Chillida y Alemania A mediados de los años 60, la obra de Eduardo Chillida recibe por vez primera reconocimiento en Alemania, con la entrega del premio Wilhelm Lehmbruck. A partir de ese momento, expondrá con frecuencia en este país siendo más de ochenta las exposiciones individuales del artista en museos y galerías alemanas La habilidad de la escultura de Chillida de “hablar alemán” hunde sus raíces en su interés por la literatura, la filosofía, la poesía y la música de este país. Los textos de místicos alemanes como Jakob Böhme, Meister Eckhart o Henri Suso han formado parte de sus lecturas predilectas a lo largo de su vida. Particularmente, el escultor se sentía cercano a los autores del Romanticismo. Son numerosas las obras de Chillida que evidencian ese interés naturaleza por la destacando principalmente el “Peine del viento”, situado en San Sebastián, ciudad natal del escultor. Esta obra de carácter conclusivo, ya que aúna en sí misma las preocupaciones del artista, sitúa al espectador ante la inmensidad del océano inabarcable. A la manera del “Monje a la orilla del mar”, de Caspar Friedrich, los tres colosales peines de acero invitan a mirar lo que se presenta ante nuestros ojos, a enfrentarnos en solitario a la naturaleza. Ante la imposibilidad de definir lo inexpresable, el arte de Chillida conecta directamente con ese espíritu del romanticismo alemán, con la poesía de Novalis y de Hölderlin, en tantas ocasiones nombrados por el escultor, quizás porque su ansiada búsqueda de la verdad, y el anhelo por captar el espacio, le conducen por caminos similares. Porque es en la experiencia estética donde encuentra los medios necesarios para acercarse a lo desconocido. Como en la pintura de Friedrich, el “Peine del viento” convida a contemplar un paisaje inasible por su infinitud. Esta experiencia con la naturaleza se produce también en los textos del Maestro Eckhart que Chillida cita como influencia en reiteradas entrevistas. Al igual que en el pensamiento del místico alemán, la experiencia de la contemplación de la escultura ante la inmensidad del mar hace sentir al espectador como una “gota en medio del océano, un océano inabarcable, indescriptible”. Asimismo, la concepción del templo vacío de Eckhart, que señala la construcción para ser llenada de la divinidad, conecta con el concepto de vacío en la escultura de Chillida, en la cual la creación de espacios tiene que ver con una arquitectura para ser habitada espiritualmente.