Otra de las características estudiadas ha sido el LOCUS DE CONTROL, como característica relativamente estable (Rotter, 1966), que actúa como modulador de la respuesta de estrés. Hablamos de la creencia generalizada de que los eventos de la vida son controlados por las propias acciones (locus interno) o por fuerzas externas (locus externo). Los individuos de locus de control “interno” asumen que las decisiones y acciones personales influyen en las consecuencias, y perciben que tienen control de la situación, lo que influye en las expectativas de afrontamiento, experimentando menos amenaza ante los estresores que los “externos”. También, se ha encontrado que los “externos” presentan más experiencias de “estar quemado” y de “insatisfacción laboral”, mostrando mayores tasas de ausentismo laboral, y se sienten menos comprometidos con su trabajo. Estos datos apoyan la consideración de Chan (1977) de que, en la medida en que un individuo juzga que él mismo tiene el control en una situación, será menos probable que perciba la situación como amenazante y tenderá a manifestar patrones de reacción adversa. Con relación a esta última consideración, Kyriacou y Sutcliffe (1979) utilizando la asociación entre el estrés que los docentes reconocían padecer y la escala Locus de Control Interno-Externo de Rotter (I-E) (Rotter, 1966), encontraron una relación significativa entre el estrés que los propios profesores admitían y un locus de control externo. Es más, en muchas investigaciones los sujetos con locus de control externo experimentan con más frecuencia bajos sentimientos de realización personal en el trabajo que los de locus de control interno.