de encuentro entre Chillida y la obra de la
bodega. La naturaleza, lo que para el artista supone un imán, una inspiración, para la
bodega es el inicio, la fuente de su vida y existencia.
Tanto CVNE como el artista vasco más universal han sabido desde siempre conjugar
tradición con modernidad y han marcado un antes y un después en respectivas épocas,
aplicando la vanguardia a su trabajo y estableciendo así un factor diferencial que ha
marcado un hito en sus respectivos ámbitos.
VKComunicación
Para más información:
Virginia Knörr Barandiaran
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