LECTURA: LA MIRADA Y LA PALABRA Los ojos son la

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LECTURA:
LA MIRADA Y LA PALABRA
Los ojos son la única parte del cuerpo humano que no miente. Están directamente
conectados con el espíritu interior y lo reflejan sin engaño. Basta que un
enamorado mire a los ojos de quien tiene delante para saber si ella le
corresponde, sin necesidad de ir a preguntárselo a nadie. A ella le sucede lo
mismo: cuando mira a su interlocutor, sabe de inmediato si él está enamorado o
no de ella. El beso se convierte entonces en un pacto silencioso, sin permiso
previo, porque el acuerdo ha sido establecido a través de las pupilas. No hay
riesgo de la bofetada clásica. Y esto sucede porque los músculos que gobiernan a
las pupilas, son ajenos a nuestra voluntad. Dos personas en estas condiciones,
podrían unirse en matrimonio si haber intercambiado palabra alguna. ¿Para qué
entonces la palabra si todo está dicho ya?”
La sonrisa es la segunda forma de penetrar en el alma ajena, pero con una
diferencia: no se puede fingir, pero se puede congelar. Los anatomistas han
descubierto que en la sonrisa intervienen veintiún músculos en total sobre los
cuales el ser humano no tiene dominio. Únicamente puede inmovilizarlos. A tales
individuos nuestras abuelas los denominaban “caras de piedras” o “caras duras”.
Sin tener que recurrir a ningún experto cada persona distingue al
Alguien ha dejado dicho por ahí que cuando escucha a un orador no sabe si le
miente, pero cuando lo mira sí. En efecto, la mirada ajena nos descubre de la
misma manera que nosotros descubrimos a nuestro interlocutor. La clave está en
las pupilas, que se agrandan sin nuestro consentimiento cuando algo nos agrada o
nos sorprende, y se achican cuando nos desagrada o nos mienten. Mirar a nuestro
personaje con atención nos brinda la posibilidad de saber dónde está nuestra
felicidad y dónde no.
La mirada establece una relación de verdad que viene directamente desde adentro
del hombre, y que una vez establecida no tiene marcha atrás. Él está seguro de
que ella lo quiere y ella también. Ambos perciben el mensaje implícito en sus
miradas. Podrán acatarlos o no, pero ya lo han expresado.
Una mirada no es una ojeada. Ojear es un nada más que un movimiento físico de
los ojos, un pasar la vista por encima de los objetos y las personas. A veces puede
ser una advertencia a alguien para anticiparle que deseamos mirarlo o morirla y la
respuesta en las mujeres puede ser una caída de los párpados, un bajar la vista,
una sonrisa u otro gesto galante. La técnica del galanteo se ha conformado sobre
la base de estas observaciones. La mirada revela mejor que las palabras nuestra
intimidad y no se estudia ni aprende. Si alguien desea conocer a otro o enviarle un
mensaje de amor, no vaya en procura de ayuda a ninguna parte, Mírelo a las
pupilas.
http://ensayoscortos.blogia.com/2010/junio.php Carlos A. Loprete
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