Trastorno Depresivo

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Trastorno Depresivo
En “El día que me amen”, Joaquín (Adrián Suar) es un joven de 31 años,
depresivo e introvertido que sigue viviendo en la casa de su padre. Encerrado
en su cuarto, ninguna persona puede ayudarlo para que supere su profunda
depresión causada por el abandono de su madre cuando él era un niño. Mara
(Leticia Bredice), su amiga de la infancia, actriz de comedia musical, vuelve
tras vivir casi diez años en Europa, pero ya nada es como antes. Sin embargo,
cuando Joaquín y Mara se reencuentran sus vidas darán un vuelco inesperado:
ambos fueron amigos en la infancia y tras el reencuentro inician una relación
tan sutil como peligrosa para un joven frágil y una chica que huye
continuamente.
Un encuentro entre un depresivo y una chica que suele huir son la combinación
perfecta para sostener el síntoma. Los lazos se atan cada vez más fuertes, se
refuerzan basados en los rasgos de personalidad dejando un camino propicio
para perpetuar una patología personal. Si la chica huye, la depresión de él
tiene sentido (pérdida del objeto significativo). La depresión de él es una
excusa perfecta y justificada para que ella huya.
Los trastornos depresivos se encuentran dentro de las afecciones afectivas
más frecuentemente observadas en la práctica médica. El síndrome depresivo
afecta la totalidad de la vida de la persona, atravesando su vida psíquica,
somática y sus relaciones.
“La aparición de un cuadro depresivo es desencadenado por la pérdida de un
objeto (persona o abstracción) que por su valor simbólico lleva a una
disminución de la autoestima. Esa pérdida produce frustración, que provoca
hostilidad, que se vuelve hacia el propio YO”, explica Farher en su Manual de
Psiquiatría.
Es por esto que muchas personas muestran una alta irritabilidad, responden
con arranques de ira frente a los sucesos. Por otro lado, algunos ponen énfasis
en las quejas manifestando continuamente dolores o molestias físicas. Al ser
un trastorno afectivo, el estado de ánimo es frecuentemente desesperanzador.
El sujeto se siente desanimado, triste. Normalmente hay pérdida de interés por
lo que antes sí le gustaba, y de placer; en mayor o menor medida.
Este estado afecta además el apetito (puede aumentar o disminuir); produce
alteraciones del sueño (insomnio o hipersomnia); es muy habitual la falta de
energía, fatiga o cansancio; agitación o enlentecimiento pscicomotores;
sentimiento de inutilidad o de culpa; disminución de la capacidad de pensar o
de concentrarse y pensamientos recurrentes de muerte.
Es importante destacar que los síntomas mencionados deben manifestarse
durante un período de por lo menos dos semanas consecutivas,
manteniéndose la mayor parte del día para diagnosticarse como Trastorno
Depresivo. Sin embargo, y sin llegar a esto, los rasgos depresivos en una
persona
son
notables
al
observar
los
cambios.
Siempre es necesario comparar el estado actual con un estado anterior.
Verificar si los cambios aumentan sus rasgos personales depresivos y en qué
medida. Por supuesto que es sencillo diagnosticar un Trastorno Depresivo, en
algunas de sus clasificaciones, si la persona cuenta con una personalidad de
base alegre, un estado anterior normal, activo, esperanzador.
Además debe diferenciarse de los trastornos de ánimo producidos por una
enfermedad médica, elaboración de un duelo (dentro de los parámetros
previstos y dentro del tiempo esperado: hasta dos años que van desde el
shock por el hecho reciente y disminuyendo de manera normal) o producidos
por una sustancia.
Ante cualquier duda, puede consultar al Instituto INEA a fin de obtener un
diagnóstico confiable y profesional e iniciar, de ser necesario, el tratamiento
correspondiente.
Clr. Gisela Vespa
Equipo INEA
Tel: 4636-2252
www.institutoinea.com.ar
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