Rev. Casa de la Mujer ISSN 2215-2725. Vol 23(1-2): 9-23, 2014 URL: http://www.revistas.una.ac.cr/index.php/mujer/index El ámbito de las ciencias ¿una cuestión de género? Olegaria Cuesta Ojeda Universidad de La Laguna1 [email protected] Primero nos enseñan a creer y luego a razonar sobre lo que hemos creído. La libertad de pensamiento es justo al revés, es primero pensar y luego creer en lo que nos ha parecido bien de lo que razonamos. Si usted no tiene libertad de pensamiento, la libertad de expresión no tiene ningún valor J. L. SAMPEDRO Resumen: En el marco de una investigación sobre un estudio multidisciplinar que se está desarrollando en la Universidad de La Laguna (TenerifeEspaña), se están considerando las implicaciones de la introducción de la perspectiva de género en la construcción del conocimiento científico y las tecnologías, así como el análisis de los mecanismos y barreras que frenan la consecución de la igualdad en el ámbito de las ciencias y tecnologías. Aunque el número de mujeres que ejercen en estos campos no ha parado de crecer en las últimas décadas, siguen siendo una minoría. Existen evidencias estadísticas de la infrarrepresentación de las mujeres como docentes e investigadoras en las áreas científicas relacionadas con la tecnología, así lo ha puesto de manifiesto el Libro blanco sobre la situación de las mujeres en la ciencia española, en el cual se señala que, en dichas áreas, las mujeres representan escasamente el 20% del profesorado de las universidades españolas. Se trata de identificar las barreras estructurales y culturales que impiden la participación en condiciones de igualdad en el ámbito de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (en adelante TICs). También se persigue analizar los retos y dificultades de las mujeres en carreras con una alta asimetría de género, y la importancia de los contextos sociales y personales en la elección de sus carreras profesionales. A la luz de estos datos, se realizará una reflexión teórica que ayude a comprender la 1 Doctora en Sociología del Departamento de Sociología de la Universidad de La Laguna, España. Académica e investigadora. Ha dirigido y participado en diversos proyectos de investigación. En la actualidad participa en el proyecto de investigación Estudio multidisciplinar de la relación de género y tecnología. Licencia Creative Commons Atribución-No-Comercial SinDerivadas 3.0 Costa Rica. Publicado: 30 de julio de 2015 9 Rev. Casa de la Mujer ISSN 2215-2725. Vol 23(1-2): 9-23, 2014 URL: http://www.revistas.una.ac.cr/index.php/mujer/index situación de la mujer en al ámbito de las ciencias y, de manera más general, en aquellos campos de actuación donde las élites femeninas funcionan como referente social; pero donde siguen estando escasamente representadas. Palabras clave: Género, universidad, ciencias, discriminación, organización, TICs. Abstract: In the frame of a research on a multidisciplinary study carried out in the University of La Laguna, it is being studied the implications of the introduction of the perspective of gender in the construction of the scientific knowledge and the technologies, as well as the analysis of the mechanisms and barriers that stop the attainment of the equality in the area of the sciences and technologies. Although the number of women who practise in these fields has not stopped growing in the last decades, they are still being a minority. There are statistical evidences of the underrepresentation of the women like teachers and researchers in the scientific areas related to the technology, as it has been explained in the White Book of the situation of women in the Spanish science, in which it is indicated that in the above mentioned areas women represent scantily 20 % of the academic staff. The aim is to identify the structural and cultural barriers that prevent the participation in conditions of equality in the field of the Technologies of Information and Communication (TIC) and analyzing the challenges and difficulties of women in careers with a high asymmetry of gender and the importance of the social and personal contexts in the choice of their professional careers. In the light of this information, there will be carried out a theoretical analysis that will help to understand the situation of women in the area of the sciences and, in a more general way, in those fields of action where the feminine elites work as social modal but where, nevertheless, they remain being scantily represented. Key words: Gender, university, sciences, discrimination, organization, ICTs. Desde hace algunas décadas se ha venido constatando una entrada masiva de mujeres en la universidad, pero es sobre todo en la década de los 90 cuando esta mayor presencia se traduce en una superioridad numérica y en una mayor diversificación de los estudios elegidos. Sin embargo, el peso específico del número de mujeres –bien como docentes, bien como alumnas- no se reparte de manera equitativa por todas las carreras ni en todos los escalafones docentes. Así, si imaginamos la estructura del profesorado como una pirámide, la base (ayudantes, colaboradores…) y los niveles intermedios (titulares de escuela y universidad) es donde, de manera más numerosa, encontramos a las mujeres docentes; mientras que en el nivel más alto (cátedras), su presencia es muy reducida (Escolano, 2009; Alonso, 2002). Lo mismo ocurre en sus órganos de gobierno donde, en su escalafón más alto, solo existen 5 rectoras por 65 rectores, ninguna al frente de las universidades mayores (Escolano, 2009). Las cifras muestran una distribución desigual dependiendo de los estudios. 10 Publicado: mayo 2016 Licencia Creative Commons Atribución-No-Comercial SinDerivadas 3.0 Costa Rica. Rev. Casa de la Mujer ISSN 2215-2725. Vol 23(1-2): 9-23, 2014 URL: http://www.revistas.una.ac.cr/index.php/mujer/index Porcentaje de estudiantes matriculados en Grado en 1er y 2º ciclo por rama de enseñanza y sexo. Curso 12/13 RAMA DE ENSEÑANZA CIENCIAS SOCIALES Y JURÍDICAS INGENIERÍA Y ARQUITECTURA ARTES Y HUMANIDADES CIENCIAS DE LA SALUD CIENCIAS TOTAL MUJERES HOMBRES 60,9 % 39,1 % 26,1 % 61,6 % 70,1 % 52,6 % 54,3 % Fuente: Datos y cifras del sistema universitario español (2013-14). 73,9 % 38,4 % 29,9 % 47,4 % 45,7 % Parece indispensable clarificar el origen de este desequilibrio. Un primer acercamiento debería centrarse en la propia institución universitaria. Esto es así porque la propia burocracia interna de las universidades parece propiciar la segregación o, al menos, ayuda a mantener la pervivencia de esa asimetría. Pero las relaciones institucionales deben ubicarse dentro de un marco social más amplio. No podemos olvidar que la universidad es una institución y como tal define una estructura de relaciones sociales regidas por reglas de funcionamiento relativamente estables. Recíprocamente, las instituciones sociales responden, a su vez, a las necesidades de la sociedad en la que se insertan. Las descripciones patriarcales pierden sentido explicativo si no se conectan, en primer lugar, con las políticas de gobierno que sigue la institución dentro y fuera de la universidad; y en segundo a la organización burocrática y su nomenclatura de puestos, ya que a ésta le rige una racionalidad masculina que mantiene el control de los procesos académicos y políticos, así como los beneficios derivados del poder. (García, P., 2009, p. 39) Un segundo acercamiento nos llevaría a dilucidar hasta qué punto la elección de los estudios es simplemente una elección voluntaria o está determinada por imposiciones de carácter estructural. Esta segunda perspectiva es tanto más compleja en la medida en la que intervienen decisiones de carácter aparentemente personal. La dificultad aumenta aún más si se tiene en cuenta que son las propias mujeres las que no reconocen estas decisiones como el resultado de expectativas determinadas socialmente: Una fuerte presión social de influjo patriarcal que determina la elección previamente. Parafraseando un conocido eslogan feminista, lo personal entonces se convierte en público. Licencia Creative Commons Atribución-No-Comercial SinDerivadas 3.0 Costa Rica. Publicado: mayo 2016 11 Rev. Casa de la Mujer ISSN 2215-2725. Vol 23(1-2): 9-23, 2014 URL: http://www.revistas.una.ac.cr/index.php/mujer/index Metodología Se trata de un estudio exploratorio en el que se han realizado entrevistas entre las docentes de la universidad que desarrollan su carrera en facultades o departamentos altamente masculinizados, en donde la presencia femenina no supera el 20%. Con el fin de obtener una mayor representación de todos los escalafones jerárquicos, otro criterio considerado ha sido la categoría profesional. En total se ha entrevistado, hasta el momento, a 6 profesoras cuya distribución, atendiendo a las variables consideradas, es la siguiente: DEPARTAMENTO CENTRO CATEGORÍA PROFESIONAL Ingeniería de sistemas y Automática, Arquitectura y Tecnología de Computadores Escuela Técnica Superior de Ingeniería Informática Titular de Universidad (ETSII) Profesora colaboradora Expresión Gráfica en Arquitectura e Ingeniería Escuela Universitaria de Titular de Escuela Arquitectura Técnica Física Fundamental y Experimental, Electrónica y Sistemas Facultad de Física Ingeniería de la Construcción. Química Orgánica (EUAT) (FF) Profesora Contratada Dra Escuela Universitaria de Catedrática de Escuela Arquitectura Técnica (EUAT) Escuela Técnica Superior de Náutica, Máquinas y Radioelectrónica Naval Titular de Universidad (ETSNMRN) Estas entrevistas se formularon como historias de vida. Dicha técnica de investigación nos ofrece la posibilidad de recoger información no solo de la situación actual de las mujeres, sino remitirnos a los antecedentes vitales que han dirigido a las docentes a esbozar su carrera profesional. Como se ha indicado más arriba se trata de un estudio exploratorio en la medida en que corresponde a un primer acercamiento a la problemática 12 Publicado: mayo 2016 Licencia Creative Commons Atribución-No-Comercial SinDerivadas 3.0 Costa Rica. Rev. Casa de la Mujer ISSN 2215-2725. Vol 23(1-2): 9-23, 2014 URL: http://www.revistas.una.ac.cr/index.php/mujer/index y realizar una reflexión teórica respecto a los primeros datos obtenidos. El objetivo era analizar los retos y dificultades que las docentes han encontrado en su trayectoria, como estudiantes y como trabajadoras, en carreras con una alta asimetría de género. También se intentó valorar la importancia de los contextos sociales y personales en la elección de sus carreras profesionales causa de la decisión. La universidad como organización Una de las claves para poder entender la desigualdad existente en la distribución de los estudios y la ocupación de cargos entre mujeres y hombres en la universidad está en su propia estructura como organización. Este sistema organizacional se asienta en una sólida estructura burocrática que justifica su configuración con base en criterios de eficiencia académica y que permiten su control efectivo. Pero las estructuras burocráticas desarrollan, en su interior, una estructura paralela, más informal, que frecuentemente determina la entrada y promoción de los sujetos en dicha estructura. Esta red informal no responde a los patrones de objetividad por los que la estructura formal justifica su ordenamiento. De hecho, en muchas ocasiones, su comportamiento se rige exactamente al contrario. Tal ocurre en la universidad, donde los criterios aparentemente objetivos de entrada y promoción a base de méritos se transforman, según otras consideraciones, en una escalada de obstáculos para la mayoría de las mujeres que quieren acceder a las posiciones más altas de su estructura. No parece casual que los puestos más altos de la academia estén ampliamente ocupados por varones ni la desigual distribución por sexos en las carreras universitarias. En general, el diseño de la organización burocrática y la jerarquía actúan como soportes de las desigualdades de género en el acceso al poder. Son organizaciones en las que, tanto en su acceso como en su promoción, rigen reglas aparentemente neutrales, pero que funcionan, como canales de transmisión de las ideas dominantes. Un ejemplo de lo dicho anteriormente se relata en un informe publicado en 2012 sobre la universidad española. Según este informe, el 92,2% de los catedráticos han conseguido una media de 3,56 sexenios, (La universidad en cifras, 2013). Si tenemos en cuenta el reducido número de mujeres que ocupan este escalafón académico, tendremos como resultado que la mayoría de estos sexenios han sido conseguidos por hombres. La consecuencia es una mayor valoración de su capacidad investigadora, lo que a su vez les proporciona una ventaja a la hora de conseguir nuevos proyectos de investigación y seguir aumentando la capacidad investigadora Licencia Creative Commons Atribución-No-Comercial SinDerivadas 3.0 Costa Rica. Publicado: mayo 2016 13 Rev. Casa de la Mujer ISSN 2215-2725. Vol 23(1-2): 9-23, 2014 URL: http://www.revistas.una.ac.cr/index.php/mujer/index y así sucesivamente… esto hace que las posiciones y privilegios se perpetúen en el tiempo. A la hora de enfocar nuestro análisis sobre las estructuras tomaremos dos perspectivas. Una apunta al diseño de la propia estructura como depositaria y transmisora de valores patriarcales. La otra hará referencia a las personas que desarrollan su carrera en dichas organizaciones, teniendo en cuenta tanto sus condicionamientos internos como externos. De la estructura vertical Si hacemos referencia a la estructura como depositaria y transmisora de comportamientos normativizados, no podremos obviar la referencia a los valores sociales predominantes. Aunque sin duda la elección es amplia, la referencia será el concepto de homo economicus, representante por excelencia de los valores que el propio sistema enarbola como ventajosos, haciendo de lo económico el referente social por excelencia. La economía capitalista rige con mano férrea la dirección que deben tomar los acontecimientos y los poderes políticos o morales quedan sometidos a una sociedad que se ha vuelto tan rígida que el mero hecho de pensar o renovar el orden está imposibilitado por su propia inutilidad práctica. (Bauman, 2003) La noción de homo economicus hace referencia no solo a una concepción del mundo, sino de lo que es deseable. Si atendemos su esencia, se define como hombre y si su cualidad se define como económico. Una idea ampliamente difundida que hace referencia a una determinada concepción de los sujetos y las instituciones sociales que poseen el fin –si no último, sí primordial– de resultar eficientes en un sentido utilitarista muy determinado: la obtención de máximo beneficio al mínimo coste. Por extensión, parece lógico que las estructuras organizacionales se correspondan con esta forma de hacer y entender el mundo y que su diseño esté planificado para la consecución de este objetivo. Por lo tanto, las organizaciones académicas funcionan como instituciones que pueden ser definidas como sistemas de disposiciones duraderas que se conforman con los principios de continuidad y regularidad. Estructuras estructuradas predispuestas a actuar como estructuras estructurantes, en tanto que principios generadores y organizadores de prácticas y representaciones individuales o colectivas. Son las encargadas 14 Publicado: mayo 2016 Licencia Creative Commons Atribución-No-Comercial SinDerivadas 3.0 Costa Rica. Rev. Casa de la Mujer ISSN 2215-2725. Vol 23(1-2): 9-23, 2014 URL: http://www.revistas.una.ac.cr/index.php/mujer/index de generar una correlación muy estrecha entre las probabilidades objetivas y las esperanzas subjetivas, y suponen el dominio de las operaciones necesarias para consecución de un propósito. Esta forma de proceder se realiza de manera regulada y regular, sin ser para nada el producto de una obediencia a reglas, porque, de hecho, ya es interiorizado como el mejor y único modo de hacer (Bordieu, 1991). En otras palabras, la universidad como institución genera –tanto interna como externamente– una forma de hacer y concebir el éxito social. Pero esta definición de éxito social toma cuerpo en los valores considerados tradicionalmente masculinos y, en consecuencia, se enfrentan a otras formas de hacer y pensar diferentes. Es una lucha desigual, porque las prácticas cotidianas institucionalizadas triunfan sin ningún esfuerzo mediante la interiorización naturalizada de dichos valores. Las relaciones institucionales que establecen sus miembros se ven (de)limitadas por esta idea y el desequilibrio generado por cuestión de género se obvia para ser reinterpretado en clave de este es el modo porque es el más eficiente. Otro de los atributos del concepto de homo economicus es su acentuada tendencia a la individualización, a considerar el éxito o el fracaso como una cuestión individual y no como resultado del funcionamiento colectivo. La consecuencia más evidente de este axioma para el tema que nos ocupa es la conclusión de que la posición de las mujeres dentro de la academia depende de factores únicamente individuales. Por consiguiente, la universidad queda libre de toda sospecha en el ejercicio de cualquier tipo de discriminación. Se restaura, así, la imagen de una institución racionalobjetiva y, de paso, se la libera de toda suerte de prejuicios susceptibles de ser visibilizados mediante un esfuerzo de reflexión colectiva. Lo que no se visibiliza no existe. Se procede, entonces, a una masiva adaptación individual de los sujetos a los mecanismos institucionales. De tal forma que el resultado refuerza la máxima de partida: el problema no reside en la estructura sino en sujetos incapaces de adaptarse con éxito a una práctica que, al ser considerada objetiva, termina por ser incuestionable. Asociado con este fenómeno se encuentra el concepto de aculturación, definido como el “proceso por el cual un individuo o un grupo adquiere las características culturales de otro, a través del contacto directo y/o la interacción. También puede definirse la aculturación como el proceso de transformación de la cultura de un individuo o grupo en la de otros” (García, 2002, p. 44). Mantener una estructura normativa significa que los sujetos deben asumir los comportamientos adecuados al estatus y posición de su grupo Licencia Creative Commons Atribución-No-Comercial SinDerivadas 3.0 Costa Rica. Publicado: mayo 2016 15 Rev. Casa de la Mujer ISSN 2215-2725. Vol 23(1-2): 9-23, 2014 URL: http://www.revistas.una.ac.cr/index.php/mujer/index de pertenencia o bien –para aquellos sujetos que se encuentren fuera del grupo dominante– asumir sus hábitos y formas de vida como garantía de aceptación social. Los individuos o sectores sociales que no respondan a las expectativas serán estigmatizados (Cuesta, 2011). El reconocimiento social de los valores masculinos como eficientes, frente al de las mujeres, más disociadas en cuanto a sus preocupaciones y prioridades (la familia, el cuidado de los dependientes…) hace que la concepción androcéntrica frente a la vida laboral sea la que prevalezca. El ámbito universitario cada vez más enfocado a la medición de méritos individuales se convierte así en un espacio altamente competitivo. Esta competitividad puede degenerar en una suerte de prácticas seguidas con el fin de alcanzar el nivel necesario para la conservación o promoción del puesto de trabajo. El ejercicio de sobreadaptación a unas determinadas formas de hacer sometidas a un dominio de lo masculino puede equipararse como arquetipo de violencia simbólica. Entendiendo por violencia simbólica “todo poder que logra imponer significaciones e imponerlas como legítimas, disimulando las relaciones de fuerza en que se funda su propia fuerza, en definitiva, añade la fuerza simbólica a las relaciones de fuerza” (García, 2002, p. 33). La jerarquía se convierte así en un medio que transmite y genera violencia simbólica a través de prebendas institucionales. Como efecto colateral debilita las fuentes de contestación. La debilidad de la respuesta es sorprendente si se tiene en cuenta que se trata de un ámbito donde supuestamente la reflexión, el porqué y el cómo de nuestras prácticas estarían en el epicentro de su propia esencia. De las estructuras horizontales Una última consideración sobre este asunto lleva a preguntarse por las relaciones que se establecen a nivel horizontal y que funcionan de forma paralela a las jerárquicas. Entender sus códigos ayudaría bastante a entender el nivel de solidaridad, de compromiso o de empatía que las mujeres establecen dentro de la estructura para defenderse de un entorno que, según todas las estadísticas, les resulta desfavorable. Sin embargo, la identidad que como grupo pudiera derivarse de esta situación queda diluida en un maremágnum de apuestas individuales. Como se verá, en la mayoría de casos no existe conciencia, como colectivo, de esta situación, de tal manera que la posibilidad de reconocimiento se anula. En su lugar, esta circunstancia, en la medida en que no se reconoce como tal, se va perpetuando en el tiempo. Si no se visibiliza, no existe el conflicto. 16 Publicado: mayo 2016 Licencia Creative Commons Atribución-No-Comercial SinDerivadas 3.0 Costa Rica. Rev. Casa de la Mujer ISSN 2215-2725. Vol 23(1-2): 9-23, 2014 URL: http://www.revistas.una.ac.cr/index.php/mujer/index La estigmatización del feminismo –otro efecto del patriarcado- como teoría no ha propiciado adhesiones masivas de los sectores afectados. Es interesante detectar cómo la tenue inserción de mujeres en las élites sociales no ha ayudado a la visibilización de esa gran mayoría de mujeres que sigue sin poder acceder a ciertas áreas o estatus todavía ocupados de forma mayoritaria por varones. Son las propias mujeres las que entienden la conquista de su estatus como algo personal. Sin embargo, de la asunción de esta premisa no puede derivarse que el resto de mujeres que no lo consiguen no están a la altura de las circunstancias. De hecho, en la mayoría de los casos, la discriminación deja de ser considerada como una circunstancia que se desarrolla dentro del entorno laboral o social. En su lugar, se apela a una serie de requisitos justificables por la dinámica propia de la institución académica, como un afortunado resultado de competencia individual. “No es posible reflexionar sobre la equidad en los roles de género en la propia existencia cuando no existen recursos para el análisis, la crítica y la autocrítica en el propio mundo de la vida” (Ocampo, 2009, p. 78). La individualización del conflicto hace que las mujeres asuman una doble estrategia: por un lado, una mayor autoexigencia personal que se traduce en la asunción de las tareas domésticas y de las laborales –con todos los obstáculos añadidos que por su condición de mujer sostienen–. Por otro lado, las mujeres de su entorno laboral pasan a convertirse en sus principales competidoras, puesto que son consideradas los eslabones más débiles en la cadena (Cuesta, 2011). Ambas estrategias tienen efectos asociados. Por una parte, el sobreesfuerzo hace que la mujer se vea frecuentemente sobrepasada en su trabajo, haciendo que su relación esfuerzo-resultado tenga un rendimiento desfavorable. En términos de racionalidad instrumental es considerada poco eficiente social y personalmente, lo que puede llevarla al desánimo o a infravalorar el esfuerzo –no hacen lo suficiente- que otras mujeres realizan. Las otras mujeres de su entorno laboral pasan, así, a ser consideradas como competidoras directas por el efecto de la vulnerabilidad de su posición y, de paso, liberan a sus compañeros varones de esta competencia. Al tiempo se dificulta enormemente la solidaridad y la identidad como colectivo de trabajadoras. De esta manera la posibilidad de presión como grupo disminuye considerablemente, o bien, simplemente, desaparece. La elección de los estudios La dimensión social de género es consecuencia de la distinta socialización recibida y conforma expectativas y formas de hacer estereotipadas. Esta socialización incluye formas de percibir, actuar, Licencia Creative Commons Atribución-No-Comercial SinDerivadas 3.0 Costa Rica. Publicado: mayo 2016 17 Rev. Casa de la Mujer ISSN 2215-2725. Vol 23(1-2): 9-23, 2014 URL: http://www.revistas.una.ac.cr/index.php/mujer/index clasificar y valorar que se consideran socialmente aceptables y hace referencia a ese conjunto de esquemas que se generan socialmente a partir de los cuales los individuos perciben el mundo y actúan en consecuencia. Estos esquemas predisponen nuestras elecciones, de ahí que, en muchos casos, las elecciones sobre las expectativas que se poseen para la vida estén condicionadas previamente, intentando asegurar una cierta garantía de éxito. Esto presupone una cierta racionalidad en las elecciones, pero dada la diversidad de circunstancias estas racionalidades se entrecruzan con las estrategias de reproducción de los grupos, las instituciones y las clases sociales en la que los sujetos se hallan insertos. De esta manera, el sexo se convierte en una variable que condiciona las respuestas de los distintos miembros de una sociedad. El hecho de que exista una desigual distribución por sexos en la elección de las carreras universitarias implica reflexionar sobre la causalidad que lleva a tomar este tipo de decisiones, qué factores intervienen y de qué modo lo hacen. Existen al menos dos perspectivas a la hora de enfrentarnos a esta cuestión. Por un lado, haciendo hincapié en aquellas circunstancias que pueden influir en la elección del sujeto a la hora de decidir una u otra carrera. Por otro lado, teniendo en cuenta las consecuencias que puedan derivarse de esta elección cara a una posible entrada en el mercado laboral. ¿Una elección personal? En nuestra investigación, en las entrevistas realizadas a las docentes, todo parece apuntar a que la elección de la carrera se realiza por motivos de índole personal, es decir, por afinidad con las asignaturas y facilidad en los estudios previos del instituto. Pero a este respecto las cifras se muestran contundentes, porque este hecho no puede explicar el porqué tantas mujeres consideran que su afinidad está más cerca de las humanidades que de las carreras técnicas. Se podría apuntar una tendencia a la traslación de los roles que tradicionalmente se han considerado femeninos y las carreras docentes elegidas. Fruto de esta distribución de los roles sociales, las mujeres tenderían a elegir aquellos estudios que le permitieran trasladar sus atributos personales a sus prioridades sociales en terreno laboral. El resultado es que la elección viene determinada por la interiorización de estos roles e, inversamente, el mantenimiento de esta situación contribuye a que estos roles sigan perpetuándose en el tiempo. Si esta elección tiene que ver con algún tipo de categorización social, no parece fácil que estas circunstancias aparezcan como explícitas a la hora de justificar las preferencias de unos estudios sobre otros. La cuestión es de 18 Publicado: mayo 2016 Licencia Creative Commons Atribución-No-Comercial SinDerivadas 3.0 Costa Rica. Rev. Casa de la Mujer ISSN 2215-2725. Vol 23(1-2): 9-23, 2014 URL: http://www.revistas.una.ac.cr/index.php/mujer/index difícil solución porque, en todas las entrevistas realizadas a las docentes, en ninguna se percibe un reconocimiento de algún tipo de actuación discriminatoria. El ejemplo que sigue ilustra este hecho. En una de las entrevistas y casi cuando llegaba a su fin y al comentar los objetivos del proyecto, la profesora apuntó que, su departamento no era muy representativo, puesto que apenas existía diferencia numérica entre hombres y mujeres. De hecho, y para comprobar la veracidad de su afirmación sacó el listado de sus componentes: “Mira, en mi departamento hay muchas mujeres y no notamos esa situación …espera un momento que las cuento…, yo diría que había más…espera que vuelvo a contar…pues es cierto, hay menos mujeres que hombres, así a un vistazo rápido puede que no excedamos ni el 30%. La verdad, nunca me había quedado, ¡ni me había dado cuenta!” (E2/ ETSNMRN) Cuando se le preguntó si había alguna catedrática en su departamento la respuesta se orientó en la misma dirección: “Pues ahora que lo dices…espera que lo pienso…no, todos son catedráticos, ¡y hay unos cuantos!...la verdad es que no me había fijado hasta hoy, pero no… no…no hay ninguna mujer”. El ejemplo anterior es paradigmático a la hora de poder valorar el nivel de normalización que determinados comportamientos tienen dentro de la universidad. Otros ejemplos fueron en esta dirección, aunque fundamentalmente enfocados a los motivos de esta desigualdad de representación entre mujeres y hombres. En esta entrevista realizada en la Escuela de Ingeniería Informática se apunta a una cuestión de tradición en proceso de superación: “Yo creo que el tema de que estudien menos mujeres aquí es más bien una cuestión de que antes no se usaba mucho que las mujeres hicieran este tipo de carreras. Ahora, la verdad, yo he notado que se matriculan más alumnas que antes. Son pocas todavía, pero hay más…no sé… igual es que no hay tradición, no sé” (E1/ ETSII) Si aplicamos este pensamiento a la noción de sociedad patriarcal, podemos inferir que son, precisamente, las ideas más difusas, menos evidentes, las más eficaces en la transmisión de juicios y comportamientos Licencia Creative Commons Atribución-No-Comercial SinDerivadas 3.0 Costa Rica. Publicado: mayo 2016 19 Rev. Casa de la Mujer ISSN 2215-2725. Vol 23(1-2): 9-23, 2014 URL: http://www.revistas.una.ac.cr/index.php/mujer/index sociales. Esta aparente paradoja tiene que ver con el poder racionalizador de las ideas, cuanto menos elaborada y menos taxativa sea, tanto más difícil de identificar y rebatir racionalmente; pero más fácil de interiorizar emocionalmente. Lo que supone que el sujeto asume una serie de premisas ideológicas que permiten la reproducción del sistema. Los actores permanecen insertos en la lógica de género dominantes a través del mecanismo de la violencia simbólica que no requiere de ninguna inculcación activa ni de ninguna labor de persuasión, ya que en tanto en el ser social nace dentro de un mundo social, son aceptados postulados y axiomas sin mediar cuestionamiento por lo que no requieren ser inculcados, constituyéndose así en la más implacable de las diversas formas de persuasión clandestina: ejercida por el simple orden de las cosas. (Palomar, C., 2009, p. 59) Al mismo tiempo que estos valores ayudan a conformar su identidad como individuo, también lo configuran –o no–, como parte integrante de un colectivo en la medida que existe –o no– una identificación o afinidad con otros. La elección de los estudios y sus consecuencias Una distribución desigual por sexos dentro de los estudios universitarios posee una relevancia que va más allá de la propia institución, ya que funciona como una rampa de lanzamiento que, a posteriori, será la encargada de acentuar o mitigar las desigualdades laborales y sociales por razón de sexo. A la ya conocida discriminación salarial que sufren las mujeres, viene a sumarse el hecho de que las mujeres se concentran en aquellas carreras menos valoradas socialmente. A la postre, esto tiene como consecuencia un menor prestigio social, pero también que sus ocupaciones se vean peor retribuidas. Esta segmentación laboral tiene consecuencias en la toma de decisiones del núcleo familiar, pues si los trabajos mejor remunerados están ocupados en su mayoría por varones, el sueldo fundamental continuará siendo el del varón. De tal manera que, en caso que deba decidirse el abandono del mercado laboral por parte de uno de los cónyuges –como por ejemplo por el cuidado de la descendencia o de personas dependientes– será el de mayor cuantía el que tenga la mejor coartada para seguir en la vida laboral. Justo es decir que en el caso contrario, esto es, que el varón gane menos que la mujer, las consecuencias para la mujer suelen ser las mismas: el abandono del mercado laboral. Prevalece la incuestionable aceptación 20 Publicado: mayo 2016 Licencia Creative Commons Atribución-No-Comercial SinDerivadas 3.0 Costa Rica. Rev. Casa de la Mujer ISSN 2215-2725. Vol 23(1-2): 9-23, 2014 URL: http://www.revistas.una.ac.cr/index.php/mujer/index de los roles sociales en el seno de la institución familiar. “Para los varones, el matrimonio y la “carrera laboral” pueden considerarse como complementarios; para las mujeres serían sustitutivos…en la mayoría de las parejas el varón tendería a especializarse en el trabajo de mercado, al tiempo que la esposa mostraría una especialización relativa en la producción doméstica” (Rodríguez, 2006, p. 218). Estas circunstancias ahondan la percepción de los empleadores a la hora de ofrecer trabajos de responsabilidad a las mujeres, a las que consideran menos comprometidas –laboralmente hablando–, y con otras prioridades familiares. Esta suerte de especialización doméstica subyace al hecho de que las mujeres ocupan, en muchas ocasiones, trabajos a tiempo parcial, lo que redunda en un salario inferior y en una falta de continuidad en su carrera profesional (Cuesta, 2009). En resumen, la elección de una carrera es también una cuestión social, cuyas consecuencias pueden y deben ser examinadas desde una perspectiva que exceda las repercusiones que a nivel personal pueda tener. No se trata solo de que sea una de las causas que puedan dar lugar a una segregación ocupacional, sino que esta misma segregación puede generar, a su vez, comportamientos, en el seno de la familia, que se transmiten de generación en generación. Por ello, la introducción de la mujer en ciertos ámbitos académicos reviste una importancia fundamental a la hora de desarrollar mecanismos de autodefensa frente a la discriminación. Conclusiones En las entrevistas realizadas existe una llamativa falta de relación entre lo que se percibe subjetivamente por parte de las docentes y lo que objetivamente nos muestran las cifras en cuanto a la desigualdad existente en la distribución y asunción de cargos dentro de la universidad. El marco teórico que se ha desarrollado en estas páginas ha intentado explicar esta aparente paradoja. Una institución marcadamente desigual, que; sin embargo, funciona como si esta desigualdad no existiera, donde las cualidades y capacidades personales se convierten en sustitutivas de las diferencias de género. Este hecho hace de la universidad un ejemplo paradigmático en la interiorización de determinadas pautas de comportamiento institucional. En una sociedad patriarcal, los valores masculinos son considerados los patrones por excelencia del reconocimiento social. Estas pautas funcionan para moldear los comportamientos y las trayectorias adecuadas en la consecución de ese objetivo. Al mismo tiempo propician, por comparación, la infravaloración de aquellos comportamientos que no se adaptan a estas expectativas. Licencia Creative Commons Atribución-No-Comercial SinDerivadas 3.0 Costa Rica. Publicado: mayo 2016 21 Rev. Casa de la Mujer ISSN 2215-2725. Vol 23(1-2): 9-23, 2014 URL: http://www.revistas.una.ac.cr/index.php/mujer/index Esta distribución de los roles sociales supone desventajas añadidas para las mujeres, que sienten como deben desdoblarse en el desempeño de sus funciones. En la vida privada se les exige que su actuación se adecue a los roles familiares, reproductivos. En la vida pública deben asumir los roles masculinos, que se corresponden con los patrones de éxito social y que, en el imaginario de una sociedad patriarcal, no se ajustan con la naturaleza femenina. Así que la mujer debe hacer un doble esfuerzo de adaptación. Por ello, la respuesta adaptativa de las mujeres debe ser muy eficaz si quieren entrar en determinados ámbitos de reconocimiento social. Esto puede conllevar, entre otras cosas, el abandono de cualquier manifestación, personal o colectiva, contraria a los patrones socialmente aceptados. En muchas ocasiones el problema se da por resuelto socialmente proponiendo un discurso y una acción justificativa políticamente correcta; pero estas acciones se han mostrado insuficientes, probablemente porque se preocupan más por las formas que por el contenido. Por ello, la reivindicación debería centrarse tanto en acciones políticas como en el reconocimiento de las diferencias. Si seguimos aceptando que el patrón del éxito social se corresponde con el que naturalmente juega el varón, la situación de desventaja de la mujer estará condenada a perpetuarse. En la medida en que las mujeres van escalando por la estructura institucional, el problema se va diluyendo más y más en medio de una competencia que alardea de fomentar méritos, cualidades y aptitudes personales. En “las claves de su éxito social se dan las claves de un fracaso social casi generalizado de las mujeres” (García, 2002, p. 17). Referencias Alonso, M. J. (2002). Las académicas. Profesorado universitario y género. En: Revista de Educación, nº 328, pp 465-475. Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. Madrid, España. Bauman, Z. (2003). Modernidad líquida. Fondo de Cultura Económica. Buenos Aires, Argentina. Bourdieu, P. (1991). El sentido práctico. Taurus Humanidades. Madrid, España. Cuesta, O. (2009). Inconvenientes de la fuerza de trabajo femenina dentro del mercado laboral. La selección y promoción en las empresas. Clepsydra. Revista de estudios de género y teoría feminista, nº 8, pp 157-172. Universidad de La Laguna. Tenerife, España. Cuesta, O. (2011). El discurso femenino en el mercado laboral. Prisma Social. Revista de Ciencias Sociales [en línea] nº 7, pp.1-26. Disponible 22 Publicado: mayo 2016 Licencia Creative Commons Atribución-No-Comercial SinDerivadas 3.0 Costa Rica. Rev. Casa de la Mujer ISSN 2215-2725. Vol 23(1-2): 9-23, 2014 URL: http://www.revistas.una.ac.cr/index.php/mujer/index en Internet: http://www.isdfundacion.org/publicaciones/revista/ numeros/7/secciones/abierta/01-discurso-femenino-mercadolaboral.html Escolano, E. (2009). El poder como asignatura pendiente de las académicas en las universidades españolas. En: Género y trabajo en las universidades, pp 83-127. Instituto Municipal de las Mujeres en Guadalajara. Universidad de Guadalajara, México. García, P. (2009). Las académicas entre la materialidad política y la subjetividad. En: Género y trabajo en las universidades, pp 33-48. Instituto Municipal de las Mujeres en Guadalajara. Universidad de Guadalajara, México. García de León, M. A. (2002). Herederas y heridas. Sobre las élites profesionales femeninas. Cátedra. Madrid, España. La Universidad española en cifras 2012 (Dir. Michavila, F.) (2012). Disponible en Internet: http://www.crue.org/Publicaciones/Documents Ministerio de Educación, Cultura y Deporte (2013). Datos y cifras del sistema universitario español. Curso 2013-2014 Ocampo, A. (2009). Los retos de las académicas contemporáneas: Reflexiones en torno al trabajo de las mujeres. En: Género y trabajo en las universidades, pp 71-81. Instituto Municipal de las Mujeres en Guadalajara. Universidad de Guadalajara, México. Palomar, C. (2009): La cultura institucional de la equidad de género en la universidad de Guadalajara. En: Género y trabajo en las universidades, pp 51-67. Instituto Municipal de las Mujeres en Guadalajara. Universidad de Guadalajara, México. Rodríguez, J. M. (2006). Discriminación salarial y diferencias de género en la formación de capital humano. En Estudios sobre género y economía (Vara, M.J coord.), pp 206-232. Akal. Economía Actual. Madrid, España. Licencia Creative Commons Atribución-No-Comercial SinDerivadas 3.0 Costa Rica. Publicado: mayo 2016 23