258 Ciro Nolberto Güechá Medina con todas las formalidades legales y en principio el mismo se ajusta al ordenamiento objetivo, pero los fundamentos de hecho que lo originan no corresponden a la realidad. La falsa motivación para algunos doctrinantes puede darse por dos circunstancias específicas como son: la ausencia de motivos o el error en los motivos que originaron, el acto. La falta de motivación que en nuestro parecer se en marca con mayor claridad en la expedición irregular del acto o en la desviación de poder, se da en el caso de actos administrativos que, debiendo ser motivados no lo son y se expiden como si se tratara de una facultad discrecional de la Administración. Para el caso que nos ocupa es conveniente determinar los casos en que los actos administrativos deben ser motivados, para lo cual nos permitimos traer a colación algunas reglas que el profesor Carlos Betancur Jaramillo toma del profesor Michel Stassinopoulos, así: “- La mención de los motivos es necesaria, por regla general, en los actos que extinguen una situación ya creada. Tales los casos de revocación de los actos administrativos por su autor o por el superior jerárquico. - Se impone también cuando la autoridad cambia de práctica administrativa, sin que medie cambio en el ordenamiento legal, luego de haber aplicado la ley durante algún tiempo en cierto y determinado sentido. - Si el acto está en contradicción con documento o actuaciones que formen parte del proceso, deberá motivarse. Por ejemplo, la administración se separa de un concepto desfavorable rendido por autoridad competente y configura como antecedente legal de su expedición. - Cuando la ley determina limitativamente las razones que autorizan la emisión de un acto, éste deberá hacer mención expresa de los motivos que lo justifiquen. - Cuando la negativa de un permiso deba ser motivada, su otorgamiento lo exige, ya que no es admisible el argumento a contrario. - En suma, existe el deber de motivar todo acto creador de situaciones desfavorables para los administrados o extraordinarias, como la retroactividad”350. Betancur Jaramillo, op. cit., pp. 226 y 227. 350