Como vivir de acuerdo con las leyes del Universo por Bel Cesar - [email protected] Traducido Por Melissa Park - [email protected] Son muchos los científicos, filósofos y religiosos que ya estudiaron las leyes físicas del Universo. Para vivir en armonía con este campo de posibilidades inmensurables, vale la pena conocer las tres leyes básicas de la naturaleza de la energía: la fuerza que atraviesa el universo! La primera ley dice que todo vibra. Por lo tanto, todo es pura vibración y está en constante transformación. La ciencia moderna viene corroborando ideas alegadas y presentadas por los budistas hace mucho tiempo. El budismo dice que “mente” y “materia” son altamente interdependientes, la física quántica alega que la energía ostenta una propiedad fundamental: jamás se agota. Esto es, la energía no se extingue, se transforma en otra forma de energía. Por vibrar en diversas velocidades, nuestros sentidos captan la apariencia de la energía de formas diversas. Cuándo más lenta fuera la vibración energética, más sólida será su apariencia. Einstein es un ejemplo de lo que estamos hablando. La ecuación E = mc² (la energía es igual a la masa por velocidad de la luz al cuadrado) nos dice que la materia se convierte en energía a partir de un factor “c”, que es la velocidad de la luz. O sea, hay una equivalencia entre masa y energía, ellas pueden transformarse una en la otra, siendo que la densidad de la masa - más o menos sutil - está relacionada con la velocidad de desplazamiento. Materia es energía condensada. La energía puede presentarse en diferentes estados de condensación, dependiendo de cuánto las partículas o moléculas están concentradas. Así, cuándo tenemos un estado energético en que las moléculas están muy cohesionadas, tenemos una materia más densa o cristalizada, como en nuestro cuerpo físico. Cuándo las moléculas de energía están menos cohesionadas, tenemos el cuerpo sutil. Por ejemplo, una piedra posee una vibración mucho más lenta que el perfume de una flor, que a su vez es más lento que un pensamiento! La segunda ley afirma: porque todo vibra es necesario fluir; y por lo tanto, es necesario estar en un ligero estado de desequilibrio. Esta ley vale tanto para el agua como para nuestra vida. La tercera ley resalta: la energía de determinada cualidad o vibración atrae otra cualidad o vibración del mismo tipo. Esto quiere decir, la energía se mueve de forma circular: todo aquello que emanamos retorna para nosotros mismos. El conocimiento de estas tres leyes nos alerta al hecho de que cada uno de nosotros posee un acorde interior que está en constante resonancia con los otros. Para que esta resonancia sea armoniosa, es preciso que sepamos aplicar estas tres leyes en nuestra vida cotidiana. En tanto, sabemos cuán trabajosos es mantener la vida positiva. Por ejemplo, como aplicar estas leyes cuándo estamos preocupados? Primero, vamos a cerrar los ojos y respirar profundamente algunas veces. Ahora, con toda sinceridad, debemos responder para nosotros mismos: “Con que frecuencia he sido ganado por la energía de la preocupación”? Es importante cuestionarnos de esta forma, pues la mayoría de las veces no estamos conscientes del hábito de preocuparnos. La preocupación es una especie de stress auto-aplicado. Su energía es densa y pesada. Convierte nuestros pensamientos fijos, paralizados, y su retorno es constante, surge como pensamientos obsesivos y más preocupaciones. La preocupación es un peso extra del cuál precisamos aprender a liberarnos. Al aplicar la primera ley, recordaremos que nada es definitivo! Hasta la misma muerte es apenas un punto de pasaje para otro ciclo. En tanto, no vamos a profundizar en la muerte como ejemplo, pues este no es el momento de intensificar nuestras percepciones! Al final, para aplicar la segunda ley, esto es, para hacer que la energía parada de la preocupación vuelva a fluir, todo drama debe ser evitado. Es hora de simplificar. Cuando nos vemos paralizados delante de las transformaciones, vale la pena acogerse del concepto taoísta Wu Wei: el camino de la tranquilidad, conocido como hacer sin actuar. Wu Wei no significa exactamente el no-hacer, y sí, el no oponerse a la corriente de la vida, evitando esfuerzos y preocupaciones innecesarias. Así como dice el dictado popular: “Lo que resiste persiste”! Este concepto fue presentado por Lao Tsé en su libro clásico Tao Te King en el siglo 6 a.C. y hasta hoy es altamente aplicable, pues respeta las leyes de la energía. Él parte del principio de que el mundo es una red inmensa, en la cuál infinitos factores diferentes interactúan continua y constantemente. Por lo tanto, si nos mantenemos en calma, emanaremos calma, y, como revela la tercera ley, la energía de la misma cualidad emanada retornará. Hacer sin actuar es cultivar la energía con la cuál lidiaremos e dejar a su naturaleza manifestarse. Es la práctica de ir contra la corriente sin resistirse, sin luchar contra ella, pero manteniéndonos en calma y dejando a la corriente hacer todo el trabajo. Para el ritmo frenético de la vida en la ciudad, esta teoría surge como una locura o hasta una irresponsabilidad. En tanto, el control excesivo con el que intentamos llevar la vida contradice la segunda ley de la energía, que nos recuerda que es necesario cierto desequilibrio para que la energía fluya. Por poco que apliquemos el principio Wu Wei, veremos que algo diferente y positivo sucede. En este sentido, el mayor trabajo ocurre dentro de nosotros y puede llevar toda la vida para madurarlo. Pues es por medio de la aceptación profunda de la naturaleza impermanente de la vida que encontraremos paz para emanar y atraer calma y serenidad a nuestro alrededor. Si hasta el momento de nuestra muerte estuviéramos cultivado este estado Wu Wei, ahí si, no tendremos más nada de que preocuparnos...