Tema 3 Revelación - Obispado de Cádiz y Ceuta

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TEMA 3.- EL DESEO DE DIOS, LA REVELACIÓN Y LA FE
1.- Nuestra experiencia
1.1. NUESTRAS PREGUNTAS
El hombre, en nuestro mundo occidental, está en el centro de todo,
Aunque podamos creer que con el conocimiento y la ciencia damos
acontecimientos que nos zarandeen y nos desinstalen. Da la impresión de
¿Puede vivir el hombre toda una vida sin preguntarse nada más?
incluso llega a pensar que es la medida de todo.
respuesta a todo, tarde o temprano habrá
que no todo puede medirse, controlarse, dominarse.
El ser humano a lo largo de la historia, y cada uno de nosotros, nos preguntamos acerca de lo que nos sucede, por la vida, por los
fenómenos naturales, por los otros… Son los “por qué” de una existencia en continuo cambio y evolución. En el fondo, buscamos que todo
tenga sentido, comprensión, una lógica desde la cual afrontar la realidad.
1.2. EL TESTIMONIO DE LA PALABRA DE DIOS Y DE LA IGLESIA
Compendio núm.2 Dios mismo, al crear al hombre a su propia imagen,
inscribió en el corazón de éste el deseo de verlo. Aunque el hombre a
menudo ignore tal deseo, Dios no cesa de atraerlo hacia sí, para que
viva y encuentre en Él aquella plenitud de verdad y felicidad a la que
aspira sin descanso.
Salmo 62,2: "Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti
madrugo. Mi alma está sedienta de ti, mi carne tiene
sed de ti como tierra reseca, agostada, sin agua”.
Salmo 138, 1-3: “Señor, tú me sondeas y me conoces;
me conoces cuando me siento o me levanto, de
lejos penetras mis pensamientos; distingues mi camino y mi descanso, todas mis sendas te son familiares”.
Plegaria Eucarística IV: “Y tanto amaste al mundo, Padre santo, que, al cumplirse la plenitud de los tiempos, nos enviaste como
salvador a tu único Hijo”.
2- La propuesta de la Fe.
2.1. EL HOMBRE ES CAPAZ DE DIOS
Si nos preguntamos por Dios es porque de una manera u otra en nosotros existe algo que nos liga a Él. En todos hay un deseo de
plenitud y de felicidad que parece ser inagotable. Cuando creemos que estamos saciados, vuelven a surgir inquietudes de más. La vida no
nos deja parados ni instalados. Todo lo que podemos tener en este mundo no sacia nuestros deseos.
Compendio núm. 3: A partir
de la Creación, esto es, del
mundo y de la persona
humana, el hombre, con la
sola razón, puede con
certeza conocer a Dios como
origen y fin del universo y
como sumo bien, verdad y
belleza infinita.
REVELA A LOS HOMBRES
Toda esto queda escrito, contado,
transmitido desde entonces
para que sepamos cómo y dónde preguntar,
podemos
para saber con
cómo nuestra
es Dios razón ver la
Ciertamente, a través de la belleza del mundo creado
mano
creadora de Dios. Pero es probablemente con las experiencias de dolor, de sufrimiento y de dificultad,
donde más se anhela esta necesidad de un ser superior que venga en nuestra ayuda.
Compendio núm. 4: Para conocer a Dios con la sola luz de la razón, el
hombre encuentra muchas dificultades…Por ello, Dios ha querido
iluminarlo con su Revelación.
A Dios no se le conoce de una vez para
siempre, porque es un ser que vive, que
nos acompaña a lo largo de nuestra vida. Dios se ha manifestado con hechos y palabras a lo largo de la historia. Lo ha hecho
por etapas. Estos hechos y palabras han sido escritos por autores, inspirados por Dios, que nos han dejado sus experiencias para
que lleguen hasta nuestros días y podamos aplicarlas, hacerlas vida, actualizarlas.
2.2. DIOS
SE
Compendio núm. 9: La plena y definitiva etapa de la Revelación de Dios es la
que Él mismo llevó a cabo en su Verbo encarnado, Jesucristo, mediador y
plenitud de la Revelación…la Revelación ya se ha cumplido plenamente,
aunque la fe de la Iglesia deberá comprender gradualmente todo su alcance a
lo largo de los siglos.
2.3. LA TRANSMISIÓN DE LA REVELACIÓN
La plena y definitiva manifestación de Dios se da en Jesucristo, Dios mismo hecho hombre. Fuera de él no hay más. Jesucristo no es
opinable, cada uno no puede tener una imagen sobre su persona; pero él es quien es. Precisamente para que el hombre conozca a Dios tal
como Dios es, él mismo entra en nuestra historia y se hace uno de nosotros; de manera que vive como nosotros, sufre y se alegra como
nosotros, vive en comunidad; muere y resucita, quedándose presente para continuar cerca del hombre.
Todo esto queda escrito, contado,
transmitido desde entonces para que
sepamos cómo y dónde preguntar, para
saber cómo es Dios.
Desde ese momento, el hombre no tiene que suponer o imaginar. No tiene que hacerse su propia idea de Dios. No hay hilos directos
con él al margen de la Revelación. Ahora el hombre puede acercarse a su Palabra y descubrir quién es Dios y qué quiere de cada uno de
nosotros, dónde se cumplen nuestras aspiraciones.
2.4.
¿CÓMO
LLEGA
HOY
A
NUESTROS
DÍAS
ESTA
REVELACIÓN
DE
DIOS?
Jesucristo encargó a los Apóstoles la misión de dar a conocer sus hechos y palabras. Estos hechos quedaron reflejados en los textos que
componen el Nuevo Testamento. Junto con el Antiguo Testamento, forman la Sagrada Escritura.
Además, aquellos apóstoles, y las personas que vivieron en las
comunicando de viva voz, por amor a él y a los hermanos, aquellas
interpretaban lo escrito en la Sagrada Escritura. Así surgieron los
transmite fielmente en la Iglesia a lo largo de los siglos: es lo que
primeras
comunidades
cristianas,
fueron
experiencias y enseñanzas que ampliaban e
demás libros, cartas, y una enseñanza que se
llamamos Tradición.
De esta manera es a la Iglesia, por encargo de Cristo y por
experiencia y Tradición, a quien corresponde
enseñar a interpretar el mensaje de Jesucristo. A esta labor de transmisión del mensaje de Cristo, que realizan los Obispos, sucesores de los
apóstoles, se llama Magisterio de la Iglesia (Compendio núms. 11 al 17).
Además, Dios se sigue revelando hoy. Él deja
con Cristo una Iglesia que lo hace presente, una
comunidad de hermanos a través de los cuales se
revela a cada uno de nosotros. Una Iglesia que es
maestra y transmisora del mensaje. Y a la vez una
Iglesia que engendra comunidades en las que el
mensaje se hace vida. Se hace realidad así el Padre
nuestro. Dios se nos muestra en cada hermano, nos
habla en sus circunstancias, nos ama en ellos. Y nos pide que respondamos de la misma manera: “Cuantas veces lo hicisteis con alguno de
estos mis hermanos menores, conmigo lo hicisteis” (Mt 25, 31-46).
Compendio núm. 30: La fe es un acto personal en cuanto es respuesta
libre del hombre a Dios que se revela. Pero, al mismo tiempo, es un
acto eclesial, que se manifiesta en la expresión “creemos”, porque,
efectivamente, es la Iglesia quien cree, de tal modo que Ella, con la
gracia del Espíritu Santo, precede, engendra y alimenta la fe de cada
uno: por esto la Iglesia es Madre y Maestra.
Todo esto supone una comunidad viva, acogedora, entusiasta, convencida de que Dios no quita nada, sino que da un sentido nuevo a la
existencia, en la que se hace necesario vivirlo con aquellos que decimos compartir la misma creencia.
3- Reflexión y Diálogo
¿Por qué dices creer?
¿Qué le dirías a una persona no creyente?
¿En qué momentos tu fe es eclesial?
4.- Desde la Fe respondemos
4.1. PROFESAR LA FE
Reconocemos los lugares donde nos encontramos con Dios (la naturaleza, experiencias de vida, personas concretas…) y le damos
gracias.
4.2. HACER VIDA NUESTRA FE
Buscamos una oración para ponernos en presencia de Dios cuando leamos la Palabra, recordando que es Dios mismo quien se revela.
Meditamos y cuidamos especialmente la unión en nuestra comunidad como lugar y modo en el que Dios se acerca al hombre.
4.3. CELEBRAR LA FE
La liturgia eucarística celebra que Dios se revela en la Creación, en la Palabra y en la Encarnación de Cristo y su presencia en el Pan y
en el Vino. Rezamos con especial atención la oración del Gloria junto con toda la comunidad.
4.4. ORAR CON LA FE
“Señor, Dios mío, mi única esperanza, óyeme para que no sucumba al desaliento y deje de querer buscarte; ansíe siempre tu
rostro con ardor. Tú que me hiciste encontrarte, tú que me diste la esperanza de encontrarte siempre más y más, dame la fuerza
para buscarte” (San Agustín).
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