LA MENTE SOCIOCULTURAL: UNA TOMA DE POSTURA MC Nacaveva Morales Zepeda Facultad de Educación Universidad Autónoma de Sinaloa La vida y obra de Vygotsky ha estado sujeta a un intenso debate en las últimas décadas a pesar de que su vida se segó hace más de 80 años, en 1934. Este escritor ruso apenas fue conocido en occidente en la década de 1960 a partir de la traducción al inglés de su obra más emblemática –Pensamiento y Lenguaje– y sólo a finales de 1980 empezó a ser ampliamente comentado y relacionado con una diversidad de campos de estudio; no sólo la psicología, también la lingüística, la antropología, la neurología, la sociología, entre otros. Su obra es de amplio y fructífero espectro y sin embargo en México poco conocida y en no pocas ocasiones mal entendida. La tarea que aquí nos fijamos es modesta y está enmarcada en el compromiso de que México entre en este debate mundial: hacer una breve descripción del método utilizado por Vygotsky en sus investigaciones psicológicas y algunos conceptos nodales de su teoría. Por cuestiones de espacio hemos dejado fuera de esta descripción la noción de Zona de Desarrollo Próximo tan importante para la educación. I LOS FUNDAMENTOS HISTÓRICOS DEL PENSAMIENTO La filosofía ha abordado el estudio y descripción de los procesos cognitivos partiendo del fenómeno ya desarrollado (con todas las características, estructuras y procesos ya en marcha). Esto obliga a utilizar como método de estudio a la introspección, la observación directa de algunas características externas que no atinan sino a describir los procesos cognitivos. La psicología ha heredado el mismo problema metodológico y Vygotsky hizo bien en observar esta falla (la contribución vygotskiana también incluye aspectos metodológicos véase Kozulin [La psicología de Vygotsky] y Wertsch [La formación social de la mente]) Esta misma consiste en observar y analizar los fenómenos en su forma actual, como si todas sus características estuvieran ahí desde el principio, lo que obliga a partir de las formas acabadas para localizar su origen, por lo que todo análisis está obligado a formular hipótesis del tipo “cuál es el desarrollo que explica este punto final”. Este tipo de metodología fue descrita por Vygotsky como teleológica pues esta manera de abordar los problemas científicos “es como si quisiéramos saber la trayectoria de una bala partiendo del punto en que impactó”. Para resolver esta problemática metodológica, Vygotsky, propuso el método genético que consiste en el análisis histórico de los fenómenos, particularmente en el estudio de los procesos psicológicos superiores, aquellos procesos que son genuinamente humanos (no compartidos con los animales). La génesis histórico – cultural de la mente: el método genético Engels afirmó en La dialéctica de la naturaleza (1961) que la verdadera caracterización de las cosas, su esencia sólo se presentaban en movimiento y no estáticamente como las estudia la ciencia positivista. Vygotsky comprendió bien esta afirmación metodológica pues planteó que la verdadera naturaleza del ser humano sólo podría ponerse a descubierto con el análisis histórico. Estudiar algo históricamente significa estudiarlo en movimiento. Esta es la exigencia fundamental del método dialéctico. Cuando en una investigación se abarca el proceso de desarrollo de algún fenómeno en todas sus fases y cambios, desde que surge hasta que desaparece, ello implica poner de manifiesto su naturaleza, conocer su esencia, ya que sólo en movimiento demuestra el cuerpo que existe. Así pues la investigación histórica no es algo que complementa o ayuda el estudio teórico, sino que constituye su fundamento. pp. 67-68 El argumento principal del enfoque histórico que Vygotsky formuló parte de las premisas arriba trazadas, esta es la razón por lo que su teoría es llamada histórico-cultural o sociocultural. El método elaborado por este autor se le denomina genético (o evolutivo). Desde el punto de vista genético o histórico, la emergencia de los procesos psicológicos (su naturaleza y su funciones particulares) sólo puede estudiarse en el develando los cambios históricos que ha sufrido, dentro de los que destacan aquellos debidos al uso de herramientas y del lenguaje. Metodológicamente, Vygotsky hizo un contraste entre su propio enfoque y aquéllos que intentaban analizar los fenómenos psicológicos sin considerar su desarrollo o evolución. Para Vygotsky estos tipos de enfoques carecían de toda posibilidad de explicación de dichos fenómenos; sólo podían realizar una descripción del mismo: “Siguiendo a Lewin, podemos utilizar [la] distinción entre las perspectivas fenotípicas [descriptivas] y genotípicas [explicativas] en psicología. Por un estudio evolutivo de un problema determinado entiendo el descubrimiento de su génesis, de sus bases dinámicas causales. Por fenotípico entiendo el análisis que empieza por las características y manifestaciones actuales del objeto. Es posible brindar multitud de ejemplos dentro de la psicología donde se han cometido errores graves como resultado de haber confundido estos puntos de vista” (Op. Cit. Wertsch, 1988, p. 35) Así, Vygotsky clasifica los métodos utilizados por otros enfoques como fenotípicos. Esta afirmación es esencial de un modo particular: refleja la idea de que el propio método adoptado para el estudio de los procesos psicológicos conllevan a la concepción de tales procesos, de su naturaleza. En otras palabras, la forma de estudiar un fenómeno determina precisamente lo que es ese mismo fenómeno. Por lo tanto, desde el enfoque del método genético es importante la posición temporal de un fenómeno psicológico en el desarrollo; la forma de tal fenómeno refleja las transformaciones que éste ha sufrido así como los diferentes factores que han intervenido en su desarrollo, sólo así podría formarse un cuadro completo (y explicativo) del fenómeno en estudio. Ahora bien, cuando Vygotsky habla de que el estudio del desarrollo psicológico humano se debe realizar considerando la historia del comportamiento humano no sólo tenía en mente el desarrollo ontogenético (del individuo) sino que pensaba que el ser humano era producto de la evolución histórica de su especie (filogénesis): “Si alguien quisiera conocer la historia de cada una de las formas rudimentarias [de los procesos psicológicos], las vería en algunos de los grandes momentos de la historia de la humanidad” (Vygotsky, 1995, p. 69) En este punto, su labor consistió en trazar cuatro líneas básicas del desarrollo del comportamiento –evolutiva o filogenética, la histórica, ontogenética y microgenética– y con esto demostrar que el comportamiento sólo puede ser entendido y explicado científicamente con la ayuda de estas cuatro vías diferentes desde las que toma forma la historia del comportamiento humano. Estas líneas de la evolución del comportamiento fueron catalogadas por Wertsch como “dominios genéticos” (Wertsch, 1988, pág.37). El principal interés de las ideas de Vygotsky radicaba en el estudio de los aspectos humanos en la conducta, por lo cual ofreció hipótesis acerca del modo en que esos rasgos se han ido modificando durante el transcurso de la historia humana y el modo de cómo se desarrollan a lo largo de la vida de un individuo. Para comprender el desarrollo cognitivo desde la perspectiva vygotskiana es necesario realizar un análisis de las características que presentan cada uno de estos dominios genéticos y su influencia como fuerzas evolutivas desde las funciones psicológicas elementales hasta las funciones psicológicas superiores, estas últimas como funciones psicológicas propiamente humanas. Filogénesis El primer dominio genético que revisaremos es la filogénesis. Esta línea se ocupa del ser humano en su evolución histórica como especie. En este tema, los estudios de Vygotsky tomaron como referencia la comparación entre los simios superiores y los humanos. Estos estudios están basados en las investigaciones que realizó Köhler en sus experimentos con ciertos antropoides que ponen en manifiesto una inteligencia semejante a la del hombre en cierto aspecto, por ejemplo: el uso de herramienta, es decir, que poseen una inteligencia práctica llamada también "pensamiento técnico" probando que este tipo de inteligencia propia de los animales. Este tipo de inteligencia práctica se refiere específicamente al uso de instrumentos para resolver un problema (por ejemplo la utilización de un palo para alcanzar una fruta). En las investigaciones del propio Köhler queda de manifiesto que estas operaciones se realizan en forma circunstancial y a través de acciones desordenadas. Vygotsky analizó los estudios de Pavlov, el célebre psicólogo ruso, quien también encontró una similitud en la conducta humana y la de los animales: la actividad nerviosa superior dependiente de los hemisferios cerebrales. Vygotsky sigue a Pavlov en lo que se refiere a la explicación del fundamento biológico que da origen de la conducta superior. Pero disiente de éste en lo que se refiere al desarrollo ulterior de la conducta específicamente humana: “Para la investigación psicológica, la peculiaridad específica [de la conducta humana] no sólo radica en la ulterior complicación y desarrollo, en el perfeccionamiento cuantitativo y cualitativo de los grandes hemisferios, sino ante todo, en la naturaleza social del hombre y la interacción entre sus semejantes.” (Vygotsky, 1995, Págs. 84). Los monos no pueden seguir un desarrollo intelectual ni en su más mínima expresión; aunque se presente en el chimpancé un tipo de lenguaje relativamente desarrollado en el aspecto fonético, éste funciona como expresiones de afecto y no representa nada objetivo, no tiene ninguna conexión con la inteligencia práctica. "La capacidad para inventar y utilizar instrumentos [y señales] es un prerrequisito para el desarrollo histórico delos seres humanos" (Wertsch, 1988 Pág. 45). Este nuevo esquema del desarrollo filogenético deriva de un nuevo marco de actividad en el ser humano: el trabajo, “en la transformación activa de la naturaleza por el hombre”. En este nuevo proceso de vida social, el hombre creó y desarrolló sistemas complejísimos de relación psicológica, sin los cuales serían imposibles la actividad laboral y toda la vida social: los signos, estímulos artificialmente creados por el propio ser humano, destinados a influir en la conducta de los demás y en la propia. Histórico-Cultural Para poder explicar el segundo dominio genético que se refiere a la historia sociocultural, es pertinente hacer un análisis de las diferencias entre funciones psicológicas elementales y las funciones psicológicas superiores. Para ello la teoría vygotskiana hace una distinción entre la línea de desarrollo "natural" o elemental y la línea de desarrollo cultural o "social", en las que el desarrollo biológico produce las funciones en forma primaria, (por ejemplo: memoria, atención, percepción), mientras que el desarrollo cultural transforma los procesos elementales en procesos psicológicos superiores, las cuales se caracterizan por su naturaleza mediada. “El primer empleo del signo significa que se ha salido de los límites del sistema orgánico de la actividad existente para cada función psíquica. La aplicación de medios auxiliares y el paso a la actividad mediadora reconstruye de raíz toda la operación psíquica a semejanza de cómo la aplicación de las herramientas modifica la actividad natural de los órganos y amplía infinitamente el sistema de actividad de las funciones psíquicas. Tanto a lo uno como a lo otro, lo denominamos en su conjunto, con el término de función psíquica superior o conducta superior.” (Vygotsky, 1995, Pág. 95). Así, el paso de las formas de conducta natural a las formas de conducta cultural o, dicho de otra manera, el paso de los procesos psicológicos naturales a los procesos psicológicos superiores se da gracias a la creación y uso de auxiliares mediadores (signos y herramientas) los cuales modifican la actividad natural de los órganos exteriorizando las funciones psicológicas humanas. La teoría vygotskiana menciona cuatro criterios que utiliza para diferenciar entre funciones psicológicas elementales y superiores. La primera característica que diferencia a éstas es que las funciones psicológicas elementales se hallan sujetas al control visual del entorno; es decir, están sujetas a la experiencia inmediata, en cambio los procesos "culturales" (en términos que utiliza Vygotsky en contraposición a la "natural" o elemental), donde los procesos culturales obedecen a una autorregulación, es decir, a una estimulación autogenerada. El individuo regula su propia conducta y la de los demás, es capaz de organizar sus actividades a futuro con " la creación y uso de estímulos artificiales que se convierten en las causas inmediatas del comportamiento". (Wertsch, 1988, Pág.43) La segunda característica que diferencia a los dos procesos, el natural (funciones elementales) y el cultural (funciones superiores), es que las funciones psicológicas superiores se distinguen por la intelectualización y el dominio, es decir, la realización consciente y la voluntariedad del individuo. El tercer criterio que caracteriza a las funciones psicológicas superiores es que éstas tienen su origen en la interacción social, ya que a la sociedad se le concede, en esta teoría, un papel preponderante que determina el comportamiento humano. El desarrollo cognitivo humano se produce con la interacción social en pequeños grupos o en díadas que conduce a un funcionamiento psicológico superior en el individuo. El último criterio diferencial es el de la mediación, la concepción vygotskiana del control voluntario, la realización consciente y el origen social de las funciones psicológicas superiores presuponen la existencia de herramientas psicológicas o signos que pueden ser utilizados para mediar en la realización de la actividad propia y en la interacción con los demás. Ontogénesis El tercer dominio genético mediante al que se estudia el ser humano en su evolución cognitiva desde que nace hasta que muere, como ser individual, es la ontogénesis. Vygotsky insistió en que los diferentes dominios genéticos implican formas diferentes de naturaleza del desarrollo; la filogénesis implica las formas del desarrollo regidas por las leyes de la biología, la histórico – cultural implica que el desarrollo humano esté condicionado por las relaciones sociales (culturales). El criterio para distinguir la ontogénesis de otras formas de dominio es que en ella actúan dos fuerzas del desarrollo: una línea natural (biológica) y la otra social (cultural). Vygotsky describe la particularidad del desarrollo ontogenético diciendo: “El desarrollo cultural del niño se caracteriza en primer lugar por el hecho de que transcurre bajo condiciones de cambios dinámicos del organismo. El desarrollo cultural se halla sobrepuesto a los procesos de crecimiento, maduración y desarrollo orgánico del niño.” (Vygotsky, 1960, pág. 47 citado por Wertsch, 1988). La estrategia de Vygotsky de los dominios de los dominios múltiples en la explicación del desarrollo psicológico humano impide dos formas básicas de reduccionismo: en primer lugar, evita el error que el desarrollo cognitivo pueda explicarse sobre la base de principios biológicos. En segundo lugar, evita el reduccionismo cultural; aquél que supedita todo lo que concierne a lo “humano” a la supeditación de la cultura. El enfoque de la teoría sociocultural lleva a considerar a la ontogénesis en términos de fuerzas del desarrollo en interacción. Microgenésis Finalmente, Vygotsky considera un cuarto dominio genético, el microgenético, línea de desarrollo que hace referencia a los problemas específicos de aprendizaje o resolución de tareas concretas del individuo. Los cambios microgenéticos son aquellos que se presentan durante las sesiones de aprendizaje o los procedimientos experimentales en los que participan los individuos. En primer lugar, el desarrollo microgenético se presenta durante la formación y maduración a corto plazo de un proceso psicológico determinado. En segundo lugar, el desarrollo microgenético se genera “en el descubrimiento de un acto individual o conceptual, a menudo de una duración de milisegundos” (Wertsch, 1988, 72).Por medio de la microgénesis el docente puede darse cuenta del origen de las causas que ocasionan las dificultades que le impiden al sujeto aprender. II. LA PREHISTORIA DEL PENSAMIENTO La evolución humana ha sido abordada durante mucho tiempo como proceso biológico – adaptativo. Ha sido la antropología la responsable de incluir el elemento cultural como factor fundamental de la evolución humana. Desde entonces ha venido creciendo un debate en torno a si el desarrollo del ser humano como especie se ha debido a una adaptación del tipo biológico tal y como fue señalado por Charles Darwin en su obra El origen de las especies (AÑO) o, si por el contrario, este desarrollo dependió de la organización social particular del ser humano gracias a la creación de instrumentos, de la evolución social del lenguaje y a la cosmogonía dependiente de la actividad humana (elementos fundamentales de lo que llamamos cultura). Para Vygotsky, tanto la evolución de tipo biológico como la cultura son responsables del desarrollo filogenético del ser humano. Pero precisamente distingue temporalmente entre la adaptación biológica y la cultura. A la primera la coloca al frente del desarrollo filogenético del ser humano y a la cultura la coloca al frente de una etapa evolutiva que llamó histórico – cultural, la cual surgió al aparecer la elaboración y utilización de instrumentos por parte de los homínidos superiores. Desde el punto de vista de Vygotsky existen dos características en la evolución del ser humano: Por un lado, existe una discontinuidad entre la línea de la adaptación biológica y la línea histórico – cultural; al concluir una aparece la otra por lo que, se puede concluir, no hubo momento en la que ambas se encontrarán o entrelazaran. Por otro lado, y debido a la anterior característica evolutiva, la naturaleza de la evolución de ser humano sufre un cambio cualitativo que redirige la línea que trazaba. Pasa de la adaptación biológica a la cultural. Wertsch (AÑO) hace una crítica severa a la hipótesis vygotskiana que afirma la discontinuidad entre estas dos líneas. Asumimos una postura cercana a Wertsch en el sentido de pensar que ambas líneas de evolución (la biológica y la cultural) tuvieron una época en que se entrelazaron. Existen vínculos tales que no podrían afirmar que, por ejemplo, primero se dio la evolución biológica, (la hominización) para luego llegar la cultura (la humanización). La misma idea comparte Topete Lara (2008) el cual aclara: “Lo cierto es que ambos están presentes e indisolublemente unidos aunque evolucionan a ritmos diferentes.”(p. 128). El mismo Topete Lara afirma que el bipedismo (andar erguido) es el proceso que, para paleoantropólogos y especialistas en hominización, es una de las principales condiciones para establecer el “derrotero hominizador”. Raymond Dart señala que el bipedismo es una situación necesaria para hablar de una liberación de las manos, que trajo consigo toda una serie consecuencias para los homínidos superiores (especialmente en el uso de herramientas). Las hipótesis del origen de la locomoción bípeda son diversas pero todas coinciden en que hubo condiciones adversas que obligaron a la especie a abandonar los árboles y caminar largos periodos en búsqueda de alimentos. Este cambio evolutivo viene acompañado con una serie de consecuencias de diversa índole sin embargo, nos interesa abundar en los cambios morfológicos producto de la locomoción bípeda y señalar sus correlativos efectos conductuales. El cambio de posición de la laringe es uno de los cambios morfológicos que trajo la posición erguida. Este cambio permite el “despliegue de las cuerdas vocales y la producción más amplia y precisa de los sonidos” (FALTA PAGINA de Topete). Sin abundar al respecto, Topete y Lara señala que también se encuentra relacionado con el bipedismo el desarrollo, durante esta época evolutiva, de los lóbulos parietales y de los estacionados en la zona parieto – temporal. El desarrollo de estas zonas es de suma importancia en el control del aparato fonador, de los procesos simbólicos, entre otras cosas. La modificación de la locomoción humana también trajo otra serie de cambios fundamentales; el ciclo estral fue más breve en los seres humanos, lo que implica una mayor disposición del apareamiento, pero igualmente periodos de gestación breves y, finalmente, la disminución del canal de parto lo que obliga el nacimiento de un neonato inmaduro, particularmente el cerebro. Bruner explica el proceso de la siguiente manera: “La marcha bípeda implica una mayor fuerza sobre la zona pélvica, ello condujo a la selección de una apertura ósea más pequeña del canal de nacimiento con el fin de garantizar una mayor fuerza estructural de la pelvis. Si una criatura que posee un cerebro mayor deber salir por un canal más pequeño, ello requiere, desde luego, un tamaño menor inicial del cerebro y, por lo tanto, una etapa de inmadurez más larga (el cerebro humano crece de 335 centímetros cúbicos a 1,300 centímetros cúbicos aproximadamente durante el desarrollo.” (Bruner, 1984, pp. 53-54) Lo anterior significa que el proceso de maduración culmina fuera del vientre materno y en medio de cuidados y atenciones hacia el recién nacido. Los cambios morfológicos están profundamente relacionados con cambios conductuales. En este caso, la inmadurez del neonato nos permite hipotetizar que la especie de la cual evolucionamos tenía ciertas prácticas que hicieron posible la crianza de jóvenes semejante a la que actualmente se realiza. La disminución del canal de parto y la consecuente inmadurez del neonato obliga un desarrollo asistido de los pequeños por parte de los adultos. Existen dos hechos trascendentales en el proceso de humanización, o sea, la formación del hombre como ser cultural. El primero es la organización social de la especie que en parte se explica por lo que señalábamos en los párrafos anteriores y que es el sustento de actividades como la caza, la crianza de niños, etc. El segundo (y relacionado directamente con el bipedismo), es que las manos libres hicieran posible el uso cada vez más sofisticado de herramientas. Ambos aspectos conductuales nos refieren a circunstancias específicas de la vida social humana, y que, desde nuestro punto de vista, nos remite al desarrollo del pensamiento humano. Pero antes de seguir el camino que nos conduce a especificar el curso del desarrollo del pensamiento humano queremos aportar otros argumentos acerca de las condiciones que lo hicieron posible. Ya decíamos que las relaciones colectivas y la creación de instrumentos eran condiciones para el proceso de humanización pero queda el problema de cómo se hace posibles estas condicione, primordialmente la manufacturación y uso de instrumentos. Hay teorías que se atreven a señalar que la propia evolución biológica dotó al ser humano de un enorme cerebro capaz de manejar signos. Wasburn y Howell señalaron, por motivo del primer centenario de El origen de las especies de Charles Darwin: “Por lo que ahora sabemos […] el gran tamaño del cerebro de ciertos homínidos constituye una adquisición tardía. La evolución del cerebro sobrevino a consecuencia de nuevas presiones selectivas posteriores a la marcha sobre dos pies y consecutivos al empleo de los utensilios. No es que el hombre dotado de un gran cerebro descubriera nuevas formas de vida, sino que el modo de vida caracterizado por el empleo de utensilios, la vida en el suelo y la caza dio origen a un cerebro humano de grandes dimensiones […], esta conclusión es el resultado más importante de recientes descubrimientos de fósiles homínidos y lleva aparejada implicaciones de gran alcance con vistas a la interpretación del comportamiento humano y sus orígenes […] El aspecto fundamental es que el tamaño del cerebro, en la medida que puede estimarse a partir de la capacidad craneana, se ha triplicado a raíz de la fabricación y el empleo de utensilios y herramientas […] El carácter único de hombre moderno se considera resultado de una vida técnico – social que ha triplicado el tamaño de su cerebro, ha reducido el de su rostro y ha modificado otras estructuras de su organismo”(1960, pp. 49 – 50 en Bruner, 1984, p. 46) La cita anterior nos da pie para señalar que fue la creación de prótesis culturales (utensilios) la que fomentó el desarrollo del cerebro y no al revés. Los cambios sufridos a lo largo de lo que Vygotsky llamó línea histórico – cultural (por hacer una distinción de la línea filogenética, dependiente de factores biológicos) de los homínidos son aloplásticos; debidos a la vida técnico – social del ser humano. Bruner llama sistemas de ejecución a las prótesis culturales y los clasifica en tres sistemas: a) amplificadores de las capacidades motoras (instrumentos técnicos), b) amplificadores de capacidades sensoriales (por ejemplo, las señales de humo) y c) amplificadores de capacidades humanas de raciocinio (sistemas semióticos incluido el lenguaje) (p. 46). El curso de la evolución humana se ha caracterizado por trascurrir en un entorno transformado por el mismo ser humano; la especie no ha tenido que adaptarse con transformaciones morfológicas debidas a las presiones del medio sino que se ha servido de la naturaleza para crear los sistemas de ejecución o de prótesis de los que habla Jerome Bruner: si se enfrentó a ambientes extremos creó vestimenta, utensilios, viviendas y otras cosas transformando la naturaleza. El medio en el que se desenvolvió el ser humano fue cada vez más un ambiente creado por él mismo y la evolución humana fue generada mediante prótesis. Esta es una de las característica definitoria de la cultura, su carácter tecnológico – artificial. Pero existe otra característica definitoria de la cultura que debemos abordar antes de continuar discusión sobre las condiciones que dieron origen al desarrollo particular del pensamiento humano. Estamos hablando de las condiciones que hicieron posible no sólo de la manufacturación y uso de instrumentos por individuos particulares más avezados que el resto de su colectividad sino de la condición social y hereditaria de esta actividad. En muchas ocasiones los teóricos discuten este tema abusando del concepto de sociedad extrapolándolo a cualquier grupo con “instinto gregario sobre cuya base se garantice parte de la supervivencia” (Topete Lara, p. 138) “Un grupo social es más que el agregado de individuos, es más que un conjunto estrategias de supervivencias para aparearse, cuidar críos y transmitirles estrategias de supervivencia, es más que el conjunto de relaciones de control sobre el territorio y de dominio de unos miembros sobre otros. Un grupo social es todos los anteriores elementos, es una totalidad de individuos en interacción con un conjunto central de significaciones y valores que se traducen en normas enseñadas, mantenidas, preservadas, sancionadas, complementadas y transformadas (en su caso) que hacen posible la interacción tanto al interior como al exterior. Un grupo social, en suma, refiere a una totalidad de relaciones entre hombres y mujeres que a lo largo de la vida adquirieron (les son asignados) despliegan y reproducen diversos roles y estatus en el interior de un colectivo definido por un espacio significado. Esto, ningún animal puede hacerlo” (Topete Lara, pp. 138-139) Las relaciones establecidas en las sociedades humanas son de nuevo cuño y muy diferentes a las de cualquier sociedad animal; se comparten rasgos significativos en las relaciones entre sus miembros. La cooperación entre los miembros de esta sociedad es de carácter mediado; mediado por instrumentos y por significados sociales. Los animales se conducen en el medio respondiendo a los estímulos que éste le presenta y desarrollando sus instintos innatos. Su conducta está dirigida gracias a las capacidades innatas, su bagaje biológico, que su especie ha ganado a lo largo de su adaptación. Pero el bagaje humano, las capacidades de la especie homínida a la que pertenece, que está definida en el uso de instrumentos y de significados sociales (sistemas de ejecución) y su correlativa conducta, no se encuentra almacenado en el cerebro de mil trescientos centímetros cúbicos que para entonces el ser humano ya posee ni tampoco en los genes que heredaron de sus antepasados. La herencia de este tipo especial de conducta depende de la transmisión de las prótesis culturales (lenguaje, uso de instrumentos, significados sociales, etc.) de los miembros más maduros a los más jóvenes. Con ello podemos afirmar que la pedagogía es uno de los fundamentos de la cultura y la evolución humana. Sin esta transmisión no puede darse una explicación satisfactoria del desarrollo actual de la humanidad. El soporte instruccional de la vida social humana es el segundo rasgo característico de la cultura. Hemos señalado las circunstancias especiales que delinean históricamente la conducta humana, estas son: la condición tecnológico – artificial del ambiente en el que el ser humano se desenvuelve y el soporte instruccional de la vida social del ser humano. Ambas circunstancias están en la base de lo que llamamos cultura y coloca al ser humano a distancia de los animales. Esta es la senda que marca rumbo al desarrollo del pensamiento humano que ahora estamos en condiciones de describir. A modo de resumen y con el propósito de hacer un acercamiento al pensamiento humano: descartamos que el desarrollo filogenético tenga una raíz meramente biológica, de hecho, como aseguran Washburn y Howell un cerebro grande no dio origen a la manufactura de tecnología ni al uso del lenguaje, en todo caso fue al contrario; la actividad mediada por instrumentos técnicos y el lenguaje (por rudimentarios que pudieran ser) actuaron como “presiones” para el desarrollo mental. Así mismo, señalamos que la pervivencia de estas acciones sólo está garantizada “por un proceso de interacción entre el niño y los adultos, en el que los adultos guían la conducta de los niños como un elemento esencial del concepto adquisición/aculturación/educación” (Cole, 1984, p. 15) La cualidad de la cognición humana es que ésta es “el proceso para adquirir cultura” (Cole, p. 5), pero la pregunta que debemos contestarnos para que delinear la cualidad del pensamiento humano es “¿Cómo se transforman los distintos contenidos culturales en procesos cognitivos? (Cole, p. 5) Bruner plantea el camino a seguir dar respuesta a esta pregunta: “Lo verdaderamente peculiar del hombre es que su desarrollo como individuo no depende de la historia de su especie; no de la historia reflejada en los genes y los cromosomas sino más bien en una cultura externa a los tejidos del organismo humano y de más amplio alcance de lo que pueda manifestar la competencia de un sólo hombre. Así pues, el desarrollo de la mente es, por fuerza, un desarrollo asistido siempre desde afuera . Y dado que la cultura, sobre todo si es avanzada, trasciende los límites de la competencia individual, las posibilidades de desarrollo individual son, por definición, mayores de lo que cualquier persona asilada haya podido adquirir previamente. Y es que los límites del desarrollo depende cómo una cultura ayuda al individuo a servirse del potencial intelectual de que está dotado” (Bruner, 1988, p. 160, el subrayado es nuestro) La actividad socialmente organizada contiene los elementos para la organización del pensamiento individual. En el transcurso del desarrollo de la especie cambiaron las condiciones naturales de la vida humana al participar los seres humanos en actividades sociales con instrumentos que median tales actividades y transformando el ambiente que lo rodea. Estas son las circunstancias que dieron origen a los procesos cognitivos individuales. El punto en el que se encuentra los contenidos culturales y el desarrollo cognitivo de los individuos es en la adquisición asistida de los sistemas de ejecución, particularmente aquellos que son usados para “amplificar” los procesos cognitivos como pueden ser el lenguaje, diferentes códigos de comunicación y de codificación de la realidad. Estos sistemas amplificadores están mediando todas las actividades humanas (como pueden ser las relaciones familiares, las actividades productivas, la comunicación etc.) y son el terreno común de la convencionalidad social necesario para participar en la vida cotidiana. Los niños los adquieren conforme crecen de forma asistida por los adultos. Inclusive se crean instituciones que se encargan de transferir dichos sistemas y convertirlos, con ello, en adultos. Enculturación y desarrollo cognitivo son dos caras de la misma moneda y la escuela es la institución encargada primordialmente de este doble proceso. 3. LA DESCRIPCIÓN DE LA ZONA DE DESARROLLO PRÓXIMO Como han señalado diversos autores (Cole y Scribner, 1979; Kozulin, 1984; Rivière, 1984; Wertsch, 1988; Alvarez y del Río, 1990, entre otros), la característica esencial que define y permite explicar, para Vygotsky, los procesos psicológicos superiores típicamente humanos es su carácter mediado a través de signos culturalmente establecidos (como ya habíamos comentado en el apartado anterior), como “el lenguaje; varios sistemas para contar; técnicas mnemónicas; sistemas de símbolos algebraicos; trabajos sobre arte; escritos; esquemas, diagramas, mapas y dibujos mecánicos; todo tipo de símbolos convencionales, etc.” (Vygotsky, 1981, citado por Wertsch, 1988, p. 95). De acuerdo con Vygotsky (1979, 1981), los signos, como instrumentos mediadores de la actividad humana en el plano psicológico, cambian fundamentalmente las funciones y procesos psicológicos, su estructura y su flujo de acción. Ello es así, porque poseen la capacidad específica de “invertir la acción” (Vygotsky, 1979, p. 70), es decir, de modificar la propia mente representando los estímulos, ordenando y reposicionando la información; haciendo, en definitiva, que el sujeto pueda regular su propia conducta de manera activa y consciente en función del significado que él mismo atribuye a los signos, y no simplemente respondiendo de forma pasiva y directamente a los estímulos físicos exteriores. Los signos son, así, “estímulos artificiales autogenerados” a través de los cuales el ser humano controla y regula su propia conducta, y su utilización da lugar a las características diferenciales de los procesos psicológicos superiores (Wertsch, 1988): el paso del control de entorno al individuo (es decir, la emergencia de la regulación voluntaria), y el surgimiento de la realización consciente de los mismos. Junto a la función mediadora y de “inversión de la acción”, operando sobre el propio sujeto que los utiliza y dando lugar a los procesos psicológicos superiores, tal y como los conocemos, la segunda propiedad esencial y definitoria de los signos es su origen social. Este origen social de los signos debe entenderse en un doble sentido (Wertsch, 1988; Coll y Solé, 1990): por un lado, en referencia a que los sistemas de signos mediadores se han construido a lo largo de la evolución histórica y cultural de la especie humana, es decir, son un producto de la propia historia social de la humanidad en general y de cada grupo cultural en particular; por otro, en tanto que su adquisición por parte de los individuos sólo es posible, debido a su carácter arbitrario y convencional, dentro de situaciones de interacción social con otras personas que impliquen la utilización de estos sistemas de signos. Si los procesos psicológicos superiores se caracterizan por estar mediados por signos (lo cual les otorga sus características distintivas) y si los signos son de origen social, tanto en su proceso de construcción histórica y cultural como en su proceso de adquisición y aprehensión individual, la conclusión resultante, para Vygotsky, es la afirmación del origen social de los procesos psicológicos superiores. La siguiente cita de Leontiev (1981a) resume la argumentación vygotskiana; su adecuación al hilo de nuestro discurso justifica la extensión de la misma: [Vygotsky identificó dos principales características interrelacionadas [de la actividad productiva humana] que son fundamentales para la psicología: su la estructura instrumental (semejante a las herramientas), y su inclusión en un sistema de interrelaciones con otras personas. Son estas características las que definen la naturaleza de procesos psicológicos humanos. La herramienta media en la actividad y así conectan a los seres humanos, no sólo con el mundo de los objetos (físico) sino también con otras personas. Debido a esto, la actividad del ser humano asimila la experiencia de la humanidad. Esto significa que los procesos mentales del ser humano (sus “funciones psicológicas superiores”) adquieren una estructura supeditada necesariamente a los medios y a los métodos desarrollados sociohistóricamente que le son transmitidos por otros en el curso de del trabajo cooperativo y la interacción social. Pero es imposible transmitir tales medios y métodos (necesarios para realizar algún proceso) que no sea en su forma externa - de una acción o de un discurso externo. Es decir, los procesos psicológicos superiores únicos en los seres humanos sólo se pueden adquirir en interacción con otras personas, a través de procesos interpsicológicos, y sólo después comienza a ser realizada independientemente por el individuo. (traducción libre a Leontiev, 1981a, págs, 55-56)] Desde este planteamiento, el desarrollo humano es, en lo que concierne a sus rasgos más típicos y particulares, un producto del aprendizaje y de la relación con otros (de la educación, en definitiva), y no un prerrequisito para uno y otra; un producto en que la interacción con determinados agentes mediadores que actúan como “representantes” expertos en el uso de los sistemas de signos cultural, social e históricamente desarrollados por un grupo humano específico ocupa un lugar fundamental. Ligados al marco general del planteamiento sociocultural surgen dos nuevos conceptos nucleares en los planteamientos de Vygotsky: el primero es el de “interiorización” o “internalización”; el segundo (y con ello llegamos al núcleo del presente punto, y cumplimos el objetivo que nos habíamos propuesto al inicio del mismo de presentarlo en el contexto de las ideas más amplias de Vygotsky sobre los procesos psicológicos superiores típicos y específicos de la especie humana, sus rasgos definitorios y su origen) no es otro que la noción de ZDP. La noción de interiorización o internalización, remite al proceso mediante el cual “ciertos aspectos de la estructura de la actividad que se ha realizado en un plano externo pasan a ejecutarse en un plano interno” (Wertsch, 1988, p. 78), y supone, por tanto, un concepto clave para caracterizar la relación entre los planos inter e intrapsicológico dibujados en la ley de doble formación, y en general toda la dinámica de relaciones entre lo externo y lo interno en el desarrollo de los procesos psicológicos superiores y en los procesos educativos. Planteando la cuestión en los términos de Wertsch (1988): “En base a la argumentación vygotskiana sobre la estrecha relación entre las formas inter e intrapsicológicas de las funciones psicológicas superiores, parece tentador suponer que lo que propone Vygotsky es un ‘modelo transferencial de internalización’ en el que las propiedades de los procesos sociales son simplemente transferidas desde el plano interpsicológico, externo, al plano intrapsicológico, interno. (...) Un análisis más profundo de su obra, sin embargo, muestra cómo Vygotsky no concebía los procesos psicológicos superiores internalizados como meras copias de procesos externos interpsicológicos.” (Wertsch, 1988, p. 80). El problema estriba, por tanto, en si se concibe el proceso de interiorización como implicando una mera transposición mecánica del plano externo al plano interno, o como un proceso más complejo en el que lo interno y lo externo se configura como planos con dinámicas propias específicas aunque profundamente interrelacionadas. Por nuestra parte, y de acuerdo con los argumentos de Wertsch que acabamos de citar, y con otros autores (p.e. Leontiev, 1981a; Zinchenko, 1985; Tharp y Gallimore, 1988), entendemos que el proceso de interiorización adquiere su máxima potencialidad explicativa cuando se considera no como una mera transferencia desde el plano externo a un plano interno preexistente ni como un proceso pasivo de copia, sino como el proceso donde el plano interno va siendo creado, formado y modificado a partir de una reorganización o reconstrucción individual de los procesos externos; donde tiene lugar los saltos cualitativos en el desarrollo, tal y como lo desarrollamos en apartados más arriba. En cuanto a la noción de ZDP, aparece como “la región dinámica de la sensibilidad en la que puede realizarse la transición desde el funcionamiento interpsicológico al funcionamiento intrapsicológico (Wertsch, 1988). Tal y como se ha definido uno y otro funcionamiento en la Ley de Doble Formación, ello implica definir la ZDP como “la diferencia entre el nivel de las tareas realizables con ayuda de los adultos y el nivel de las tareas que pueden desarrollarse con una actividad independiente” (Vygotsky, 1986, p. 34), o en otros términos, y en la definición más habitualmente citada, como “La distancia entre el nivel real de desarrollo, determinado por la capacidad de resolver independiente mente un problema, y el nivel de desarrollo potencial, determinado a través de la resolución de un problema bajo la guía de un adulto o en colaboración con otro compañero más capaz.” (Vygotsky, 1979, p. 133). La noción de ZDP nos ofrece una herramienta conceptual eminentemente útil para avanzar en la problemática del análisis de la relación entre el desarrollo cognitivo de los alumnos y la interacción social (procesos interpsicológicos) que se pone en marcha en el aula, tal y como la hemos planteado. En primer lugar, porque resulta claramente coherente con nuestro planteamiento del problema y aplicable al mismo: por un lado, la cuestión de cómo la ayuda educativa llega a incidir en el propio desarrollo cognitivo del niño durante el aprendizaje escolar puede formularse, desde los constructos vygotskianos, en la cuestión de cómo se produce el paso de lo interpsicológico a lo intrapsicológico, o en términos de Wertsch (1979), cómo la interacción social en el nivel de funcionamiento interpsicológico puede conducir a la resolución independiente de problemas en el nivel intrapsicológico; por otro, la idea de “resolver un problema” en la definición de Vygotsky puede extenderse a los diversos contenidos y habilidades específicos implicados en las diferentes situaciones de enseñanza–aprendizaje (Cazden, 1981; Rogoff y Wertsch, 1984; Tharp y Gallimore, 1988); por último, resulta claro que la formulación de Vygotsky se refería tanto al aprendizaje informal como al aprendizaje formal, y que, aunque el trabajo de este autor discute esencialmente el aprendizaje en niños, los procesos pueden considerarse como operativos en el aprendizaje de adultos (p.e. Gallimore y Tharp, 1988; Rogoff, 1993). La primera de las cuestiones que quisiéramos remarcar hace referencia a que la ZDP no es, para Vygotsky, “una propiedad ni del niño ni del funcionamiento interpsicológico por sí sólo” (Wertsch, 1988, p. 87) sino que se crea en la propia interacción entre los participantes, “se determina conjuntamente por el nivel de desarrollo del niño y la forma de instrucción implicada” (Wertsch, ibid.). Es decir, la ZDP no es algo preexistente en el niño (González y Palacios, 1990), sino que aparece y se construye en la propia actividad conjunta de los participantes entorno a la tarea que estén realizando. Por tanto, los dos participantes en la situación (el niño y el adulto; el menos competente o experto y el más competente o experto) realizan aportaciones y juegan un papel importante en la creación y avance en la zona en la ZDP (Rogoff y Wertsch, 1984). Ello implica que sólo un análisis de la actividad conjunta tal y como se produce en la interacció puede permitirnos comprender la dinámica de los procesos en la ZDP; un análisis, por tanto, que no considere de forma separada a los participantes en la interacción, sino que respete su interconexión y “mutualidad”; un análisis, en definitiva, que responda a los criterios planteados por Vygotsky (1973) en relación al “análisis por unidades” (por oposición al “análisis por elementos”), en este caso en relación a la actividad conjunta de los participantes. La segunda cuestión que quisiéramos remarcar remite al carácter procesual de los cambios en el funcionamiento inter e intrapsicológico en la ZDP. Como señala Wertsch (1979, 1988), estos cambios no se producen en un único momento puntualmente identificable, sino que implican múltiples puntos y niveles, desde el punto de vista microgenético. Este argumento, sobre el que volveremos con mayor detalle más adelante, remite a una nueva implicación importante desde nuestro problema de investigación, en la que queremos insistir en este momento: la necesidad de un análisis procesual de los mecanismo de influencia educativa, es decir, de un análisis en el dominio microgenético que permita identificar, desde el punto de vista de la evolución progresiva, los procesos implicados. En otros términos, un análisis que ignore la dimensión temporal de la actividad conjunta no va a poder dar cuenta, desde esta perspectiva, de algunos aspectos importantes implicados en el ejercicio de la influencia educativa. La tercera y última de las cuestiones que nos interesa remarcar en este momento en relación a la potencialidad explicativa de la noción de ZDP para el problema que nos ofrece una imagen general del tipo de procesos implicados en la influencia educativa. En efecto, desde la caracterización vygotskiana de la ZDP, es posible derivar una visión global de la actuación por parte del profesor como “asistencia en la ejecución” que realiza Tharp y Gallimore (1988), partiendo de la noción de ZDP: [Podemos por lo tanto derivar la siguiente definición general de la enseñanza: La enseñanza consiste en asistir la realización de actividades escolares a través de la ZDP. Se puede decir que el proceso de enseñanza ocurre cuando se ofrece ayuda (o apoyo) en los puntos de la Zona Desarrollo Próximo en el que tal realización requiere ayuda. (Traducción libre a Tharp y Gallimore, 1988, p. 31)] Esta conceptualización de la actuación del profesor implica que la ayuda educativa pasa por la realización de actuaciones que suplementan y amplifican las capacidades del niño en la realización de tareas concretas, prestándole soportes y formas de estructuración y organización social de la tarea de las que el niño no dispone individualmente.