Rev. Casa de la Mujer ISSN 2215-2725. N°21 (1): 111-115, enero-junio 2012 Reflexiones de una joven estudiante madre Daniela Segura Estudiante Bachillerato en Desarrollo Sostenible con Equidad de Género Instituto de Estudios de la Mujer, Universidad Nacional Heredia, Costa Rica Recibido:11 noviembre 2012 Aceptado: 5 diciembre 2012 ¿Qué determina exactamente hacia dónde vamos, quiénes somos y qué queremos? Para mí, la respuesta no está en otro lugar más que en nosotras mismas. De joven me topé con miles de preguntas, dudas y confusiones, donde las respuestas las encontraba solo en mí, en alguna parte de nuestro cuerpo algo nos va contestando todo en la vida, tal vez no en el momento que se necesita, pero sí en algún momento. Ahí, es cuando nos damos cuenta qué hemos hecho mal y qué cosas hemos hecho bien. Pero esto es la vida, no más que una gran toma de decisiones. Y conforme vamos tomando decisiones, creamos un molde interno de nosotros y uno externo, el cual es el que las personas a nuestro alrededor conocen. Desde pequeña crecí con una inseguridad sobre muchas cosas de mi vida y no fue hasta que empecé a vivir, que esa inseguridad se fue borrando. Con esto no me refiero a que el camino fue bonito y que todo lo vivido fue correcto, al contrario, me llevé muchos tropiezos y golpes que duraron en sanar, pero dejaron su enseñanza. Saltando toda esta parte de mí, vamos a llegar donde realmente empecé a sentirme viva, donde realmente encontré una razón para vivir de la mejor forma y, por supuesto donde más he llorado, sufrido y donde más me ha costado tomar decisiones y salir adelante; pero siendo así lo más hermoso de mi vida. Una prueba difícil que se supera día a día, aprendiendo de los errores, ya que no nacemos con un folleto para ser la mejor y perfecta “mamá” que no comete errores. Licencia Creative Commons Atribución-No-Comercial SinDerivadas 3.0 Costa Rica. Publicado: Abril 2014 111 Rev. Casa de la Mujer ISSN 2215-2725. N°21 (1): 111-115, enero-junio 2012 A mis casi 21 años y segundo año de la universidad llegó a mi vida lo más hermoso y lo que más me ha llenado, me ha hecho feliz y me ha hecho sentir mujer, esa es mi hija. Decidí quedar embarazada y traer un bebé a este mundo pero la situación no fue tan fácil como se pintaba ni tan color rosa. En el momento en que ocurrió, lo más difícil fue encontrar cómo salir adelante con respecto a la carrera. Hay cambios físicos, cambios de mentalidad, aprender a aceptarse quién es ahora. Ahí es donde nos encontramos a prueba de qué tan fuertes somos y qué tanto se está dispuesto a hacer para salir adelante y conseguir la meta. Nos topamos con dificultades, gente que se convierte en obstáculos, críticas y menosprecios. La primera complicación con que me encuentro es… ¿Cómo asistir a clases? Bueno, por dicha está la familia, por lo menos los primeros meses de emoción de un nuevo miembro, ya luego la situación cambia y no para bien. Con respecto a la familia aprendí que cuando te visiten no aparentes lo que no eres, porque igual van a hablar, entonces sé quien eres en realidad para que si hablan, sea la verdad. Así que los primeros 6 meses de nacida la llevé a clases, la dejaba afuera con mi hermana y salía a atenderla cuando el llanto era incontrolable. Ya para los 7 meses era inicio del primer ciclo de la universidad. Más cursos, más grande y más problemas personales y de familia. Esos momentos donde una cree que es mejor dejar todo tirado, huir y que la gente se haga cargo de lo demás. Esos momentos donde no nos importa ya lo que las personas digan o lo que vayan a pensar. Momento de debilidad que nadie, por más que lo expliques, lo va a entender. Pero ya luego podemos respirar tranquilos, después de haber llorado y maldecido a casi todo el mundo. Pensar con serenidad las cosas y mágicamente, no se sabe de dónde pero aparecen esas increíbles fuerzas de nuevo. Mi recomendación para esos momentos es, desahóguese, solamente, y por más sola o solo que uno crea estar, debe haber alguien, una persona que escuche, nos cuide y nos ayude a levantarnos en esos tiempos. Son tantos momentos, tantas situaciones y sentimientos los que una vive. Tenemos ganas de luchar, luego no queremos hacer nada más que desaparecer. Luchamos por ser las mejores madres y estudiantes, que todos digan “qué ejemplo”, pero, por otro lado, también queremos vivir la juventud, salir, ir de fiesta y llegar tarde, y ahí, justo ahí es cuando aparecen (claro, porque no 112 Publicado: Abril 2014 Licencia Creative Commons Atribución-No-Comercial SinDerivadas 3.0 Costa Rica. Rev. Casa de la Mujer ISSN 2215-2725. N°21 (1): 111-115, enero-junio 2012 pueden faltar) esas personas que dicen: “Ya no estás para fiestas”, “esa es la vida que escogiste por tonta”, “ya estás muy grandecita para que te pongas a andar en la calle”, “¿amigos?, nooo, si los hombres la buscan para otras cosas solamente…” Lo que esas personas no saben, es que eso, en lugar de ayudarnos a encontrar el camino, más bien nos hace ser más rebeldes y, claro está, confundirnos más. Yo ahora lo entiendo, porque lo veo en este presente y porque ya lo viví, pero en ese momento lo único que pensaba era: estoy sola, nadie me apoya, nadie me quiere ayudar, todos hablan de mí y todos están en mi contra. Típico de joven universitaria, madre de 21 años, desempleada, soltera, separada del padre de la hija y, obviamente, con un letrero en la frente puesto y escrito por esta sociedad donde dice todos los aspectos mencionados antes, y en rojo: “PROHIBIDO”. El golpe más duro es cuando termino de caer en la realidad y me doy cuenta que la vida cuesta, no sudor sino dinero, que la comida cuesta, los pases, la ropa y que si quiero seguir estudiando, ahora viviendo sola con mi hija, pues la cosa se va a complicar más. Si antes me sentía sola, pueden imaginarse ahora, viviendo en un apartamento de solo una habitación, una cocina, baño y media sala. Donde todos están lejos y mis “amigos” no llegan a visitarme. Ver que no había alimento para el día ni pases para asistir a clases y, aunque hubiera comida, no tenía dónde cocinarla, eso fue deprimente. Por meses comimos no más que arroz y huevo y era un manjar cuando le podíamos agregar atún. ¿Por qué me pasaban esas cosas? (agregando que también me iba mal en clases). Pues me pasaban, repitiendo, no por tener una hija, ni por como diría la sociedad, por tener una hija fuera de matrimonio y no estar casada con un hombre que las mantenga, y ellas estén en la casa como debe ser, más bien me pasó por la mala actitud que tomé y la aún gran inmadurez que tenía con respecto a lo que era como persona y lo que quería para mí. Porque lo que quería para mi hija, estaba muy claro. Quería (y quiero) lo mejor pero, ¿y yo? ¿Quién era en realidad, y qué tan decidida estaba en defender mis ideales y mis sueños? Las situaciones de la vida y los obstáculos te van enseñando todo eso. La vida universitaria te acerca a gente que tal vez no vayas a conocer en ningún otro lado. Te das cuenta que amigos son muy pocos, pero de que sí hay buenas amistades. Reconoces que si una no hace las cosas por sí misma o mismo nadie más las va a hacer. Y aprendes que eres capaz de muchas cosas más de las que imaginabas. Licencia Creative Commons Atribución-No-Comercial SinDerivadas 3.0 Costa Rica. Publicado: Abril 2014 113 Rev. Casa de la Mujer ISSN 2215-2725. N°21 (1): 111-115, enero-junio 2012 Estuvimos viviendo, después del primer apartamento, en 6 lugares distintos, el actual es el número 7. En ese momento, ya había sentado cabeza, ya entendí lo que tenía que hacer y ya me iba haciendo una imagen de quien soy. La visión era menos confusa, más clara y cercana a mí. Pero como dicen, si no es una cosa, es otra. Ya que estaba bien en seguridad (por lo menos en lo que ocupaba, aún tengo miedos) y más consciente; las cosas de alrededor empezaron a salir mal, malísimo. Los apartamentos no los podía pagar, no conseguía trabajo, las personas con que topaba para vivir al inicio eran buena gente (toda escoba nueva, barre bien). Luego pasaban cosas increíblemente malas, donde recibía maltratos, me daban la espalda, la propia familia desaparece, las nuevas amistades solo quieren aprovechar todo lo que puedan sacar, económicamente y ya después no existen. Vivir con gente extraña, cuidar a mi hija de esas personas como si todos fueran malos. Eso fue angustiante, aterrador y me sentí más vulnerable que nunca. Ya son dos años después y aún seguimos escuchando comentarios atroces de los más cercanos, insultos y burlas (y eso que no hemos entrado a la parte del amor). Hoy en día, intento vivir por mí y por mi pequeña. Vivo con dos amigos que han estado a mi lado cada día desde que los conocí, que nos apoyan y nos cuidan. Tengo mi amiga de 5 años de la universidad, la única que se mantuvo junto a mí durante mi embarazo y hasta la fecha. Cuento con un amigo incondicional y tengo mi pareja estable e intentando ser lo más realista y madura posible, quien me ha enseñado a conocerme, a saber comunicarme y expresarme y sobre todo a confiar, no todas las personas vienen con malas intenciones. Él es quien me ha ayudado a conocerme internamente, superar mis miedos y admirarme como él lo hace. He aprendido a ser más estable, sincera y a caminar con ellos sabiendo que hay más gente que se une en el camino, unos se quedan, otros se van. Sigo estudiando en la universidad, ansiosa de ser mejor cada nivel y salir lo más pronto posible. Trabajo cada minuto que tenga libre, fines de semana. Hago horas de beca, paso tiempo con mis amigos, con mi novio, tiempo para mí. Sé quién soy, qué quiero y adónde voy y, sobre todo, intento cada día ser la mejor madre, aprender de mis errores e invertir en ella todo el tiempo que sea posible; porque soy todo lo que tiene en estos momentos y soy su guía para el largo camino que le queda por andar. 114 Publicado: Abril 2014 Licencia Creative Commons Atribución-No-Comercial SinDerivadas 3.0 Costa Rica. Rev. Casa de la Mujer ISSN 2215-2725. N°21 (1): 111-115, enero-junio 2012 ¿Será el tiempo equivocado o la decisión equivocada? Pues no lo sé, solamente sé que eso fue lo que necesité para salir de ese oscuro hoyo en el que estaba. Fue la palanca que necesité para saltar alto y encontrarme conmigo. No digo que decidir quedar embarazada o tener hijos cuando no estamos listos es lo que uno necesita para salir adelante; esa fue mi situación y a mí me ha funcionado hasta la fecha, pero sí digo que todos debemos buscar esa pequeña palanca que nos hace saltar, vivir y aprender. Licencia Creative Commons Atribución-No-Comercial SinDerivadas 3.0 Costa Rica. Publicado: Abril 2014 115