Hábitos de vida y su relación con la acidez

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Módulo 2
Hábitos de vida y su
relación con la acidez
Segunda entrega del curso que abordará la acidez, su prevención y su tratamiento.
Una problemática de frecuente consulta en el mostrador de la farmacia. En la
edición 202 (noviembre 2012), el cuestionario de evaluación.
Por Dr. Edgardo Smecuol *
e
.
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evitar acostarse antes de las 2-3 horas luego de la última ingesta).
Si bien la justificación bibliográfica no es
tan consistente como en el caso de la obesidad, otras medidas apropiadas deberían
ser consideradas, tales como la limitación
del hábito de fumar, la disminución de las
ingestas copiosas, particularmente de alimentos grasos durante la cena, así como el
prolongar el lapso entre la cena y el acostarse y elevar la cabecera de la cama.
Muchas de estas recomendaciones tienen bases débiles, dado que provienen de estudios
observacionales, no controlados, involucrando un bajo número de pacientes y con un diseño poco claro en términos de objetivos.
Así, en algunos casos, como la potencial limitación de la ingesta de comidas grasas,
las evidencias son contradictorias. Estudios
s
s
s
stilo Numerosos factores de la
vida diaria han sido relacionados al síntoma de la acidez. La importancia de su conocimiento radica en los posibles efectos
beneficiosos de un cambio frente a estos
factores. Se han sugerido numerosos consejos destinados a modificarlos. Globalmente podrían ser categorizados así:
• Limitar el consumo de alimentos ácidos,
que podrían asociarse al ardor epigástrico o
retrosternal (cítricos, bebidas carbonatadas,
comidas excesivamente condimentadas).
• Limitar alimentos que precipitarían el
reflujo ácido (alcohol, café, chocolate, comidas grasas).
• Adoptar conductas que favorezcan una
reducción de la exposición ácida del esófago (descenso de peso, abandonar el tabaquismo, elevar la cabecera de la cama,
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realizados hace varios años indicaban que
una dieta rica en grasas debería desaconsejarse, ya que determinan una disminución
de la presión del esfínter esofágico inferior.
Sin embargo, otro estudio posterior, que
comparó los efectos de una dieta rica en
grasas frente a aquellos determinados por
la ingesta de alimentos con pobre contenido
lipídico, no logró objetivar ningún cambio
en la presión del esfínter esofágico inferior
u otros parámetros de reflujo, utilizando la
medición del monitoreo del pH esofágico.
En cuanto al hábito de fumar, si bien se había reportado una reducción de la presión
del esfínter esofágico inferior como efecto no deseado del tabaquismo, no se logró
confirmar una mejoría de los parámetros
de la enfermedad por reflujo gastroesofágico al momento de abandonar este hábito.
La recomendación de elevar la cabecera de
la cama en pacientes que sufren reflujo, en
particular cuando este síntoma se produce
en la noche, está intuitivamente basada en la
reducción de la exposición del ácido esofágico como producto de una mejor propulsión
(“aclaramiento”) del contenido alimentario y
ácido. Esta recomendación se asocia generalmente a aquella por la cual se sugiere acostarse no antes de 2-3 horas luego de la cena.
La racionalidad de esta medida está dada en
que durante ese período el reflujo ácido es
más significativo. Un estudio controlado y
randomizado da cierto basamento a esta recomendación, particularmente al considerar
aquellos pacientes que presentan una repercusión inflamatoria del esófago moderadamente severa. En estos individuos, el elevar
unos 20cm la cabecera de la cama determinó
una ganancia terapéutica de un 20-30%.
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Peso. La relación entre la ERGE y la obesidad es en particular pertinente y ha sido
objeto de numerosos estudios en los últimos años. De este modo, se considera que
las evidencias de la asociación de acidez y
obesidad son bastante más claras que lo que
sucede con los factores antes mencionados.
Los datos epidemiológicos sugieren una
relación entre el Índice de Masa Corporal (IMC) y la frecuencia de síntomas de
reflujo ácido. Un metanálisis que incluyó
numerosos estudios recientes informó que
el riesgo de reportar síntomas de reflujo
se correlacionaba con el incremento del
IMC, situación observable tanto en mujeres como en hombres. Las evidencias también sugieren que el reflujo ácido medido
a través del monitoreo de pH se encuentra
incrementado en individuos obesos.
En la Argentina, un estudio, que incluyó pacientes con síntomas de ERGE sometidos
a endoscopía, informó que los pacientes
con un IMC mayor de 25kg/m2 tuvieron
más probabilidades de sufrir esofagitis por
reflujo severa que quienes tenían un IMC
más bajo. De modo similar, en un estudio
poblacional conducido en Suecia informó
esofagitis por reflujo en 26,5% de los individuos obesos, comparado con 9,3% en las
personas de peso normal (P <0,05).
En el estudio en Olmsted County de Locke
y col, se observaron síntomas de reflujo semanales en 30% de los individuos obesos
en comparación con 16% de las personas
con un IMC menor de 27kg/m2 (valor P
para tendencia lineal <0,05).
Los mecanismos que se han propuesto
para esta situación incluyen la alteración
en la dinámica y en la anatomía de la
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unión gastroesofágica junto a un incremento en las relajaciones transitorias del
esfínter esofágico inferior.
Sin embargo, la validez del concepto acerca de los efectos beneficiosos de la disminución del peso corporal en cuanto a los
síntomas de reflujo es menos consistente.
Así, por una parte, un estudio observacional de 34 pacientes obesos encontró que la
pérdida de peso se correlacionó con una
mejoría de los síntomas de acidez. En este
mismo sentido, otro análisis efectuado en
los Estados Unidos informó la exacerbación y la mejoría de la acidez en el seguimiento de un grupo de pacientes, todo esto
en relación al incremento o descenso del
peso corporal, respectivamente. Otros trabajos controlados y randomizados no demostraron evidencias de mejoría subjetiva
u objetiva en 20 pacientes obesos luego de
un descenso ponderal significativo.
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infección Por HelicobActer Pylori y
Acidez. El papel de la bacteria Helicobacter pylori en la patogénesis y curso
del reflujo ácido es controvertido.
H. pylori es un microorganismo asociado
a diferentes patologías gastroduodenales,
tales como gastritis crónica activa, úlcera
s
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fArmAcologíA y Acidez. Los síntomas de reflujo ácido pueden verse agravados por numerosas medicaciones. Esto sucede por un
daño directo de diversos fármacos sobre la
mucosa esofágica o por una disminución de
la presión del esfínter esofágico inferior.
Entre las medicaciones que pueden determinar una injuria de la mucosa del esófago
se encuentran: tetraciclinas, quinidina, antiinflamatorios no esteroides, ácido acetilsalicílico y bifosfonatos.
Las drogas asociadas a una función alterada del esfínter esofágico inferior incluyen:
agonistas beta-adrenérgicos, teofilina, antidepresivos tricíclicos y bloqueantes cálcicos, entre otros fármaco.
Un grupo de expertos en el Genval Works-
hop Report dedicados al manejo del reflujo
gastroesofágico basado en las evidencias
afirmó que “existe actualmente una sobre
estimación de las posibilidades de lograr
alivio sintomático a partir de un cambio en
el estilo de vida”. Así, desde la Medicina
Basada en la Evidencia (MBE), los datos relacionados a cambios en los hábitos
higiénico-dietéticos y su efecto beneficioso sobre los síntomas de reflujo son insuficientes. Sin embargo, hay un sub-grupo
de pacientes que pueden mejorar con esos
cambios, y es de buena práctica ofrecerles
las recomendaciones apropiadas. De este
modo, un paciente que presenta síntomas
ácidos durante la noche que tienen una intensidad suficiente para perturbar el sueño
debería proceder a elevar la cabecera de
su cama junto a la administración de la
medicación antiácida apropiada. Del mismo modo, un individuo que experimenta
molestias ácidas luego de la ingesta de
alcohol, café o comidas especiadas, aun
recibiendo medicación específica, podría
beneficiarse al evitar esos alimentos. Finalmente, si una persona incrementa su acidez
de manera simultánea a un incremento de
su peso corporal, debería proponerse realizar una dieta hipocalórica para prevenir
o posponer la necesidad de un tratamiento
antiácido continuo.
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péptica, úlceras sangrantes, linfomas gástricos (tipo MALT) y cáncer gástrico. En
cuanto a la enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE), las primeras hipótesis han sugerido un rol protector de esta
bacteria frente al desarrollo de esta patología, desde que se ha informado una menor
tasa de infección en pacientes que sufren
ERGE al compararse con la población general. Más aún, un estudio retrospectivo,
que incluyó pacientes con úlcera duodenal
que habían sido tratados por presentar infección por H. pylori, sugirió que la erradicación de la bacteria se asociaría a un
incremento del riesgo de ERGE.
Sin embargo, no es claro que la interacción
de H. pylori y la mucosa gástrica determine
un incremento del ácido que refluye hacia
el esófago. En verdad, la bacteria tendría
un efecto menor sobre la secreción gástrica
al considerar poblaciones de Estados Unidos y Europa Occidental y, en otros grupos
étnicos o en individuos añosos, la infección
por H. pylori tiene un neto efecto inhibitorio sobre la secreción ácida. De este modo,
dado que la presencia de reflujo ácido es
esencial en la patogénesis de la ERGE, el
rol etiológico de la bacteria en la enfermedad por reflujo ha sido cuestionado.
* Especialista en Gastroenterología.
Médico de staff en el Hospital Municipal de
Gastroenterología “Dr. C. Bonorino Udaondo”.
“Investigador Principal” del Consejo de Investigación de
la Municipalidad de Buenos Aires.
BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA:
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